Pim-pam. Estaría perdonado el cronista por dejarse arrastrar a la onomatopeya: los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a China , otro 10% , entraban en vigor a las 6:00 de la mañana hora española y, como ya sucediera en el primer asalto de esta segunda guerra comercial hace exactamente un mes, el gigante asiático ha reaccionado de inmediato con golpes proporcionales. Tal y como venían adelantando los medios estatales, el contraataque ha llegado por el sector primario. Las autoridades chinas han anunciado este martes aranceles del 15% a la importación de productos avícolas y agrícolas –trigo, algodón y maíz incluidos–, y del 10% a frutas, verduras, lácteos, soja, porcino y ternera.Así, lo que en su día formó parte de la solución hoy forma parte del problema. No deja de resultar llamativo que la «fase uno» del acuerdo preliminar que pausó el conflicto allá por la primera legislatura de Donald Trump consistiera, precisamente, en la adquisición por parte de China de productos agrícolas estadounidenses por valor de 200.000 millones de dólares (190.000 millones de euros) para nivelar la balanza comercial, compromiso nunca honrado.Noticias relacionadas estandar No Trudeau anuncia que impondrá aranceles recíprocos a EE.UU. estandar Si Trump confirma aranceles del 25% desde este martes para Canadá y México y para productos agrícolas el 2 de abril david alandete | corresponsal en washingtonChina ha comunicado asimismo la inclusión de quince empresas norteamericanas en su lista de control de exportaciones –la cual exige una autorización expresa del Ministerio de Comercio antes de realizar intercambios–. Estas pertenecen al sector de defensa y comercializan artículos de uso dual, con aplicaciones civiles y militares, como tecnología satelital, sistemas no tripulados, robótica, drones e investigación biomédica.La táctica calca la empleada en la colisión inicial a principios de febrero, cuando en respuesta a los aranceles universales del 10% impuestos por Trump , China reaccionó con un 15% al carbón y gas natural licuado y un 10% al crudo, maquinaria agrícola y automóviles de gran tamaño, así como la apertura de una investigación contra Google y la suma de otras dos empresas a su «lista de entidades no confiables».El Gobierno ha vuelto a criticar esta mañana la presión arancelaria de EE.UU., «una medida unilateral que viola las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y socava el sistema comercial global», según afirmaba un comunicado oficial del Ministerio de Comercio, que se comprometía a «salvaguardar con firmeza los derechos e intereses legítimos de China».Reflexión anualMientras tanto, el Gran Palacio del Pueblo de Pekín acogía hoy la sesión inaugural de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino; mañana hará lo propio la Asamblea Popular Nacional. Ambos eventos simultáneos, conocidos de manera colectiva como las «Dos Sesiones», conforman la reunión anual del aparato legislativo del régimen y, por tanto, la cita política más relevante del curso. El Partido Comunista evaluará a lo largo de los próximos días los logros obtenidos en 2024 y las prioridades para 2025. Estas pasan, de nuevo, por revitalizar una economía en plena desaceleración lastrada por agudos desequilibrios estructurales. Sin embargo, todo apunta que el régimen podría marcarse un crecimiento oficial –cada vez más antónimo de «real»– del PIB «alrededor del 5%» por tercer año consecutivo, una cifra modesta en la serie histórica pero ambiciosa dada la coyuntura, lo que podría sugerir más estímulos fiscales a corto plazo para recuperar el consumo.En ese sentido, la segunda guerra comercial no podría llegar en peores circunstancias. «La esencia de las relaciones económicas entre China y EE.UU. es el beneficio mutuo», ha asegurado esta mañana Lou Qinjian , portavoz del Congreso Popular Nacional en la rueda de prensa previa a la sesión inaugural. «En los 46 años transcurridos desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, el comercio ha crecido más de 200 veces y la inversión bidireccional asciende aproximadamente a 250.000 millones de dólares». Y tras la alabanza, la protesta. «La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. viola las normas de la OMC y afecta a la seguridad y estabilidad de las cadenas industriales y de suministro a nivel global. Esperamos que EE.UU. y China lleguen a un acuerdo y encuentren una solución al problema mediante consultas en igualdad de condiciones». Esto, sin más onomatopeyas que el «ajá» de asentimiento, en modo alguno próximo. Pim-pam. Estaría perdonado el cronista por dejarse arrastrar a la onomatopeya: los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a China , otro 10% , entraban en vigor a las 6:00 de la mañana hora española y, como ya sucediera en el primer asalto de esta segunda guerra comercial hace exactamente un mes, el gigante asiático ha reaccionado de inmediato con golpes proporcionales. Tal y como venían adelantando los medios estatales, el contraataque ha llegado por el sector primario. Las autoridades chinas han anunciado este martes aranceles del 15% a la importación de productos avícolas y agrícolas –trigo, algodón y maíz incluidos–, y del 10% a frutas, verduras, lácteos, soja, porcino y ternera.Así, lo que en su día formó parte de la solución hoy forma parte del problema. No deja de resultar llamativo que la «fase uno» del acuerdo preliminar que pausó el conflicto allá por la primera legislatura de Donald Trump consistiera, precisamente, en la adquisición por parte de China de productos agrícolas estadounidenses por valor de 200.000 millones de dólares (190.000 millones de euros) para nivelar la balanza comercial, compromiso nunca honrado.Noticias relacionadas estandar No Trudeau anuncia que impondrá aranceles recíprocos a EE.UU. estandar Si Trump confirma aranceles del 25% desde este martes para Canadá y México y para productos agrícolas el 2 de abril david alandete | corresponsal en washingtonChina ha comunicado asimismo la inclusión de quince empresas norteamericanas en su lista de control de exportaciones –la cual exige una autorización expresa del Ministerio de Comercio antes de realizar intercambios–. Estas pertenecen al sector de defensa y comercializan artículos de uso dual, con aplicaciones civiles y militares, como tecnología satelital, sistemas no tripulados, robótica, drones e investigación biomédica.La táctica calca la empleada en la colisión inicial a principios de febrero, cuando en respuesta a los aranceles universales del 10% impuestos por Trump , China reaccionó con un 15% al carbón y gas natural licuado y un 10% al crudo, maquinaria agrícola y automóviles de gran tamaño, así como la apertura de una investigación contra Google y la suma de otras dos empresas a su «lista de entidades no confiables».El Gobierno ha vuelto a criticar esta mañana la presión arancelaria de EE.UU., «una medida unilateral que viola las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y socava el sistema comercial global», según afirmaba un comunicado oficial del Ministerio de Comercio, que se comprometía a «salvaguardar con firmeza los derechos e intereses legítimos de China».Reflexión anualMientras tanto, el Gran Palacio del Pueblo de Pekín acogía hoy la sesión inaugural de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino; mañana hará lo propio la Asamblea Popular Nacional. Ambos eventos simultáneos, conocidos de manera colectiva como las «Dos Sesiones», conforman la reunión anual del aparato legislativo del régimen y, por tanto, la cita política más relevante del curso. El Partido Comunista evaluará a lo largo de los próximos días los logros obtenidos en 2024 y las prioridades para 2025. Estas pasan, de nuevo, por revitalizar una economía en plena desaceleración lastrada por agudos desequilibrios estructurales. Sin embargo, todo apunta que el régimen podría marcarse un crecimiento oficial –cada vez más antónimo de «real»– del PIB «alrededor del 5%» por tercer año consecutivo, una cifra modesta en la serie histórica pero ambiciosa dada la coyuntura, lo que podría sugerir más estímulos fiscales a corto plazo para recuperar el consumo.En ese sentido, la segunda guerra comercial no podría llegar en peores circunstancias. «La esencia de las relaciones económicas entre China y EE.UU. es el beneficio mutuo», ha asegurado esta mañana Lou Qinjian , portavoz del Congreso Popular Nacional en la rueda de prensa previa a la sesión inaugural. «En los 46 años transcurridos desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, el comercio ha crecido más de 200 veces y la inversión bidireccional asciende aproximadamente a 250.000 millones de dólares». Y tras la alabanza, la protesta. «La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. viola las normas de la OMC y afecta a la seguridad y estabilidad de las cadenas industriales y de suministro a nivel global. Esperamos que EE.UU. y China lleguen a un acuerdo y encuentren una solución al problema mediante consultas en igualdad de condiciones». Esto, sin más onomatopeyas que el «ajá» de asentimiento, en modo alguno próximo.
Pim-pam. Estaría perdonado el cronista por dejarse arrastrar a la onomatopeya: los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a China, otro 10%, entraban en vigor a las 6:00 de la mañana hora española y, como ya sucediera en el primer asalto … de esta segunda guerra comercial hace exactamente un mes, el gigante asiático ha reaccionado de inmediato con golpes proporcionales.
Tal y como venían adelantando los medios estatales, el contraataque ha llegado por el sector primario. Las autoridades chinas han anunciado este martes aranceles del 15% a la importación de productos avícolas y agrícolas –trigo, algodón y maíz incluidos–, y del 10% a frutas, verduras, lácteos, soja, porcino y ternera.
Así, lo que en su día formó parte de la solución hoy forma parte del problema. No deja de resultar llamativo que la «fase uno» del acuerdo preliminar que pausó el conflicto allá por la primera legislatura de Donald Trump consistiera, precisamente, en la adquisición por parte de China de productos agrícolas estadounidenses por valor de 200.000 millones de dólares (190.000 millones de euros) para nivelar la balanza comercial, compromiso nunca honrado.
China ha comunicado asimismo la inclusión de quince empresas norteamericanas en su lista de control de exportaciones –la cual exige una autorización expresa del Ministerio de Comercio antes de realizar intercambios–. Estas pertenecen al sector de defensa y comercializan artículos de uso dual, con aplicaciones civiles y militares, como tecnología satelital, sistemas no tripulados, robótica, drones e investigación biomédica.
La táctica calca la empleada en la colisión inicial a principios de febrero, cuando en respuesta a los aranceles universales del 10% impuestos por Trump, China reaccionó con un 15% al carbón y gas natural licuado y un 10% al crudo, maquinaria agrícola y automóviles de gran tamaño, así como la apertura de una investigación contra Google y la suma de otras dos empresas a su «lista de entidades no confiables».
El Gobierno ha vuelto a criticar esta mañana la presión arancelaria de EE.UU., «una medida unilateral que viola las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y socava el sistema comercial global», según afirmaba un comunicado oficial del Ministerio de Comercio, que se comprometía a «salvaguardar con firmeza los derechos e intereses legítimos de China».
Reflexión anual
Mientras tanto, el Gran Palacio del Pueblo de Pekín acogía hoy la sesión inaugural de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino; mañana hará lo propio la Asamblea Popular Nacional. Ambos eventos simultáneos, conocidos de manera colectiva como las «Dos Sesiones», conforman la reunión anual del aparato legislativo del régimen y, por tanto, la cita política más relevante del curso.
El Partido Comunista evaluará a lo largo de los próximos días los logros obtenidos en 2024 y las prioridades para 2025. Estas pasan, de nuevo, por revitalizar una economía en plena desaceleración lastrada por agudos desequilibrios estructurales. Sin embargo, todo apunta que el régimen podría marcarse un crecimiento oficial –cada vez más antónimo de «real»– del PIB «alrededor del 5%» por tercer año consecutivo, una cifra modesta en la serie histórica pero ambiciosa dada la coyuntura, lo que podría sugerir más estímulos fiscales a corto plazo para recuperar el consumo.
En ese sentido, la segunda guerra comercial no podría llegar en peores circunstancias. «La esencia de las relaciones económicas entre China y EE.UU. es el beneficio mutuo», ha asegurado esta mañana Lou Qinjian, portavoz del Congreso Popular Nacional en la rueda de prensa previa a la sesión inaugural. «En los 46 años transcurridos desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, el comercio ha crecido más de 200 veces y la inversión bidireccional asciende aproximadamente a 250.000 millones de dólares».
Y tras la alabanza, la protesta. «La imposición unilateral de aranceles por parte de EE.UU. viola las normas de la OMC y afecta a la seguridad y estabilidad de las cadenas industriales y de suministro a nivel global. Esperamos que EE.UU. y China lleguen a un acuerdo y encuentren una solución al problema mediante consultas en igualdad de condiciones». Esto, sin más onomatopeyas que el «ajá» de asentimiento, en modo alguno próximo.
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