Aunque tecnológicamente está cerca el hito, los especialistas alertan del uso sin supervisión del machine learning con la intención de sustituir el criterio médico.
Más información: China abre el primer hospital con IA del mundo: puede diagnosticar enfermedades y tratar a 3.000 pacientes al día Aunque tecnológicamente está cerca el hito, los especialistas alertan del uso sin supervisión del machine learning con la intención de sustituir el criterio médico.
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Se llama David Schweikert, es congresista republicano por el estado de Arizona y es la segunda vez que registra una proposición de ley para permitir que una inteligencia artificial pueda prescribir medicamentos directamente a los pacientes.
¿Estamos a las puertas de médicos virtuales que nos receten nuestros fármacos?
Si el mundo actual parece una película de ciencia ficción, la intención de Schweikert es dolorosamente realista. En una entrevista el año pasado dijo que «la tecnología tiene que ser parte de la forma en que doblamos la curva de endeudamientos y préstamos«.
El gasto sanitario de Estados Unidos es elefantiásico. Si en España está en torno al 9% del PIB, el país norteamericano lo duplica: un 18%. Con este panorama, no es de extrañar que se plantee un sistema en el que ‘atienda’ a cientos o miles de personas al mismo tiempo y recete medicamentos en base a sus síntomas.
La propuesta no le sorprende a Javier García Alegría, médico internista y expresidente de la Federación de Asociaciones Científicos Médicas Españolas. «No deja de ser un planteamiento de contingencia basado en las siguientes condiciones: uno, un gasto sanitario porcentual del PIB muy por encima de otros países desarrollados, que le hace ser mucho menos competitivo, en un intento de reducir los costes sanitarios».
Dos, «el poco valor que se le concede a la ciencia»; tres, «el desmantelamiento de agencias y organismos sanitarios como la FDA [el regulador de los medicamentos y productos sanitarios]»; y cuatro, «la influencia de las compañías tecnológicas, que actúan como un lobby en su propio país y que compiten con las empresas chinas».
García Alegría considera que sacar adelante esta propuesta «sería un error, pues prescribir un medicamento es tan solo la fase final de un proceso de toma de decisiones muy complejo que implica conocer la situación clínica, la evidencia científica actual, el contexto y las preferencias del paciente», y, por eso, «hay que poner en tela de juicio las propuestas que tratan de resolver problemas complejos con soluciones sencillas«.
En realidad, la inteligencia artificial lleva tiempo en las consultas de los médicos. «Las herramientas actuales abarcan cualquier campo de la medicina, como el diagnóstico genético, la estratificación de riesgos, los sistemas de alerta, la optimización del uso de la historia clínica, la interpretación de imágenes, la estrategia diagnóstico, la ayuda en la decisión terapéutica y el diseño acelerado de fármacos», explica el internista.
Una encuesta reciente a más de 5.000 médicos europeos apunta que los usos actuales más frecuentes de la IA son la investigación, la realización de tareas administrativas, la gestión de citas y el manejo de la historia clínica digital.
García Alegría señala, además, que una encuesta que realizó la Sociedad Española de Medicina Interna concluía que el 90% de los especialistas conocían herramientas de IA, y el 75% las había utilizado en su práctica profesional.
Falla en uno de cada diez casos
La situación en los centros de salud es distinta, según el médico de familia César Dilú. «Hay inteligencia artificial en muchos ámbitos, pero sobre todo a nivel hospitalario. En la atención primaria estamos un poco retrasados».
Dilú, que es miembro del grupo de salud digital de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), apunta que la inteligencia artificial todavía no está preparada para realizar prescripciones por sí sola, pero lo estará «en dos o tres años, cinco como mucho».
«Los grandes modelos de IA, los más potentes, tienen un nivel de acierto del 90%. Eso quiere decir que fallan en uno de cada diez casos. Si los médicos vemos 30 o 40 pacientes al día, la inteligencia artificial tendría tres o cuatro errores significativos y eso no es admisible».
Aunque en su mayor parte lo hace en proyectos pilotos, sí que hay herramientas de prescripción basada en la inteligencia artificial. Por ejemplo, un estudio realizado en el Hospital General de Singapur mostraba que era capaz de reducir en un 40% el uso de antibióticos —por ser innecesarios— frente a infecciones del tracto urinario y neumonías.
También ayudan a advertir posibles interacciones entre medicamentos o a la optimización de las dosis, «especialmente en fármacos de margen terapéutico estrecho o en pacientes con insuficiencia renal o hepática», indica Ramón Puchades, coordinador del grupo de medicina digital de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
«Uno de los objetivos fundamentales de la IA respecto a la prescripción es la personalización del tratamiento a partir de modelos que integren datos clínicos, genéticos y de respuesta previa a fármacos, como herramienta de ayuda que facilite el camino hacia la medicina personalizada«, continúa.
Para Puchades, «técnicamente, pueden llegar a desarrollarse sistemas capaces de prescribir con criterios clínicos sólidos, especialmente en contextos muy protocolizados y específicos», pero siempre con una supervisión humana, pues «la prescripción no es solo un cálculo técnico, sino una decisión clínica compleja que precisa comunicación con el paciente y conlleva responsabilidad legal, aspectos éticos y de ciberseguridad».
Por eso «no sería deseable sustituir al médico en prescripción sino aumentar su capacidad para tomar decisiones más seguras, rápidas y personalizadas». Es decir, que la IA ayude pero nunca sustituya al médico.
Con todo, hay oportunidades para una inteligencia artificial que maneje recetas de forma autónoma, apunta el médico de familia César Dilú. «Por ejemplo, en pacientes que tomen algún hipotensor, algún antidiabético, medicaciones crónicas que hay que renovar año a año, lo puede hacer una IA».
Se trataría de una herramienta que revisara lo que toma el paciente, las contraindicaciones, etc. «y que el médico pudiera simplemente dar su ok. Esto ya se podría implementar».
La cuenta pendiente, sin embargo, es que tanto a nivel español como europeo la normativa actual no favorece precisamente estos desarrollos, pues pone muchas más trabas en el acceso a los datos que en el entorno norteamericano.
El aspecto positivo es que la sociedad acepta de mayor gana estos desarrollos. «La aceptación en EEUU de estos modelos de ayuda a la prescripción es baja con respecto a otros países», apunta Dilú, «porque están orientados a la limitación del gasto, a lo económico, a limitaciones de las aseguradoras, etc. En España y Europa se orientan más a la homogeneización de la atención y la protocolización para proteger los derechos fundamentales de las personas».
Para ejemplificar esta buena aceptación de la IA por parte española, el médico de familia nombra a LOLA, un asistente virtual desarrollado por el Hospital de Bellvitge que hace un seguimiento de los pacientes una vez reciben el alta.
«Los pacientes, a la larga, tienen más aceptación a que los llame LOLA que a que lo haga una persona. Todas las pruebas que se han hecho donde comparas un buen sistema de IA con el ser humano, aceptan mejor a la máquina».
elespanol – Salud