Numerosos estudios detallan la bajada de los niveles de la hormona en sangre en las últimas décadas, pero no se conoce una causa clara.
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En X, una cuenta anónima critica a la estrella de Hollywood Pedro Pascal diciendo que no es masculino ni tiene testosterona. Otras dicen que esta hormona «mantiene al hombre vivo y dominante» y acusan al hombre moderno de «débil, afeminado e inseguro».
En un capítulo de pódcast, varios hombres charlan sobre cómo elegir el confort frente al desafío es simbólico de la pérdida de masculinidad. Uno de los tertulianos recuerda que los niveles de testosterona en los hombres están bajando.
En TikTok, hombres hipermusculados y sin camiseta explican qué hacer para «subir la ‘testo’ de forma natural»: desde comer cebolla y aguantar un jengibre crudo en la boca sin masticarlo hasta duchas frías y abstinencia sexual durante una semana.
En un mundo cada vez más diverso hay una parte de los hombres que reaccionan frente a él acusando a la sociedad actual de destruir la masculinidad tradicional a través de la reducción de la hormona que simboliza la virilidad.
Lo cierto es que sí, varios estudios atestiguan que los niveles de testosterona en sangre parecen haberse reducido en las últimas décadas.
Pero también hay mucho mito alrededor de esta hormona, su función y su relación con la masculinidad. Y sobre la obsesión por aumentar los niveles, ya sea de forma natural o bien a través de suplementos.
«Cada día detectamos un mayor interés por los temas relacionados con la testosterona y con los andrógenos en general», comenta Marcelino Gómez Balaguer, coordinador del grupo Gónada, Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
«Es, sobre todo, la gente joven la que se muestra más interesada y aparece como motivo de consulta cada vez con mayor frecuencia».
Josep Torremadé, coordinador de Andrología de la Asociación Española de Urología (AEU), confirma este fenómeno. «Es bastante frecuente tener personas jóvenes en consulta, se ha visto la testosterona como la hormona de la eterna juventud y cuando notan que su respuesta física no es la misma, acuden».
Los niveles de esta hormona en sangre van disminuyendo conforme envejecemos. Hasta un 10% de los varones de entre 45 y 70 años tienen andropausia, que causa fatiga, pérdida de masa muscular, disminución de la libido o mayor riesgo de obesidad y síndrome metabólico.
En las últimas décadas, sin embargo, se ha constatado una disminución de la testosterona en hombres cada vez más jóvenes.
Un estudio publicado en The Journal of Sexual Medicine analizó los niveles de testosterona en más de 4.000 jóvenes estadounidenses entre 1999 y 2016, encontrándose que los nacidos durante las últimas décadas presentaban niveles de testosterona más bajos que los nacidos mundo durante los primeros años del siglo XXI.
Igualmente en 2007, otro trabajo comunicó un descenso del 17% en la tasas de testosterona entre los hombres de 65 años de 2002 y los hombres de 65 años de 1987.
«Se podría concluir que los hombres de hoy tenemos menos testosterona que los de ayer, en un declive de aproximadamente el 0,5% anual«, estima Gómez Balaguer.
Aunque se han postulado numerosas razones para explicar este descenso, el endocrino afirma que se desconoce la causa.
«Posiblemente no obedezca a una única etiología y nos enfrentemos a un proceso multicausal. Se han apuntado, entre otras, la vida sedentaria y la falta de ejercicio, la mala alimentación, la obesidad, los factores medioambientales contaminantes y los disruptores endocrinos presentes en muchos de los productos de uso cotidiano».
A pesar de ello, «no tenemos claro por qué está pasando», reconoce.
¿La hormona de la masculinidad?
Esto parece preocupar a una parte de la población masculina por lo simbólico de la testosterona. Aunque está presente tanto en hombres como en mujeres, se ha identificado esta hormona con la virilidad y características asociadas a ella, como la competitividad y la agresividad, o el deseo sexual permanente.
Y la situación ha sido aprovechada por algunos influencers y cuentas de redes sociales que, en el mejor de los casos, exageran las conclusiones de ciertos estudios científicos (generalmente realizados en ratones), y, en el peor, venden propaganda de una masculinidad estoica y tradicionalista.
También se venden tests de testosterona que buscan saciar esa curiosidad por medir la virilidad a través de los niveles de una hormona en sangre.
Torremadé es claro. «Evidentemente, el ejercicio físico es la mejor forma de aumentar la testosterona de forma natural. El ejercicio de fuerza, la dieta sana, perder peso y también ciertos tipos de nutrientes… Van a mejorar la testosterona y nuestra salud en general».
Y advierte contra las suplementaciones de la hormona, populares en el mundo de la musculación. «Hay personas que optan por una suplementación suprafisiológica para mejorar el rendimiento físico, pero esto va a tener efectos secundarios».
Esto supone no únicamente un aumento del riesgo cardiovascular sino también de infertilidad y de hipogonadismo. «El hecho de dar testosterona cuando no la necesitas puede hacer que la requieras a posteriori porque su gónada deje de funcionar«.
Los expertos consultados por EL ESPAÑOL recuerdan que más o es necesariamente mejor. «Podemos encontrar pacientes con niveles bajos o incluso muy bajos de andrógenos pero mínimos síntomas», apunta Gómez Balaguer.
Y al revés, «niveles no tan bajos pero con un amplio componente sintomático. Por ello hay que individualizar cada caso y, a la hora de indicar un tratamiento sustitutivo, considerar otras cosas como la obesidad, diabetes, antecedentes de neoplasia de próstata, etc.»
Porque ligar testosterona y masculinidad no deja de ser simplificar mucho las cosas, concuerda el urólogo Josep Torremadé. «La masculinidad no es solo testosterona sino muchas cosas más».
«El hecho de que no tengas testosterona no va a hacer que dejes de ser un hombre. A los pacientes con cáncer de próstata, a veces, hay que hacerle bloqueos hormonales para tratarlos, y no por ello van a dejar de ser hombres».
Y apuntala: «La hormona tiene funciones muy importantes para la esfera sexual pero también para mantener la salud de los huesos y los músculos. Sus efectos biológicos van más allá de la esfera sexual».
elespanol – Salud