El especialista aboga por dejar pasar 15 minutos entre el ejercicio y la higiene para permitir que una serie de procesos fisiológicos saludables tengan lugar.
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Terminar de practicar nuestra rutina de ejercicio físico o nuestro deporte predilecto y no ir directos a la ducha puede parecer contraintuitivo y desagradable, pero es precisamente lo que recomienda el médico y divulgador José Manuel Felices en un divertido vídeo de su cuenta de Instagram. «Nunca te duches después de hacer deporte«, afirma el facultativo desde la propia ducha, y se responde a sí mismo interpretando el papel de su estupefacto interlocutor: «¿Me estás diciendo que me quede con el sudor echando peste?».
«Quédate que lo vas a entender», prosigue Felices, detallando a continuación los tres factores que desaconsejan ducharse inmediatamente después de ejercitarnos. El primero tiene que ver con la termorregulación natural del cuerpo, que se refrigera mediante la sudoración. «Mientras entrenamos, los músculos queman energía, y eso produce calor, lo que eleva la temperatura de tu cuerpo. Para compensarlo, los vasos sanguíneos se dilatan, y se facilita la sudoración, que baña y se evapora en la piel, disminuyendo la temperatura».
Si terminamos el entrenamiento y nos vamos directamente a la ducha, prosigue el médico, «interrumpimos el proceso natural de regulación de la temperatura, y puede dar lugar a mareos e incluso a síncopes«. El contraste entre un calor corporal elevado y el contacto brusco con el agua fría está detrás del famoso mito sobre dejar pasar una hora después de comer. En realidad no hay riesgo de «corte de digestión», sino de síncope por hidrocución.
La sudoración no es únicamente un sistema para enfriar el cuerpo, sino que aporta su propia higiene. De hecho, el ‘olor a sudor‘ proviene en realidad del detritus de la piel, como las bacterias muertas, que son arrastradas por las secreciones de las entre 2,5 y 3 millones de glándulas sudoríparas del cuerpo humano. Se distinguen las glándulas ecrinas, que expulsan agua y sales minerales, y las apocrinas o sebáceas, que también secretan grasas, feromonas y otras sustancias.
«El sudor arrastra toxinas que salen a la superficie de la piel», prosigue Felices. Si nos duchamos enseguida, no permitimos al cuerpo que termine de excretar esas toxinas, dejando una sensación de que no se haya completado la limpieza. Incluso como si siguiéramos sudando después de duchados«. Hay que subrayar que las bacterias prefieren los recovecos oscuros y cálidos del cuerpo, motivo por el que las axilas y los pies producen peor olor corporal.
Por último, explica Felices, el sudor posee un pH ligeramente ácido, «lo que protege a la piel de bacterias y de agresiones externas mientras hacemos ejercicio. Si te duchas muy rápido, sobre todo con jabones alcalinos, rompes ese equilibrio, y tu piel queda más indefensa, pudiendo irritarse o resecarse».
«¿La ciencia apoya que no me duche nunca?», se pregunta entonces el personaje del deportista en el vídeo. «No», responde el médico, «la ciencia apoya que estos procesos duren unos quince minutos después de acabar la actividad. Hidrátate, socialízate con tus compañeros, o reflexiona sobre lo bien que lo has hecho. Y entonces date esa merecida y necesaria ducha», concluye.
La necesidad de higiene externa es imprescindible en cualquier caso para la salud general del cuerpo humano. Las áreas que se limpian con más regularidad, reveló un estudio publicado en 2023 en Frontiers of Microbiology, tienen un microbioma mucho más diverso y una colección de microorganismos potencialmente más saludable que las áreas más desatendidas.
El microbioma de la piel está formado por microorganismos útiles y beneficiosos para el organismo humano, pero también existen microorganismos perjudiciales, advertían los investigadores. «Alterar el necesario equilibrio e inclinar la balanza hacia los microorganismos dañinos puede ser peligroso».
elespanol – Salud