Enric Fernández (Barcelona, 1973) es el director de planificación y economista jefe de Caixabank. Se formó en la Pompeu Fabra y en la Universidad de Chicago, donde fue becario de la Caixa. Posteriormente se desempeñó en el FMI y más tarde entró en Caixabank donde es responsable de su análisis económico desde 2016.-El Banco de España destacó hace unos años la divergencia del PIB español con Europa. ¿Está de acuerdo con las razones que se han dado de este estancamiento?- La diferencia entre el PIB per cápita de España y el del conjunto de la zona euro sigue estando cerca del 15%, allí donde estábamos a principios de este siglo. Solo nos acercamos de manera significativa en los años del boom inmobiliario y aquello fue un espejismo. Las razones de esta diferencia que se ha mantenido en el largo plazo son bien conocidas: España tiene una menor tasa de empleo y una menor productividad por empleado. – ¿Qué deberíamos hacer para recuperar una senda de convergencia de nuestras rentas con Europa?- Es necesario impulsar políticas que nos ayuden a cerrar las brechas en la tasa de empleo y en la productividad. El mercado laboral está mostrando mucho dinamismo, pero seguimos teniendo una tasa de paro de dos dígitos y un 20% de paro entre los menores de 30 años. Son cifras que están muy lejos de donde deberían estar y que no podemos normalizar. Políticas que ayuden a mejorar el capital humano nos ayudarían a mejorar las tasas de empleo y también la productividad.-¿Qué sucede con la productividad?- La baja productividad es el resultado de múltiples factores. El capital humano es crucial. También afecta el tamaño medio de las empresas. Las empresas grandes suelen ser bastante más productivas que las pequeñas y en España pesan mucho las pequeñas. Una empresa de mayor tamaño tiene más masa crítica para invertir en investigación y desarrollo, en modelos de gestión y organización, en marketing, en análisis de datos, en digitalización… Y un tercer aspecto tiene que ver con la calidad del marco regulatorio e institucional. En ese saco incluiría la cantidad y calidad de la regulación, la eficiencia de nuestro sistema impositivo, la calidad del gasto público o la agilidad de las administraciones públicas.Noticia Relacionada opinion Si Musk: el que tenga hacienda que la atienda John Müller El caso del desplome de Tesla es el aviso para todos aquellos que quieren mezclar política y negocios a la vista de todo el mundo-¿Qué palancas cree que deberíamos tocar para mejorarla?- Mucho está inventado y es cuestión de copiar lo que vemos que funciona. En la FP se han hecho cambios recientemente en la buena dirección. En otros ámbitos educativos sabemos lo importante que es la formación durante los primeros años de la infancia, la calidad del capital humano que se dedica a enseñar o la autonomía de las escuelas. Para que las empresas crezcan, se tiene que reducir la burocracia, costes y trabas que se encuentran las empresas que alcanzan cierto tamaño. Y en cuanto al marco institucional, sería deseable contar en determinados ámbitos con políticas de estado, grandes consensos que darían estabilidad. Para la agilidad de las administraciones públicas son necesarios recursos y capacidad de gestión, medir lo que se quiere mejorar y fijar objetivos de mejora para que el gestor rinda cuentas. – ¿Qué problemas estructurales subsisten en nuestro mercado laboral?- No ponemos suficiente énfasis en las políticas activas de empleo. Cuatro de cada 10 parados lo han estado más de un año y las políticas activas tienen que servir para reducir esta cifra. Más y mejores oportunidades de formación, un papel más activo de los servicios públicos de empleo y un mejor equilibrio entre protección e incentivos a la búsqueda activa de empleo son ámbitos sobre los que se puede incidir.- En España, desde el poder, se sostiene la tesis de que el modelo económico español cambió y que eso explica algunas discrepancias entre las estadísticas y el optimismo oficial. ¿Cuál es su posición en este debate?- Las estadísticas muestran un buen comportamiento de la economía española, sobre todo en términos relativos frente a las principales economías de la zona del euro. Tenemos el PIB un 7,5% por encima del nivel anterior a la Covid, sumamos 2 millones más de ocupados y la tasa de paro ha caído en 3 puntos. Pero las estadísticas también reflejan desafíos pendientes: la inversión privada apenas ha crecido y la deuda pública aún supera el 100% del PIB, cuatro puntos más que en 2019, con presiones sobre un gasto público que ya ha aumentado un 35% desde antes de la covid.Guerra comercial «Los aranceles de Trump no son buenos para nadie. parten de un diagnóstico errado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU.»-¿Qué reflexión le suscita este incremento tan explosivo del gasto público y qué sabemos de su calidad?- Pues sabemos realmente poco de la calidad del gasto público porque evaluamos poco en España. Se han dedicado recursos a la Airef pero la verdad es que son muy limitados. Pero no es sólo la Airef: la cultura de la evaluación debería estar instalada en todos los niveles de la administración, desde un municipio hasta un gobierno de comunidad autónoma hasta la Administración central.- Ángel Gabilondo, el actual Defensor del Pueblo, solía decir que «lo que no se evalúa se devalúa».- Correcto. Es una muy buena cita. Lo que no se mide no se puede gestionar y lo que no se gestiona para mejorar, empeora.- Stathis Kalyvas, profesor de Oxford, me advirtió en una entrevista sobre la idolatría de los números: la fascinación por la estadística puede llevarnos a conclusiones descontextualizadas.- Yo creo que la estadística y los datos te tienen que ayudar a interpretar la historia. Comparto que el análisis del dato no es trivial y se tiene que efectuar analizando un contexto y sobre todo evitando lo que decía un profesor de Chicago, Ronald Coase: «Si torturas los datos lo suficiente, confesarán». Uno tiene que ir con mucho cuidado. No todos los trabajos basados en datos tienen un buen análisis.- ¿Hemos derrotado la inflación?- Es una batalla que está muy avanzada, sin duda, y creo que la podremos dar por ganada este mismo año. Tanto en el conjunto de la zona del euro como en España estamos cerca del objetivo del 2%. Es muy positivo y remarcable que el diferencial de crecimiento del PIB a favor de España no se haya trasladado a un mayor diferencial de inflación, que es lo que solía pasarnos. – La falta de deflactación de las tarifas y las deducciones tributarias ha impulsado la recaudación fiscal. ¿Ha cumplido Pedro Sánchez su sueño de 2018 de llevar la recaudación a niveles europeos?- La falta de deflactación se estima que ha aportado unos 10.000 millones de euros, que no es poco, pero es una parte pequeña del incremento de 170.000 millones en los ingresos totales de las administraciones públicas desde 2019. La inflación, el crecimiento del empleo y una reducción de la economía sumergida en el contexto de la Covid explican una mayor parte del aumento. El nivel de ingresos es una decisión que debe combinar las preferencias sobre el nivel de gasto público y la eficiencia en la capacidad de recaudación. Solo si eres muy eficiente recaudando puedes aspirar a mayores niveles de gasto sin hacer un daño excesivo a la economía. – ¿Cómo se adapta el sector privado ante este aumento?- El sector privado mira al futuro y necesita ante todo un entorno de previsibilidad para la planificación y la toma de decisiones. El sistema impositivo es una parte relevante de ese entorno junto con otro tipo de regulaciones. En este sentido es comprensible el llamamiento que el FMI, la Airef o el Banco de España han hecho para que el Gobierno concrete sus planes fiscales a medio plazo en términos de medidas de gastos e ingresos. -¿Qué opinión tiene de la situación del mercado inmobiliario? ¿No cree que hay demasiadas restricciones sobre la oferta de vivienda?- En los últimos tres años, el número de hogares en España ha crecido en más de 600.000 mientras que se han finalizado menos de 300.000 viviendas. Está clarísimo que el problema fundamental del mercado inmobiliario es la falta de oferta y cualquier medida debería valorarse por su influencia sobre ella. Las medidas que ayudarían incluyen el desarrollo de suelo finalista, agilizar las licencias, dedicar más recursos públicos, reconvertir usos, aumentar la edificabilidad, impulsar la colaboración público-privada para la construcción de vivienda de alquiler asequible… Otras medidas, como el control de precios, pueden ser contraproducentes.- Hemos visto medidas intervencionistas tanto en las comunidades como desde el gobierno central, ¿no han deprimido la oferta?-Aún es pronto para analizar bien cuál ha sido el impacto. Sí que ya hay algún estudio que indica que ha habido una reducción de la oferta de alquiler en las zonas donde se han impuesto las restricciones sobre precios más estrictas. Esas son soluciones de corto plazo, pero debemos ser conscientes de que tienen un impacto sobre la variable principal para solucionar el problema que es que necesitamos más oferta, más construcción. – ¿Cuál es, a su juicio, el impacto económico de la dana de Valencia? ¿Cuánto durará?- La actividad económica en los municipios de la zona cero ha ido recuperándose, pero aún no ha vuelto a los niveles previos a la dana. Y esto es así a pesar de que los residentes de la zona cero están aumentando sus niveles de gasto en mayor medida que el promedio de la población española por la reposición de muebles y electrodomésticos, la rehabilitación de viviendas, la compra de coches… todo lo que quedó destruido. Esto más los efectos de la reconstrucción de infraestructuras y las obras que se hagan para mitigar riesgos futuros debería tener un impacto neto positivo sobre el PIB de 2025.-¿Es posible afrontar el incremento del gasto en Defensa sin reorganizar las prioridades de gasto?- El Gobierno ya contaba con aumentar el gasto en defensa hasta el 2,0% del PIB y esto, en principio, era compatible con un descenso gradual del déficit. Ahora se plantean dos interrogantes sobre los que aún no hay una respuesta clara: si el incremento hasta el 2,0% deberá acelerarse y si 2,0% será suficiente. En función de la respuesta a estos interrogantes el esfuerzo de repriorización deberá ser mayor o menor. En cualquier caso, hay también presiones sobre el gasto social: en vivienda, sanidad o pensiones. El ahorro de gasto tendrá que buscarse en otros ámbitos. -¿Cómo valora los anuncios de Donald Trump sobre aranceles?- Los aranceles que se han anunciado no son buenos para nadie. Parten de un diagnóstico equivocado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU. Y propone un remedio equivocado, aranceles supuestamente recíprocos. Este enfoque supone un ‘shock’ de incertidumbre, además de dañar la credibilidad de EE.UU., la confianza en el dólar y los activos de ese país. Con la pausa a los aranceles entramos en una nueva fase que debería permitir una salida negociada, pero parece claro que habrá más trabas al comercio y que podemos ver un desacople más pronunciado de lo que pensábamos entre EE.UU. y China. España no está en una situación especialmente vulnerable porque tiene una exposición baja a EE.UU., pero el impacto final dependerá de cuánto tiempo se prolongue la incertidumbre y el nivel final de los aranceles, dos variables sobre las que hay mucha incertidumbre. -¿Es posible que el dólar deje de ser moneda de reserva mundial?-Lo que está pasando está generando una pérdida de confianza en el dólar, sobre los activos denominados en dólar y sobre la credibilidad del gobierno americano. Lo que pasa es que el papel del dólar es muy difícil de sustituir. Lo que seguramente suceda es que otras monedas ganarán peso como monedas de reserva global. El dólar no es la única, es la predominante y creo que lo seguirá siendo, pero perderá peso frente a otras monedas como, por ejemplo, el euro. Y esto es una oportunidad para el euro.- Eso es interesante, pero tiene un problema: no tenemos unidad fiscal en la Eurozona. Nuestras deudas están fragmentadas.- Este es un problema fundamental de la Unión Económica y Monetaria. Esa pata fiscal es inexistente y es necesario desarrollarla. Obviamente tiene unas dificultades políticas para avanzar que son evidentes.- ¿No cree que esas dificultades son muy parecidas a las que supone unir los ejércitos europeos?- Todos estos ámbitos en los que los países están reteniendo soberanía, plantean esta dificultad. Pero la historia de la Unión Europea es una historia de pasos adelante cuando las exigencias del entorno han sido lo suficientemente duras. Yo creo que podemos estar llegando a ese punto en que los desafíos te obliguen a avanzar. Enric Fernández (Barcelona, 1973) es el director de planificación y economista jefe de Caixabank. Se formó en la Pompeu Fabra y en la Universidad de Chicago, donde fue becario de la Caixa. Posteriormente se desempeñó en el FMI y más tarde entró en Caixabank donde es responsable de su análisis económico desde 2016.-El Banco de España destacó hace unos años la divergencia del PIB español con Europa. ¿Está de acuerdo con las razones que se han dado de este estancamiento?- La diferencia entre el PIB per cápita de España y el del conjunto de la zona euro sigue estando cerca del 15%, allí donde estábamos a principios de este siglo. Solo nos acercamos de manera significativa en los años del boom inmobiliario y aquello fue un espejismo. Las razones de esta diferencia que se ha mantenido en el largo plazo son bien conocidas: España tiene una menor tasa de empleo y una menor productividad por empleado. – ¿Qué deberíamos hacer para recuperar una senda de convergencia de nuestras rentas con Europa?- Es necesario impulsar políticas que nos ayuden a cerrar las brechas en la tasa de empleo y en la productividad. El mercado laboral está mostrando mucho dinamismo, pero seguimos teniendo una tasa de paro de dos dígitos y un 20% de paro entre los menores de 30 años. Son cifras que están muy lejos de donde deberían estar y que no podemos normalizar. Políticas que ayuden a mejorar el capital humano nos ayudarían a mejorar las tasas de empleo y también la productividad.-¿Qué sucede con la productividad?- La baja productividad es el resultado de múltiples factores. El capital humano es crucial. También afecta el tamaño medio de las empresas. Las empresas grandes suelen ser bastante más productivas que las pequeñas y en España pesan mucho las pequeñas. Una empresa de mayor tamaño tiene más masa crítica para invertir en investigación y desarrollo, en modelos de gestión y organización, en marketing, en análisis de datos, en digitalización… Y un tercer aspecto tiene que ver con la calidad del marco regulatorio e institucional. En ese saco incluiría la cantidad y calidad de la regulación, la eficiencia de nuestro sistema impositivo, la calidad del gasto público o la agilidad de las administraciones públicas.Noticia Relacionada opinion Si Musk: el que tenga hacienda que la atienda John Müller El caso del desplome de Tesla es el aviso para todos aquellos que quieren mezclar política y negocios a la vista de todo el mundo-¿Qué palancas cree que deberíamos tocar para mejorarla?- Mucho está inventado y es cuestión de copiar lo que vemos que funciona. En la FP se han hecho cambios recientemente en la buena dirección. En otros ámbitos educativos sabemos lo importante que es la formación durante los primeros años de la infancia, la calidad del capital humano que se dedica a enseñar o la autonomía de las escuelas. Para que las empresas crezcan, se tiene que reducir la burocracia, costes y trabas que se encuentran las empresas que alcanzan cierto tamaño. Y en cuanto al marco institucional, sería deseable contar en determinados ámbitos con políticas de estado, grandes consensos que darían estabilidad. Para la agilidad de las administraciones públicas son necesarios recursos y capacidad de gestión, medir lo que se quiere mejorar y fijar objetivos de mejora para que el gestor rinda cuentas. – ¿Qué problemas estructurales subsisten en nuestro mercado laboral?- No ponemos suficiente énfasis en las políticas activas de empleo. Cuatro de cada 10 parados lo han estado más de un año y las políticas activas tienen que servir para reducir esta cifra. Más y mejores oportunidades de formación, un papel más activo de los servicios públicos de empleo y un mejor equilibrio entre protección e incentivos a la búsqueda activa de empleo son ámbitos sobre los que se puede incidir.- En España, desde el poder, se sostiene la tesis de que el modelo económico español cambió y que eso explica algunas discrepancias entre las estadísticas y el optimismo oficial. ¿Cuál es su posición en este debate?- Las estadísticas muestran un buen comportamiento de la economía española, sobre todo en términos relativos frente a las principales economías de la zona del euro. Tenemos el PIB un 7,5% por encima del nivel anterior a la Covid, sumamos 2 millones más de ocupados y la tasa de paro ha caído en 3 puntos. Pero las estadísticas también reflejan desafíos pendientes: la inversión privada apenas ha crecido y la deuda pública aún supera el 100% del PIB, cuatro puntos más que en 2019, con presiones sobre un gasto público que ya ha aumentado un 35% desde antes de la covid.Guerra comercial «Los aranceles de Trump no son buenos para nadie. parten de un diagnóstico errado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU.»-¿Qué reflexión le suscita este incremento tan explosivo del gasto público y qué sabemos de su calidad?- Pues sabemos realmente poco de la calidad del gasto público porque evaluamos poco en España. Se han dedicado recursos a la Airef pero la verdad es que son muy limitados. Pero no es sólo la Airef: la cultura de la evaluación debería estar instalada en todos los niveles de la administración, desde un municipio hasta un gobierno de comunidad autónoma hasta la Administración central.- Ángel Gabilondo, el actual Defensor del Pueblo, solía decir que «lo que no se evalúa se devalúa».- Correcto. Es una muy buena cita. Lo que no se mide no se puede gestionar y lo que no se gestiona para mejorar, empeora.- Stathis Kalyvas, profesor de Oxford, me advirtió en una entrevista sobre la idolatría de los números: la fascinación por la estadística puede llevarnos a conclusiones descontextualizadas.- Yo creo que la estadística y los datos te tienen que ayudar a interpretar la historia. Comparto que el análisis del dato no es trivial y se tiene que efectuar analizando un contexto y sobre todo evitando lo que decía un profesor de Chicago, Ronald Coase: «Si torturas los datos lo suficiente, confesarán». Uno tiene que ir con mucho cuidado. No todos los trabajos basados en datos tienen un buen análisis.- ¿Hemos derrotado la inflación?- Es una batalla que está muy avanzada, sin duda, y creo que la podremos dar por ganada este mismo año. Tanto en el conjunto de la zona del euro como en España estamos cerca del objetivo del 2%. Es muy positivo y remarcable que el diferencial de crecimiento del PIB a favor de España no se haya trasladado a un mayor diferencial de inflación, que es lo que solía pasarnos. – La falta de deflactación de las tarifas y las deducciones tributarias ha impulsado la recaudación fiscal. ¿Ha cumplido Pedro Sánchez su sueño de 2018 de llevar la recaudación a niveles europeos?- La falta de deflactación se estima que ha aportado unos 10.000 millones de euros, que no es poco, pero es una parte pequeña del incremento de 170.000 millones en los ingresos totales de las administraciones públicas desde 2019. La inflación, el crecimiento del empleo y una reducción de la economía sumergida en el contexto de la Covid explican una mayor parte del aumento. El nivel de ingresos es una decisión que debe combinar las preferencias sobre el nivel de gasto público y la eficiencia en la capacidad de recaudación. Solo si eres muy eficiente recaudando puedes aspirar a mayores niveles de gasto sin hacer un daño excesivo a la economía. – ¿Cómo se adapta el sector privado ante este aumento?- El sector privado mira al futuro y necesita ante todo un entorno de previsibilidad para la planificación y la toma de decisiones. El sistema impositivo es una parte relevante de ese entorno junto con otro tipo de regulaciones. En este sentido es comprensible el llamamiento que el FMI, la Airef o el Banco de España han hecho para que el Gobierno concrete sus planes fiscales a medio plazo en términos de medidas de gastos e ingresos. -¿Qué opinión tiene de la situación del mercado inmobiliario? ¿No cree que hay demasiadas restricciones sobre la oferta de vivienda?- En los últimos tres años, el número de hogares en España ha crecido en más de 600.000 mientras que se han finalizado menos de 300.000 viviendas. Está clarísimo que el problema fundamental del mercado inmobiliario es la falta de oferta y cualquier medida debería valorarse por su influencia sobre ella. Las medidas que ayudarían incluyen el desarrollo de suelo finalista, agilizar las licencias, dedicar más recursos públicos, reconvertir usos, aumentar la edificabilidad, impulsar la colaboración público-privada para la construcción de vivienda de alquiler asequible… Otras medidas, como el control de precios, pueden ser contraproducentes.- Hemos visto medidas intervencionistas tanto en las comunidades como desde el gobierno central, ¿no han deprimido la oferta?-Aún es pronto para analizar bien cuál ha sido el impacto. Sí que ya hay algún estudio que indica que ha habido una reducción de la oferta de alquiler en las zonas donde se han impuesto las restricciones sobre precios más estrictas. Esas son soluciones de corto plazo, pero debemos ser conscientes de que tienen un impacto sobre la variable principal para solucionar el problema que es que necesitamos más oferta, más construcción. – ¿Cuál es, a su juicio, el impacto económico de la dana de Valencia? ¿Cuánto durará?- La actividad económica en los municipios de la zona cero ha ido recuperándose, pero aún no ha vuelto a los niveles previos a la dana. Y esto es así a pesar de que los residentes de la zona cero están aumentando sus niveles de gasto en mayor medida que el promedio de la población española por la reposición de muebles y electrodomésticos, la rehabilitación de viviendas, la compra de coches… todo lo que quedó destruido. Esto más los efectos de la reconstrucción de infraestructuras y las obras que se hagan para mitigar riesgos futuros debería tener un impacto neto positivo sobre el PIB de 2025.-¿Es posible afrontar el incremento del gasto en Defensa sin reorganizar las prioridades de gasto?- El Gobierno ya contaba con aumentar el gasto en defensa hasta el 2,0% del PIB y esto, en principio, era compatible con un descenso gradual del déficit. Ahora se plantean dos interrogantes sobre los que aún no hay una respuesta clara: si el incremento hasta el 2,0% deberá acelerarse y si 2,0% será suficiente. En función de la respuesta a estos interrogantes el esfuerzo de repriorización deberá ser mayor o menor. En cualquier caso, hay también presiones sobre el gasto social: en vivienda, sanidad o pensiones. El ahorro de gasto tendrá que buscarse en otros ámbitos. -¿Cómo valora los anuncios de Donald Trump sobre aranceles?- Los aranceles que se han anunciado no son buenos para nadie. Parten de un diagnóstico equivocado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU. Y propone un remedio equivocado, aranceles supuestamente recíprocos. Este enfoque supone un ‘shock’ de incertidumbre, además de dañar la credibilidad de EE.UU., la confianza en el dólar y los activos de ese país. Con la pausa a los aranceles entramos en una nueva fase que debería permitir una salida negociada, pero parece claro que habrá más trabas al comercio y que podemos ver un desacople más pronunciado de lo que pensábamos entre EE.UU. y China. España no está en una situación especialmente vulnerable porque tiene una exposición baja a EE.UU., pero el impacto final dependerá de cuánto tiempo se prolongue la incertidumbre y el nivel final de los aranceles, dos variables sobre las que hay mucha incertidumbre. -¿Es posible que el dólar deje de ser moneda de reserva mundial?-Lo que está pasando está generando una pérdida de confianza en el dólar, sobre los activos denominados en dólar y sobre la credibilidad del gobierno americano. Lo que pasa es que el papel del dólar es muy difícil de sustituir. Lo que seguramente suceda es que otras monedas ganarán peso como monedas de reserva global. El dólar no es la única, es la predominante y creo que lo seguirá siendo, pero perderá peso frente a otras monedas como, por ejemplo, el euro. Y esto es una oportunidad para el euro.- Eso es interesante, pero tiene un problema: no tenemos unidad fiscal en la Eurozona. Nuestras deudas están fragmentadas.- Este es un problema fundamental de la Unión Económica y Monetaria. Esa pata fiscal es inexistente y es necesario desarrollarla. Obviamente tiene unas dificultades políticas para avanzar que son evidentes.- ¿No cree que esas dificultades son muy parecidas a las que supone unir los ejércitos europeos?- Todos estos ámbitos en los que los países están reteniendo soberanía, plantean esta dificultad. Pero la historia de la Unión Europea es una historia de pasos adelante cuando las exigencias del entorno han sido lo suficientemente duras. Yo creo que podemos estar llegando a ese punto en que los desafíos te obliguen a avanzar.
Enric Fernández (Barcelona, 1973) es el director de planificación y economista jefe de Caixabank. Se formó en la Pompeu Fabra y en la Universidad de Chicago, donde fue becario de la Caixa. Posteriormente se desempeñó en el FMI y más tarde entró en Caixabank … donde es responsable de su análisis económico desde 2016.
-El Banco de España destacó hace unos años la divergencia del PIB español con Europa. ¿Está de acuerdo con las razones que se han dado de este estancamiento?
– La diferencia entre el PIB per cápita de España y el del conjunto de la zona euro sigue estando cerca del 15%, allí donde estábamos a principios de este siglo. Solo nos acercamos de manera significativa en los años del boom inmobiliario y aquello fue un espejismo. Las razones de esta diferencia que se ha mantenido en el largo plazo son bien conocidas: España tiene una menor tasa de empleo y una menor productividad por empleado.
-¿Qué sucede con la productividad?
– La baja productividad es el resultado de múltiples factores. El capital humano es crucial. También afecta el tamaño medio de las empresas. Las empresas grandes suelen ser bastante más productivas que las pequeñas y en España pesan mucho las pequeñas. Una empresa de mayor tamaño tiene más masa crítica para invertir en investigación y desarrollo, en modelos de gestión y organización, en marketing, en análisis de datos, en digitalización… Y un tercer aspecto tiene que ver con la calidad del marco regulatorio e institucional. En ese saco incluiría la cantidad y calidad de la regulación, la eficiencia de nuestro sistema impositivo, la calidad del gasto público o la agilidad de las administraciones públicas.
-¿Qué palancas cree que deberíamos tocar para mejorarla?
– Mucho está inventado y es cuestión de copiar lo que vemos que funciona. En la FP se han hecho cambios recientemente en la buena dirección. En otros ámbitos educativos sabemos lo importante que es la formación durante los primeros años de la infancia, la calidad del capital humano que se dedica a enseñar o la autonomía de las escuelas. Para que las empresas crezcan, se tiene que reducir la burocracia, costes y trabas que se encuentran las empresas que alcanzan cierto tamaño. Y en cuanto al marco institucional, sería deseable contar en determinados ámbitos con políticas de estado, grandes consensos que darían estabilidad. Para la agilidad de las administraciones públicas son necesarios recursos y capacidad de gestión, medir lo que se quiere mejorar y fijar objetivos de mejora para que el gestor rinda cuentas.
– ¿Qué problemas estructurales subsisten en nuestro mercado laboral?
– No ponemos suficiente énfasis en las políticas activas de empleo. Cuatro de cada 10 parados lo han estado más de un año y las políticas activas tienen que servir para reducir esta cifra. Más y mejores oportunidades de formación, un papel más activo de los servicios públicos de empleo y un mejor equilibrio entre protección e incentivos a la búsqueda activa de empleo son ámbitos sobre los que se puede incidir.
– En España, desde el poder, se sostiene la tesis de que el modelo económico español cambió y que eso explica algunas discrepancias entre las estadísticas y el optimismo oficial. ¿Cuál es su posición en este debate?
– Las estadísticas muestran un buen comportamiento de la economía española, sobre todo en términos relativos frente a las principales economías de la zona del euro. Tenemos el PIB un 7,5% por encima del nivel anterior a la Covid, sumamos 2 millones más de ocupados y la tasa de paro ha caído en 3 puntos. Pero las estadísticas también reflejan desafíos pendientes: la inversión privada apenas ha crecido y la deuda pública aún supera el 100% del PIB, cuatro puntos más que en 2019, con presiones sobre un gasto público que ya ha aumentado un 35% desde antes de la covid.
Guerra comercial
«Los aranceles de trump no son buenos para nadie. parten de un diagnóstico errado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU.»
-¿Qué reflexión le suscita este incremento tan explosivo del gasto público y qué sabemos de su calidad?
– Pues sabemos realmente poco de la calidad del gasto público porque evaluamos poco en España. Se han dedicado recursos a la Airef pero la verdad es que son muy limitados. Pero no es sólo la Airef: la cultura de la evaluación debería estar instalada en todos los niveles de la administración, desde un municipio hasta un gobierno de comunidad autónoma hasta la Administración central.
– Ángel Gabilondo, el actual Defensor del Pueblo, solía decir que «lo que no se evalúa se devalúa».
– Correcto. Es una muy buena cita. Lo que no se mide no se puede gestionar y lo que no se gestiona para mejorar, empeora.
– Stathis Kalyvas, profesor de Oxford, me advirtió en una entrevista sobre la idolatría de los números: la fascinación por la estadística puede llevarnos a conclusiones descontextualizadas.
– Yo creo que la estadística y los datos te tienen que ayudar a interpretar la historia. Comparto que el análisis del dato no es trivial y se tiene que efectuar analizando un contexto y sobre todo evitando lo que decía un profesor de Chicago, Ronald Coase: «Si torturas los datos lo suficiente, confesarán». Uno tiene que ir con mucho cuidado. No todos los trabajos basados en datos tienen un buen análisis.
– ¿Hemos derrotado la inflación?
– Es una batalla que está muy avanzada, sin duda, y creo que la podremos dar por ganada este mismo año. Tanto en el conjunto de la zona del euro como en España estamos cerca del objetivo del 2%. Es muy positivo y remarcable que el diferencial de crecimiento del PIB a favor de España no se haya trasladado a un mayor diferencial de inflación, que es lo que solía pasarnos.
– La falta de deflactación de las tarifas y las deducciones tributarias ha impulsado la recaudación fiscal. ¿Ha cumplido Pedro Sánchez su sueño de 2018 de llevar la recaudación a niveles europeos?
– La falta de deflactación se estima que ha aportado unos 10.000 millones de euros, que no es poco, pero es una parte pequeña del incremento de 170.000 millones en los ingresos totales de las administraciones públicas desde 2019. La inflación, el crecimiento del empleo y una reducción de la economía sumergida en el contexto de la Covid explican una mayor parte del aumento. El nivel de ingresos es una decisión que debe combinar las preferencias sobre el nivel de gasto público y la eficiencia en la capacidad de recaudación. Solo si eres muy eficiente recaudando puedes aspirar a mayores niveles de gasto sin hacer un daño excesivo a la economía.
– ¿Cómo se adapta el sector privado ante este aumento?
– El sector privado mira al futuro y necesita ante todo un entorno de previsibilidad para la planificación y la toma de decisiones. El sistema impositivo es una parte relevante de ese entorno junto con otro tipo de regulaciones. En este sentido es comprensible el llamamiento que el FMI, la Airef o el Banco de España han hecho para que el Gobierno concrete sus planes fiscales a medio plazo en términos de medidas de gastos e ingresos.
-¿Qué opinión tiene de la situación del mercado inmobiliario? ¿No cree que hay demasiadas restricciones sobre la oferta de vivienda?
– En los últimos tres años, el número de hogares en España ha crecido en más de 600.000 mientras que se han finalizado menos de 300.000 viviendas. Está clarísimo que el problema fundamental del mercado inmobiliario es la falta de oferta y cualquier medida debería valorarse por su influencia sobre ella. Las medidas que ayudarían incluyen el desarrollo de suelo finalista, agilizar las licencias, dedicar más recursos públicos, reconvertir usos, aumentar la edificabilidad, impulsar la colaboración público-privada para la construcción de vivienda de alquiler asequible… Otras medidas, como el control de precios, pueden ser contraproducentes.
– Hemos visto medidas intervencionistas tanto en las comunidades como desde el gobierno central, ¿no han deprimido la oferta?
-Aún es pronto para analizar bien cuál ha sido el impacto. Sí que ya hay algún estudio que indica que ha habido una reducción de la oferta de alquiler en las zonas donde se han impuesto las restricciones sobre precios más estrictas. Esas son soluciones de corto plazo, pero debemos ser conscientes de que tienen un impacto sobre la variable principal para solucionar el problema que es que necesitamos más oferta, más construcción.
-¿Es posible afrontar el incremento del gasto en Defensa sin reorganizar las prioridades de gasto?
– El Gobierno ya contaba con aumentar el gasto en defensa hasta el 2,0% del PIB y esto, en principio, era compatible con un descenso gradual del déficit. Ahora se plantean dos interrogantes sobre los que aún no hay una respuesta clara: si el incremento hasta el 2,0% deberá acelerarse y si 2,0% será suficiente. En función de la respuesta a estos interrogantes el esfuerzo de repriorización deberá ser mayor o menor. En cualquier caso, hay también presiones sobre el gasto social: en vivienda, sanidad o pensiones. El ahorro de gasto tendrá que buscarse en otros ámbitos.
-¿Cómo valora los anuncios de Donald Trump sobre aranceles?
– Los aranceles que se han anunciado no son buenos para nadie. Parten de un diagnóstico equivocado que dice que el resto del mundo se ha aprovechado de EE.UU. Y propone un remedio equivocado, aranceles supuestamente recíprocos. Este enfoque supone un ‘shock’ de incertidumbre, además de dañar la credibilidad de EE.UU., la confianza en el dólar y los activos de ese país. Con la pausa a los aranceles entramos en una nueva fase que debería permitir una salida negociada, pero parece claro que habrá más trabas al comercio y que podemos ver un desacople más pronunciado de lo que pensábamos entre EE.UU. y China. España no está en una situación especialmente vulnerable porque tiene una exposición baja a EE.UU., pero el impacto final dependerá de cuánto tiempo se prolongue la incertidumbre y el nivel final de los aranceles, dos variables sobre las que hay mucha incertidumbre.
-¿Es posible que el dólar deje de ser moneda de reserva mundial?
-Lo que está pasando está generando una pérdida de confianza en el dólar, sobre los activos denominados en dólar y sobre la credibilidad del gobierno americano. Lo que pasa es que el papel del dólar es muy difícil de sustituir. Lo que seguramente suceda es que otras monedas ganarán peso como monedas de reserva global. El dólar no es la única, es la predominante y creo que lo seguirá siendo, pero perderá peso frente a otras monedas como, por ejemplo, el euro. Y esto es una oportunidad para el euro.
– Eso es interesante, pero tiene un problema: no tenemos unidad fiscal en la Eurozona. Nuestras deudas están fragmentadas.
– Este es un problema fundamental de la Unión Económica y Monetaria. Esa pata fiscal es inexistente y es necesario desarrollarla. Obviamente tiene unas dificultades políticas para avanzar que son evidentes.
– ¿No cree que esas dificultades son muy parecidas a las que supone unir los ejércitos europeos?
– Todos estos ámbitos en los que los países están reteniendo soberanía, plantean esta dificultad. Pero la historia de la Unión Europea es una historia de pasos adelante cuando las exigencias del entorno han sido lo suficientemente duras. Yo creo que podemos estar llegando a ese punto en que los desafíos te obliguen a avanzar.
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