Esta es la pregunta del Trivial que predice quién tendrá alzhéimer y quién no: la clave está en la forma de responderla

La manifestación de los rasgos de curiosidad por adquirir conocimientos nuevos en la tercera edad es una forma de prevenir la demencia, afirman los expertos.
Más información: Los 14 mandamientos para frenar el alzhéimer según el mayor estudio: hábitos diarios contra la demencia. La manifestación de los rasgos de curiosidad por adquirir conocimientos nuevos en la tercera edad es una forma de prevenir la demencia, afirman los expertos.
Más información: Los 14 mandamientos para frenar el alzhéimer según el mayor estudio: hábitos diarios contra la demencia.  

Mantener una sana curiosidad podría ser una de las claves para un envejecimiento saludable. Así lo sugiere un nuevo trabajo publicado en la revista PLOS One, a cargo de Alan Castel y sus colegas de la UCLA: sentir curiosidad en el largo plazo, -en las etapas avanzadas de la vida- junto al deseo de seguir aprendiendo cosas nuevas, podría contrarrestar e incluso prevenir la demencia en casos como el de la enfermedad de Alzheimer.

«La literatura psicológica muestra que, a menudo, lo que se conoce como rasgo de curiosidad tiende a disminuir con la edad. Nos pareció un poco extraño porque contradecía algunos de los aspectos que observamos en algunos de los participantes adultos mayores en nuestros experimentos. Ellos estaban muy comprometidos e interesados en aprender sobre la memoria en particular, e incluso sobre otras cuestiones triviales».

Según el nuevo estudio, algunas formas de curiosidad aumentan hasta bien entrada la vejez, y los adultos mayores que mantienen la curiosidad y desean seguir aprendiendo son precisamente los que logran prevenir la demencia. Por contra, aquellos que muestran poca curiosidad y desinterés podrían estar en riesgo de sufrir demencia a medio y largo plazo, algo que contradice investigaciones previas donde se sugería que la curiosidad disminuye con la edad.

En este aspecto, entraría el juego el estado de curiosidad momentánea y pasajera, la cual experimentan las personas cuando se les pregunta por temas específicos. Algunas personas podrían no ser muy curiosas por naturaleza, conformándose con aceptar las cosas más o menos al pie de la letra (rasgo de curiosidad), pero sí tener deseo apasionado por conocer temas o aficiones específicos (estado de curiosidad). Todos poseemos diferentes grados de rasgo y estado de curiosidad.

Para distinguir ambos tipos, los investigadores reclutaron una gran muestra de participantes de entre 20 y 84 años, con una edad promedio de 44 años, los cuales completaron un test online diseñado para evaluar su curiosidad general o su rasgo de curiosidad.

Para evaluar su estado de curiosidad, se pidió a los participantes que respondieran preguntas de Trivial que la mayoría no conocía, como por ejemplo: «¿Cuál fue el primer país que otorgó el derecho al voto a las mujeres?». Se pidió a los participantes que adivinaran la respuesta, y posteriormente se les preguntó cuánto les interesaba realmente saberla antes de mostrarles la verdad (para los curiosos, ese país fue Nueva Zelanda).

El análisis mostró que ambos tipos de curiosidad estarían correlacionados: las personas con mayor estado de curiosidad también poseían un mayor rasgo de curiosidad, y viceversa. En general, el rasgo de curiosidad disminuyó a lo largo de la vida adulta.

Sin embargo, el interés que las personas otorgaban al aprender nueva información a partir de trivialidades (estado de curiosidad) disminuyó al inicio de la edad adulta, y aumentó considerablemente después de la mediana edad, manteniendo dicho aumento hasta bien entrada la vejez. Esto, según los investigadores, coincidiría con otras investigaciones que sugieren una disminución de la felicidad en la mediana edad.

Una razón de esta discrepancia, según los investigadores, es que hasta la mediana edad las personas suelen estar interesadas en adquirir conocimientos, habilidades y oportunidades para tener éxito académico y laboral, pagar sus gastos y criar a sus hijos, lo que requiere un nivel elevado de curiosidad general. Estas obligaciones suelen conllevar estrés, lo que a su vez contribuiría a una menor felicidad general.

Sin embargo, a medida que se envejece y se adquiere conocimiento, no se necesitan tantos recursos para la curiosidad. Llega un momento, tras la jubilación en especial, que es posible dedicarse a intereses específicos, momento donde el estado de curiosidad aumenta.

Como concluye el mismo Castel: «nuestros hallazgos coinciden con parte de mi trabajo sobre la teoría de la selectividad, que sostiene que, a medida que envejecemos, no queremos dejar de aprender, simplemente somos más selectivos con lo que aprendemos. Esto se observa en el contexto del aprendizaje permanente: muchos adultos mayores volverán a tomar clases, a practicar pasatiempos o a observar aves. Creo que demuestra que este nivel de curiosidad, si se mantiene, puede realmente mantenernos despiertos a medida que envejecemos».

 elespanol – Salud

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