A pesar de la creencia popular, ni la vitamina C cura el resfriado al instante ni el zumo ofrece los mismos beneficios que la fruta entera.
Más información: Manuel Viso, médico, avisa a los que guardan así el paracetamol y el ibuprofeno en casa: «Puede inactivarlos, funcionan peor» A pesar de la creencia popular, ni la vitamina C cura el resfriado al instante ni el zumo ofrece los mismos beneficios que la fruta entera.
Más información: Manuel Viso, médico, avisa a los que guardan así el paracetamol y el ibuprofeno en casa: «Puede inactivarlos, funcionan peor»
Seguramente, es uno de los mitos más extendidos en nuestro país. Beber zumo de naranja para que el efecto de la vitamina C nos ayude a curar un resfriado o catarro. La razón de ello es que se trata de un alimento rico en vitamina C, una característica que comparte con muchos otros cítricos y alimentos. Sin embargo, la ciencia ha puesto en entredicho estos efectos casi milagrosos, al menos parcialmente.
En un vídeo compartido recientemente en Instagram, los doctores José Manuel Felices y Borja Jiménez abordaron el tema con un enfoque divulgativo y en clave de humor. «Toda la vida se ha dicho que la vitamina del zumo nos protege», comenta uno de ellos, a lo que el otro replica: «Eso solo va a funcionar si lo tomas habitualmente».
La idea de fondo es clara: la vitamina C, por sí sola, no previene que contraigas un resfriado. Lo que sí ha demostrado la ciencia es que su consumo regular puede ayudar a reducir la duración y la gravedad de los síntomas cuando ya se está enfermo. Pero hay una condición: tomarla de forma habitual y no solo cuando ya aparecen los síntomas. Para que surta efecto, es necesario mantener una ingesta regular de vitamina C al menos dos o tres semanas antes de resfriarse.
Otra de las ideas muy arraigadas es que hay que tomarse el zumo «rápido, que se van las vitaminas». Y, como explican los doctores en el vídeo, esto tampoco es del todo cierto. Es verdad que la vitamina C es sensible a la oxidación, sobre todo en contacto con el aire, la luz o el calor, pero este proceso no es instantáneo. “El zumo no pierde sus propiedades en pocos minutos», señalan. «Las vitaminas no se oxidan tan rápido, si ni que hay que dejar el zumo muchísimo tiempo”.
Mejor fruta entera que zumo
En los comentarios que acompañan al vídeo, los especialistas explican que la vitamina C es es un nutriente de mucho valor para nuestra salud y que “la encontramos en frutas habituales como naranja, kiwi, fresas y papaya, y también en verduras como pimiento, brócoli y espinacas”. Entre sus beneficios, destacan tres: ayuda al sistema inmune, es un antioxidante natural y combate el envejecimiento.
Sin embargo, los expertos lanzan una advertencia importante: es preferible consumir la fruta entera antes que en forma de zumo, y no solo por una cuestión de cantidad, sino por razones nutricionales de peso. Tal como explica el nutricionista Álvaro Callejo, “nutricionalmente hablando, el zumo no es muy distinto del agua con azúcar”. Al exprimir la fruta, se elimina la fibra, un componente esencial que contribuye a aumentar la sensación de saciedad y a ralentizar la absorción del azúcar. Sin ella, el azúcar natural del zumo se absorbe de forma mucho más rápida, provocando picos más bruscos de glucosa en sangre.
Además, según el Centro para la Innovación de la Diabetes Infantil Sant Joan de Déu (CIDI), el zumo de naranja tiene un efecto glucémico mucho mayor que la fruta entera. El índice glucémico (IG) mide la capacidad de un alimento rico en hidratos de carbono para aumentar la glucemia, y se clasifica en tres niveles: alto (más de 70), medio (56-69) y bajo (55 o menos). Mientras que una naranja entera tiene un IG de 35 (bajo), el zumo de naranja, aunque sea natural o recién exprimido, tiene un IG de 65, considerado medio-alto. Esta diferencia se debe principalmente a la ausencia de fibra y a la consistencia líquida del zumo.
Además, factores como la combinación con otros alimentos o la presencia de grasas y proteínas también influyen en ese impacto glucémico. Por ejemplo, consumir fruta entera dentro de una comida —acompañada de carne, pescado, verduras o aceite de oliva— ralentiza el proceso digestivo y reduce el efecto glucémico. En cambio, el zumo, al tomarse solo y sin fibra, actúa de forma mucho más inmediata sobre los niveles de glucemia. A esto se suma que su consumo excesivo puede favorecer la aparición de caries y se ha relacionado con la obesidad infantil.
elespanol – Salud