Mismo europeísmo, otra Europa

La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de este año no ha producido variaciones significativas en las percepciones de la ciudadanía española ante la Unión Europea, aunque sí ha podido provocar, junto a otros factores, una reordenación de prioridades. España, por tanto, no se ha hecho más europeísta, ni tampoco menos, pero sí reclama una Europa más autónoma y económicamente soberana. Esta sería, a grandes rasgos, una de las principales conclusiones del Barómetro de mayo de 40dB. para El PAÍS y Cadena SER.

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 Casi ocho de cada diez españoles creen que, si Estados Unidos retoma la guerra arancelaria, la UE debería incentivar la producción interna para reducir su dependencia económica  

La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de este año no ha producido variaciones significativas en las percepciones de la ciudadanía española ante la Unión Europea, aunque sí ha podido provocar, junto a otros factores, una reordenación de prioridades. España, por tanto, no se ha hecho más europeísta, ni tampoco menos, pero sí reclama una Europa más autónoma y económicamente soberana. Esta sería, a grandes rasgos, una de las principales conclusiones del Barómetro de mayo de 40dB. para El PAÍS y Cadena SER.

En términos generales, la sociedad española se siente europea y europeísta sin que se observen cambios relevantes con respecto a la encuesta realizada hace un año, justo antes de las últimas elecciones europeas. En una escala de 0 a 10 de menos a más sentimiento europeo, la media es de 7,4. En este mismo sentido, únicamente dos de cada diez entrevistados/as querrían que o bien la UE tuviese menos competencias que ahora o bien se disolviese. Además, la ciudadanía asocia en mayor medida la Unión Europea a conceptos positivos que negativos: se identifica más con las palabras democracia y protección social que con burocracia o debilidad internacional. El europeísmo español, por tanto, resiste, y lo hace pese a la extrema derecha (una cuarta parte de sus votantes querrían que la Unión Europea desapareciese).

La opinión pública española, estable en su identificación con Europa, ha reordenado, sin embargo, sus prioridades, reclamando ahora más visión estratégica y, en concreto, una mayor autonomía económica. Casi ocho de cada diez encuestados/as creen que, si tras la tregua de tres meses declarada, Estados Unidos retomara la guerra arancelaria, la UE debería incentivar la producción interna para reducir su dependencia económica. Esta opinión es ampliamente compartida, sin excepción, por electorados de todos los partidos políticos.

La encuesta deja otros datos que apuntan en la misma dirección. Así, la sociedad quiere que la Unión Europea invierta por encima de todo en tecnología e industria con el fin de depender menos de otros países (empatando con la vivienda como prioridad). Esta es hoy la principal prioridad de inversión, por delante del control de las fronteras para evitar la inmigración irregular, de los esfuerzos en energías renovables para combatir la crisis climática o de la propia política de defensa y seguridad, todas ellas cuestiones importantes, pero por detrás de la independencia económica y tecnológica. La defensa de una soberanía económica europea tampoco entiende de ideologías: en esto, hay consenso entre los electorados de todas las fuerzas políticas.

En suma, los conflictos globales, la posible guerra arancelaria, que se suma al tradicional antieuropeísmo de Donald Trump (recuérdese su frase “la UE se creó para ‘joder’ a Estados Unidos”), no han empujado a la sociedad española hacia un europeísmo más intenso, pero sí hacia un posicionamiento más soberanista: se quiere una Europa capaz de ser autónoma frente a las grandes potencias económicas. Se trata, en suma, de defender el modelo europeo a toda costa, incluso si ello implica otra Europa, más alejada de su tradicional apuesta por la globalización e interdependencia.

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