Soy psicóloga y así he logrado eliminar de mi vida los tres disruptores de la felicidad: «Culpa, ansiedad y vergüenza»

La terapeuta Tamika Lewis propone la práctica tanto del amor propio como del perdón a los demás y la gratitud para reconciliarnos con las emociones negativas.
Más información: Lara Ferreiro, psicóloga: «Estar enganchada a un hombre tóxico afecta al cerebro igual que la coca» La terapeuta Tamika Lewis propone la práctica tanto del amor propio como del perdón a los demás y la gratitud para reconciliarnos con las emociones negativas.
Más información: Lara Ferreiro, psicóloga: «Estar enganchada a un hombre tóxico afecta al cerebro igual que la coca»  

En una cultura que ensalza la felicidad constante, cada vez más psicólogos advierten que la presión por sentirse siempre bien puede ser, paradójicamente, un gran obstáculo para el bienestar. Como apunta Tamika Lewis, directora clínica de WOC Therapy, sentimientos como la culpa, la vergüenza y la preocupación nos alejan del momento presente, impidiendo que experimentemos alegría genuina.

La práctica del ho’oponopono, una tradición hawaiana basada en el perdón y el amor propio, se presenta como una herramienta poderosa para reconciliarnos con nuestras emociones negativas. Según Lewis, repetir mantras como Lo siento, por favor perdóname, gracias, te amo, puede ayudarnos a integrar las experiencias dolorosas y fomentar la autocompasión. Estudios han relacionado la práctica de gratitud y perdón con una contribución significativamente mayor a la satisfacción vital.

Otro hábito que mina la felicidad, según la psicoterapeuta Sadaf Siddiqi, es la inacción. Muchas personas quedan atrapadas en la rumiación mental, posponiendo cambios importantes en sus vidas por miedo al error. Esta experta subraya que asumir pequeños riesgos y dar pasos progresivos, incluso mínimos, es crucial. Esta visión se alinea con teorías de activación conductual, ampliamente estudiadas en el tratamiento de la depresión, que destacan cómo la acción deliberada precede y facilita mejoras emocionales.

La comparación social, exacerbada por el uso masivo de redes sociales, también socava el bienestar, advierte Stephanie Dahlberg de ‘Thriveworks’ en el artículo de The HuffPost. A pesar de que estas plataformas solo muestran fragmentos idealizados de la vida de los demás, tendemos a medir nuestro propio valor en función de esas imágenes. Un estudio, de hecho, confirma que limitar el tiempo en redes sociales reduce significativamente los síntomas de depresión y soledad.

Otro mecanismo perjudicial identificado por los expertos son los «enunciados de deberías» (“should statements”), según Dahlberg. Esta forma de pensamiento distorsionado nos ancla a expectativas irreales, generando frustración. Tal y como señala la literatura en terapia cognitivo-conductual (TCC), reestructurar estos pensamientos hacia afirmaciones más flexibles y compasivas resulta clave para cultivar una mayor resiliencia emocional.

La desconexión interna, entendida como la falta de autoconocimiento y de afirmación personal, también figura entre los grandes enemigos de la felicidad. Siddiqi explica que apoyarse excesivamente en la validación externa nos vuelve vulnerables a las circunstancias externas. Investigaciones recientes recogidas por ‘Frontiers in Psychology’ demuestran que las personas con un autoconcepto sólido son más capaces de mantener niveles de bienestar estables ante eventos adversos.

Otro factor determinante es la represión de traumas no resueltos. Como sostiene la psicóloga Shavonne Moore-Lobban, ignorar heridas profundas no solo prolonga el dolor emocional, sino que bloquea el acceso a una felicidad auténtica. Los trabajos de Bessel van der Kolk y su influyente libro ‘The Body Keeps the Score’ ya documentaron cómo el trauma no procesado altera funciones fisiológicas básicas, afectando la capacidad para experimentar placer y conexión.

La soledad, por su parte, se ha identificado como un factor de riesgo comparable al tabaquismo o la obesidad para la salud, según un metaanálisis de Julianne Holt-Lunstad de la Universidad Brigham Young. Tamika Lewis recalca que, aunque las redes sociales dan una ilusión de contacto, las relaciones presenciales y significativas son las que verdaderamente amortiguan el sentimiento de aislamiento y potencian la satisfacción vital.

Adoptar una intención emocional al comenzar el día, en lugar de centrarse exclusivamente en las tareas pendientes, puede marcar una diferencia sustancial, sugiere Lewis. Esta práctica conecta con conceptos de psicología positiva como el de ‘mindful savoring’, que invita a saborear intencionadamente las experiencias placenteras, un enfoque que se ha demostrado eficaz para elevar los niveles de felicidad percibida.

Siddiqi también enfatiza la importancia de no tratar la felicidad como un destino final, sino como un proceso dinámico. La trampa de condicionar el bienestar a metas específicas —una promoción laboral, un matrimonio, un logro físico— produce una satisfacción efímera y perpetúa la insatisfacción. Tal como demuestra el fenómeno conocido como «adaptación hedónica«, las personas tienden a volver rápidamente a su nivel basal de felicidad tras obtener lo que desean.

Por eso, los expertos coinciden en que buscar una vida plena —en términos de propósito, conexión y gratitud— es más realista y satisfactorio que perseguir un ideal inalcanzable de felicidad continua. Como concluye Lewis, cada pequeño acto de autocompasión, presencia y conexión auténtica contribuye a construir una existencia más rica y significativa, una que no depende de estándares sociales irreales, sino de la verdad íntima de cada uno.

 elespanol – Salud

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