Triángulo maldito de la empresa politizada: invasión, desprofesionalización y catástrofe

Albert Camus alertaba de que la tiranía no se edifica sobre sus propias virtudes, sino sobre las fallas de los demócratas. Con esas palabras se refería a legitimar lo ilegitimable, a la degradación de las instituciones y a la enfermiza búsqueda de sumisión completa al Gobierno. La asfixiante intromisión de la política en la vida empresarial ha desarrollado un sistema prebendario que da por imposible cualquier compatibilidad entre la política y la moral y lleva al derrumbe la estructura corporativa.El proceso es simple y poco virtuoso, pero eficaz en ausencia de escrúpulos: el político de turno sitúa a su amigo/a/e de turno en posiciones críticas de una empresa, ya sea participada total o parcialmente por fondos públicos, con la idea de que en un breve plazo de tiempo logre instalar la idea de que el político era solo el que le enchufó, que él es un profesional cualificado que sufre las consecuencias de su amistad con el político y la incomprensión de la envidiosa opinión pública. Una vez asentado en la poltrona , el político empotrado se ocupará de trufar el ecosistema empresarial de otros políticos afines que generarán un efecto racimo, sustituyendo el criterio profesional por intereses de partido y pudriendo las raíces del negocio.De la embriaguez inicial de los nombramientos se pasa al exceso en la toma de decisiones, y del resto se ocupa la falta de cualificación y la impericia. No hay más. Ni menos. Pongan el nombre de la empresa invadida que quieran , apliquen el esquema mencionado al cuadro de mando de turno y dejen el tiempo suficiente para que la cadena de favoritismos se ocupe de que los peor preparados accedan a los lugares más sensibles. Redes eléctricas, telecomunicaciones, defensa, paradores… Así se llega al gran apagón de días atrás, donde no solo cae la luz, sino los sistemas de comunicaciones de todo un país. Y nadie dice nada. Bueno sí, «no es el momento, Beatriz». Salvo esa frase del presidente Pedro Sánchez hacia su elegida como presidenta de Red Eléctrica, y otras como «hemos aguantado relativamente bien» –interesante concepto de la relatividad–. Ahí estriba exactamente el mal mayor, pues llegado el momento de la necesaria caída del sistema nadie puede pedir cuentas a nadie, porque tanta culpa tienen unos como otros en la inacabable función de enchufes y canonjías. Los ejemplos, a pares o a triples.Mientras España estaba apagada, la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, debatía la sustitución del único consejero del PP , José Mª Abad, en la compañía de control público en favor de la exministra socialista de Asuntos Exteriores Arancha González Laya. En la misma mañana, recuerden, se sucedían tres relevantes fichajes en Telefónica: el del hijo pequeño (Gonzalo) del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido; el del exsocio en una consultora del presidente de la operadora, Marc Murtra, su tocayo Marc Xirau Trías, para el consejo de Brasil; y el del cofundador de la productora de José Miguel Contreras, Jorge Pezzi, como directivo de la ‘Ficción’ del autonombrado presidente de Movistar Plus+, Javier de Paz, otro ilustre nombre de la política en la empresa ‘privada’… ¡hasta el muy progresista Javier Bardem ha firmado un comunicado público denunciando el sinsentido de fichajes amigos para sustituir a profesionales! ¡qué cosas!Sobre Indra, lo publicado. Metida, para muchos, en la polémica de comprar la empresa familiar de su número uno con el Estado sentado en sus tripas y en el consejo. Desde luego va a estar entretenida la votación en el máximo órgano de gobierno de la compañía. Cojan palomitas y bicarbonato. Veremos. Eso sí, tampoco ha pasado desapercibido su último fichaje: Carmen Pérez , exdirectora de Información Internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación con Sánchez entre 2018 y 2025.La cuestión es que nadie da explicaciones sobre el apagón porque fue el propio Sánchez quién ordenó pisar el acelerador con el mix energético letal que llevó a la caída de la red. El mismo que autorizó que los fondos para reforzar el sistema se derivaran a otras instancias menos confesables, como las que pasan por las exigencias de Junts . Nadie pide explicaciones y nadie las da porque la responsabilidad en todos los casos las tiene el de arriba, en el Gobierno y en las empresas invadidas, donde los políticos disfrazados de ejecutivos hacen lo que ven, y lo que saben, que es poco y mal, muy mal, y han sustituido la moral por el estómago y la verdad por la mentira.Bruselas no tendrá más remedio que indagar en lo ocurrido , para tranquilidad de Sánchez Galán y su Iberdrola, a quien quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Otro tanto sucederá con el fallo en el mantenimiento de las comunicaciones. Lo de Defensa caerá por su propio peso y respecto a la Banca –tras la injerencia en la opa de BBVA sobre Sabadell– verán la reacción del Banco Central Europeo, al hecho de que hayan contravenido la política de consolidaciones que fija para Europa, cuestionando con ella al propio BCE y a su jefa, Christine Lagarde.Todo tiene consecuencias, todo termina por saberse –¿hemos estado al borde de otro apagón esta semana? eso me dicen…-, y al final España se ha podido quedar sin luz, pero todavía quedan taquígrafos pese a quien le pese . Albert Camus alertaba de que la tiranía no se edifica sobre sus propias virtudes, sino sobre las fallas de los demócratas. Con esas palabras se refería a legitimar lo ilegitimable, a la degradación de las instituciones y a la enfermiza búsqueda de sumisión completa al Gobierno. La asfixiante intromisión de la política en la vida empresarial ha desarrollado un sistema prebendario que da por imposible cualquier compatibilidad entre la política y la moral y lleva al derrumbe la estructura corporativa.El proceso es simple y poco virtuoso, pero eficaz en ausencia de escrúpulos: el político de turno sitúa a su amigo/a/e de turno en posiciones críticas de una empresa, ya sea participada total o parcialmente por fondos públicos, con la idea de que en un breve plazo de tiempo logre instalar la idea de que el político era solo el que le enchufó, que él es un profesional cualificado que sufre las consecuencias de su amistad con el político y la incomprensión de la envidiosa opinión pública. Una vez asentado en la poltrona , el político empotrado se ocupará de trufar el ecosistema empresarial de otros políticos afines que generarán un efecto racimo, sustituyendo el criterio profesional por intereses de partido y pudriendo las raíces del negocio.De la embriaguez inicial de los nombramientos se pasa al exceso en la toma de decisiones, y del resto se ocupa la falta de cualificación y la impericia. No hay más. Ni menos. Pongan el nombre de la empresa invadida que quieran , apliquen el esquema mencionado al cuadro de mando de turno y dejen el tiempo suficiente para que la cadena de favoritismos se ocupe de que los peor preparados accedan a los lugares más sensibles. Redes eléctricas, telecomunicaciones, defensa, paradores… Así se llega al gran apagón de días atrás, donde no solo cae la luz, sino los sistemas de comunicaciones de todo un país. Y nadie dice nada. Bueno sí, «no es el momento, Beatriz». Salvo esa frase del presidente Pedro Sánchez hacia su elegida como presidenta de Red Eléctrica, y otras como «hemos aguantado relativamente bien» –interesante concepto de la relatividad–. Ahí estriba exactamente el mal mayor, pues llegado el momento de la necesaria caída del sistema nadie puede pedir cuentas a nadie, porque tanta culpa tienen unos como otros en la inacabable función de enchufes y canonjías. Los ejemplos, a pares o a triples.Mientras España estaba apagada, la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, debatía la sustitución del único consejero del PP , José Mª Abad, en la compañía de control público en favor de la exministra socialista de Asuntos Exteriores Arancha González Laya. En la misma mañana, recuerden, se sucedían tres relevantes fichajes en Telefónica: el del hijo pequeño (Gonzalo) del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido; el del exsocio en una consultora del presidente de la operadora, Marc Murtra, su tocayo Marc Xirau Trías, para el consejo de Brasil; y el del cofundador de la productora de José Miguel Contreras, Jorge Pezzi, como directivo de la ‘Ficción’ del autonombrado presidente de Movistar Plus+, Javier de Paz, otro ilustre nombre de la política en la empresa ‘privada’… ¡hasta el muy progresista Javier Bardem ha firmado un comunicado público denunciando el sinsentido de fichajes amigos para sustituir a profesionales! ¡qué cosas!Sobre Indra, lo publicado. Metida, para muchos, en la polémica de comprar la empresa familiar de su número uno con el Estado sentado en sus tripas y en el consejo. Desde luego va a estar entretenida la votación en el máximo órgano de gobierno de la compañía. Cojan palomitas y bicarbonato. Veremos. Eso sí, tampoco ha pasado desapercibido su último fichaje: Carmen Pérez , exdirectora de Información Internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación con Sánchez entre 2018 y 2025.La cuestión es que nadie da explicaciones sobre el apagón porque fue el propio Sánchez quién ordenó pisar el acelerador con el mix energético letal que llevó a la caída de la red. El mismo que autorizó que los fondos para reforzar el sistema se derivaran a otras instancias menos confesables, como las que pasan por las exigencias de Junts . Nadie pide explicaciones y nadie las da porque la responsabilidad en todos los casos las tiene el de arriba, en el Gobierno y en las empresas invadidas, donde los políticos disfrazados de ejecutivos hacen lo que ven, y lo que saben, que es poco y mal, muy mal, y han sustituido la moral por el estómago y la verdad por la mentira.Bruselas no tendrá más remedio que indagar en lo ocurrido , para tranquilidad de Sánchez Galán y su Iberdrola, a quien quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Otro tanto sucederá con el fallo en el mantenimiento de las comunicaciones. Lo de Defensa caerá por su propio peso y respecto a la Banca –tras la injerencia en la opa de BBVA sobre Sabadell– verán la reacción del Banco Central Europeo, al hecho de que hayan contravenido la política de consolidaciones que fija para Europa, cuestionando con ella al propio BCE y a su jefa, Christine Lagarde.Todo tiene consecuencias, todo termina por saberse –¿hemos estado al borde de otro apagón esta semana? eso me dicen…-, y al final España se ha podido quedar sin luz, pero todavía quedan taquígrafos pese a quien le pese .  

con permiso

Compañías públicas y privadas sufren el acoso de Moncloa. En unas y otras el proceso de erosión es idéntico, hasta concluir con la prestación de un servicio deficiente y la esferificación de estructuras donde el político ficha al amiguete y juntos hunden el negocio. Red Eléctrica es solo un ejemplo. Atentos, por si acaso, a Indra, Telefónica o a la reacción del BCE tras la injerencia con la opa del BBVA

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su última reunión con primeros espadas del Ibex en Davos este año ABC

Albert Camus alertaba de que la tiranía no se edifica sobre sus propias virtudes, sino sobre las fallas de los demócratas. Con esas palabras se refería a legitimar lo ilegitimable, a la degradación de las instituciones y a la enfermiza búsqueda de sumisión completa … al Gobierno. La asfixiante intromisión de la política en la vida empresarial ha desarrollado un sistema prebendario que da por imposible cualquier compatibilidad entre la política y la moral y lleva al derrumbe la estructura corporativa.

El proceso es simple y poco virtuoso, pero eficaz en ausencia de escrúpulos: el político de turno sitúa a su amigo/a/e de turno en posiciones críticas de una empresa, ya sea participada total o parcialmente por fondos públicos, con la idea de que en un breve plazo de tiempo logre instalar la idea de que el político era solo el que le enchufó, que él es un profesional cualificado que sufre las consecuencias de su amistad con el político y la incomprensión de la envidiosa opinión pública. Una vez asentado en la poltrona, el político empotrado se ocupará de trufar el ecosistema empresarial de otros políticos afines que generarán un efecto racimo, sustituyendo el criterio profesional por intereses de partido y pudriendo las raíces del negocio.

De la embriaguez inicial de los nombramientos se pasa al exceso en la toma de decisiones, y del resto se ocupa la falta de cualificación y la impericia. No hay más. Ni menos. Pongan el nombre de la empresa invadida que quieran, apliquen el esquema mencionado al cuadro de mando de turno y dejen el tiempo suficiente para que la cadena de favoritismos se ocupe de que los peor preparados accedan a los lugares más sensibles.

Redes eléctricas, telecomunicaciones, defensa, paradores… Así se llega al gran apagón de días atrás, donde no solo cae la luz, sino los sistemas de comunicaciones de todo un país. Y nadie dice nada. Bueno sí, «no es el momento, Beatriz». Salvo esa frase del presidente Pedro Sánchez hacia su elegida como presidenta de Red Eléctrica, y otras como «hemos aguantado relativamente bien» –interesante concepto de la relatividad–. Ahí estriba exactamente el mal mayor, pues llegado el momento de la necesaria caída del sistema nadie puede pedir cuentas a nadie, porque tanta culpa tienen unos como otros en la inacabable función de enchufes y canonjías. Los ejemplos, a pares o a triples.

Mientras España estaba apagada, la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, debatía la sustitución del único consejero del PP, José Mª Abad, en la compañía de control público en favor de la exministra socialista de Asuntos Exteriores Arancha González Laya. En la misma mañana, recuerden, se sucedían tres relevantes fichajes en Telefónica: el del hijo pequeño (Gonzalo) del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido; el del exsocio en una consultora del presidente de la operadora, Marc Murtra, su tocayo Marc Xirau Trías, para el consejo de Brasil; y el del cofundador de la productora de José Miguel Contreras, Jorge Pezzi, como directivo de la ‘Ficción’ del autonombrado presidente de Movistar Plus+, Javier de Paz, otro ilustre nombre de la política en la empresa ‘privada’… ¡hasta el muy progresista Javier Bardem ha firmado un comunicado público denunciando el sinsentido de fichajes amigos para sustituir a profesionales! ¡qué cosas!

Sobre Indra, lo publicado. Metida, para muchos, en la polémica de comprar la empresa familiar de su número uno con el Estado sentado en sus tripas y en el consejo. Desde luego va a estar entretenida la votación en el máximo órgano de gobierno de la compañía. Cojan palomitas y bicarbonato. Veremos. Eso sí, tampoco ha pasado desapercibido su último fichaje: Carmen Pérez, exdirectora de Información Internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación con Sánchez entre 2018 y 2025.

La cuestión es que nadie da explicaciones sobre el apagón porque fue el propio Sánchez quién ordenó pisar el acelerador con el mix energético letal que llevó a la caída de la red. El mismo que autorizó que los fondos para reforzar el sistema se derivaran a otras instancias menos confesables, como las que pasan por las exigencias de Junts. Nadie pide explicaciones y nadie las da porque la responsabilidad en todos los casos las tiene el de arriba, en el Gobierno y en las empresas invadidas, donde los políticos disfrazados de ejecutivos hacen lo que ven, y lo que saben, que es poco y mal, muy mal, y han sustituido la moral por el estómago y la verdad por la mentira.

Bruselas no tendrá más remedio que indagar en lo ocurrido, para tranquilidad de Sánchez Galán y su Iberdrola, a quien quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Otro tanto sucederá con el fallo en el mantenimiento de las comunicaciones. Lo de Defensa caerá por su propio peso y respecto a la Banca –tras la injerencia en la opa de BBVA sobre Sabadell– verán la reacción del Banco Central Europeo, al hecho de que hayan contravenido la política de consolidaciones que fija para Europa, cuestionando con ella al propio BCE y a su jefa, Christine Lagarde.

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