La computación cuántica empieza a consolidarse como el siguiente gran salto tecnológico para los inversores con visión de largo plazo. Aunque aún se encuentra en una etapa incipiente, las expectativas han crecido con fuerza tras el ciclo de entusiasmo que ha rodeado a la inteligencia artificial (IA) en los últimos años. En un momento de relativa tranquilidad en el sector –tras el fuerte repunte de compañías como Nvidia o ASML – este nuevo segmento ha vuelto a despertar el interés del mercado, en el que el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, afirmó recientemente que la computación cuántica está cerca de un punto de inflexión.La reacción no se ha hecho esperar. Las acciones de Rigetti Computing se han disparado un 1.189% en el último año, al pasar de 0,88 a 11,35 dólares. IONQ ha subido un 484%, desde 6,80 hasta 39,69 dólares. D-Wave , por su parte, ha escalado un 1.328% en ese mismo periodo, pasando de apenas 1,10 a 15,71 dólares. Estas compañías, junto con pioneras como IBM –que lanzó su plataforma Quantum Experience en 2016–, lideran un sector aún sin beneficios, pero con un relato tecnológico que promete convertirse en el próximo gran catalizador bursátil.Tras el boom inicial de la IA, el mercado ha buscado nuevas tendencias con potencial transformador, señala Javier Cabrera, analista de mercados. En ese contexto, «la computación cuántica ha despertado interés por su posible sinergia con la IA, ya que permitiría mejorar sus capacidades de cálculo y aprendizaje». No obstante, Cabrera advierte de que esta tecnología «sigue en una fase temprana y que el reto está en determinar cuándo empezará a desplegar su impacto real y cuánto se prolongará este periodo inicial en el que el coste de oportunidad es clave».Noticia Relacionada Ni sólido, ni líquido, ni gaseoso estandar No Microsoft fabrica un ordenador cuántico que crea un nuevo estado de la materia Patricia Biosca Se trata del primer chip topológico que permitirá, según la compañía, conseguir hacer la realidad la computación cuántica en cuestión de años y no de décadasEl comportamiento bursátil del sector está siendo dispar, comenta Cabrera. Mientras algunas compañías sufren caídas superiores al 40%, otras acumulan subidas por encima del 60%, lo que, según el analista, «refleja su elevada sensibilidad a declaraciones de figuras clave del sector tecnológico». Cabrera explica que se trata de valores con un fuerte componente especulativo y sin beneficios consistentes, por lo que cualquier desviación respecto a lo esperado puede provocar correcciones bruscas. Aun así, destaca a IonQ y Rigetti como referentes actuales, aunque recuerda que todavía no generan caja de forma sostenida.A largo plazoCabrera destaca el potencial de la computación cuántica para inversores con visión a largo plazo, aunque advierte de su elevada volatilidad y riesgo . Como ocurrió con las puntocom, no todas las firmas sobrevivirán. Al depender de expectativas futuras, estas compañías son muy sensibles al entorno macroeconómico. La bajada de tipos les favorece, al reducir la tasa de descuento y facilitar la financiación. Por eso, si la Reserva Federal inicia recortes, el sector podría repuntar. Sin embargo, más allá del contexto financiero, la industria aún arrastra desafíos estructurales profundos.Uno de los principales frenos, según Pilar Troncoso, directora de operaciones de QCentroid, «es la fragmentación tecnológica». Las distintas arquitecturas –iones atrapados, superconductores, fotónica – evolucionan a ritmos desiguales, lo que complica tanto la inversión como la creación de estándares. A ello se suma la brecha entre los avances de laboratorio y su traslado al entorno empresarial. Por lo tanto, considera que «aún faltan marcos regulatorios claros, formación especializada y aplicaciones con retorno económico. Consolidar el sector exigirá una coordinación más estrecha entre gobiernos, academia, grandes tecnológicas y startups».Una visión complementaria aporta Almudena Justo, directora del International Quantum Center en Fsas Technologies, al poner el foco en los límites técnicos. «Aunque el potencial de la computación cuántica es enorme –desde la medicina personalizada hasta la predicción de desastres–, la tecnología sigue en una fase incipiente. A su juicio, el salto llegará cuando confluyan una inversión privada decidida y un respaldo público constante . Mientras tanto, la adopción a gran escala sigue limitada por la necesidad de consolidar una base tecnológica más madura.En esa misma línea, Miguel López, director para el Sur de EMEA en Barracuda Networks, destaca que «2025 está trayendo avances significativos, sobre todo en estabilidad y escalabilidad». Coincide en subrayar la importancia de «la colaboración público-privada y el respaldo institucional, aunque advierte que los elevados costes y la falta de infraestructuras siguen obstaculizando el despliegue». Las aplicaciones reales, indica, permanecen confinadas a entornos piloto, «lo que retrasa su implantación industrial».Las diferentes arquitecturas avanzan a distinto ritmo y complican la estrategia de inversiónDesde una óptica más geoestratégica, Justo –de FSAS Technologies (una empresa de Fujitsu)– señala que, «aunque Estados Unidos y China lideran la carrera cuántica, Europa y Japón también registran avances relevantes». Lamenta que en la UE persistan déficits en transferencia tecnológica y financiación privada para el ‘ deep tech ‘, «lo que frena a las startups». Considera clave la alianza con Japón para acelerar el desarrollo. También apunta que la cuántica podría mitigar el creciente consumo energético asociado a la inteligencia artificial . En España, insiste, será decisivo el apoyo público para facilitar su adopción, especialmente entre pymes.Una lectura complementaria plantea Pilar Troncoso, de QCentroid, al poner el foco en cómo la computación cuántica ha pasado de ser «un reto científico a convertirse en un pulso geopolítico». Estados Unidos encabeza la carrera en propiedad intelectual y desarrollo empresarial, mientras que China acelera con una fuerte inversión estatal. Europa, por su parte, trata de traducir su liderazgo académico en capacidad industrial . Países como Alemania, Francia o España están consolidando ecosistemas con estrategias propias.Giro estratégicoEse giro estratégico también está calando en los mercados. Amadeo Alentorn, gestor de Jupiter AM, observa un « efecto de ‘hype al cuadrado ‘ entre computación cuántica e IA, ya que ambas se retroalimentan y amplifican el entusiasmo inversor». Aunque la relación práctica entre ambas tecnologías aún está en fase exploratoria, ya se están produciendo sinergias reales. La IA «está empezando a contribuir al diseño de ordenadores y algoritmos cuánticos, mientras que la cuántica podría aplicarse en problemas complejos de optimización propios del ‘machine learning’». Descartar la cuántica como una moda de inversión sería, advierte Alentorn, un error. Aunque el progreso es gradual, ya existen dispositivos funcionales y avances en coherencia y corrección de errores. Las aplicaciones seguirán siendo limitadas en 2025, pero se abren oportunidades en algoritmos híbridos y ámbitos concretos como la ciencia de materiales , el descubrimiento de fármacos o la criptografía post-cuántica. Alentorn recomienda «poner el foco inversor en desarrolladores de software especializado, más que en fabricantes de hardware, y adoptar un horizonte de al menos diez años». La computación cuántica empieza a consolidarse como el siguiente gran salto tecnológico para los inversores con visión de largo plazo. Aunque aún se encuentra en una etapa incipiente, las expectativas han crecido con fuerza tras el ciclo de entusiasmo que ha rodeado a la inteligencia artificial (IA) en los últimos años. En un momento de relativa tranquilidad en el sector –tras el fuerte repunte de compañías como Nvidia o ASML – este nuevo segmento ha vuelto a despertar el interés del mercado, en el que el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, afirmó recientemente que la computación cuántica está cerca de un punto de inflexión.La reacción no se ha hecho esperar. Las acciones de Rigetti Computing se han disparado un 1.189% en el último año, al pasar de 0,88 a 11,35 dólares. IONQ ha subido un 484%, desde 6,80 hasta 39,69 dólares. D-Wave , por su parte, ha escalado un 1.328% en ese mismo periodo, pasando de apenas 1,10 a 15,71 dólares. Estas compañías, junto con pioneras como IBM –que lanzó su plataforma Quantum Experience en 2016–, lideran un sector aún sin beneficios, pero con un relato tecnológico que promete convertirse en el próximo gran catalizador bursátil.Tras el boom inicial de la IA, el mercado ha buscado nuevas tendencias con potencial transformador, señala Javier Cabrera, analista de mercados. En ese contexto, «la computación cuántica ha despertado interés por su posible sinergia con la IA, ya que permitiría mejorar sus capacidades de cálculo y aprendizaje». No obstante, Cabrera advierte de que esta tecnología «sigue en una fase temprana y que el reto está en determinar cuándo empezará a desplegar su impacto real y cuánto se prolongará este periodo inicial en el que el coste de oportunidad es clave».Noticia Relacionada Ni sólido, ni líquido, ni gaseoso estandar No Microsoft fabrica un ordenador cuántico que crea un nuevo estado de la materia Patricia Biosca Se trata del primer chip topológico que permitirá, según la compañía, conseguir hacer la realidad la computación cuántica en cuestión de años y no de décadasEl comportamiento bursátil del sector está siendo dispar, comenta Cabrera. Mientras algunas compañías sufren caídas superiores al 40%, otras acumulan subidas por encima del 60%, lo que, según el analista, «refleja su elevada sensibilidad a declaraciones de figuras clave del sector tecnológico». Cabrera explica que se trata de valores con un fuerte componente especulativo y sin beneficios consistentes, por lo que cualquier desviación respecto a lo esperado puede provocar correcciones bruscas. Aun así, destaca a IonQ y Rigetti como referentes actuales, aunque recuerda que todavía no generan caja de forma sostenida.A largo plazoCabrera destaca el potencial de la computación cuántica para inversores con visión a largo plazo, aunque advierte de su elevada volatilidad y riesgo . Como ocurrió con las puntocom, no todas las firmas sobrevivirán. Al depender de expectativas futuras, estas compañías son muy sensibles al entorno macroeconómico. La bajada de tipos les favorece, al reducir la tasa de descuento y facilitar la financiación. Por eso, si la Reserva Federal inicia recortes, el sector podría repuntar. Sin embargo, más allá del contexto financiero, la industria aún arrastra desafíos estructurales profundos.Uno de los principales frenos, según Pilar Troncoso, directora de operaciones de QCentroid, «es la fragmentación tecnológica». Las distintas arquitecturas –iones atrapados, superconductores, fotónica – evolucionan a ritmos desiguales, lo que complica tanto la inversión como la creación de estándares. A ello se suma la brecha entre los avances de laboratorio y su traslado al entorno empresarial. Por lo tanto, considera que «aún faltan marcos regulatorios claros, formación especializada y aplicaciones con retorno económico. Consolidar el sector exigirá una coordinación más estrecha entre gobiernos, academia, grandes tecnológicas y startups».Una visión complementaria aporta Almudena Justo, directora del International Quantum Center en Fsas Technologies, al poner el foco en los límites técnicos. «Aunque el potencial de la computación cuántica es enorme –desde la medicina personalizada hasta la predicción de desastres–, la tecnología sigue en una fase incipiente. A su juicio, el salto llegará cuando confluyan una inversión privada decidida y un respaldo público constante . Mientras tanto, la adopción a gran escala sigue limitada por la necesidad de consolidar una base tecnológica más madura.En esa misma línea, Miguel López, director para el Sur de EMEA en Barracuda Networks, destaca que «2025 está trayendo avances significativos, sobre todo en estabilidad y escalabilidad». Coincide en subrayar la importancia de «la colaboración público-privada y el respaldo institucional, aunque advierte que los elevados costes y la falta de infraestructuras siguen obstaculizando el despliegue». Las aplicaciones reales, indica, permanecen confinadas a entornos piloto, «lo que retrasa su implantación industrial».Las diferentes arquitecturas avanzan a distinto ritmo y complican la estrategia de inversiónDesde una óptica más geoestratégica, Justo –de FSAS Technologies (una empresa de Fujitsu)– señala que, «aunque Estados Unidos y China lideran la carrera cuántica, Europa y Japón también registran avances relevantes». Lamenta que en la UE persistan déficits en transferencia tecnológica y financiación privada para el ‘ deep tech ‘, «lo que frena a las startups». Considera clave la alianza con Japón para acelerar el desarrollo. También apunta que la cuántica podría mitigar el creciente consumo energético asociado a la inteligencia artificial . En España, insiste, será decisivo el apoyo público para facilitar su adopción, especialmente entre pymes.Una lectura complementaria plantea Pilar Troncoso, de QCentroid, al poner el foco en cómo la computación cuántica ha pasado de ser «un reto científico a convertirse en un pulso geopolítico». Estados Unidos encabeza la carrera en propiedad intelectual y desarrollo empresarial, mientras que China acelera con una fuerte inversión estatal. Europa, por su parte, trata de traducir su liderazgo académico en capacidad industrial . Países como Alemania, Francia o España están consolidando ecosistemas con estrategias propias.Giro estratégicoEse giro estratégico también está calando en los mercados. Amadeo Alentorn, gestor de Jupiter AM, observa un « efecto de ‘hype al cuadrado ‘ entre computación cuántica e IA, ya que ambas se retroalimentan y amplifican el entusiasmo inversor». Aunque la relación práctica entre ambas tecnologías aún está en fase exploratoria, ya se están produciendo sinergias reales. La IA «está empezando a contribuir al diseño de ordenadores y algoritmos cuánticos, mientras que la cuántica podría aplicarse en problemas complejos de optimización propios del ‘machine learning’». Descartar la cuántica como una moda de inversión sería, advierte Alentorn, un error. Aunque el progreso es gradual, ya existen dispositivos funcionales y avances en coherencia y corrección de errores. Las aplicaciones seguirán siendo limitadas en 2025, pero se abren oportunidades en algoritmos híbridos y ámbitos concretos como la ciencia de materiales , el descubrimiento de fármacos o la criptografía post-cuántica. Alentorn recomienda «poner el foco inversor en desarrolladores de software especializado, más que en fabricantes de hardware, y adoptar un horizonte de al menos diez años».
La computación cuántica empieza a consolidarse como el siguiente gran salto tecnológico para los inversores con visión de largo plazo. Aunque aún se encuentra en una etapa incipiente, las expectativas han crecido con fuerza tras el ciclo de entusiasmo que ha rodeado a la inteligencia artificial (IA) en los últimos años. En un momento de relativa tranquilidad en el sector –tras el fuerte repunte de compañías como Nvidia o ASML– este nuevo segmento ha vuelto a despertar el interés del mercado, en el que el consejero delegado de Nvidia, Jensen Huang, afirmó recientemente que la computación cuántica está cerca de un punto de inflexión.
La reacción no se ha hecho esperar. Las acciones de Rigetti Computing se han disparado un 1.189% en el último año, al pasar de 0,88 a 11,35 dólares. IONQ ha subido un 484%, desde 6,80 hasta 39,69 dólares. D-Wave, por su parte, ha escalado un 1.328% en ese mismo periodo, pasando de apenas 1,10 a 15,71 dólares. Estas compañías, junto con pioneras como IBM –que lanzó su plataforma Quantum Experience en 2016–, lideran un sector aún sin beneficios, pero con un relato tecnológico que promete convertirse en el próximo gran catalizador bursátil.
Tras el boom inicial de la IA, el mercado ha buscado nuevas tendencias con potencial transformador, señala Javier Cabrera, analista de mercados. En ese contexto, «la computación cuántica ha despertado interés por su posible sinergia con la IA, ya que permitiría mejorar sus capacidades de cálculo y aprendizaje». No obstante, Cabrera advierte de que esta tecnología «sigue en una fase temprana y que el reto está en determinar cuándo empezará a desplegar su impacto real y cuánto se prolongará este periodo inicial en el que el coste de oportunidad es clave».
El comportamiento bursátil del sector está siendo dispar, comenta Cabrera. Mientras algunas compañías sufren caídas superiores al 40%, otras acumulan subidas por encima del 60%, lo que, según el analista, «refleja su elevada sensibilidad a declaraciones de figuras clave del sector tecnológico». Cabrera explica que se trata de valores con un fuerte componente especulativo y sin beneficios consistentes, por lo que cualquier desviación respecto a lo esperado puede provocar correcciones bruscas. Aun así, destaca a IonQ y Rigetti como referentes actuales, aunque recuerda que todavía no generan caja de forma sostenida.
A largo plazo
Cabrera destaca el potencial de la computación cuántica para inversores con visión a largo plazo, aunque advierte de su elevada volatilidad y riesgo. Como ocurrió con las puntocom, no todas las firmas sobrevivirán. Al depender de expectativas futuras, estas compañías son muy sensibles al entorno macroeconómico. La bajada de tipos les favorece, al reducir la tasa de descuento y facilitar la financiación. Por eso, si la Reserva Federal inicia recortes, el sector podría repuntar. Sin embargo, más allá del contexto financiero, la industria aún arrastra desafíos estructurales profundos.
Uno de los principales frenos, según Pilar Troncoso, directora de operaciones de QCentroid, «es la fragmentación tecnológica». Las distintas arquitecturas –iones atrapados, superconductores, fotónica– evolucionan a ritmos desiguales, lo que complica tanto la inversión como la creación de estándares. A ello se suma la brecha entre los avances de laboratorio y su traslado al entorno empresarial. Por lo tanto, considera que «aún faltan marcos regulatorios claros, formación especializada y aplicaciones con retorno económico. Consolidar el sector exigirá una coordinación más estrecha entre gobiernos, academia, grandes tecnológicas y startups».
Una visión complementaria aporta Almudena Justo, directora del International Quantum Center en Fsas Technologies, al poner el foco en los límites técnicos. «Aunque el potencial de la computación cuántica es enorme –desde la medicina personalizada hasta la predicción de desastres–, la tecnología sigue en una fase incipiente. A su juicio, el salto llegará cuando confluyan una inversión privada decidida y un respaldo público constante. Mientras tanto, la adopción a gran escala sigue limitada por la necesidad de consolidar una base tecnológica más madura.
En esa misma línea, Miguel López, director para el Sur de EMEA en Barracuda Networks, destaca que «2025 está trayendo avances significativos, sobre todo en estabilidad y escalabilidad». Coincide en subrayar la importancia de «la colaboración público-privada y el respaldo institucional, aunque advierte que los elevados costes y la falta de infraestructuras siguen obstaculizando el despliegue». Las aplicaciones reales, indica, permanecen confinadas a entornos piloto, «lo que retrasa su implantación industrial».
Las diferentes arquitecturas avanzan a distinto ritmo y complican la estrategia de inversión
Desde una óptica más geoestratégica, Justo –de FSAS Technologies (una empresa de Fujitsu)– señala que, «aunque Estados Unidos y China lideran la carrera cuántica, Europa y Japón también registran avances relevantes». Lamenta que en la UE persistan déficits en transferencia tecnológica y financiación privada para el ‘deep tech‘, «lo que frena a las startups». Considera clave la alianza con Japón para acelerar el desarrollo. También apunta que la cuántica podría mitigar el creciente consumo energético asociado a la inteligencia artificial. En España, insiste, será decisivo el apoyo público para facilitar su adopción, especialmente entre pymes.
Una lectura complementaria plantea Pilar Troncoso, de QCentroid, al poner el foco en cómo la computación cuántica ha pasado de ser «un reto científico a convertirse en un pulso geopolítico». Estados Unidos encabeza la carrera en propiedad intelectual y desarrollo empresarial, mientras que China acelera con una fuerte inversión estatal. Europa, por su parte, trata de traducir su liderazgo académico en capacidad industrial. Países como Alemania, Francia o España están consolidando ecosistemas con estrategias propias.
Giro estratégico
Ese giro estratégico también está calando en los mercados. Amadeo Alentorn, gestor de Jupiter AM, observa un «efecto de ‘hype al cuadrado‘ entre computación cuántica e IA, ya que ambas se retroalimentan y amplifican el entusiasmo inversor». Aunque la relación práctica entre ambas tecnologías aún está en fase exploratoria, ya se están produciendo sinergias reales. La IA «está empezando a contribuir al diseño de ordenadores y algoritmos cuánticos, mientras que la cuántica podría aplicarse en problemas complejos de optimización propios del ‘machine learning’».
Descartar la cuántica como una moda de inversión sería, advierte Alentorn, un error. Aunque el progreso es gradual, ya existen dispositivos funcionales y avances en coherencia y corrección de errores. Las aplicaciones seguirán siendo limitadas en 2025, pero se abren oportunidades en algoritmos híbridos y ámbitos concretos como la ciencia de materiales, el descubrimiento de fármacos o la criptografía post-cuántica. Alentorn recomienda «poner el foco inversor en desarrolladores de software especializado, más que en fabricantes de hardware, y adoptar un horizonte de al menos diez años».
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