Selena está contenta. Ha madrugado este viernes para coger el primer metro desde Torrent a Valencia. Llevaba ochos meses sin poder hacerlo. Desde que la dana del 29 de octubre se llevó la vida de 228 personas y arrasó con buena parte de las infraestructuras de la comarca del Horta Sud y la Ribera. Tardaba casi tres horas en recorrer los nueve kilómetros para asistir a clase de FP en Quart de Poblet. “Allí estaba hoy para salir la primera, porque, además, soy una fanática de los trenes. Vivo enfrente de la estación. Por fin, ya nos podemos mover como antes”, comenta esta joven, de 17 años, mientras se apea en la parada en superficie de Paiporta.
Los trenes ruedan de nuevo por los 50 kilómetros de vías destrozadas en las inundaciones del 29 de octubre. Los usuarios se quejan de retrasos, “pequeñas incidencias”, normales en el primer día, asegura el consejero de Infraestructuras
Selena está contenta. Ha madrugado este viernes para coger el primer metro desde Torrent a Valencia. Llevaba ochos meses sin poder hacerlo. Desde que la dana del 29 de octubre se llevó la vida de 228 personas y arrasó con buena parte de las infraestructuras de la comarca del Horta Sud y la Ribera. Tardaba casi tres horas en recorrer los nueve kilómetros para asistir a clase de FP en Quart de Poblet. “Allí estaba hoy para salir la primera, porque, además, soy una fanática de los trenes. Vivo enfrente de la estación. Por fin, ya nos podemos mover como antes”, comenta esta joven, de 17 años, mientras se apea en la parada en superficie de Paiporta.
Los obreros se afanan en acabar la estación de MetroValencia de este municipio, epicentro de la zona cero de las inundaciones, que quedó destruida. Aún falta por colgar el cartel de la localidad, donde se hallaron 45 fallecidos, y los viajeros se agolpan bajo la escasa sombra que hay en el andén en dirección a Torrent. El sol cae a plomo y no son más que las 11 de la mañana. Las quejas por la falta de protección aumentan, conforme avanza el día. Hay retrasos, algunas incidencias y faltan muchas cosas, pero los trenes ya pasan por la veintena de estaciones y apeadores de las líneas 1, 2 y 7 que estaban cerrados y daban servicio a más de ocho millones de viajeros al año para moverse por la densa área metropolitana de Valencia.
“La llegada del metro está bien, claro. Poco a poco, vamos hacia la normalidad, pero muy lentamente. Mira si hay ascensores sin funcionar [alrededor de un millar]… Las lanzaderas [autobuses de sustitución] han sido un desastre, aunque haya gente que opine lo contrario. Estamos muy afectados psicológicamente. No nos avisaron y cuando sonó la alarma en los móviles [a las 20.11 o más tarde, según la zona] ya no sirvió de nada. Eso no se olvidará jamás. Pero, bueno, hemos de continuar, no nos queda otra”, comenta Rafael, jubilado de 65 años, en el andén de Paiporta.
Jorge Bravo, de 35 años, vuelve a coger el metro todos los días para ir a trabajar al centro de Valencia. Es el encargado de una tienda de moda. Perdía cerca de media hora con la lanzadera. Dice que la gente en Valencia no es consciente de lo que se ha vivido y se vive a unos pocos kilómetros de la ciudad, pero no se muestra derrotista, al contrario. “Se han hecho cosas y es normal que se prioricen unas sobre otras. Poco a poco, vamos saliendo”, comenta
Unas 25.000 personas han utilizado hoy el metro ya en las primeras horas desde las 5.22 horas a su paso por los 50 kilómetros renovados íntegramente, que discurren en superficie, con una inversión global cercana a los 130 millones de euros. Las pequeñas incidencias en la red son “normales”, según ha señalado el consejero de Infraestructuras, Vicente Martínez Mus, durante una visita a la Estación Torrent Avinguda. Metrovalencia pertenece a Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana.
Ha apuntado que los trenes han estado ocho meses parados y, como cualquier maquinaria, “tendrán sus problemillas”. Además, hay muchas estaciones con validadoras nuevas o reubicadas y en el primer día de vuelta del servicio. El consejero ha agradecido el trabajo del centenar de conductores de la Comunidad de Madrid de los buses alternativos. Un trayecto de metro equivale a diez autobuses, ha recordado Martínez Mut. El robo de 10 kilómetros de cobre de las catenarias ha atrasado un poco todo el dispositivo.
La mayoría de los viajeros comprende los problemas del primer día, tras la acción devastadora de la dana que levantó las vías y destruyó estaciones y puentes, pero también apuntan la necesidad de mejorar el servicio. Ana Ordóñez, de 60 años, vive en Carlet, pero trabaja en Valencia. Viaja de regreso a casa en la Linea 1 mientras se entretiene con un cuadernillo de crucigramas. “Ayer llamé a Información y me dijeron que llegaría a Valencia a las 7.20 horas de la mañana, y ha llegado a las 8.06. Yo tendría que estar ya en Carlet”, protesta. “Esperaba mucho este día porque la lanzadera que hemos tenido hasta ahora pasaba cada dos horas”, añade.
Aurora Rodríguez tiene 29 años y es de Zamora, aunque vive en Valencia. Viaja hacia Picassent, en l’Horta Sud, donde trabaja en una empresa de ensayos de ecotoxicología. “Estos meses he tenido que ir desde el centro de Valencia al municipio de Burjassot y de allí a Picassent en el coche de un compañero de trabajo”. Sobre la reapertura, Rodríguez explica que se nota que no funciona como antes y que “hay muchos retrasos y se demora mucho en las estaciones”. “De normal tardo 45 minutos en llegar a Picassent desde que salgo de mi casa. Hoy he tardado dos horas”, asegura, antes de bajarse en la parada.
“Han sido ocho meses de trabajo bastante duro. Centenares de trabajadores, varios turnos, fines de semana, para conseguir un estación operativa. Aún quedan cosas por hacer. Hemos aprovechado para hacer mejoras de accesibilidad que tardarán en ponerse en marcha. Pero el objetivo principal era que los usuarios pudieran usar las vías de la comarca de la Ribera y Horta Sud hasta Valencia y eso se ha conseguido”, afirma Óscar Rueda (Valencia, 48 años) es Coordinador de Seguridad y Salud de la obra de renovación de la playa de vías.
En la última parada de la Línea 1, en Castelló de la Ribera, la más lejana a Valencia (a unos 60 kilómetros), subían menos viajeros que en el resto de paradas, pero también con la misma expectación por retornar un poco a la normalidad.
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