La nueva doctrina Trump

El bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán por aviones y submarinos estadounidenses puede ser un momento definitorio, una clarificación del rumbo que tomará a partir de ahora la política exterior de Washington. Al principio de su segundo mandato Donald Trump se debatía entre el aislacionismo y el neo-imperialismo. Durante la campaña había vendido a sus votantes MAGA el repliegue internacional de su país, cansados de guerras impopulares en Irak o Afganistán. Pero nada más tomar posesión, expuso sus ideas neo-imperialistas sobre Canadá, Groenlandia o Panamá, a las que sumaba las exigencias de sus donantes tecno-optimistas para competir con China o desregular el mercado europeo.En palabras de Jake Sullivan , consejero de seguridad nacional de Joe Biden , el ataque al régimen de Teherán supone un giro hacia un «unilateralismo agresivo». En una espléndida conversación hace unos días en el valle de Aspen, Colorado, el arquitecto de la política exterior demócrata reconocía que Trump había aprovechado la debilidad de Irán para ejecutar la acción militar solicitada por Israel, una ventana de oportunidad única. El resultado más probable es haber retrasado el programa nuclear iraní entre seis meses y tres años. A cambio, será mucho más difícil a partir de ahora llegar a un acuerdo verificable que impida a la teocracia iraní convertirse con el tiempo en potencia nuclear. El paso dado tiene también consecuencias para la guerra de Ucrania, que vuelve a desaparecer de su lista de prioridades. El país invadido es cada vez más consciente que no tiene el apoyo completo de Trump, siempre comprensivo con el expansionismo de Vladímir Putin . Tampoco es probable que el presidente aproveche su respaldo decisivo a Israel para exigir a Benjamín Netanyahu el fin del conflicto de Gaza.Noticia Relacionada estandar Si El multitudinario funeral de Estado refuerza al régimen de Irán tras el ataque de Israel Mikel AyestaranEn un plano más general, las instituciones multilaterales, el Derecho Internacional y el trabajo con aliados se resienten por la pulsión unilateralista de la superpotencia occidental. El presidente estadounidense parece más dispuesto a encarar problemas por su cuenta a través de la amenaza o el uso de la fuerza. A los dirigentes europeos les toca buscar acomodos, negociar sin descanso y combinar firmeza con pragmatismo. El bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán por aviones y submarinos estadounidenses puede ser un momento definitorio, una clarificación del rumbo que tomará a partir de ahora la política exterior de Washington. Al principio de su segundo mandato Donald Trump se debatía entre el aislacionismo y el neo-imperialismo. Durante la campaña había vendido a sus votantes MAGA el repliegue internacional de su país, cansados de guerras impopulares en Irak o Afganistán. Pero nada más tomar posesión, expuso sus ideas neo-imperialistas sobre Canadá, Groenlandia o Panamá, a las que sumaba las exigencias de sus donantes tecno-optimistas para competir con China o desregular el mercado europeo.En palabras de Jake Sullivan , consejero de seguridad nacional de Joe Biden , el ataque al régimen de Teherán supone un giro hacia un «unilateralismo agresivo». En una espléndida conversación hace unos días en el valle de Aspen, Colorado, el arquitecto de la política exterior demócrata reconocía que Trump había aprovechado la debilidad de Irán para ejecutar la acción militar solicitada por Israel, una ventana de oportunidad única. El resultado más probable es haber retrasado el programa nuclear iraní entre seis meses y tres años. A cambio, será mucho más difícil a partir de ahora llegar a un acuerdo verificable que impida a la teocracia iraní convertirse con el tiempo en potencia nuclear. El paso dado tiene también consecuencias para la guerra de Ucrania, que vuelve a desaparecer de su lista de prioridades. El país invadido es cada vez más consciente que no tiene el apoyo completo de Trump, siempre comprensivo con el expansionismo de Vladímir Putin . Tampoco es probable que el presidente aproveche su respaldo decisivo a Israel para exigir a Benjamín Netanyahu el fin del conflicto de Gaza.Noticia Relacionada estandar Si El multitudinario funeral de Estado refuerza al régimen de Irán tras el ataque de Israel Mikel AyestaranEn un plano más general, las instituciones multilaterales, el Derecho Internacional y el trabajo con aliados se resienten por la pulsión unilateralista de la superpotencia occidental. El presidente estadounidense parece más dispuesto a encarar problemas por su cuenta a través de la amenaza o el uso de la fuerza. A los dirigentes europeos les toca buscar acomodos, negociar sin descanso y combinar firmeza con pragmatismo.  

MONNET & CO.

El presidente estadounidense parece más dispuesto a encarar problemas por su cuenta a través de la amenaza o el uso de la fuerza

El bombardeo de las instalaciones nucleares de Irán por aviones y submarinos estadounidenses puede ser un momento definitorio, una clarificación del rumbo que tomará a partir de ahora la política exterior de Washington. Al principio de su segundo mandato Donald Trump se debatía … entre el aislacionismo y el neo-imperialismo. Durante la campaña había vendido a sus votantes MAGA el repliegue internacional de su país, cansados de guerras impopulares en Irak o Afganistán. Pero nada más tomar posesión, expuso sus ideas neo-imperialistas sobre Canadá, Groenlandia o Panamá, a las que sumaba las exigencias de sus donantes tecno-optimistas para competir con China o desregular el mercado europeo.

En palabras de Jake Sullivan, consejero de seguridad nacional de Joe Biden, el ataque al régimen de Teherán supone un giro hacia un «unilateralismo agresivo». En una espléndida conversación hace unos días en el valle de Aspen, Colorado, el arquitecto de la política exterior demócrata reconocía que Trump había aprovechado la debilidad de Irán para ejecutar la acción militar solicitada por Israel, una ventana de oportunidad única. El resultado más probable es haber retrasado el programa nuclear iraní entre seis meses y tres años.

A cambio, será mucho más difícil a partir de ahora llegar a un acuerdo verificable que impida a la teocracia iraní convertirse con el tiempo en potencia nuclear. El paso dado tiene también consecuencias para la guerra de Ucrania, que vuelve a desaparecer de su lista de prioridades. El país invadido es cada vez más consciente que no tiene el apoyo completo de Trump, siempre comprensivo con el expansionismo de Vladímir Putin. Tampoco es probable que el presidente aproveche su respaldo decisivo a Israel para exigir a Benjamín Netanyahu el fin del conflicto de Gaza.

En un plano más general, las instituciones multilaterales, el Derecho Internacional y el trabajo con aliados se resienten por la pulsión unilateralista de la superpotencia occidental. El presidente estadounidense parece más dispuesto a encarar problemas por su cuenta a través de la amenaza o el uso de la fuerza. A los dirigentes europeos les toca buscar acomodos, negociar sin descanso y combinar firmeza con pragmatismo.

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