Las claves del ascenso en el PP de la gabinetera Ezcurra y su ‘explorador’

Un congreso político es una pasarela de poder, con algunos políticos que aspiran a la ansiada y siempre escueta primera fila de las vanidades, otros que la disputan o pelean por no perderla y muchos figurantes. Algunos, muy pocos, son como el corcho y repiten posición durante lustros. Y luego están las filípicas de Aznar, dispuesto a dejar mudos y atónitos a los compromisarios del auditorio con tanto resentimiento y rencor.

En el nuevo comité de dirección de Feijóo hay ascensos y descensos más o menos sorprendentes, un nuevo general secretario a las maneras de Francisco Álvarez Cascos que acapara como casi nunca todo el poder orgánico interno, el también gallego Miguel Tellado, y una irrupción inesperada que ha provocado perfiles demasiado apresurados. La nominación de la madrileña Alma Ezcurra, de 38 años, como vicesecretaria de Coordinación Sectorial, una novedad concebida para canalizar las propuestas de entidades de la sociedad civil para el líder, esconde detrás muchas claves no contadas.

Y no, Ezcurra no es una ayusista, aunque haya sido unos meses diputada en la Asamblea madrileña, y el siempre listo para cualquier quite Alfonso Serrano se la apunte ahora a las filas de su jefa. Ni es una preclara marianista, aunque se estrenara en 2011 en el gabinete en La Moncloa del expresidente Rajoy con los asesores buscados por Jorge Moragas. También apoyó a Pablo Casado, trabajó como becaria en la FAES de Aznar, en el Ayuntamiento, en la Comunidad y en la asesoría del grupo parlamentario en el Congreso y de eurodiputada. Ezcurra es una “gabinetera” que ha hecho carrera siempre en el PP. Pero no es una gabinetera cualquiera. Media docena de compañeros consultados coinciden: “Es una máquina de trabajar a destajo, eso no hay duda, para quien sea”.

El responsable del primer fichaje político de Ezcurra fue Baudilio Tomé, experto en Derecho y Económicas, que la captó cuando fue responsable del departamento económico del presidente Rajoy. Alrededor de Tomé, con Jorge Moragas de jefe del gabinete en La Moncloa, se conformó un grupo de jóvenes asesores procedente de las nuevas generaciones populares que siguen aún en contacto. En aquella Moncloa conoció Ezcurra a su marido, el canario Abelardo Bethencourt, de 37 años, consultor y comentarista político, fundador de la firma Shackleton, en homenaje al explorador polar angloirlandés, que ha llevado campañas en el partido como las de Javier Maroto. Bethencourt formó parte del denominado comité de La Peseta, un bar cercano a Génova 13, con Moragas y el sociólogo Andrés Medina, para la campaña de Rajoy de 2016.

La pareja Ezcurra & Bethencourt está en alza en el PP de Feijóo a través de las buenas relaciones personales y políticas que han establecido desde la llegada del político gallego a Madrid con dos de los colaboradores más estrechos y fundamentales del presidente popular desde toda su etapa en Galicia, Marta Varela, su jefa del gabinete de la máxima confianza, y su marido, Luis de la Matta, también algo más que su jefe de prensa. Varela ya se fio de Ezcurra para la coordinación y elaboración del último programa electoral de 2023 y lo ha vuelto hacer ahora para diseñar la ponencia política de este cónclave, ensalzada por su falta de sustancia y aristas.

Varela, periodista en origen en Galicia como su marido, fue también la promotora de la aniquilación de la fundación histórica del PP por una nueva fórmula, Reformismo21, donde se promocionó a Ezcurra como coordinadora general, y se ha situado a un patronato de analistas y expertos que ejerce de tentáculo para pergeñar ideas para los discursos del líder, lo que algunos veteranos del PP miran con recelo porque para esos debates se ha prescindido de su bagaje y conocimiento.

Ese reducido círculo de confianza en el que está cada vez más encapsulado Feijóo no ha designado ahora una nueva dirección o ejecutiva de un congreso político sino un comité de campaña electoral del candidato Feijóo, con una sola fijación, las inminentes elecciones, y un solo mandamás, Tellado. “Los demás somos solo aledaños”, concede uno de esos componentes.