Trump dijo este martes que la llave para detener la escalada militar con Venezuela está en manos de Nicolás Maduro . El presidente estadounidense advirtió, preguntado por ABC, de que solo habrá una pausa en los ataques si Caracas cesa el envío de drogas y la excarcelación de presos del Tren de Aragua hacia Estados Unidos. «Dejen de enviar drogas a Estados Unidos. Dejen de enviar a su gente, a sus prisioneros, aquí», afirmó, insistiendo en que ese flujo ya se había producido y que hubo un mes entero en el que no entró nadie. «Eso es lo que me gustaría, cero», subrayó, vinculando la continuidad de las operaciones en el Caribe a la capacidad del régimen venezolano de frenar esas actividades.De hecho, en esa respuesta, minutos antes de partir hacia Londres desde la Casa Blanca , Trump sorprendió al revelar que había habido un tercer ataque en el Caribe, hasta entonces ignorado públicamente. Noticia Relacionada estandar Si Trump no descarta nuevos ataques en Venezuela y acusa a Maduro de robarse las elecciones David Alandete El presidente defendió la serie de bombardeos contra embarcaciones venezolanas en el Caribe, vinculándolos al narcotráfico y al Tren de Aragua, en medio de una escalada militar que Caracas denuncia como una amenaza de cambio de régimenCon sus palabras, sumó un nuevo episodio a la escalada que ya había comenzado el 1 de septiembre , cuando aviones de la Armada hundieron una lancha venezolana en el sur del Caribe y mataron a 11 ocupantes. Aquel fue el primer bombardeo, difundido por el propio presidente con un vídeo en el que aseguraba que se trataba de miembros del Tren de Aragua que transportaban droga. El segundo ataque, confirmado el lunes, tuvo como objetivo otra embarcación venezolana, con tres tripulantes muertos según la versión oficial. Del tercero no se conocen detalles, más allá de que Trump lo mencionó como parte de su mensaje de advertencia, sin precisar fecha, ubicación ni balance de víctimas.Además, hubo un encuentro militar el fin de semana que no contó con víctimas. Ese incidente se produjo cuando el destructor USS Jason Dunham interceptó una barcaza pesquera venezolana con nueve tripulantes a bordo durante unas ocho horas . Caracas lo denunció como acción ilegal y hostil, alegando que 18 agentes armados abordaron la nave y la ocuparon en aguas de su zona económica exclusiva.En el Caribe, el despliegue militar de Estados Unidos se ha reforzado de manera notable este mes de septiembre. Cinco cazas F-35 de la Marina estadounidense llegaron a la base de Ceiba, en Puerto Rico, junto con un avión de transporte estratégico C-5. En el mar operan ocho buques de guerra equipados con misiles, además de un submarino de propulsión nuclear.El dispositivo incluye también el buque de asalto anfibio USS Iwo Jima, que transporta a cientos de marines trasladados a la región. Estos medios se suman a operaciones de inteligencia aérea y patrullas navales que, según Washington, buscan frenar el tráfico de drogas procedente de Venezuela.La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, ha respaldado públicamente la misión, destacando la importancia estratégica de la isla como «frontera de Estados Unidos en el Caribe». En contraste, Caracas denuncia que se trata de una amenaza directa de intervención militar y ha movilizado buques y milicianos en sus costas.Temor entre los pescadoresTrump aseguró además que Estados Unidos dispone de pruebas concluyentes del narcotráfico venezolano, citando que tras los recientes bombardeos «quedaron bolsas de cocaína y fentanilo esparcidas por el océano». Subrayó que apenas hay ya barcos en el Caribe y que incluso los pescadores habrían dejado de salir por temor a ser confundidos con traficantes: «Si yo fuera pescador, tampoco querría salir a faenar». Reivindicó además que durante un mes entero no entró nadie de Venezuela a EE.UU., lo que presentó como prueba de que su estrategia fronteriza está funcionando.El presidente enmarcó esta ofensiva en su política de mano dura contra el narcotráfico y contra el Tren de Aragua, al que calificó como «probablemente la peor pandilla del mundo». Señaló directamente a Maduro por la excarcelación de miembros de esa organización y por enviarlos hacia territorio estadounidense. Cerró con un mensaje condicional: si Venezuela deja de enviar drogas y prisioneros, «no habrá necesidad de más ataques», pero advirtió que si ese flujo persiste, Washington continuará actuando militarmente .Desde la Casa Blanca se presenta esta campaña como una operación sofisticada y de enorme complejidad logística, con buques, aviones y unidades de inteligencia coordinados en el Caribe. Al mismo tiempo, reconocen que tiene implicaciones políticas delicadas: Maduro no es solo el presidente de Venezuela, sino que está formalmente imputado en Nueva York por un gran jurado que lo acusa de ser el jefe de un narcocártel. En ese contexto, cada ataque estadounidense no solo se enmarca como un golpe contra el tráfico de drogas, sino también como un desafío directo a un mandatario acusado en tribunales federales de dirigir una organización criminal.De momento, sin embargo, Trump niega a cada paso que su objetivo sea el cambio de régimen, aunque ha acusado abiertamente a Maduro de robar las elecciones de 2024. Trump dijo este martes que la llave para detener la escalada militar con Venezuela está en manos de Nicolás Maduro . El presidente estadounidense advirtió, preguntado por ABC, de que solo habrá una pausa en los ataques si Caracas cesa el envío de drogas y la excarcelación de presos del Tren de Aragua hacia Estados Unidos. «Dejen de enviar drogas a Estados Unidos. Dejen de enviar a su gente, a sus prisioneros, aquí», afirmó, insistiendo en que ese flujo ya se había producido y que hubo un mes entero en el que no entró nadie. «Eso es lo que me gustaría, cero», subrayó, vinculando la continuidad de las operaciones en el Caribe a la capacidad del régimen venezolano de frenar esas actividades.De hecho, en esa respuesta, minutos antes de partir hacia Londres desde la Casa Blanca , Trump sorprendió al revelar que había habido un tercer ataque en el Caribe, hasta entonces ignorado públicamente. Noticia Relacionada estandar Si Trump no descarta nuevos ataques en Venezuela y acusa a Maduro de robarse las elecciones David Alandete El presidente defendió la serie de bombardeos contra embarcaciones venezolanas en el Caribe, vinculándolos al narcotráfico y al Tren de Aragua, en medio de una escalada militar que Caracas denuncia como una amenaza de cambio de régimenCon sus palabras, sumó un nuevo episodio a la escalada que ya había comenzado el 1 de septiembre , cuando aviones de la Armada hundieron una lancha venezolana en el sur del Caribe y mataron a 11 ocupantes. Aquel fue el primer bombardeo, difundido por el propio presidente con un vídeo en el que aseguraba que se trataba de miembros del Tren de Aragua que transportaban droga. El segundo ataque, confirmado el lunes, tuvo como objetivo otra embarcación venezolana, con tres tripulantes muertos según la versión oficial. Del tercero no se conocen detalles, más allá de que Trump lo mencionó como parte de su mensaje de advertencia, sin precisar fecha, ubicación ni balance de víctimas.Además, hubo un encuentro militar el fin de semana que no contó con víctimas. Ese incidente se produjo cuando el destructor USS Jason Dunham interceptó una barcaza pesquera venezolana con nueve tripulantes a bordo durante unas ocho horas . Caracas lo denunció como acción ilegal y hostil, alegando que 18 agentes armados abordaron la nave y la ocuparon en aguas de su zona económica exclusiva.En el Caribe, el despliegue militar de Estados Unidos se ha reforzado de manera notable este mes de septiembre. Cinco cazas F-35 de la Marina estadounidense llegaron a la base de Ceiba, en Puerto Rico, junto con un avión de transporte estratégico C-5. En el mar operan ocho buques de guerra equipados con misiles, además de un submarino de propulsión nuclear.El dispositivo incluye también el buque de asalto anfibio USS Iwo Jima, que transporta a cientos de marines trasladados a la región. Estos medios se suman a operaciones de inteligencia aérea y patrullas navales que, según Washington, buscan frenar el tráfico de drogas procedente de Venezuela.La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, ha respaldado públicamente la misión, destacando la importancia estratégica de la isla como «frontera de Estados Unidos en el Caribe». En contraste, Caracas denuncia que se trata de una amenaza directa de intervención militar y ha movilizado buques y milicianos en sus costas.Temor entre los pescadoresTrump aseguró además que Estados Unidos dispone de pruebas concluyentes del narcotráfico venezolano, citando que tras los recientes bombardeos «quedaron bolsas de cocaína y fentanilo esparcidas por el océano». Subrayó que apenas hay ya barcos en el Caribe y que incluso los pescadores habrían dejado de salir por temor a ser confundidos con traficantes: «Si yo fuera pescador, tampoco querría salir a faenar». Reivindicó además que durante un mes entero no entró nadie de Venezuela a EE.UU., lo que presentó como prueba de que su estrategia fronteriza está funcionando.El presidente enmarcó esta ofensiva en su política de mano dura contra el narcotráfico y contra el Tren de Aragua, al que calificó como «probablemente la peor pandilla del mundo». Señaló directamente a Maduro por la excarcelación de miembros de esa organización y por enviarlos hacia territorio estadounidense. Cerró con un mensaje condicional: si Venezuela deja de enviar drogas y prisioneros, «no habrá necesidad de más ataques», pero advirtió que si ese flujo persiste, Washington continuará actuando militarmente .Desde la Casa Blanca se presenta esta campaña como una operación sofisticada y de enorme complejidad logística, con buques, aviones y unidades de inteligencia coordinados en el Caribe. Al mismo tiempo, reconocen que tiene implicaciones políticas delicadas: Maduro no es solo el presidente de Venezuela, sino que está formalmente imputado en Nueva York por un gran jurado que lo acusa de ser el jefe de un narcocártel. En ese contexto, cada ataque estadounidense no solo se enmarca como un golpe contra el tráfico de drogas, sino también como un desafío directo a un mandatario acusado en tribunales federales de dirigir una organización criminal.De momento, sin embargo, Trump niega a cada paso que su objetivo sea el cambio de régimen, aunque ha acusado abiertamente a Maduro de robar las elecciones de 2024.
Trump dijo este martes que la llave para detener la escalada militar con Venezuela está en manos de Nicolás Maduro. El presidente estadounidense advirtió, preguntado por ABC, de que solo habrá una pausa en los ataques si Caracas cesa el envío de drogas y … la excarcelación de presos del Tren de Aragua hacia Estados Unidos. «Dejen de enviar drogas a Estados Unidos. Dejen de enviar a su gente, a sus prisioneros, aquí», afirmó, insistiendo en que ese flujo ya se había producido y que hubo un mes entero en el que no entró nadie.
«Eso es lo que me gustaría, cero», subrayó, vinculando la continuidad de las operaciones en el Caribe a la capacidad del régimen venezolano de frenar esas actividades.
De hecho, en esa respuesta, minutos antes de partir hacia Londres desde la Casa Blanca, Trump sorprendió al revelar que había habido un tercer ataque en el Caribe, hasta entonces ignorado públicamente.
Con sus palabras, sumó un nuevo episodio a la escalada que ya había comenzado el 1 de septiembre, cuando aviones de la Armada hundieron una lancha venezolana en el sur del Caribe y mataron a 11 ocupantes. Aquel fue el primer bombardeo, difundido por el propio presidente con un vídeo en el que aseguraba que se trataba de miembros del Tren de Aragua que transportaban droga. El segundo ataque, confirmado el lunes, tuvo como objetivo otra embarcación venezolana, con tres tripulantes muertos según la versión oficial. Del tercero no se conocen detalles, más allá de que Trump lo mencionó como parte de su mensaje de advertencia, sin precisar fecha, ubicación ni balance de víctimas.
Además, hubo un encuentro militar el fin de semana que no contó con víctimas. Ese incidente se produjo cuando el destructor USS Jason Dunham interceptó una barcaza pesquera venezolana con nueve tripulantes a bordo durante unas ocho horas. Caracas lo denunció como acción ilegal y hostil, alegando que 18 agentes armados abordaron la nave y la ocuparon en aguas de su zona económica exclusiva.
En el Caribe, el despliegue militar de Estados Unidos se ha reforzado de manera notable este mes de septiembre. Cinco cazas F-35 de la Marina estadounidense llegaron a la base de Ceiba, en Puerto Rico, junto con un avión de transporte estratégico C-5. En el mar operan ocho buques de guerra equipados con misiles, además de un submarino de propulsión nuclear.
El dispositivo incluye también el buque de asalto anfibio USS Iwo Jima, que transporta a cientos de marines trasladados a la región. Estos medios se suman a operaciones de inteligencia aérea y patrullas navales que, según Washington, buscan frenar el tráfico de drogas procedente de Venezuela.
La gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, ha respaldado públicamente la misión, destacando la importancia estratégica de la isla como «frontera de Estados Unidos en el Caribe». En contraste, Caracas denuncia que se trata de una amenaza directa de intervención militar y ha movilizado buques y milicianos en sus costas.
Temor entre los pescadores
Trump aseguró además que Estados Unidos dispone de pruebas concluyentes del narcotráfico venezolano, citando que tras los recientes bombardeos «quedaron bolsas de cocaína y fentanilo esparcidas por el océano». Subrayó que apenas hay ya barcos en el Caribe y que incluso los pescadores habrían dejado de salir por temor a ser confundidos con traficantes: «Si yo fuera pescador, tampoco querría salir a faenar». Reivindicó además que durante un mes entero no entró nadie de Venezuela a EE.UU., lo que presentó como prueba de que su estrategia fronteriza está funcionando.
El presidente enmarcó esta ofensiva en su política de mano dura contra el narcotráfico y contra el Tren de Aragua, al que calificó como «probablemente la peor pandilla del mundo». Señaló directamente a Maduro por la excarcelación de miembros de esa organización y por enviarlos hacia territorio estadounidense. Cerró con un mensaje condicional: si Venezuela deja de enviar drogas y prisioneros, «no habrá necesidad de más ataques», pero advirtió que si ese flujo persiste, Washington continuará actuando militarmente.
Desde la Casa Blanca se presenta esta campaña como una operación sofisticada y de enorme complejidad logística, con buques, aviones y unidades de inteligencia coordinados en el Caribe. Al mismo tiempo, reconocen que tiene implicaciones políticas delicadas: Maduro no es solo el presidente de Venezuela, sino que está formalmente imputado en Nueva York por un gran jurado que lo acusa de ser el jefe de un narcocártel. En ese contexto, cada ataque estadounidense no solo se enmarca como un golpe contra el tráfico de drogas, sino también como un desafío directo a un mandatario acusado en tribunales federales de dirigir una organización criminal.
De momento, sin embargo, Trump niega a cada paso que su objetivo sea el cambio de régimen, aunque ha acusado abiertamente a Maduro de robar las elecciones de 2024.
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