Gaza en todos los puntos de la sopa

Gaza hasta en la sopa. Esa es la estrategia a seguir y no se oculta, también en todos los debates en el Congreso. El Gobierno se ha encontrado con un regalo político que le permite reconectar con la mayoría abrumadora de la sociedad española, ubicarse en una posición privilegiada de liderazgo europeo y hasta mundial, remarcar su en tantas ocasiones desdibujado perfil progresista y encerrar al PP en sus particulares demonios. El PP de Feijóo no es que no quiera asumir ya la evidencia de retratar como genocidio lo que es un genocidio palmario. Su problemón es que nadie, ni sus seguidores más acérrimos, entiende qué es lo que creen perder con esa inexplicable indefinición. Otra.

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 La corrupción y la inmigración torpedean en el Congreso la estrategia del Gobierno de que la batalla política se centre sobre Israel  

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Análisis

Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La corrupción y la inmigración torpedean en el Congreso la estrategia del Gobierno de que la batalla política se centre sobre Israel

El portavoz del PSOE en el Congreso, Patxi López, durante rueda de prensa posterior a la Junta de Portavoces, en el Congreso, este martes.
Javier Casqueiro

Gaza hasta en la sopa. Esa es la estrategia a seguir y no se oculta, también en todos los debates en el Congreso. El Gobierno se ha encontrado con un regalo político que le permite reconectar con la mayoría abrumadora de la sociedad española, ubicarse en una posición privilegiada de liderazgo europeo y hasta mundial, remarcar su en tantas ocasiones desdibujado perfil progresista y encerrar al PP en sus particulares demonios. El PP de Feijóo no es que no quiera asumir ya la evidencia de retratar como genocidio lo que es un genocidio palmario. Su problemón es que nadie, ni sus seguidores más acérrimos, entiende qué es lo que creen perder con esa inexplicable indefinición. Otra.

El PP que asume a diario cualquier pseudobulo publicado en cualquier pseudomedio por cualquier pseudoperiodista para ventilarlo e institucionalizarlo en preguntas y comparecencias en las Cortes sin temor a su devaluación ahora requiere una sentencia en firme y sin recurso de la Corte Penal Internacional para calificar lo que la Real Academia Española de la Lengua define así de claro: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad”. La comisión independiente sobre Gaza de la ONU tampoco vale. “Son tres”, los descalifican.

No se intuye si este obsequio político es inesperado, ha sido mal gestionado, es otra torpeza en este reinicio del curso político, si beneficia más al PSOE o a Vox. Pero en el Gobierno y el PSOE no están dispuestos a desperdiciarlo. El Gabinete de Pedro Sánchez ya perdió la semana pasada una votación más que simbólica con la bandera de la reducción de la jornada de trabajo de Yolanda Díaz y se avecina otro revés parlamentario la semana que viene con una propuesta de ley firmada con Junts para ceder a Cataluña la competencia sobre inmigración. En este caso por el desmarque de otro teórico socio de investidura y de legislatura como Podemos, que la desprecia como “racista”.

En el PSOE reconocen que esa precariedad es su modus vivendi de este mandato y que no controlan ni la oportunidad ni las necesidades fratricidas de la mayoría de sus aliados. Este martes, en el primer día de pleno, Sumar incluyó en el cupo de sus proposiciones de ley una propuesta para crear una Oficina de Prevención de la Corrupción que podría pensarse de respaldo unánime, tal y cómo están las cosas. No fue así. PP, Vox y Junts la rechazaron. Al PSOE tampoco le agradó la pertinencia de su socio de coalición de rescatar la corrupción como tema ahora a debate, aunque fuera para subrayar la obligación de atajarla de manera preventiva y para recuperar las oficinas que han cerrado los ejecutivos del PP. Al PSOE que reniega de Ábalos y Cerdán como si nunca los hubiera conocido no le renta nada retomar el guion de las mordidas, las comisiones y enchufes más que presuntamente irregulares o ilegales.

En la dirección del PSOE conceden que no pueden evitar, ni frenar ni regular cómo articulan sus socios los pocos cupos de que disfrutan para colocar sus propuestas en un pleno. Junts, por ejemplo, tenía su asignación de leyes ya señalada para la semana que viene y no dispone de ningún otro proyecto registrado y posible para discutir que el de la inmigración. Esas urgencias le son ajenas e inmanejables a la minoría socialista y precipitan las negociaciones, a las que muchas veces no llegan. Esa proposición está de nuevo condenada al fracaso y Junts se lo podría volver a tomar mal, como las otras carpetas pactadas que no acaban de arrancar. En el PSOE quieren pensar que ese previsible batacazo no tiene por qué suponer un paso al frente del precipicio, pero Junts lleva tiempo amagando con precipitarlo todo.

Es entonces cuando resurge de las cenizas parlamentarias el proverbio estoico con el que amenazó Pedro Sánchez nada más acoger el resultado electoral de 2023: “Hay que hacer de la necesidad virtud”. En el Congreso sus negociadores son apóstoles de ese mensaje: “Ni la inmigración ni la corrupción nos vienen bien pero nosotros vamos a meter en todos los puntos del orden del día Gaza, Gaza y Gaza”.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro

Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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