El triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en las legislativas argentinas le da a Javier Milei algo de lo que había tenido poco: margen de maniobra. Con más del 40% del voto nacional, el presidente deja de ser un ‘outsider’ refrendado en el balotaje para convertirse en líder de una fuerza con peso propio en el Congreso. Ya no hay excusas: si Milei quiere cambiar la Argentina, debe formar una coalición parlamentaria que le permita hacerlo. Y debe hacerlo pronto.El tipo de cambio se ha convertido en el centro neurálgico de la inestabilidad económica. Es allí donde más errores se han cometido y donde más reservas monetarias se han perdido. Desde septiembre, el peso ha sufrido una depreciación, pese a costosas intervenciones. Milei necesita un tipo de cambio fuerte que dé sensación de recuperación. Pero mientras no haya reformas de fondo, ese tipo de cambio seguirá siendo una ilusión. La doctrina aconseja que Milei introduzca la flotación libre del peso de un día para otro. Eso no lo ha conseguido nadie, salvo la Alemania destruida tras la Segunda Guerra Mundial. También podría dolarizar, como hizo Ecuador, y trabajar por su independencia más adelante.Las reformas que Argentina necesita no son un capricho liberal: son el único camino posible para revitalizar una economía exhausta. La laboral requiere una flexibilización que incentive la formalización y la productividad. El sistema tributario –uno de los más distorsionadores de la región– debe racionalizarse para liberar inversión. El modelo previsional –destruido por Amado Bodou, el hombre que robó los ahorros para la jubilación de 9,5 millones de argentinos con Cristina Kirchner– derivó en un sistema regresivo e incapaz que exige una reestructuración integral. Y en educación urge acabar con el despilfarro y el abuso. Ninguna de estas reformas es popular. Todas requieren músculo político.Por eso la victoria de LLA importa. No garantiza reformas, pero habilita su posibilidad. Milei debe construir alianzas –quizás incómodas, pero necesarias– con sectores que comprendan la magnitud del desafío. Solo así dejará de gobernar en minoría y empezará a transformar de verdad.La votación también estuvo marcada por un factor externo: Donald Trump. Su respaldo explícito a Milei generó dos lecturas contrapuestas. Para algunos, fue una señal de apoyo que animó a votar ‘para fundirse el dinero de Trump’. Para otros, el gesto sirvió de espejo brutal: si Estados Unidos se inmiscuye, es porque la situación argentina es tan grave que ya no puede ignorarse. En ambos casos, el efecto fue movilizador.Ahora comienza el verdadero test: o Milei usa esta victoria para desplegar una agenda reformista seria, o la historia volverá a repetirse. Sin reformas, el tipo de cambio seguirá siendo un problema, las reservas seguirán cayendo y la esperanza volverá a esfumarse. Argentina no necesita más discursos: necesita decisiones. El triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en las legislativas argentinas le da a Javier Milei algo de lo que había tenido poco: margen de maniobra. Con más del 40% del voto nacional, el presidente deja de ser un ‘outsider’ refrendado en el balotaje para convertirse en líder de una fuerza con peso propio en el Congreso. Ya no hay excusas: si Milei quiere cambiar la Argentina, debe formar una coalición parlamentaria que le permita hacerlo. Y debe hacerlo pronto.El tipo de cambio se ha convertido en el centro neurálgico de la inestabilidad económica. Es allí donde más errores se han cometido y donde más reservas monetarias se han perdido. Desde septiembre, el peso ha sufrido una depreciación, pese a costosas intervenciones. Milei necesita un tipo de cambio fuerte que dé sensación de recuperación. Pero mientras no haya reformas de fondo, ese tipo de cambio seguirá siendo una ilusión. La doctrina aconseja que Milei introduzca la flotación libre del peso de un día para otro. Eso no lo ha conseguido nadie, salvo la Alemania destruida tras la Segunda Guerra Mundial. También podría dolarizar, como hizo Ecuador, y trabajar por su independencia más adelante.Las reformas que Argentina necesita no son un capricho liberal: son el único camino posible para revitalizar una economía exhausta. La laboral requiere una flexibilización que incentive la formalización y la productividad. El sistema tributario –uno de los más distorsionadores de la región– debe racionalizarse para liberar inversión. El modelo previsional –destruido por Amado Bodou, el hombre que robó los ahorros para la jubilación de 9,5 millones de argentinos con Cristina Kirchner– derivó en un sistema regresivo e incapaz que exige una reestructuración integral. Y en educación urge acabar con el despilfarro y el abuso. Ninguna de estas reformas es popular. Todas requieren músculo político.Por eso la victoria de LLA importa. No garantiza reformas, pero habilita su posibilidad. Milei debe construir alianzas –quizás incómodas, pero necesarias– con sectores que comprendan la magnitud del desafío. Solo así dejará de gobernar en minoría y empezará a transformar de verdad.La votación también estuvo marcada por un factor externo: Donald Trump. Su respaldo explícito a Milei generó dos lecturas contrapuestas. Para algunos, fue una señal de apoyo que animó a votar ‘para fundirse el dinero de Trump’. Para otros, el gesto sirvió de espejo brutal: si Estados Unidos se inmiscuye, es porque la situación argentina es tan grave que ya no puede ignorarse. En ambos casos, el efecto fue movilizador.Ahora comienza el verdadero test: o Milei usa esta victoria para desplegar una agenda reformista seria, o la historia volverá a repetirse. Sin reformas, el tipo de cambio seguirá siendo un problema, las reservas seguirán cayendo y la esperanza volverá a esfumarse. Argentina no necesita más discursos: necesita decisiones.
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