Dolores era conocida en su pueblo como A Muda. Había nacido sin habla, sorda y rodeada de miseria. Con solo 14 años, un hombre la dejó embarazada. Tras el parto, A Muda se arrojó a una “vida depravada”, “llena de inmoralidades”. Es lo que decía de ella su familia. Sin rastro de enfermedad mental en su expediente, fue encerrada para siempre en el manicomio de Conxo, en Santiago de Compostela. Corría el año 1931 y nacía la Segunda República. La última anotación de su historial se escribió en 1974, con la dictadura franquista agonizando. La suya es solo una de las “historias terribles” que la investigadora Carmen V. Valiña (Zas-A Coruña, 1985) ha rescatado de la documentación clínica conservada en el Archivo de Galicia. Demuestran que el psiquiátrico fue un centro de castigo para mujeres que transgredían el mandato social de sumisión y pureza.
Una investigación destapa la historia de las internas del psiquiátrico de Conxo que fueron recluidas sin diagnóstico médico. Querían separarse de sus maridos o habían sufrido maltrato y violaciones
Dolores era conocida en su pueblo como A Muda. Había nacido sin habla, sorda y rodeada de miseria. Con solo 14 años, un hombre la dejó embarazada. Tras el parto, A Muda se arrojó a una “vida depravada”, “llena de inmoralidades”. Es lo que decía de ella su familia. Sin rastro de enfermedad mental en su expediente, fue encerrada para siempre en el manicomio de Conxo, en Santiago de Compostela. Corría el año 1931 y nacía la Segunda República. La última anotación de su historial se escribió en 1974, con la dictadura franquista agonizando. La suya es solo una de las “historias terribles” que la investigadora Carmen V. Valiña (Zas-A Coruña, 1985) ha rescatado de la documentación clínica conservada en el Archivo de Galicia. Demuestran que el psiquiátrico fue un centro de castigo para mujeres que transgredían el mandato social de sumisión y pureza.
La recopilación de casos se detiene en 1936, pero sus coletazos se sienten cerca. En 1995 murió en Conxo María de las Mercedes. Llevaba ingresada desde 1927. Al recluirla le diagnosticaron esquizofrenia, pero ella repetía que no estaba loca. El tiempo le dio la razón. Pasados 30 años, un informe psicosocial dictaminó que no padecía dolencia crónica alguna, pero jamás recuperó su libertad. Ni siquiera en democracia. “Son mujeres cuyo comportamiento avergonzaba a sus familias”, explica Valiña. “Madres solteras, mujeres que salían o bebían, mujeres que se llevaban mal con los hombres, jóvenes que mantenían relaciones sexuales antes del matrimonio…”
Esta investigadora lleva años indagando en la memoria de las mujeres anónimas en Galicia. Empezó a darle vueltas a este trabajo cuando se enteró de que en la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela se custodiaba el archivo del antiguo manicomio de Conxo, el primero de Galicia, fundado en 1885 por la Iglesia católica y hoy hospital público dependiente de la Xunta. Valiña recibió una beca de la Diputación de A Coruña hace cuatro años y se puso manos a la obra. Quería reconstruir la vida de las gallegas encerradas en este sanatorio por perder supuestamente la cordura, pero lo que encontró al adentrarse en los papeles la sorprendió.
Valiña, historiadora y periodista, pensó que tendría que conformarse con desbrozar información clínica. Imaginaba que los expedientes se enredarían en cuestiones médicas. De eso nada. El archivo de la Cidade da Cultura guardaba cartas que recibían las internas y también las que ellas escribían (y el hospital no enviaba), así como unos jugosos documentos denominados “historias familiares”. Transcribían el contenido de las entrevistas que los médicos realizaban a los hombres que llevaban a las mujeres a Conxo. Hermanos o maridos describían las razones por las que debían ser recluidas. Ellos eran los que contaban sus primeras menstruaciones, sus partos, lo que comían, en qué trabajaban. En ocasiones, estos relatos iban acompañados de un diagnóstico psiquiátrico claro. En otras, no había rastro de dolencia mental o se apuntaba una enfermedad sin que se fundamentase con síntomas.
Valiña se ha centrado en estos últimos casos para escribir As tolas que non o eran. Mulleres no manicomio de Conxo. 1885-1936 (Las locas que no lo eran. Mujeres en el manicomio de Conxo. 1885-1936. Editorial Galaxia). Ha seleccionado medio centenar de historias después de consultar 456 expedientes de estos años. En 87 de ellos no se registra ningún tipo de diagnóstico psiquiátrico.
A veces los médicos concluían que la afectada padecía “locura histérica”, un dictamen que atribuían habitualmente a solteras y viudas, es decir, a quienes no vivían bajo el control de un varón. Es el caso de Carmen C., de 33 años y sin marido. Fue encerrada en Conxo porque era “histérica y muy aficionada a los hombres”. O de Encarnación H., de 18 años, que entró en 1918 porque “la sola vista de un hombre le produce fuertes excitaciones de origen sexual”.
La mayoría de las encerradas por estos comportamientos que se consideraban subversivos solo en caso de ser mujer eran originarias de zonas rurales, de familias humildes y, en muchos casos, analfabetas. Por eso lo que cuentan de ellas sus expedientes en Conxo tiene gran valor histórico. “De ese tipo de mujeres hay pocas huellas. No eran aristócratas o miembros de una clase social alta con trayectorias de vida de las que sí ha quedado rastro”, subraya Valiña sobre “el tesoro” custodiado en el Archivo de Galicia.
Mar García Miraz es jefa de servicio en el Archivo de Galicia y confirma que el fondo documental del psiquiátrico de Conxo es una joya. Se conservan en España pocos registros de este tipo de sanatorios y este está “bastante completo”, explica, por lo que se ha convertido en un foco de atracción de investigadores. Ella comisarió hace dos años en la Cidade da Cultura de Santiago la exposición Voces olvidadas. Las mujeres del hospital de Conxo, que ya apuntaba a lo descubierto por Valiña. Los documentos que se mostraban recogían precisamente casos de recluidas por “locura genital”, “locura histérica” o “psicosis puerperial” (es decir, una depresión postparto), “diagnósticos que hoy en día ni se plantean”. “Aparecieron expedientes en los que se resaltaba que eran mujeres que bebían, fumaban y andaban con hombres, es decir, que llevaban una vida licenciosa para la moral de aquella época”, señala la archivera.
En el expediente encontrado por Valiña de María L. S., una campesina casada que entró en Conxo en 1915, se justifica su ingreso porque, a raíz de un “susto” que había llevado tiempo atrás, mostraba “algunas extravagancias y un temperamento muy excitable por el menor motivo”. El “susto” en cuestión fue una violación, sufrida cuando se dirigía a una romería junto a una amiga que fue asesinada en el ataque sexual. Consuelo R. M., por su parte, le “llevaba la contraria a sus familiares sistemáticamente” y era “abandonada en las labores de la casa”. En sus cartas, ella relató el maltrato que le infligía su esposo.
El libro de Valiña ha desactivado silencios en algunos hogares. Una mujer del público se acercó a la investigadora en una de las presentaciones para hablarle de su abuela. Había ingresado en Conxo en 1964. La conocía solo por un retrato de boda. Era la única huella de una miembro de la familia a quien nadie mentaba. Cuando ella preguntaba, solo le contaban que tenía “problemas con su marido” y “hacía cosas raras”, cuenta Valiña. Otra asistente le confió que una pariente suya, de familia pudiente, había estado recluida en este psiquiátrico porque estaba enamorada de otro hombre y se quería separar de su marido. Ella, que no era pobre y analfabeta, sí logró salir.
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