Amnistiados y a seguir gobernando

Opinión de María Calleja. Opinión de María Calleja.  

Recuerdo aquel 1 de octubre. Recuerdo que trabajaba en una agencia de eventos donde la mayor parte de mis compañeros eran (supongo que ya no lo son tanto) independentistas. Recuerdo cómo vinieron a mi mesa un par de ellos a preguntarme qué se sentía estando sin papeles en un país que no era el mío. Que a ver cómo volvía a España. Recuerdo mi media sonrisa apretando los dientes, recoger el ordenador e irme a casa.

Recuerdo también un par de lágrimas mientras subía con la moto por Travessera de Gracia. No tenía mucho sentido nada de lo que estaba pasando, ni la independencia ni llorar por ella. Recuerdo que me llamaban familiares preguntando si me había pasado algo, que si estaba bien, que volviese a Madrid, Valladolid o donde fuera, pero que me largara de allí.

No era tan dramático como parecía desde el otro lado, pero incomodaba. El independentismo es como una china en el zapato; no hace que pares a quitártela, pero molesta.

No duré mucho en ese trabajo. A los pocos meses pasé a formar parte de una agencia en la que organizábamos las manifestaciones de las banderas de España y ejecutábamos estrategias para partidos unionistas. Incluido el PSC… qué tiempos aquellos.

Tengo amigos que fueron separatistas en su momento, pero han tenido hijos y quieren un futuro próspero para sus familias. Normal. El acto de rebeldía se pasa con los años y la experiencia.

Hace un par de años Sánchez aseguraba que no habría ni amnistía ni referéndum. Es el precio que tenemos que pagar para que pueda seguir gobernando. Es una pena que no tenga memoria pero sí ganas de calentar el sillón. Hoy el independentismo es nostalgia para sus adeptos; una utopía, como el comunismo. Que en teoría funciona, pero sólo en teoría.

Como Felipe González, tampoco entiendo por qué tenemos que eximir de responsabilidades a los protagonistas de un golpe contra el Estado de derecho. Se excusan en una mejora de la convivencia entre españoles -ahora por lo visto sí lo son-, pero lo que está claro es que están cambiando votos por leyes.

Ya lo siento Felipe, tiene que ser complicado de gestionar haber votado a un partido que ahora es corrupto, un presidente que hace el ridículo constantemente y un Gobierno que da vergüenza ajena. Nos están dejando un país que da pena, ahora sí que hay motivos para llorar de camino a casa.

 elespanol – Castilla y León

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