A lo largo de la historia de España ha habido muchos momentos en los que decisiones políticas valientes han marcado el progreso de nuestro país. Cada una de estas decisiones tuvo detractores que vaticinaban catástrofes. Cada una exigió valentía para superar cálculos políticos y miedos a los avances. Y cada una demostró que España es capaz de grandes saltos adelante cuando sus líderes están a la altura de las circunstancias.El Real Decreto-ley 7/2025, que aprueba medidas urgentes para el fortalecimiento del sistema eléctrico y cuya convalidación se vota el próximo 22 de julio, representa uno de estos momentos donde tenemos que elegir entre anclarnos al pasado o apostar por nuestra soberanía energética y nuestra prosperidad económica. Nacido tras el apagón del 28 de abril que dejó sin electricidad a millones de españoles y causó pérdidas de 1.600 millones de euros, este texto no es una norma técnica más, no solo nos aporta seguridad de suministro y nos protege de posibles crisis técnicas o geopolíticas, sino que también nos da instrumentos para poder convertirnos en una potencia energética gracias a la energía fotovoltaica. Mientras Europa busca alternativas a la importación de combustibles fósiles, España ha desarrollado el ecosistema fotovoltaico más completo del continente.Hoy somos líderes mundiales en tecnología, exportamos conocimiento a los cinco continentes, hemos creado una industria que da sustento a más de 160.000 familias en España, aportamos en torno al 1% del PIB, y nuestros municipios, especialmente en las zonas más rurales, han encontrado en la energía solar una nueva fuente de prosperidad.La industria fotovoltaica ya aporta en torno al 1% del PIBPero el liderazgo se mantiene corriendo más rápido que la competencia, y aprovechando las oportunidades. Y ahí es donde el Real Decreto-ley, con sus medidas para modernizar la red eléctrica, facilitar el almacenamiento energético y acelerar la tramitación de proyectos renovables, se vuelve estratégico.Tenemos la tecnología, las empresas y los recursos, pero nos falta completar la regulación que permita desplegar todo nuestro potencial. El apagón del 28 de abril fue el síntoma visible de un riesgo estructural. Como en la crisis energética mundial de los años 70, o en las transformaciones industriales del cambio de siglo, una sacudida externa ha puesto de manifiesto nuestras vulnerabilidades internas. La diferencia es que esta vez tenemos en nuestras manos las herramientas para solucionarlo.El Real Decreto-ley no es una respuesta improvisada a una crisis puntual. Con medidas que van desde la expansión del autoconsumo colectivo hasta 5 kilómetros de distancia, la creación de la figura del gestor energético y la introducción de incentivos fiscales para la electrificación; es la culminación lógica de un proceso de transformación energética que comenzó hace años y que ahora necesita completarse con normativa a la altura de nuestra realidad. El próximo día 22, el Congreso decidirá entre dos modelos de país al votar la convalidación de esta norma.La España que facilite la convalidación de este Real Decreto-ley será la España que confía en su capacidad de liderazgo, que cree en sus empresas y que entiende que las infraestructuras de hoy son la base de la prosperidad de mañana. Este RDL aporta también importantes herramientas para evitar nuevos apagones a la vez que nos ayuda a reducir la dependencia energética de terceros países, no es una cuestión ideológica. Es una cuestión estratégica y de futuro.España puede ser líder en esta cuarta revolución industrial aprovechando la ventaja competitiva que nos aporta la energía fotovoltaica. Tenemos el sol, las empresas, el talento y la experiencia. Nos falta seguir avanzando en la regulación que permita desplegar todo ese potencial mientras nos da la seguridad de suministro que necesitamos. El Real Decreto-ley 7/2025 es esa pieza que falta. Como cuando apostamos por las grandes transformaciones del pasado, tenemos delante una decisión que marcará nuestro futuro energético. Una decisión que, esperemos, sepamos tomar con valentía y priorizando el progreso como país. A lo largo de la historia de España ha habido muchos momentos en los que decisiones políticas valientes han marcado el progreso de nuestro país. Cada una de estas decisiones tuvo detractores que vaticinaban catástrofes. Cada una exigió valentía para superar cálculos políticos y miedos a los avances. Y cada una demostró que España es capaz de grandes saltos adelante cuando sus líderes están a la altura de las circunstancias.El Real Decreto-ley 7/2025, que aprueba medidas urgentes para el fortalecimiento del sistema eléctrico y cuya convalidación se vota el próximo 22 de julio, representa uno de estos momentos donde tenemos que elegir entre anclarnos al pasado o apostar por nuestra soberanía energética y nuestra prosperidad económica. Nacido tras el apagón del 28 de abril que dejó sin electricidad a millones de españoles y causó pérdidas de 1.600 millones de euros, este texto no es una norma técnica más, no solo nos aporta seguridad de suministro y nos protege de posibles crisis técnicas o geopolíticas, sino que también nos da instrumentos para poder convertirnos en una potencia energética gracias a la energía fotovoltaica. Mientras Europa busca alternativas a la importación de combustibles fósiles, España ha desarrollado el ecosistema fotovoltaico más completo del continente.Hoy somos líderes mundiales en tecnología, exportamos conocimiento a los cinco continentes, hemos creado una industria que da sustento a más de 160.000 familias en España, aportamos en torno al 1% del PIB, y nuestros municipios, especialmente en las zonas más rurales, han encontrado en la energía solar una nueva fuente de prosperidad.La industria fotovoltaica ya aporta en torno al 1% del PIBPero el liderazgo se mantiene corriendo más rápido que la competencia, y aprovechando las oportunidades. Y ahí es donde el Real Decreto-ley, con sus medidas para modernizar la red eléctrica, facilitar el almacenamiento energético y acelerar la tramitación de proyectos renovables, se vuelve estratégico.Tenemos la tecnología, las empresas y los recursos, pero nos falta completar la regulación que permita desplegar todo nuestro potencial. El apagón del 28 de abril fue el síntoma visible de un riesgo estructural. Como en la crisis energética mundial de los años 70, o en las transformaciones industriales del cambio de siglo, una sacudida externa ha puesto de manifiesto nuestras vulnerabilidades internas. La diferencia es que esta vez tenemos en nuestras manos las herramientas para solucionarlo.El Real Decreto-ley no es una respuesta improvisada a una crisis puntual. Con medidas que van desde la expansión del autoconsumo colectivo hasta 5 kilómetros de distancia, la creación de la figura del gestor energético y la introducción de incentivos fiscales para la electrificación; es la culminación lógica de un proceso de transformación energética que comenzó hace años y que ahora necesita completarse con normativa a la altura de nuestra realidad. El próximo día 22, el Congreso decidirá entre dos modelos de país al votar la convalidación de esta norma.La España que facilite la convalidación de este Real Decreto-ley será la España que confía en su capacidad de liderazgo, que cree en sus empresas y que entiende que las infraestructuras de hoy son la base de la prosperidad de mañana. Este RDL aporta también importantes herramientas para evitar nuevos apagones a la vez que nos ayuda a reducir la dependencia energética de terceros países, no es una cuestión ideológica. Es una cuestión estratégica y de futuro.España puede ser líder en esta cuarta revolución industrial aprovechando la ventaja competitiva que nos aporta la energía fotovoltaica. Tenemos el sol, las empresas, el talento y la experiencia. Nos falta seguir avanzando en la regulación que permita desplegar todo ese potencial mientras nos da la seguridad de suministro que necesitamos. El Real Decreto-ley 7/2025 es esa pieza que falta. Como cuando apostamos por las grandes transformaciones del pasado, tenemos delante una decisión que marcará nuestro futuro energético. Una decisión que, esperemos, sepamos tomar con valentía y priorizando el progreso como país.
El presidente de la Unión Española Fotovoltaica expone las razones por las que la nueva norma, que se votará el próximo día 22 el Congreso de los Diputados, ayudará al país a tener una ventaja competitiva en la cuarta revolución industrial a través de las renovables
A lo largo de la historia de España ha habido muchos momentos en los que decisiones políticas valientes han marcado el progreso de nuestro país. Cada una de estas decisiones tuvo detractores que vaticinaban catástrofes. Cada una exigió valentía para superar cálculos políticos y miedos … a los avances. Y cada una demostró que España es capaz de grandes saltos adelante cuando sus líderes están a la altura de las circunstancias.
El Real Decreto-ley 7/2025, que aprueba medidas urgentes para el fortalecimiento del sistema eléctrico y cuya convalidación se vota el próximo 22 de julio, representa uno de estos momentos donde tenemos que elegir entre anclarnos al pasado o apostar por nuestra soberanía energética y nuestra prosperidad económica. Nacido tras el apagón del 28 de abril que dejó sin electricidad a millones de españoles y causó pérdidas de 1.600 millones de euros, este texto no es una norma técnica más, no solo nos aporta seguridad de suministro y nos protege de posibles crisis técnicas o geopolíticas, sino que también nos da instrumentos para poder convertirnos en una potencia energética gracias a la energía fotovoltaica. Mientras Europa busca alternativas a la importación de combustibles fósiles, España ha desarrollado el ecosistema fotovoltaico más completo del continente.
Hoy somos líderes mundiales en tecnología, exportamos conocimiento a los cinco continentes, hemos creado una industria que da sustento a más de 160.000 familias en España, aportamos en torno al 1% del PIB, y nuestros municipios, especialmente en las zonas más rurales, han encontrado en la energía solar una nueva fuente de prosperidad.
La industria fotovoltaica ya aporta en torno al 1% del PIB
Pero el liderazgo se mantiene corriendo más rápido que la competencia, y aprovechando las oportunidades. Y ahí es donde el Real Decreto-ley, con sus medidas para modernizar la red eléctrica, facilitar el almacenamiento energético y acelerar la tramitación de proyectos renovables, se vuelve estratégico.
Tenemos la tecnología, las empresas y los recursos, pero nos falta completar la regulación que permita desplegar todo nuestro potencial. El apagón del 28 de abril fue el síntoma visible de un riesgo estructural. Como en la crisis energética mundial de los años 70, o en las transformaciones industriales del cambio de siglo, una sacudida externa ha puesto de manifiesto nuestras vulnerabilidades internas. La diferencia es que esta vez tenemos en nuestras manos las herramientas para solucionarlo.
El Real Decreto-ley no es una respuesta improvisada a una crisis puntual. Con medidas que van desde la expansión del autoconsumo colectivo hasta 5 kilómetros de distancia, la creación de la figura del gestor energético y la introducción de incentivos fiscales para la electrificación; es la culminación lógica de un proceso de transformación energética que comenzó hace años y que ahora necesita completarse con normativa a la altura de nuestra realidad. El próximo día 22, el Congreso decidirá entre dos modelos de país al votar la convalidación de esta norma.
La España que facilite la convalidación de este Real Decreto-ley será la España que confía en su capacidad de liderazgo, que cree en sus empresas y que entiende que las infraestructuras de hoy son la base de la prosperidad de mañana. Este RDL aporta también importantes herramientas para evitar nuevos apagones a la vez que nos ayuda a reducir la dependencia energética de terceros países, no es una cuestión ideológica. Es una cuestión estratégica y de futuro.
España puede ser líder en esta cuarta revolución industrial aprovechando la ventaja competitiva que nos aporta la energía fotovoltaica. Tenemos el sol, las empresas, el talento y la experiencia. Nos falta seguir avanzando en la regulación que permita desplegar todo ese potencial mientras nos da la seguridad de suministro que necesitamos. El Real Decreto-ley 7/2025 es esa pieza que falta. Como cuando apostamos por las grandes transformaciones del pasado, tenemos delante una decisión que marcará nuestro futuro energético. Una decisión que, esperemos, sepamos tomar con valentía y priorizando el progreso como país.
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