El nuevo hallazgo no sólo abre vías para poder desarrollar tratamientos dirigidos, sino que también beneficiaría al diagnóstico precoz.
Más información: El alzhéimer está viviendo su punto de inflexión: «Le vamos a perder el miedo como le perdimos miedo al cáncer» El nuevo hallazgo no sólo abre vías para poder desarrollar tratamientos dirigidos, sino que también beneficiaría al diagnóstico precoz.
Más información: El alzhéimer está viviendo su punto de inflexión: «Le vamos a perder el miedo como le perdimos miedo al cáncer»
En España, se estima que hay más de un millón de personas afectadas por alguna enfermedad neurodegenerativa. Las más comunes son el alzhéimer y el párkinson.
Aunque ha habido avances en los últimos años para ambas, aún se desconoce cómo conseguir frenar el deterioro que producen.
Para limitar su daño, una de las medidas más efectivas hasta la fecha es prestar atención a las señales que anuncian que estamos ante un posible caso.
Un nuevo estudio, publicado este miércoles en la revista Science Advances, ha encontrado relación entre sufrir algunos trastornos digestivos y un mayor riesgo de desarrollar las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.
Los autores aseguran que «este esfuerzo ilumina la interacción entre los factores implicados en el eje intestino-cerebro y abre vías para el tratamiento dirigido y el diagnóstico precoz».
El eje intestino-cerebro
En el trabajo se han utilizado los datos procedentes de más de 500.000 personas que estaban incluidos en registros clínicos disponibles en bases de datos de tres biobancos.
Los científicos investigaron las correlaciones entre 155 diagnósticos de trastornos nutricionales, metabólicos, digestivos y endocrinos.
Anteriores estudios ya habían sugerido que la gastritis debería tenerse en cuenta para valorar el riesgo de alzhéimer.
El que se publica ahora incluye la esofagitis, las infecciones intestinales bacterianas o la gastroenteritis como enfermedades intestinales que contribuyen a una mayor incidencia de estos trastornos neurodegenerativos.
No hubo una correlación estadísticamente significativa entre los años transcurridos entre el diagnóstico y el inicio de la neurodegeneración.
Pero sí que se descubrió que los trastornos intestinales se encuentran presentes previamente al diagnóstico de alzhéimer y párkinson; en concreto, pueden aparecer hasta 15 años antes.
Por este motivo, cobra especial importancia el prestar atención a estas patologías del intestino para hacer un seguimiento detallado con el que intentar realizar un diagnóstico temprano.
«El aparato digestivo con frecuencia es considerado como ‘el segundo cerebro’«, señala José Luis Lanciego, investigador en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, en declaraciones a Science Media Centre.
Esta consideración se debe a que cuenta con numerosas neuronas en su capa submucosa. Además, está conectado con el cerebro bidireccionalmente a través del nervio vago.
Años antes del diagnóstico
También «hay numerosas evidencias que demuestran un papel principal de la microbiota intestinal y sus alteraciones a la hora de desencadenar enfermedades neurodegenerativas cerebrales».
Un estudio, publicado en 2024, demostró que el daño en la mucosa del tracto gastrointestinal superior se asocia con un riesgo un 76% mayor de desarrollar párkinson.
También hay otras investigaciones que han demostrado que síntomas digestivos como el estreñimiento crónico, la dificultad para tragar y la gastroparesia suelen aparecer años antes de los síntomas motores del párkinson.
Por su parte, algunos trabajos han hallado un vínculo genético entre los trastornos del tracto gastrointestinal y el alzhéimer, identificando genes comunes.
Investigaciones más recientes han comprobado que la composición y el equilibrio de la microbiota intestinal se relaciona con el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa, incluso en fases presintomáticas.
Algunos estudios también han detectado un aumento de bacterias al género Phascolarctobacterium y una disminución de Bacteroides en aquellas personas que habían sido diagnosticadas de alzhéimer.
Estos hallazgos reflejan que una salud intestinal alterada puede representar un factor de riesgo para el párkinson y el alzhéimer.
elespanol – Salud