El álbum de la dana: relato de 12 meses de dolor, rabia y espíritu de resistencia

La peor gota fría del siglo dejó hace un año en la provincia de Valencia 229 muertos e imágenes difíciles de olvidar. Son estampas de destrucción y de dolor, de rabia e indignación, pero en el álbum de la catástrofe también se han abierto hueco imágenes cargadas de belleza, como las que muestran la solidaridad entre vecinos y desconocidos o la habilidad de un grupo de niños para levantar sobre el barro las primeras dosis de normalidad. Este es el relato fotográfico de la dana en los últimos 12 meses: el camino desde la devastación a la reconstrucción y la justicia.

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Rogelio Heredia se reencuentra el 27 de noviembre de 2024 con su hermana Rosa María  en Benetússer. Bomberos trabajando en el aparcamiento del centro comercial Bonaire, el 3 de noviembre del año pasado. La reina Letizia, con la cara manchada de barro, durante su visita a Paiporta el 3 de noviembre de 2024. Manifestación multitudinaria en Valencia para pedir la dimisión de Mazón el 9 de noviembre de 2024.  Rescatadores, supervivientes, militares y voluntarios analizan con EL PAÍS las imágenes imborrables de la peor gota frío del siglo  

La peor gota fría del siglo dejó hace un año en la provincia de Valencia 229 muertos e imágenes difíciles de olvidar. Son estampas de destrucción y de dolor, de rabia e indignación, pero en el álbum de la catástrofe también se han abierto hueco imágenes cargadas de belleza, como las que muestran la solidaridad entre vecinos y desconocidos o la habilidad de un grupo de niños para levantar sobre el barro las primeras dosis de normalidad. Este es el relato fotográfico de la dana en los últimos 12 meses: el camino desde la devastación a la reconstrucción y la justicia.

Muertes evitables

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—Si más gente hubiera evitado coger el coche el día de la dana, ¿se habrían salvado muchas vidas?

—Seguro.

Así lo aseguraba a este periódico, apenas una semana después, Annika Coll, bombera con casi 25 años de experiencia (participó en los operativos para los terremotos de Haití, Chile, Turquía y Marruecos; en los de grandes incendios forestales en España, en la gran nevada de Filomena…— y jefa de Ericam, el equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid, cuyo primer ofrecimiento de ayuda fue rechazado por la Generalitat valenciana. Y así figura por escrito, desde el pasado febrero, en el sumario de la investigación sobre la gestión de la riada, donde decenas de testimonios han llevado a la jueza Nuria Ruiz Tobarra a considerar que la mayoría de muertes fueron “evitables” porque se produjeron antes de que las autoridades valencianas enviaran, a las 20.11, un mensaje de alerta a móviles que pedía “evitar cualquier desplazamiento en la provincia de Valencia”. Para entonces, demasiada gente había cogido el coche o bajado al garaje para tratar de salvarlo. El tardío mensaje de alerta —el 112 recibió más de 15.000 llamadas de socorro antes de que el Gobierno de Mazón lo enviara— tampoco pedía a la gente que tratara de permanecer en pisos o zonas altas. Un total de 103 cuerpos sin vida fueron hallados en las plantas bajas de viviendas, aparcamientos y sótanos, según el Centro de Integración de Datos. Solo en el garaje del número 4 de la calle Mariano Brull, en la pedanía de La Torre (Valencia), ocho personas murieron ahogadas en el garaje.

El relato de los supervivientes: rescates y reencuentros

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Mohamed, marroquí, escayolista, residente en España desde 2001, y su vecino Daniel, colombiano, solicitante de asilo, ambos vecinos de Massanassa, salvaron, el día de la dana, a seis personas. “Yo estaba en casa. Eran las 19.45 —media hora antes de que la Generalitat mandara el mensaje de alerta a móviles— y Daniel llamó a la puerta para decirme que había un chico que necesitaba ayuda. Nos asomamos al balcón y vimos que estaba encima de una furgoneta. Lo subimos por la ventana hasta mi casa. Luego pasó lo mismo con tres chicas que trabajan en el supermercado y que estaban atrapadas en una esquina. Atamos siete sábanas y las enganchamos al balcón, como si fuera una cuerda. A otro chico también lo pudimos subir, pero a su madre no, se la llevó el agua”. Cuatro meses y medio después de la dana, Mazón vinculó inmigración y delincuencia y reclamó el listado, por nacionalidad, de quienes participaron en los actos de pillaje tras la dana, cuestión prioritaria, dijo, para “la reconstrucción”. Mohamed recuerda hoy lo obvio: “Malos y buenos los hay de cualquier parte”. Y añade: “Yo he tenido muchos jefes, y los que me estafaron eran españoles”.

Vecinos de los pueblos devastados por la riada afrontan todavía hoy un complicado papel, el de supervivientes. Supone, en algunos casos, sufrir por los que no se salvaron, el hijo a la que la fuerza del agua apartó de su lado, todas las vidas que se escurrieron entre las manos… Perder, como Rosa María Heredia, la casa, el negocio, los álbumes de fotos… y celebrar un mes después con un abrazo largo el reencuentro con su hermano Rogelio, custodio de sus recuerdos.

140.000 vehículos desguazados

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Durante la dana, los coches bajaron por las calles como peces en un río, hasta quedar amontonados como si fueran juguetes. María Castells, dueña, con su hermana Charo, de la guardería Mamá Pato de Paiporta, cuenta que los críos juegan ahora a apilarlos porque la imagen de los cementerios de vehículos en cada esquina se les ha quedado grabada para siempre. Solo en esta localidad de 27.000 habitantes fueron retirados 14.000, según informa el consistorio del municipio. En Picanya, el 91,5% del parque móvil de la localidad se vio afectado por la riada. En total, la dana destrozó 140.000 vehículos que fueron retirados en un plan conjunto de la Generalitat y los Ayuntamientos afectados, según la Conselleria de Medio Ambiente. El Gobierno valenciano, en colaboración con la Diputación de Valencia, la Guardia Civil, el Consorcio de Compensación de Seguros y la Dirección General de Tráfico, creó una aplicación, Localitza Vehicle, para que los dueños pudieran, mediante el número de matrícula, saber dónde estaba su coche y solicitar la indemnización correspondiente. Muchos coches destrozados por la dana acabaron en desguaces de Madrid, Aragón y Galicia.

La mayor operación militar en tiempo de paz

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La de la dana, como destacó el rey Felipe, ha sido la mayor operación militar en tiempo de paz. El despliegue abarcó a 30.000 efectivos —hasta 8.500 simultáneamente sobre el terreno—, durante cinco meses en los que realizaron 12.552 misiones relacionadas con la búsqueda de desaparecidos; rescates; achique y extracción de lodo; limpieza de garajes; extracción de vehículos de cauces de ríos y barrancos; instalación de puentes provisionales; abastecimiento a la población de agua, alimentos y productos de primera necesidad y evaluación de infraestructuras. Su zona de actuación, 4.608 kilómetros cuadrados, equivale al 43% de la provincia de Valencia, donde 72 municipios se vieron afectados por la devastadora riada. Ya nadie cuestiona hoy la utilidad de la Unidad Militar de Emergencias (UME), a la que el PP se refirió despectivamente como “capricho faraónico” y “despilfarro” cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero la creó en 2005, tres años después del hundimiento del Prestige. Sin embargo, durante su misión en la dana también fue utilizada para la bronca política.

Un audio grabado por TVE permitió desmentir a la consejera de Justicia e Interior de la Generalitat, Salomé Pradas, responsable de Emergencias, cuando negó los ofrecimientos para la intervención de la unidad. “La UME se ha puesto a disposición de poder desplazarse aquí”, se la oye decir. De hecho, el teniente general Javier Marcos, había ordenado a las 7.47 de la mañana de ese día suspender todas las actividades programadas por el Batallón de Intervención en Emergencias III, con base en Bétera (Valencia) y preparar material por si fuera necesaria su salida urgente. Cuando la Generalitat aceptó, por fin, la intervención de la UME para la zona de Utiel —tras enviar mal el formulario de solicitud, que pedía ”desmovilización” en lugar de ”movilización”— la situación se había agravado tanto debido a las lluvias torrenciales que solo 56 de los militares lograron llegar al destino de la misión asignada porque los 40 restantes se quedaron rescatando a gente que se encontraban por el camino. También Mazón trató de exculparse involucrando al Ejército. Aseguró que el Ejecutivo había “escatimado el envío de militares” porque los recursos “se asignaban en relación a cuánto creían que iban a ayudar o perjudicar a la Generalitat” y para “debilitar al rival político”, cuando él mismo había señalado previamente cómo era su Gobierno —al mando de la emergencia, ya no que no pidió activar el nivel 3 que hubiera trasladado ese poder a La Moncloa— el que solicitaba los medios que precisaba. El PP también manipuló una declaración de Sánchez, el famoso “si quieren ayuda, que la pidan”. Lo que realmente dijo el presidente fue: “Quiero reiterar a la ciudadanía lo que, desde el primer momento, todos los miembros del comité de crisis del Gobierno de España y yo personalmente he trasladado al Govern de la Generalitat valenciana y al presidente Mazón: El Gobierno central está listo para ayudar. Si necesita más recursos, que los pida. No hace falta priorizar unos municipios sobre otros, ni jerarquizar tareas. Se prioriza cuando faltan medios y ese no es el caso”.

Toneladas de barro… y de solidaridad

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Miles de voluntarios organizados a través de redes sociales acudieron a las zonas afectadas por la dana. Llegaban a pie, ante la imposibilidad inicialmente de utilizar las carreteras, pertrechados con rastrillos, cubos, agua, comida… “Dinero no tenemos, pero manos sí”, explicaba Luz María, estudiante de 16 años de Alboraia. La pasarela que conecta el barrio de San Marcelino con La Torre y el resto de la zona cero de l’Horta Sud se convirtió en un reguero humano de hombres y mujeres de todas las edades dispuestos a ayudar en lo que pudieran. “Fue increíble ver a tanta gente de tantos sitios, cada uno con lo que podía, bocadillos, cosas de limpiar, ropa… ”, recuerda Aniuska Dolz, presidenta de la asociación de vecinos de La Torre, que colocó una placa con el nuevo nombre de la pasarela: “El puente de la solidaridad”. En junio, organizaron un homenaje para ellos. También los artistas Paco Roca y Martín Forés pintaron un mural en el barrio de San Marcelino para celebrar la explosión de solidaridad tras la catástrofe de 16 metros de ancho. También las fachadas en pie de las localidades devastadas por la dana se llenaron de pintadas de agradecimiento a los voluntarios, muchas de ellas escritas con barro. El que había logrado salvar su coche, se lo ofrecía a otros; vecinos que apenas habían hablado entre ellos hasta el día de la dana empezaron a comportarse como una familia, prestándose lo que no tenían, asesorándose sobre la solicitud de indemnizaciones. Cada uno aportó lo que sabía. Óscar Ullastres, electricista residente en Madrid, se plantó un día en la zona cero de la dana con su furgoneta, sus herramientas y ganas de devolver la luz. Pau Palaus y Manuel Barandiarán, payasos de Contaminando Sonrisas, hicieron lo propio con pintura para la cara y la determinación de hacer reír a los que lo habían perdido todo. El electricista y los payasos se encontraron en Paiporta. El primero había parado a comerse un bocadillo y descansar. Cuando Pau se sentó a su lado a hacerle bromas, no pareció hacerle mucha gracia, pero de repente, se rompió, emocionado. La escena se repitió durante toda la mañana: primero, la emoción, las lágrimas, luego, la risa, probablemente la primera.

El poder de una pelota sin dueño

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Tres semanas después de la dana se hizo viral el vídeo de un grupo de niños con manchas de barro hasta la cintura que jugaba al fútbol sobre el fango en Aldaia, una de las localidades más afectadas. Rodeados de lo que parecía una lavadora, lo que había sido un sofá, lo que algún día había servido de colchón y delante de un vecino que limpiaba su garaje, ellos disfrutaban de una pachanga improvisada. La pelota, es decir, la oportunidad de distraerse de todo lo que habían visto y vivido, la encontraron en la calle. Apareció el balón y surgieron los amigos. Por redes sociales circulaban vídeos parecidos: bomberos que hacían una pausa en Alfafar, sin quitarse el casco, para jugar al fútbol con niños, utilizando dos árboles que quedaron en pie a modo de portería, o que peloteaban con un pequeño en otra calle arrasada en Paiporta. Tras el naufragio, poco a poco, surgían islas, espacios para hacer rodar una pelota, para volver a empezar.

La industria del bulo

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La dana sometió a la industria del bulo a una actividad frenética. El programa Horizonte, una de sus fábricas, mintió sobre las supuestas víctimas del aparcamiento de Bonaire, en Aldaia, donde aseguraron que había muchos cadáveres y finalmente no fue hallado ninguno. Rubén Gisbert (152.000 seguidores en X; 164.000 en Instagram; 642.000 suscriptores en su canal de YouTube) aseguró que en el parking había tiques de entrada —hasta 700, dijo— de personas que no habían salido, es decir, que habían muerto en la riada, y que las autoridades estaban intentando taparlo. “Datos oficiales”, subrayó. “Que se diga a estas horas esa cifra oficial de muertos, viendo lo que vimos y sabiendo lo que saben, es una ignominia, una jodida vergüenza para el pueblo español. Basta ya. Queremos la verdad”, tuiteó su jefe, Iker Jiménez. En su primera emisión tras el desmentido, una de sus colaboradoras, Beatriz Talegón, especuló ante 2,9 millones de espectadores únicos: “Alguien está generando caos para venir a imponer un orden. Me consta la operación de inteligencia, la trampa desarrollada en la que, por desgracia, algunos habéis caído. Esas fuentes que te han informado, Iker, estaban haciendo un trabajo”. El líder de Desokupa, Daniel Esteve, hizo circular que el Gobierno estaba sacando los muertos a escondidas de allí.

En redes sociales cuentas falsas publicaron fotomontajes de Cruz Roja dando las gracias a Pedro Sánchez con pintadas en las zonas más afectadas. La etiqueta #NiUnEuroACruzRoja llegó a ser tendencia en X con mensajes que sugerían que el dinero se iba a pagar a su personal en lugar de ayudar a las víctimas y con multitud de imágenes que trataban de contraponer, como si fuera una competición desigual, la asistencia a los inmigrantes que llegan en patera con la de los damnificados por la riada en Valencia.

Una reina con barro en la cara

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La visita de Felipe VI y doña Letizia a Paiporta el 3 de noviembre de 2024 dejó una imagen insólita: la de una reina con la cara manchada de barro. Se lo habían arrojado vecinos furiosos con la gestión de la riada y con la presencia de las autoridades en una localidad arrasada y conmocionada por la tragedia. “No era el día de venir aquí”, le dijeron algunos vecinos a los Reyes. “Estáis bloqueando el movimiento de todos los camiones. Llevamos dos horas aquí parados por ustedes”, les reprochó otro. La visita había sido una iniciativa de la propia Casa del Rey. y el equipo de seguridad del jefe del Ejecutivo, que los acompañaba, decidió evacuarlo para evitar una escalada de violencia después de que un grupo de personas le arrojaran un palo y destrozaran las lunas de uno de los vehículos de la comitiva. Los Reyes se desplazaron dos semanas después de los incidentes a otras dos localidades afectadas por la dana, Chiva y Utiel, en un ambiente radicalmente distinto. En esta ocasión, recibieron aplausos de los vecinos y las críticas se centraron en el presidente valenciano, Carlos Mazón, que los acompañaba.

12 meses de rabia e indignación

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Miles de valencianos han salido a la calle para pedir la dimisión de Mazón en 12 manifestaciones tras la dana que devastó 72 municipios. Desde la primera protesta multitudinaria, el 9 de noviembre de 2024, la indignación ha ido aumentando a medida que se conocían nuevos detalles sobre la actitud y la actividad del presidente valenciano en la jornada en la que los valencianos más lo necesitaban. Mazón minusvaloró el riesgo y llegó a burlarse de las medidas de precaución tomadas por otras instituciones valencianas. Esa mañana, antes de una reunión con la patronal y los sindicatos, Mazón, según atestiguan dos personas presentes en el corrillo en el que se produjo el comentario, despreció la prudencia de las universidades, que habían convocado sus propios comités de emergencia y suspendido las clases. También llegó a asegurar que el temporal remitiría a partir de las 18.00 —posteriormente, eliminó el vídeo que recogía esas declaraciones de su cuenta de X—.

La agenda oficial del presidente de la Generalitat no incluía el evento que acaparó buena parte de su jornada laboral ese día, una comida en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana, a la que quería ofrecer un cargo en la televisión pública, À punt. No fue Mazón, sino los medios de comunicación, quienes informaron de esa comida, ya que en un primer momento, el Gobierno valenciano aseguró que estaba en el Palau a las cinco de la tarde pendiente del desarrollo de la reunión del Cecopi, que había comenzado a esa hora. El presidente valenciano dio, posteriormente, varias versiones sobre ese encuentro con Vilaplana: que era un almuerzo “de trabajo”; una “comida privada”, una reunión en calidad de líder del PP valenciano, no como presidente de la comunidad… Vilaplana relató, finalmente, que abandonó el restaurante entre las 18.30 y las 18.45 y que durante su encuentro, Mazón recibió llamadas de manera continuada pero que no le transmitió “ninguna inquietud”.

La causa judicial: “Indicios abrumadores de conducta negligente”

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Tras el desastre humano y material provocado por la dana, el presidente valenciano trató de exculparse alegando falta de información sobre el riesgo, algo que ha sido desmentido en la instrucción de la causa que instruye la jueza de Catarroja Nuria Ruiz Tobarra. “Las afirmaciones que fuera del proceso se viertan por cualquier medio o persona, sobre la falta de información de cauces y barrancos, sobre la causa del envío del sistema ES Alert a las 20.11 horas relacionándola solo con la presa de Forata, la ausencia de alerta hidrológica por la tarde en el barranco del Poyo, se han de situar en la mera ficción o en la autoficción “.

Mazón está aforado y solo puede ser imputado por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia. La jueza de Catarroja le ha ofrecido en dos ocasiones declarar voluntariamente, pero el presidente de la Generalitat lo ha rechazado. La magistrada ha imputado a la exconsejera de Justicia e Interior Salomé Pradas al estimar que existen “indicios abrumadores de conducta negligente” por su parte. Pradas, la consejera que mintió sobre el ofrecimiento de la UME, y que fue posteriormente sustituida por Mazón, desconocía hasta la tarde de la dana la existencia del sistema ES Alert, que permite a las autoridades enviar mensajes directos de manera masiva a los teléfonos móviles de una determinada zona de cobertura, como finalmente se hizo a las 20.11, cuando ya era demasiado tarde. Tanto ella como Mazón insistieron en que esa herramienta no estaba en vigor ni incluida en los protocolos, pero la Generalitat la había presentado en público en octubre de 2022 y una circular del Gobierno valenciano de 2024 precisamente sobre “prevención de inundaciones” especificaba: “Desde este año está activo el sistema de alerta a la población ES Alert (…) que permite el envío de mensajes a los teléfonos móviles de aquellas situaciones de especial gravedad y que impliquen actuaciones por parte de las personas receptoras. Es un sistema de amplio alcance”.

El árbol que sobrevivió a todas las riadas, símbolo de la resistencia de Paiporta

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Este eucalipto centenario, de 20,6 metros de altura, ubicado en Paiporta, en el barranco del Poyo, sobrevivió a la riada de 1957 y a la de octubre de 2024. “Cuando los plantaron eran tres eucaliptos”, explica Alejandro Sánchez, responsable de las áreas de Reconstrucción y Transición Ecológica del Ayuntamiento, “pero la riada anterior se llevó los otros dos. El pueblo lo ha convertido en un símbolo de la resistencia. La dana se llevó por delante la mayoría de los árboles. En las imágenes aéreas hay calles enteras que antes estaban llenas y en las que ahora no queda ninguno. Y muchos de los pocos que quedaron en pie tuvimos que talarlos por seguridad, porque se quedaron muy afectados”. Algunos de esos árboles, añade, salvaron vidas. “Hubo gente que se pasó horas subida a un árbol hasta que pudieron rescatarlos”. Óscar Pellicer, concejal de Medio Ambiente en Paiporta, cuenta cómo la policía foral se ofreció a ayudar a la empresa municipal para limpiar el eucalipto centenario del barranco del Poyo, que forma parte del Catálogo de Árboles Monumentales y Singulares de la Comunidad Valenciana. ”Queremos presentarlo al concurso nacional de árboles y luego al europeo por todo lo que simboliza. Se lo ha ganado”.

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