El Congo y Ruanda ponen fin a 30 años de guerras y casi seis millones de muertos

Representantes de los Gobiernos de República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda han firmado este viernes en Washington un acuerdo de paz que pone fin a casi 30 años de conflicto (desde la primera guerra del Congo, 1996-1997) y alrededor de seis millones de muertos. Algunos analistas consultados por ABC consideran que este acuerdo es sólo «un primer paso» para satisfacer a todas las partes.El acuerdo ha sido firmado por la ministra de Asuntos Exteriores de la RDC, Thérèse Kayikwamba , y su homólogo ruandés, James Kabarebe , y en presencia del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio .Las guerras entre ambos países han tenido un resurgimiento importante en los últimos cuatro años, cuando se han producido las mayores incursiones del M-23 -grupo rebelde financiado por Ruanda- en el este del Congo. Entre enero y abril de este año, el M-23 dio un paso más en su afán por conquistar territorio congoleño y se hizo con las ciudades estratégicas de Goma y Bukavu. Esta última guerra ha dejado un reguero de más de 5.000 muertos, según la ONU.Noticia Relacionada estandar Si El Congo y Ruanda pactan un histórico acuerdo de paz con la mediación de EE.UU. Gabriel González-Andrío Después de casi cuatro meses de duros enfrentamientos, firmarán el tratado el 27 de junio en WashingtonLa principal causa del histórico enfrentamiento entre ambos países ha sido la riqueza mineral -especialmente cobalto, coltán y oro- que posee la RDC en el este del país. De hecho, el Congo posee hoy más del 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán, mineral clave para la fabricación de baterías de coches eléctricos, smartphones, tablets, ordenadores, etc.Esta lucha por los minerales ha supuesto la implicación de grandes potencias como Estados Unidos y Reino Unido, que han encontrado en Ruanda y su presidente Paul Kagame un aliado para competir con el poderío de China en la RDC.Cinco pilaresOtro de los factores que han generado inestabilidad en el este de la RDC ha sido la proliferación de grupos armados. En la actualidad se calcula que están operando más de cien grupos en esa zona, lo que ha provocado duros enfrentamientos entre las fuerzas armadas congoleñas (FARDC), el M23 y el resto de milicias.La pregunta del millón es qué compromisos conlleva este histórico acuerdo y si realmente será viable. Según el movimiento Resistencia Congoleña (Résistant Congolaise en francés), el acuerdo se basa en cinco pilares fundamentales , diseñados para desactivar un conflicto que ha transformado el este de la RDC en un campo de batalla permanente.Por un lado, y según esta fuente, la RDC y Ruanda se comprometen a respetar sus fronteras y a prohibir toda forma de agresión militar. Se prohíben, por tanto, las incursiones transfronterizas, al menos en teoría. Este compromiso es una respuesta directa a las tensiones alimentadas por la injerencia ruandesa, en particular a través del M23.El acuerdo también exige la retirada y el desarme de los grupos armados no estatales, con especial atención al M23. «Para Kinshasa es un grupo terrorista que debe ser aplastado; para Kigali, un actor que debe ser integrado. ¿El compromiso?: la reintegración condicional a un diálogo nacional, una apuesta arriesgada que podría sofocar la violencia o reavivar las llamas», explican.Por otro lado, se establecerá un mecanismo conjunto de coordinación de seguridad, basado en el Concepto de Operaciones de Luanda (CONOPS), firmado en 2024. El objetivo: permitir que la RDC y Ruanda vigilen conjuntamente sus fronteras y garanticen el cumplimiento del acuerdo. «Esta cooperación sin precedentes requerirá un nivel de confianza aún frágil», subrayan.También se ha puesto sobre la mesa que cientos de miles de desplazados puedan regresar a sus hogares, y las ONG humanitarias tendrían un acceso más fácil a la región. MineralesEl acuerdo pone gran énfasis en la integración económica regional. El cobalto, el litio y otros recursos congoleños transitarán por Ruanda para su refinamiento y exportación, con la inversión occidental a la vista. Una ventaja para atraer miles de millones de dólares y contrarrestar la influencia china.Este acuerdo, según la Resistencia Congoleña, «impone unas condiciones draconianas que podrían determinar su éxito o fracaso», como por ejemplo que Washington exige la retirada completa de las fuerzas ruandesas del este del Congo: entre 7.000 y 12.000 soldados, según estimaciones estadounidenses. Este punto sigue siendo un ultimátum innegociable.Asimismo, las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), remanente del genocidio de 1994, deberán ser neutralizadas mediante una acción conjunta. «Para Ruanda, esto es una prioridad absoluta; para la RDC, una tarea compleja en un territorio minado por milicias», explican.Otro tema caliente es el estado de sitio en Kivu del Norte e Ituri , vigente desde 2021, que debería levantarse para restablecer el gobierno civil. Un símbolo poderoso, pero un desafío para Kinshasa ante la persistente inseguridad.Para este movimiento, «el optimismo de los diplomáticos choca con la brutal realidad. La desconfianza entre Kinshasa y Kigali, forjada por décadas de resentimiento, es un veneno lento. El estatus del M-23 aún divide: terroristas para algunos, socios para otros».Según parece, si se mantiene el acuerdo de paz, podría celebrarse una cumbre Tshisekedi-Kagame en el mes de julio . Pero la verdadera batalla comenzará después: retirar las tropas, desarmar a las milicias y lograr que la cooperación funcione. Representantes de los Gobiernos de República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda han firmado este viernes en Washington un acuerdo de paz que pone fin a casi 30 años de conflicto (desde la primera guerra del Congo, 1996-1997) y alrededor de seis millones de muertos. Algunos analistas consultados por ABC consideran que este acuerdo es sólo «un primer paso» para satisfacer a todas las partes.El acuerdo ha sido firmado por la ministra de Asuntos Exteriores de la RDC, Thérèse Kayikwamba , y su homólogo ruandés, James Kabarebe , y en presencia del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio .Las guerras entre ambos países han tenido un resurgimiento importante en los últimos cuatro años, cuando se han producido las mayores incursiones del M-23 -grupo rebelde financiado por Ruanda- en el este del Congo. Entre enero y abril de este año, el M-23 dio un paso más en su afán por conquistar territorio congoleño y se hizo con las ciudades estratégicas de Goma y Bukavu. Esta última guerra ha dejado un reguero de más de 5.000 muertos, según la ONU.Noticia Relacionada estandar Si El Congo y Ruanda pactan un histórico acuerdo de paz con la mediación de EE.UU. Gabriel González-Andrío Después de casi cuatro meses de duros enfrentamientos, firmarán el tratado el 27 de junio en WashingtonLa principal causa del histórico enfrentamiento entre ambos países ha sido la riqueza mineral -especialmente cobalto, coltán y oro- que posee la RDC en el este del país. De hecho, el Congo posee hoy más del 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán, mineral clave para la fabricación de baterías de coches eléctricos, smartphones, tablets, ordenadores, etc.Esta lucha por los minerales ha supuesto la implicación de grandes potencias como Estados Unidos y Reino Unido, que han encontrado en Ruanda y su presidente Paul Kagame un aliado para competir con el poderío de China en la RDC.Cinco pilaresOtro de los factores que han generado inestabilidad en el este de la RDC ha sido la proliferación de grupos armados. En la actualidad se calcula que están operando más de cien grupos en esa zona, lo que ha provocado duros enfrentamientos entre las fuerzas armadas congoleñas (FARDC), el M23 y el resto de milicias.La pregunta del millón es qué compromisos conlleva este histórico acuerdo y si realmente será viable. Según el movimiento Resistencia Congoleña (Résistant Congolaise en francés), el acuerdo se basa en cinco pilares fundamentales , diseñados para desactivar un conflicto que ha transformado el este de la RDC en un campo de batalla permanente.Por un lado, y según esta fuente, la RDC y Ruanda se comprometen a respetar sus fronteras y a prohibir toda forma de agresión militar. Se prohíben, por tanto, las incursiones transfronterizas, al menos en teoría. Este compromiso es una respuesta directa a las tensiones alimentadas por la injerencia ruandesa, en particular a través del M23.El acuerdo también exige la retirada y el desarme de los grupos armados no estatales, con especial atención al M23. «Para Kinshasa es un grupo terrorista que debe ser aplastado; para Kigali, un actor que debe ser integrado. ¿El compromiso?: la reintegración condicional a un diálogo nacional, una apuesta arriesgada que podría sofocar la violencia o reavivar las llamas», explican.Por otro lado, se establecerá un mecanismo conjunto de coordinación de seguridad, basado en el Concepto de Operaciones de Luanda (CONOPS), firmado en 2024. El objetivo: permitir que la RDC y Ruanda vigilen conjuntamente sus fronteras y garanticen el cumplimiento del acuerdo. «Esta cooperación sin precedentes requerirá un nivel de confianza aún frágil», subrayan.También se ha puesto sobre la mesa que cientos de miles de desplazados puedan regresar a sus hogares, y las ONG humanitarias tendrían un acceso más fácil a la región. MineralesEl acuerdo pone gran énfasis en la integración económica regional. El cobalto, el litio y otros recursos congoleños transitarán por Ruanda para su refinamiento y exportación, con la inversión occidental a la vista. Una ventaja para atraer miles de millones de dólares y contrarrestar la influencia china.Este acuerdo, según la Resistencia Congoleña, «impone unas condiciones draconianas que podrían determinar su éxito o fracaso», como por ejemplo que Washington exige la retirada completa de las fuerzas ruandesas del este del Congo: entre 7.000 y 12.000 soldados, según estimaciones estadounidenses. Este punto sigue siendo un ultimátum innegociable.Asimismo, las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), remanente del genocidio de 1994, deberán ser neutralizadas mediante una acción conjunta. «Para Ruanda, esto es una prioridad absoluta; para la RDC, una tarea compleja en un territorio minado por milicias», explican.Otro tema caliente es el estado de sitio en Kivu del Norte e Ituri , vigente desde 2021, que debería levantarse para restablecer el gobierno civil. Un símbolo poderoso, pero un desafío para Kinshasa ante la persistente inseguridad.Para este movimiento, «el optimismo de los diplomáticos choca con la brutal realidad. La desconfianza entre Kinshasa y Kigali, forjada por décadas de resentimiento, es un veneno lento. El estatus del M-23 aún divide: terroristas para algunos, socios para otros».Según parece, si se mantiene el acuerdo de paz, podría celebrarse una cumbre Tshisekedi-Kagame en el mes de julio . Pero la verdadera batalla comenzará después: retirar las tropas, desarmar a las milicias y lograr que la cooperación funcione.  

Representantes de los Gobiernos de República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda han firmado este viernes en Washington un acuerdo de paz que pone fin a casi 30 años de conflicto (desde la primera guerra del Congo, 1996-1997) y alrededor de seis millones … de muertos. Algunos analistas consultados por ABC consideran que este acuerdo es sólo «un primer paso» para satisfacer a todas las partes.

El acuerdo ha sido firmado por la ministra de Asuntos Exteriores de la RDC, Thérèse Kayikwamba, y su homólogo ruandés, James Kabarebe, y en presencia del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio.

Las guerras entre ambos países han tenido un resurgimiento importante en los últimos cuatro años, cuando se han producido las mayores incursiones del M-23 -grupo rebelde financiado por Ruanda- en el este del Congo. Entre enero y abril de este año, el M-23 dio un paso más en su afán por conquistar territorio congoleño y se hizo con las ciudades estratégicas de Goma y Bukavu. Esta última guerra ha dejado un reguero de más de 5.000 muertos, según la ONU.

La principal causa del histórico enfrentamiento entre ambos países ha sido la riqueza mineral -especialmente cobalto, coltán y oro- que posee la RDC en el este del país. De hecho, el Congo posee hoy más del 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán, mineral clave para la fabricación de baterías de coches eléctricos, smartphones, tablets, ordenadores, etc.

Esta lucha por los minerales ha supuesto la implicación de grandes potencias como Estados Unidos y Reino Unido, que han encontrado en Ruanda y su presidente Paul Kagame un aliado para competir con el poderío de China en la RDC.

Cinco pilares

Otro de los factores que han generado inestabilidad en el este de la RDC ha sido la proliferación de grupos armados. En la actualidad se calcula que están operando más de cien grupos en esa zona, lo que ha provocado duros enfrentamientos entre las fuerzas armadas congoleñas (FARDC), el M23 y el resto de milicias.

La pregunta del millón es qué compromisos conlleva este histórico acuerdo y si realmente será viable.

Según el movimiento Resistencia Congoleña (Résistant Congolaise en francés), el acuerdo se basa en cinco pilares fundamentales, diseñados para desactivar un conflicto que ha transformado el este de la RDC en un campo de batalla permanente.

Por un lado, y según esta fuente, la RDC y Ruanda se comprometen a respetar sus fronteras y a prohibir toda forma de agresión militar. Se prohíben, por tanto, las incursiones transfronterizas, al menos en teoría. Este compromiso es una respuesta directa a las tensiones alimentadas por la injerencia ruandesa, en particular a través del M23.

El acuerdo también exige la retirada y el desarme de los grupos armados no estatales, con especial atención al M23. «Para Kinshasa es un grupo terrorista que debe ser aplastado; para Kigali, un actor que debe ser integrado. ¿El compromiso?: la reintegración condicional a un diálogo nacional, una apuesta arriesgada que podría sofocar la violencia o reavivar las llamas», explican.

Por otro lado, se establecerá un mecanismo conjunto de coordinación de seguridad, basado en el Concepto de Operaciones de Luanda (CONOPS), firmado en 2024. El objetivo: permitir que la RDC y Ruanda vigilen conjuntamente sus fronteras y garanticen el cumplimiento del acuerdo. «Esta cooperación sin precedentes requerirá un nivel de confianza aún frágil», subrayan.

También se ha puesto sobre la mesa que cientos de miles de desplazados puedan regresar a sus hogares, y las ONG humanitarias tendrían un acceso más fácil a la región.

Minerales

El acuerdo pone gran énfasis en la integración económica regional. El cobalto, el litio y otros recursos congoleños transitarán por Ruanda para su refinamiento y exportación, con la inversión occidental a la vista. Una ventaja para atraer miles de millones de dólares y contrarrestar la influencia china.

Este acuerdo, según la Resistencia Congoleña, «impone unas condiciones draconianas que podrían determinar su éxito o fracaso», como por ejemplo que Washington exige la retirada completa de las fuerzas ruandesas del este del Congo: entre 7.000 y 12.000 soldados, según estimaciones estadounidenses. Este punto sigue siendo un ultimátum innegociable.

Asimismo, las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), remanente del genocidio de 1994, deberán ser neutralizadas mediante una acción conjunta. «Para Ruanda, esto es una prioridad absoluta; para la RDC, una tarea compleja en un territorio minado por milicias», explican.

Otro tema caliente es el estado de sitio en Kivu del Norte e Ituri, vigente desde 2021, que debería levantarse para restablecer el gobierno civil. Un símbolo poderoso, pero un desafío para Kinshasa ante la persistente inseguridad.

Para este movimiento, «el optimismo de los diplomáticos choca con la brutal realidad. La desconfianza entre Kinshasa y Kigali, forjada por décadas de resentimiento, es un veneno lento. El estatus del M-23 aún divide: terroristas para algunos, socios para otros».

Según parece, si se mantiene el acuerdo de paz, podría celebrarse una cumbre Tshisekedi-Kagame en el mes de julio. Pero la verdadera batalla comenzará después: retirar las tropas, desarmar a las milicias y lograr que la cooperación funcione.

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