Si el uso del efectivo sigue cayendo en Europa al ritmo que lo ha hecho durante los últimos diez años, en poco tiempo podría desaparecer. No es un escenario imposible, menos aún con la creciente popularidad de opciones como Bizum, Alipay o las criptodivisas , que amenazan con acelerar la digitalización de la economía. Desde 2016, el número de transacciones efectuadas en billetes y monedas en la eurozona se ha desplomado, pasando de representar el 79% del total al 52% actual, y el efectivo ya es solo el 13% del agregado monetario M1, un indicador que mide la cantidad de dinero existente tomando los depósitos bancarios y el metálico (ver gráfico). Esto amenaza con llevar la política monetaria a un terreno desconocido, pues desde que aparecieron los primeros bancos centrales modernos, allá por el siglo XIX, nunca se habían enfrentado a la extinción del único tipo de dinero de curso legal que está en manos de los ciudadanos.Noticia Relacionada El precio del dinero, en el 2% estandar Si El BCE baja tipos por octava vez: así afecta a tu hipoteca Daniel Caballero La institución monetaria deja el precio del dinero en el 2%, lo cual tiene impacto sobre los préstamos para viviendaEl Banco Central Europeo (BCE) no quiere que ese escenario se haga realidad. Según ha explicado en varias publicaciones, porque dejaría de ser capaz de llevar a cabo una política monetaria soberana y efectiva y, en última instancia, de asegurar la estabilidad de precios, que es su objetivo principal. Y la respuesta que ha planteado el organismo que preside Christine Lagarde es la creación de un euro digital, una moneda pública que existiría solamente en cuentas virtuales y que serviría para pagos con tarjeta, a través del móvil (con un dispositivo ‘contactless’ que funcionaría incluso sin conexión a Internet) y ‘online’. Sería idéntica al dinero que existe en las cuentas bancarias , con la diferencia fundamental, y ahí está la clave, de que se trataría de una moneda de curso legal; es decir, de obligación aceptada en todos los comercios, una protección que en la eurozona solo tienen las monedas y billetes, no las tarjetas u otros medios de pago. El BCE insiste en que con esta iniciativa no pretende sustituir el efectivo sino complementarlo, pero aun así la propuesta ha alimentado no pocas teorías de la conspiración . Al supervisor europeo le está resultando difícil explicarla, pues sus razones tienen que ver con conceptos macroeconómicos ajenos al lenguaje común. Por ejemplo, la diferencia entre dinero ‘público’ y ‘comercial’, un matiz que en este caso es importante. En la jerga macroeconómica, el primero es el que emite un banco central, está garantizado por el Estado que hay detrás y solo existe en dos formatos: el efectivo y las reservas que los bancos comerciales tienen en el banco central.Luego está el dinero comercial, que es nada más y nada menos que el 97% del que existe en Europa. Básicamente, es el que crea la banca privada al ofrecer préstamos o hipotecas. Está garantizado por el emisor, pero en realidad la confianza del público en su valor descansa en una regulación estricta, mecanismos como los seguros de depósitos (El Fondo de Garantía de Depósitos, en España) y su capacidad para sacarlo del banco y guardarlo en casa. Distinto del dinero bancario El euro digital existirá solo en cuentas virtuales, pero a diferencia del dinero que emite la banca privada, será de aceptación obligatoria en toda la eurozona y estará respaldado por el BCE.Lo más importante, para lo que hace al caso, es que las reservas de la banca comercial en el banco central y el crédito interbancario son los mecanismos que usa el BCE para intervenir en la economía, a través de los tipos de interés. Visto esto, podría deducirse que incluso en un escenario en el que no hubiera demanda de billetes y monedas por parte del público, la política monetaria podría seguir siendo efectiva, dado que la demanda de dinero público por parte de la banca privada seguiría existiendo, a través de las reservas. La cuestión ha sido motivo de debate entre los economistas a nivel teórico, pero el BCE tiene una opinión muy clara. Para explicarse, en reiteradas ocasiones el supervisor europeo ha puesto de ejemplo la situación que atravesó la eurozona en 2012, cuando la crisis financiera y de deuda en varios países –sobre todo en Grecia– llegó a plantear dudas sobre la supervivencia de la moneda común. ¿Valía lo mismo un euro en un banco alemán frente a un banco griego?Una crisis de confianzaSegún explicó el economista Jean-Pierre Landau en un artículo de 2021 para el Banco de España, si la gente mantuvo la confianza en la uniformidad del euro, es decir, en que un euro era un euro, independientemente de qué banco lo emitiera, se debió a la existencia de una versión de la moneda pública al alcance de todos. En la misma línea, en un discurso reciente uno de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, Philip R. Lane , definía la convertibilidad de los depósitos en metálico como el ancla de la política monetaria.La UE salió de la Gran Crisis con una mayor unión monetaria y un mayor control fiscal, pero las nuevas formas de digitalización amenazan con poner a prueba este esquema. Una de las cosas que más preocupa al BCE son las ‘stablecoins’, monedas digitales que se apoyan en algún activo seguro (el dólar en muchos casos) para minimizar su volatilidad pero que, a diferencia del dinero que emite la banca privada, aún no están aseguradas por un entorno regulatorio eficaz. En opinión de Philip R. Lane, esto incrementa el riesgo de que se produzcan pánicos bancarios similares a los que se dieron en Estados Unidos en el siglo XIX, cuando las entidades de crédito podían emitir su propio dinero, respaldado solo por Bonos del Tesoro. Además, sigue Lane, si las ‘stablecoins’ se popularizaran como depósitos de valor, sería a costa de los bancos, debilitando a unos actores que son fundamentales en el actual diseño de política monetaria. El euro digital, que en el escenario más optimista estará en vigor en 2029, se propuso como solución a la miríada de problemas que plantea la digitalización, incluyendo el monopolio de las estadounidenses Visa y Mastercard en los pagos digitales. Todo esto, sin renunciar al efectivo, que el BCE asegura que quiere proteger . No obstante, algunas organizaciones de la sociedad civil desconfían y señalan la paradoja de que vaya a imponer la distribución del euro digital mientras deja la gestión del metálico en manos de los Estados, algunos de los cuales han desprotegido esta forma de pago; caso de España. Si el uso del efectivo sigue cayendo en Europa al ritmo que lo ha hecho durante los últimos diez años, en poco tiempo podría desaparecer. No es un escenario imposible, menos aún con la creciente popularidad de opciones como Bizum, Alipay o las criptodivisas , que amenazan con acelerar la digitalización de la economía. Desde 2016, el número de transacciones efectuadas en billetes y monedas en la eurozona se ha desplomado, pasando de representar el 79% del total al 52% actual, y el efectivo ya es solo el 13% del agregado monetario M1, un indicador que mide la cantidad de dinero existente tomando los depósitos bancarios y el metálico (ver gráfico). Esto amenaza con llevar la política monetaria a un terreno desconocido, pues desde que aparecieron los primeros bancos centrales modernos, allá por el siglo XIX, nunca se habían enfrentado a la extinción del único tipo de dinero de curso legal que está en manos de los ciudadanos.Noticia Relacionada El precio del dinero, en el 2% estandar Si El BCE baja tipos por octava vez: así afecta a tu hipoteca Daniel Caballero La institución monetaria deja el precio del dinero en el 2%, lo cual tiene impacto sobre los préstamos para viviendaEl Banco Central Europeo (BCE) no quiere que ese escenario se haga realidad. Según ha explicado en varias publicaciones, porque dejaría de ser capaz de llevar a cabo una política monetaria soberana y efectiva y, en última instancia, de asegurar la estabilidad de precios, que es su objetivo principal. Y la respuesta que ha planteado el organismo que preside Christine Lagarde es la creación de un euro digital, una moneda pública que existiría solamente en cuentas virtuales y que serviría para pagos con tarjeta, a través del móvil (con un dispositivo ‘contactless’ que funcionaría incluso sin conexión a Internet) y ‘online’. Sería idéntica al dinero que existe en las cuentas bancarias , con la diferencia fundamental, y ahí está la clave, de que se trataría de una moneda de curso legal; es decir, de obligación aceptada en todos los comercios, una protección que en la eurozona solo tienen las monedas y billetes, no las tarjetas u otros medios de pago. El BCE insiste en que con esta iniciativa no pretende sustituir el efectivo sino complementarlo, pero aun así la propuesta ha alimentado no pocas teorías de la conspiración . Al supervisor europeo le está resultando difícil explicarla, pues sus razones tienen que ver con conceptos macroeconómicos ajenos al lenguaje común. Por ejemplo, la diferencia entre dinero ‘público’ y ‘comercial’, un matiz que en este caso es importante. En la jerga macroeconómica, el primero es el que emite un banco central, está garantizado por el Estado que hay detrás y solo existe en dos formatos: el efectivo y las reservas que los bancos comerciales tienen en el banco central.Luego está el dinero comercial, que es nada más y nada menos que el 97% del que existe en Europa. Básicamente, es el que crea la banca privada al ofrecer préstamos o hipotecas. Está garantizado por el emisor, pero en realidad la confianza del público en su valor descansa en una regulación estricta, mecanismos como los seguros de depósitos (El Fondo de Garantía de Depósitos, en España) y su capacidad para sacarlo del banco y guardarlo en casa. Distinto del dinero bancario El euro digital existirá solo en cuentas virtuales, pero a diferencia del dinero que emite la banca privada, será de aceptación obligatoria en toda la eurozona y estará respaldado por el BCE.Lo más importante, para lo que hace al caso, es que las reservas de la banca comercial en el banco central y el crédito interbancario son los mecanismos que usa el BCE para intervenir en la economía, a través de los tipos de interés. Visto esto, podría deducirse que incluso en un escenario en el que no hubiera demanda de billetes y monedas por parte del público, la política monetaria podría seguir siendo efectiva, dado que la demanda de dinero público por parte de la banca privada seguiría existiendo, a través de las reservas. La cuestión ha sido motivo de debate entre los economistas a nivel teórico, pero el BCE tiene una opinión muy clara. Para explicarse, en reiteradas ocasiones el supervisor europeo ha puesto de ejemplo la situación que atravesó la eurozona en 2012, cuando la crisis financiera y de deuda en varios países –sobre todo en Grecia– llegó a plantear dudas sobre la supervivencia de la moneda común. ¿Valía lo mismo un euro en un banco alemán frente a un banco griego?Una crisis de confianzaSegún explicó el economista Jean-Pierre Landau en un artículo de 2021 para el Banco de España, si la gente mantuvo la confianza en la uniformidad del euro, es decir, en que un euro era un euro, independientemente de qué banco lo emitiera, se debió a la existencia de una versión de la moneda pública al alcance de todos. En la misma línea, en un discurso reciente uno de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, Philip R. Lane , definía la convertibilidad de los depósitos en metálico como el ancla de la política monetaria.La UE salió de la Gran Crisis con una mayor unión monetaria y un mayor control fiscal, pero las nuevas formas de digitalización amenazan con poner a prueba este esquema. Una de las cosas que más preocupa al BCE son las ‘stablecoins’, monedas digitales que se apoyan en algún activo seguro (el dólar en muchos casos) para minimizar su volatilidad pero que, a diferencia del dinero que emite la banca privada, aún no están aseguradas por un entorno regulatorio eficaz. En opinión de Philip R. Lane, esto incrementa el riesgo de que se produzcan pánicos bancarios similares a los que se dieron en Estados Unidos en el siglo XIX, cuando las entidades de crédito podían emitir su propio dinero, respaldado solo por Bonos del Tesoro. Además, sigue Lane, si las ‘stablecoins’ se popularizaran como depósitos de valor, sería a costa de los bancos, debilitando a unos actores que son fundamentales en el actual diseño de política monetaria. El euro digital, que en el escenario más optimista estará en vigor en 2029, se propuso como solución a la miríada de problemas que plantea la digitalización, incluyendo el monopolio de las estadounidenses Visa y Mastercard en los pagos digitales. Todo esto, sin renunciar al efectivo, que el BCE asegura que quiere proteger . No obstante, algunas organizaciones de la sociedad civil desconfían y señalan la paradoja de que vaya a imponer la distribución del euro digital mientras deja la gestión del metálico en manos de los Estados, algunos de los cuales han desprotegido esta forma de pago; caso de España.
Si el uso del efectivo sigue cayendo en Europa al ritmo que lo ha hecho durante los últimos diez años, en poco tiempo podría desaparecer. No es un escenario imposible, menos aún con la creciente popularidad de opciones como Bizum, Alipay o las criptodivisas, … que amenazan con acelerar la digitalización de la economía. Desde 2016, el número de transacciones efectuadas en billetes y monedas en la eurozona se ha desplomado, pasando de representar el 79% del total al 52% actual, y el efectivo ya es solo el 13% del agregado monetario M1, un indicador que mide la cantidad de dinero existente tomando los depósitos bancarios y el metálico (ver gráfico).
Esto amenaza con llevar la política monetaria a un terreno desconocido, pues desde que aparecieron los primeros bancos centrales modernos, allá por el siglo XIX, nunca se habían enfrentado a la extinción del único tipo de dinero de curso legal que está en manos de los ciudadanos.
El Banco Central Europeo (BCE) no quiere que ese escenario se haga realidad. Según ha explicado en varias publicaciones, porque dejaría de ser capaz de llevar a cabo una política monetaria soberana y efectiva y, en última instancia, de asegurar la estabilidad de precios, que es su objetivo principal. Y la respuesta que ha planteado el organismo que preside Christine Lagarde es la creación de un euro digital, una moneda pública que existiría solamente en cuentas virtuales y que serviría para pagos con tarjeta, a través del móvil (con un dispositivo ‘contactless’ que funcionaría incluso sin conexión a Internet) y ‘online’. Sería idéntica al dinero que existe en las cuentas bancarias, con la diferencia fundamental, y ahí está la clave, de que se trataría de una moneda de curso legal; es decir, de obligación aceptada en todos los comercios, una protección que en la eurozona solo tienen las monedas y billetes, no las tarjetas u otros medios de pago.

Efectivo en la eurozona
% de efectivo sobre el agregado
monetario M1
(M1: lo forman el total del dinero en efectivo
y en cuentas corrientes)
Fuente: Banco Central Europeo (BCE)

Efectivo en la eurozona
% de efectivo sobre el agregado monetario M1
(M1: lo forman el total del dinero en efectivo y en cuentas corrientes)
Fuente: Banco Central Europeo (BCE)
El BCE insiste en que con esta iniciativa no pretende sustituir el efectivo sino complementarlo, pero aun así la propuesta ha alimentado no pocas teorías de la conspiración. Al supervisor europeo le está resultando difícil explicarla, pues sus razones tienen que ver con conceptos macroeconómicos ajenos al lenguaje común. Por ejemplo, la diferencia entre dinero ‘público’ y ‘comercial’, un matiz que en este caso es importante. En la jerga macroeconómica, el primero es el que emite un banco central, está garantizado por el Estado que hay detrás y solo existe en dos formatos: el efectivo y las reservas que los bancos comerciales tienen en el banco central.
Luego está el dinero comercial, que es nada más y nada menos que el 97% del que existe en Europa. Básicamente, es el que crea la banca privada al ofrecer préstamos o hipotecas. Está garantizado por el emisor, pero en realidad la confianza del público en su valor descansa en una regulación estricta, mecanismos como los seguros de depósitos (El Fondo de Garantía de Depósitos, en España) y su capacidad para sacarlo del banco y guardarlo en casa.
Distinto del dinero bancario
El euro digital existirá solo en cuentas virtuales, pero a diferencia del dinero que emite la banca privada, será de aceptación obligatoria en toda la eurozona y estará respaldado por el BCE.
Lo más importante, para lo que hace al caso, es que las reservas de la banca comercial en el banco central y el crédito interbancario son los mecanismos que usa el BCE para intervenir en la economía, a través de los tipos de interés. Visto esto, podría deducirse que incluso en un escenario en el que no hubiera demanda de billetes y monedas por parte del público, la política monetaria podría seguir siendo efectiva, dado que la demanda de dinero público por parte de la banca privada seguiría existiendo, a través de las reservas. La cuestión ha sido motivo de debate entre los economistas a nivel teórico, pero el BCE tiene una opinión muy clara. Para explicarse, en reiteradas ocasiones el supervisor europeo ha puesto de ejemplo la situación que atravesó la eurozona en 2012, cuando la crisis financiera y de deuda en varios países –sobre todo en Grecia– llegó a plantear dudas sobre la supervivencia de la moneda común. ¿Valía lo mismo un euro en un banco alemán frente a un banco griego?
Una crisis de confianza
Según explicó el economista Jean-Pierre Landau en un artículo de 2021 para el Banco de España, si la gente mantuvo la confianza en la uniformidad del euro, es decir, en que un euro era un euro, independientemente de qué banco lo emitiera, se debió a la existencia de una versión de la moneda pública al alcance de todos. En la misma línea, en un discurso reciente uno de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE, Philip R. Lane, definía la convertibilidad de los depósitos en metálico como el ancla de la política monetaria.
La UE salió de la Gran Crisis con una mayor unión monetaria y un mayor control fiscal, pero las nuevas formas de digitalización amenazan con poner a prueba este esquema. Una de las cosas que más preocupa al BCE son las ‘stablecoins’, monedas digitales que se apoyan en algún activo seguro (el dólar en muchos casos) para minimizar su volatilidad pero que, a diferencia del dinero que emite la banca privada, aún no están aseguradas por un entorno regulatorio eficaz. En opinión de Philip R. Lane, esto incrementa el riesgo de que se produzcan pánicos bancarios similares a los que se dieron en Estados Unidos en el siglo XIX, cuando las entidades de crédito podían emitir su propio dinero, respaldado solo por Bonos del Tesoro. Además, sigue Lane, si las ‘stablecoins’ se popularizaran como depósitos de valor, sería a costa de los bancos, debilitando a unos actores que son fundamentales en el actual diseño de política monetaria.
El euro digital, que en el escenario más optimista estará en vigor en 2029, se propuso como solución a la miríada de problemas que plantea la digitalización, incluyendo el monopolio de las estadounidenses Visa y Mastercard en los pagos digitales. Todo esto, sin renunciar al efectivo, que el BCE asegura que quiere proteger. No obstante, algunas organizaciones de la sociedad civil desconfían y señalan la paradoja de que vaya a imponer la distribución del euro digital mientras deja la gestión del metálico en manos de los Estados, algunos de los cuales han desprotegido esta forma de pago; caso de España.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de economia