China persigue escalar posiciones en el panorama internacional, no solo fortaleciendo su influencia global en el ámbito económico, tecnológico y multilateral, sino expandiendo la ‘marca China’ forzando un cambio de concepto en la perspectiva que la comunidad internacional mantiene sobre este país. A través de estrategias como ‘Made in China 2025’, Xi Jinping pretende romper el estereotipo de fabricación china como algo barato y funcional, mientras aumenta el número de patentes de invención de alto valor, tal y como establece el ‘Plan Quinquenal 2021-2025’ entre sus objetivos. Con ello, el gigante asiático busca salir aventajado en la carrera global por crear superpropiedades intelectuales . Desde la adhesión de China en diciembre de 2001 a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, más tarde, mediante el lanzamiento de la Estrategia Nacional de Propiedad Intelectual en 2008, con la que trata de adaptar su sistema de propiedad intelectual a estándares internacionales, así como ampliar la protección de los respectivos derechos en este ámbito tanto para sus empresas nacionales como extranjeras, la potencia oriental ha tomado impulso en la exportación de propiedad intelectual . Huawei, Alibaba, BYD y, ahora, Labubu , son símbolos culturales del ‘soft power’ o poder blando, que han catapultado al país asiático a ganar posiciones en el mercado global por medio de marcas propias. Entre los desafíos que China encuentra a la hora de difundir sus elaboraciones sobresale la histórica y gigantesca diferenciación cultural y estética que, en ocasiones, distancia al público transfronterizo de sus productos. Labubu ha sabido superar estas barreras y conquistar tanto al mercado chino como al internacional. Pero ¿qué tiene Labubu para llegar a todos los rincones? Esta serie de monstruitos peludos, coleccionables, con afilados colmillos, largas orejas, pícaras sonrisas y caracterizaciones individualizadas, refleja umbrales culturales bajos , lo que facilita esa transgresión de la frontera cultural.Bien es cierto que aunque su éxito es reciente, Labubu fue creado hace diez años por el artista Kasing Lung -nacional de la ciudad semiautónoma de Hong Kong, donde la propiedad intelectual también ha pasado a ser una cuestión económica estratégica- para la serie ‘The Monsters’, una colección de tres libros ilustrados sobre mitología nórdica de la que forma parte nuestro protagonista. Sin embargo, la explotación comercial de la figura pertenece a la empresa china Pop Mart , con la que el artista hongkonés llegó a un acuerdo en 2019, y quien popularizó años más tarde este peluche de diseño. Solo en 2024 el departamento ‘The Monsters’ , dentro de Pop Mart, generó ingresos por un valor superior a 3.000 millones de yuanes -363 millones de euros aproximadamente-, lo que supone un incremento interanual del 726,6% . El éxito de Labubu impulsó las ventas de la empresa fuera del gigante asiático hasta alcanzar los 5.070 millones de yuanes -más de 613 millones de euros-, aumentando un 375% los ingresos derivados de las exportaciones. Es decir, casi el 40% del total generado por el fabricante de figuras de diseño, que registró Pop Mart alrededor de 1.600 millones de euros, corresponde a exportaciones. Del mismo modo, el entusiasmo de los inversores se disparó. Las participaciones de la empresa, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong desde 2020, elevaron su capitalización bursátil a 330 mil millones de dólares de Hong Kong aproximadamente, en torno a 36.500 millones de euros . Esto catapultó a su fundador y consejero delegado, Wang Ning, poseedor del 44,1% de las participaciones, a codearse entre las diez personalidades más ricas de China . Con tan solo 38 años, la fortuna de Ning asciende a los 16.100 millones de dólares.Modelo expansionistaLa innovadora y efectiva estrategia de Pop Mart ha llevado a Labubu a aterrizar en los mercados de Asia, Europa y América del Norte , mostrando una sólida presencia en todos ellos.Con más de 500 tiendas y 2.300 robotiendas repartidas entre treinta países del globo, Pop Mart desarrolla un modelo de negocio que gira en torno a la propiedad intelectual . Actualmente, ‘The Monsters’, su ojito derecho, representa la regalía de mayor rendimiento de la compañía de juguetes.Pop Mart cuenta con una estrategia creativa de propiedad internacional que responde a la innovación tan característica de China. La exclusividad y el elemento sorpresa de las ‘blind box’ o cajas ciegas donde vienen estos monstruitos vincula la compra a un riesgo o factor sorpresa, para muchos adictivo. Además, su estética distintiva ha sido tan cautivadora que la empresa ha comercializado nuevos productos derivados del icónico muñeco, expandiendo y explotando la marca para abarcar una mayor porción de mercado: desde tazas hasta mochilas personalizadas.Otra clave de su éxito, es la expansión fuertemente localizada de la firma gracias a la diferenciación de sus operaciones por país de destino. De esta manera, la criatura de Pop Mart conserva la identidad personal de la marca mientras satisface los gustos locales. Ejemplo de ello es la edición especial para Singapur, Labubu Merlion, con un diseño inspirado en la famosa estatua del león con cola de pez sita en la ciudad-Estado.Parte de la estrategia de Pop Mart para crecer globalmente empleando su propiedad intelectual pasa por registrar la firma en mercados clave . Concretamente y al objeto de proteger sus derechos fuera del país de origen, la marca Labubu está registrada en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) . Otro movimiento expansionista pasa por colaborar tanto con marcas icónicas , incluso occidentales, como Disney o Marvel; como con artistas y diseñadores de renombre , sobre los que la sociedad limitada adquiere derechos. A la estrategia globalizadora china se le suma el efecto llamada del siglo XXI, el ‘efecto Tik Tok’ . Tras viralizarse en redes sociales gracias al contenido de celebridades como Rihanna, la estrella de Pop Mart disparó las ventas entre un público eufórico.Ahora bien, la fama es como un cuchillo de doble filo. La excesiva difusión de Labubu abre la puerta al mercado de falsificaciones , generando oleadas de incautaciones de piezas de contrabando e imitaciones por los servicios aduaneros chinos. Para Karine Brück, CEO de KBK International y especialista en derecho europeo e internacional, esta problemática supone una irónica paradoja : el « epicentro mundial de la producción de falsificaciones « padece ahora sus consecuencias. Cabe destacar, que desde su entrada en la OMC a principios de los 2000, y pese a la clara normativa sobre protección de marca, el país de Xi Jinping ha transgredido en múltiples ocasiones las reglas del juego, cometiendo prácticas comerciales ilegales y desleales en el ámbito de la propiedad intelectual. Estas infracciones han afectado especialmente a las patentes europeas, manifiesta Brück a este diario. Y añade que « en la práctica sale barato no respetar las normas« .Otro de los problemas fruto de la buena acogida del muñeco coleccionable -y del modelo de escasez de la empresa- recae en una demanda que supera con creces la oferta, lo que no solo provoca insuficiencia de stock, sino que desenmascara un problema más profundo: la especulación en el mercado secundario . El ansia desmesurada del público por conseguir el muñeco en tendencia ha disparado los precios de reventa. Si el importe original del Labubu era de 99 yuanes (12 euros aprox.), actualmente triplica su valor en el mercado de segunda mano y reventa, donde las ediciones especiales han llegado a multiplicar por 30 su precio, alcanzando los 3.000 yuanes (363 euros aprox.).’Marca China’En los últimos años, la exportación de propiedad intelectual china ha crecido de manera significativa, el gigante asiático está mejorando la protección de estos derechos en industrias emergentes para fomentar la innovación y revitalización de sus centros tradicionales, informa la Administración de Propiedad Intelectual Nacional China (CNIPA). En mayo de 2025, la CNIPA publicó que el gobierno de Xi Jinping había revelado una hoja de ruta direccionada a incentivar la transformación del país en potencia de propiedad intelectual . Para ello, China lanzó el Plan de Promoción para la Construcción de un Centro de Poder en Materia de Propiedad Intelectual 2025.Asimismo, la CNIPA cataloga los derechos de propiedad intelectual como uno de los recursos estratégicos para el desarrollo nacional y elemento central de la competitividad internacional . En junio de 2024, el volumen efectivo de patentes de invención nacional china llegó a las 4.425 millones de piezas y, dentro de estas, la proporción cuyos titulares de derechos son empresas creció un 72,8% interanual.La fuerza motriz del progreso económico en China es la innovación , que no tiene porque ser exclusivamente en el ámbito tecnológico, donde busca posicionarse como líder global para 2035. La creciente popularidad de la firma Labubu marca un punto de inflexión en el alcance e imagen que el país asiático ofrece al mundo. En el interior del gigante asiático se está fraguando un cambio y diversificación de los bienes y servicios exportados , pasando de productos manufactureros hacia bienes de mayor valor y significación cultural, como la inteligencia artificial DeepSeeK.El fenómeno Labubu no es más que otro curioso caso de como China emplea el poder blando por medio de movimientos que pasan desapercibidos, véase la comercialización de estos muñecos o el taquillazo de la película Ne Zhe 2 , para ganar relevancia internacional en un ámbito donde tradicionalmente había tropezado con un sinfín de obstáculos culturales. La globalización de su propiedad intelectual demuestra una vez más la capacidad que posee el gigante asiático para crear, proteger y exportar marcas propias desde cero . China persigue escalar posiciones en el panorama internacional, no solo fortaleciendo su influencia global en el ámbito económico, tecnológico y multilateral, sino expandiendo la ‘marca China’ forzando un cambio de concepto en la perspectiva que la comunidad internacional mantiene sobre este país. A través de estrategias como ‘Made in China 2025’, Xi Jinping pretende romper el estereotipo de fabricación china como algo barato y funcional, mientras aumenta el número de patentes de invención de alto valor, tal y como establece el ‘Plan Quinquenal 2021-2025’ entre sus objetivos. Con ello, el gigante asiático busca salir aventajado en la carrera global por crear superpropiedades intelectuales . Desde la adhesión de China en diciembre de 2001 a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, más tarde, mediante el lanzamiento de la Estrategia Nacional de Propiedad Intelectual en 2008, con la que trata de adaptar su sistema de propiedad intelectual a estándares internacionales, así como ampliar la protección de los respectivos derechos en este ámbito tanto para sus empresas nacionales como extranjeras, la potencia oriental ha tomado impulso en la exportación de propiedad intelectual . Huawei, Alibaba, BYD y, ahora, Labubu , son símbolos culturales del ‘soft power’ o poder blando, que han catapultado al país asiático a ganar posiciones en el mercado global por medio de marcas propias. Entre los desafíos que China encuentra a la hora de difundir sus elaboraciones sobresale la histórica y gigantesca diferenciación cultural y estética que, en ocasiones, distancia al público transfronterizo de sus productos. Labubu ha sabido superar estas barreras y conquistar tanto al mercado chino como al internacional. Pero ¿qué tiene Labubu para llegar a todos los rincones? Esta serie de monstruitos peludos, coleccionables, con afilados colmillos, largas orejas, pícaras sonrisas y caracterizaciones individualizadas, refleja umbrales culturales bajos , lo que facilita esa transgresión de la frontera cultural.Bien es cierto que aunque su éxito es reciente, Labubu fue creado hace diez años por el artista Kasing Lung -nacional de la ciudad semiautónoma de Hong Kong, donde la propiedad intelectual también ha pasado a ser una cuestión económica estratégica- para la serie ‘The Monsters’, una colección de tres libros ilustrados sobre mitología nórdica de la que forma parte nuestro protagonista. Sin embargo, la explotación comercial de la figura pertenece a la empresa china Pop Mart , con la que el artista hongkonés llegó a un acuerdo en 2019, y quien popularizó años más tarde este peluche de diseño. Solo en 2024 el departamento ‘The Monsters’ , dentro de Pop Mart, generó ingresos por un valor superior a 3.000 millones de yuanes -363 millones de euros aproximadamente-, lo que supone un incremento interanual del 726,6% . El éxito de Labubu impulsó las ventas de la empresa fuera del gigante asiático hasta alcanzar los 5.070 millones de yuanes -más de 613 millones de euros-, aumentando un 375% los ingresos derivados de las exportaciones. Es decir, casi el 40% del total generado por el fabricante de figuras de diseño, que registró Pop Mart alrededor de 1.600 millones de euros, corresponde a exportaciones. Del mismo modo, el entusiasmo de los inversores se disparó. Las participaciones de la empresa, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong desde 2020, elevaron su capitalización bursátil a 330 mil millones de dólares de Hong Kong aproximadamente, en torno a 36.500 millones de euros . Esto catapultó a su fundador y consejero delegado, Wang Ning, poseedor del 44,1% de las participaciones, a codearse entre las diez personalidades más ricas de China . Con tan solo 38 años, la fortuna de Ning asciende a los 16.100 millones de dólares.Modelo expansionistaLa innovadora y efectiva estrategia de Pop Mart ha llevado a Labubu a aterrizar en los mercados de Asia, Europa y América del Norte , mostrando una sólida presencia en todos ellos.Con más de 500 tiendas y 2.300 robotiendas repartidas entre treinta países del globo, Pop Mart desarrolla un modelo de negocio que gira en torno a la propiedad intelectual . Actualmente, ‘The Monsters’, su ojito derecho, representa la regalía de mayor rendimiento de la compañía de juguetes.Pop Mart cuenta con una estrategia creativa de propiedad internacional que responde a la innovación tan característica de China. La exclusividad y el elemento sorpresa de las ‘blind box’ o cajas ciegas donde vienen estos monstruitos vincula la compra a un riesgo o factor sorpresa, para muchos adictivo. Además, su estética distintiva ha sido tan cautivadora que la empresa ha comercializado nuevos productos derivados del icónico muñeco, expandiendo y explotando la marca para abarcar una mayor porción de mercado: desde tazas hasta mochilas personalizadas.Otra clave de su éxito, es la expansión fuertemente localizada de la firma gracias a la diferenciación de sus operaciones por país de destino. De esta manera, la criatura de Pop Mart conserva la identidad personal de la marca mientras satisface los gustos locales. Ejemplo de ello es la edición especial para Singapur, Labubu Merlion, con un diseño inspirado en la famosa estatua del león con cola de pez sita en la ciudad-Estado.Parte de la estrategia de Pop Mart para crecer globalmente empleando su propiedad intelectual pasa por registrar la firma en mercados clave . Concretamente y al objeto de proteger sus derechos fuera del país de origen, la marca Labubu está registrada en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) . Otro movimiento expansionista pasa por colaborar tanto con marcas icónicas , incluso occidentales, como Disney o Marvel; como con artistas y diseñadores de renombre , sobre los que la sociedad limitada adquiere derechos. A la estrategia globalizadora china se le suma el efecto llamada del siglo XXI, el ‘efecto Tik Tok’ . Tras viralizarse en redes sociales gracias al contenido de celebridades como Rihanna, la estrella de Pop Mart disparó las ventas entre un público eufórico.Ahora bien, la fama es como un cuchillo de doble filo. La excesiva difusión de Labubu abre la puerta al mercado de falsificaciones , generando oleadas de incautaciones de piezas de contrabando e imitaciones por los servicios aduaneros chinos. Para Karine Brück, CEO de KBK International y especialista en derecho europeo e internacional, esta problemática supone una irónica paradoja : el « epicentro mundial de la producción de falsificaciones « padece ahora sus consecuencias. Cabe destacar, que desde su entrada en la OMC a principios de los 2000, y pese a la clara normativa sobre protección de marca, el país de Xi Jinping ha transgredido en múltiples ocasiones las reglas del juego, cometiendo prácticas comerciales ilegales y desleales en el ámbito de la propiedad intelectual. Estas infracciones han afectado especialmente a las patentes europeas, manifiesta Brück a este diario. Y añade que « en la práctica sale barato no respetar las normas« .Otro de los problemas fruto de la buena acogida del muñeco coleccionable -y del modelo de escasez de la empresa- recae en una demanda que supera con creces la oferta, lo que no solo provoca insuficiencia de stock, sino que desenmascara un problema más profundo: la especulación en el mercado secundario . El ansia desmesurada del público por conseguir el muñeco en tendencia ha disparado los precios de reventa. Si el importe original del Labubu era de 99 yuanes (12 euros aprox.), actualmente triplica su valor en el mercado de segunda mano y reventa, donde las ediciones especiales han llegado a multiplicar por 30 su precio, alcanzando los 3.000 yuanes (363 euros aprox.).’Marca China’En los últimos años, la exportación de propiedad intelectual china ha crecido de manera significativa, el gigante asiático está mejorando la protección de estos derechos en industrias emergentes para fomentar la innovación y revitalización de sus centros tradicionales, informa la Administración de Propiedad Intelectual Nacional China (CNIPA). En mayo de 2025, la CNIPA publicó que el gobierno de Xi Jinping había revelado una hoja de ruta direccionada a incentivar la transformación del país en potencia de propiedad intelectual . Para ello, China lanzó el Plan de Promoción para la Construcción de un Centro de Poder en Materia de Propiedad Intelectual 2025.Asimismo, la CNIPA cataloga los derechos de propiedad intelectual como uno de los recursos estratégicos para el desarrollo nacional y elemento central de la competitividad internacional . En junio de 2024, el volumen efectivo de patentes de invención nacional china llegó a las 4.425 millones de piezas y, dentro de estas, la proporción cuyos titulares de derechos son empresas creció un 72,8% interanual.La fuerza motriz del progreso económico en China es la innovación , que no tiene porque ser exclusivamente en el ámbito tecnológico, donde busca posicionarse como líder global para 2035. La creciente popularidad de la firma Labubu marca un punto de inflexión en el alcance e imagen que el país asiático ofrece al mundo. En el interior del gigante asiático se está fraguando un cambio y diversificación de los bienes y servicios exportados , pasando de productos manufactureros hacia bienes de mayor valor y significación cultural, como la inteligencia artificial DeepSeeK.El fenómeno Labubu no es más que otro curioso caso de como China emplea el poder blando por medio de movimientos que pasan desapercibidos, véase la comercialización de estos muñecos o el taquillazo de la película Ne Zhe 2 , para ganar relevancia internacional en un ámbito donde tradicionalmente había tropezado con un sinfín de obstáculos culturales. La globalización de su propiedad intelectual demuestra una vez más la capacidad que posee el gigante asiático para crear, proteger y exportar marcas propias desde cero .
China persigue escalar posiciones en el panorama internacional, no solo fortaleciendo su influencia global en el ámbito económico, tecnológico y multilateral, sino expandiendo la ‘marca China’ forzando un cambio de concepto en la perspectiva que la comunidad internacional mantiene sobre este país. A través de estrategias como ‘Made in China 2025’, Xi Jinping pretende romper el estereotipo de fabricación china como algo barato y funcional, mientras aumenta el número de patentes de invención de alto valor, tal y como establece el ‘Plan Quinquenal 2021-2025’ entre sus objetivos. Con ello, el gigante asiático busca salir aventajado en la carrera global por crear superpropiedades intelectuales.
Desde la adhesión de China en diciembre de 2001 a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, más tarde, mediante el lanzamiento de la Estrategia Nacional de Propiedad Intelectual en 2008, con la que trata de adaptar su sistema de propiedad intelectual a estándares internacionales, así como ampliar la protección de los respectivos derechos en este ámbito tanto para sus empresas nacionales como extranjeras, la potencia oriental ha tomado impulso en la exportación de propiedad intelectual. Huawei, Alibaba, BYD y, ahora, Labubu, son símbolos culturales del ‘soft power’ o poder blando, que han catapultado al país asiático a ganar posiciones en el mercado global por medio de marcas propias.
Entre los desafíos que China encuentra a la hora de difundir sus elaboraciones sobresale la histórica y gigantesca diferenciación cultural y estética que, en ocasiones, distancia al público transfronterizo de sus productos. Labubu ha sabido superar estas barreras y conquistar tanto al mercado chino como al internacional. Pero ¿qué tiene Labubu para llegar a todos los rincones? Esta serie de monstruitos peludos, coleccionables, con afilados colmillos, largas orejas, pícaras sonrisas y caracterizaciones individualizadas, refleja umbrales culturales bajos, lo que facilita esa transgresión de la frontera cultural.
Bien es cierto que aunque su éxito es reciente, Labubu fue creado hace diez años por el artista Kasing Lung -nacional de la ciudad semiautónoma de Hong Kong, donde la propiedad intelectual también ha pasado a ser una cuestión económica estratégica- para la serie ‘The Monsters’, una colección de tres libros ilustrados sobre mitología nórdica de la que forma parte nuestro protagonista. Sin embargo, la explotación comercial de la figura pertenece a la empresa china Pop Mart, con la que el artista hongkonés llegó a un acuerdo en 2019, y quien popularizó años más tarde este peluche de diseño.
Solo en 2024 el departamento ‘The Monsters’, dentro de Pop Mart, generó ingresos por un valor superior a 3.000 millones de yuanes -363 millones de euros aproximadamente-, lo que supone un incremento interanual del 726,6%. El éxito de Labubu impulsó las ventas de la empresa fuera del gigante asiático hasta alcanzar los 5.070 millones de yuanes -más de 613 millones de euros-, aumentando un 375% los ingresos derivados de las exportaciones. Es decir, casi el 40% del total generado por el fabricante de figuras de diseño, que registró Pop Mart alrededor de 1.600 millones de euros, corresponde a exportaciones.
Del mismo modo, el entusiasmo de los inversores se disparó. Las participaciones de la empresa, que cotiza en la Bolsa de Hong Kong desde 2020, elevaron su capitalización bursátil a 330 mil millones de dólares de Hong Kong aproximadamente, en torno a 36.500 millones de euros. Esto catapultó a su fundador y consejero delegado, Wang Ning, poseedor del 44,1% de las participaciones, a codearse entre las diez personalidades más ricas de China. Con tan solo 38 años, la fortuna de Ning asciende a los 16.100 millones de dólares.
Modelo expansionista
La innovadora y efectiva estrategia de Pop Mart ha llevado a Labubu a aterrizar en los mercados de Asia, Europa y América del Norte, mostrando una sólida presencia en todos ellos.
Con más de 500 tiendas y 2.300 robotiendas repartidas entre treinta países del globo, Pop Mart desarrolla un modelo de negocio que gira en torno a la propiedad intelectual. Actualmente, ‘The Monsters’, su ojito derecho, representa la regalía de mayor rendimiento de la compañía de juguetes.
Pop Mart cuenta con una estrategia creativa de propiedad internacional que responde a la innovación tan característica de China. La exclusividad y el elemento sorpresa de las ‘blind box’ o cajas ciegas donde vienen estos monstruitos vincula la compra a un riesgo o factor sorpresa, para muchos adictivo. Además, su estética distintiva ha sido tan cautivadora que la empresa ha comercializado nuevos productos derivados del icónico muñeco, expandiendo y explotando la marca para abarcar una mayor porción de mercado: desde tazas hasta mochilas personalizadas.
Otra clave de su éxito, es la expansión fuertemente localizada de la firma gracias a la diferenciación de sus operaciones por país de destino. De esta manera, la criatura de Pop Mart conserva la identidad personal de la marca mientras satisface los gustos locales. Ejemplo de ello es la edición especial para Singapur, Labubu Merlion, con un diseño inspirado en la famosa estatua del león con cola de pez sita en la ciudad-Estado.
Parte de la estrategia de Pop Mart para crecer globalmente empleando su propiedad intelectual pasa por registrar la firma en mercados clave. Concretamente y al objeto de proteger sus derechos fuera del país de origen, la marca Labubu está registrada en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO). Otro movimiento expansionista pasa por colaborar tanto con marcas icónicas, incluso occidentales, como Disney o Marvel; como con artistas y diseñadores de renombre, sobre los que la sociedad limitada adquiere derechos.
A la estrategia globalizadora china se le suma el efecto llamada del siglo XXI, el ‘efecto Tik Tok’. Tras viralizarse en redes sociales gracias al contenido de celebridades como Rihanna, la estrella de Pop Mart disparó las ventas entre un público eufórico.
Ahora bien, la fama es como un cuchillo de doble filo. La excesiva difusión de Labubu abre la puerta al mercado de falsificaciones, generando oleadas de incautaciones de piezas de contrabando e imitaciones por los servicios aduaneros chinos. Para Karine Brück, CEO de KBK International y especialista en derecho europeo e internacional, esta problemática supone una irónica paradoja: el «epicentro mundial de la producción de falsificaciones« padece ahora sus consecuencias.
Cabe destacar, que desde su entrada en la OMC a principios de los 2000, y pese a la clara normativa sobre protección de marca, el país de Xi Jinping ha transgredido en múltiples ocasiones las reglas del juego, cometiendo prácticas comerciales ilegales y desleales en el ámbito de la propiedad intelectual. Estas infracciones han afectado especialmente a las patentes europeas, manifiesta Brück a este diario. Y añade que «en la práctica sale barato no respetar las normas«.
Otro de los problemas fruto de la buena acogida del muñeco coleccionable -y del modelo de escasez de la empresa- recae en una demanda que supera con creces la oferta, lo que no solo provoca insuficiencia de stock, sino que desenmascara un problema más profundo: la especulación en el mercado secundario. El ansia desmesurada del público por conseguir el muñeco en tendencia ha disparado los precios de reventa. Si el importe original del Labubu era de 99 yuanes (12 euros aprox.), actualmente triplica su valor en el mercado de segunda mano y reventa, donde las ediciones especiales han llegado a multiplicar por 30 su precio, alcanzando los 3.000 yuanes (363 euros aprox.).
‘Marca China’
En los últimos años, la exportación de propiedad intelectual china ha crecido de manera significativa, el gigante asiático está mejorando la protección de estos derechos en industrias emergentes para fomentar la innovación y revitalización de sus centros tradicionales, informa la Administración de Propiedad Intelectual Nacional China (CNIPA). En mayo de 2025, la CNIPA publicó que el gobierno de Xi Jinping había revelado una hoja de ruta direccionada a incentivar la transformación del país en potencia de propiedad intelectual. Para ello, China lanzó el Plan de Promoción para la Construcción de un Centro de Poder en Materia de Propiedad Intelectual 2025.
Asimismo, la CNIPA cataloga los derechos de propiedad intelectual como uno de los recursos estratégicos para el desarrollo nacional y elemento central de la competitividad internacional. En junio de 2024, el volumen efectivo de patentes de invención nacional china llegó a las 4.425 millones de piezas y, dentro de estas, la proporción cuyos titulares de derechos son empresas creció un 72,8% interanual.
La fuerza motriz del progreso económico en China es la innovación, que no tiene porque ser exclusivamente en el ámbito tecnológico, donde busca posicionarse como líder global para 2035. La creciente popularidad de la firma Labubu marca un punto de inflexión en el alcance e imagen que el país asiático ofrece al mundo. En el interior del gigante asiático se está fraguando un cambio y diversificación de los bienes y servicios exportados, pasando de productos manufactureros hacia bienes de mayor valor y significación cultural, como la inteligencia artificial DeepSeeK.
El fenómeno Labubu no es más que otro curioso caso de como China emplea el poder blando por medio de movimientos que pasan desapercibidos, véase la comercialización de estos muñecos o el taquillazo de la película Ne Zhe 2, para ganar relevancia internacional en un ámbito donde tradicionalmente había tropezado con un sinfín de obstáculos culturales. La globalización de su propiedad intelectual demuestra una vez más la capacidad que posee el gigante asiático para crear, proteger y exportar marcas propias desde cero.
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