El ‘héroe americano perdido’ que cambió la historia de China y del mundo: «Fue la cosa más estúpida que este país haya hecho jamás»

Su nombre era Qian Xuesen, y su figura fue crucial para transformar a China en la superpotencia científica y tecnológica que es hoy. Considerado un héroe nacional, es reconocido como el padre del programa espacial y de misiles chino. Sin embargo, originalmente fue Estados Unidos quien tuvo la oportunidad de aprovechar el talento de este brillante científico, formado en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y en el MIT durante los años treinta y cuarenta.Lo que parecía un caso exitoso de atracción de talento internacional dio un giro inesperado —uno del que Estados Unidos siempre se arrepentiría. Un país célebre por nutrirse del conocimiento global terminó cerrándole la puerta a uno de los cerebros más prometedores del siglo XX, en una decisión que alteró para siempre el equilibrio de poder mundial. Como reconocería años después el exsecretario de la Marina, Dan Kimball:«Fue la cosa más estúpida que este país haya hecho jamás«.Un visionario en el ‘Escuadrón suicida»The New York Times’ escribe que su conocimiento pudo haber sido clave para que EE. UU. ganara la Guerra Fría . Nacido en 1911 en Hangzhou, provincia de Zhejiang, Qian provenía de una familia de intelectuales: su padre fue responsable de establecer el sistema educativo nacional en China.Noticias relacionadas ¿Podríamos sobrevivir en España sin los productos ‘made in China’? Mira en tu kit de supervivencia o en tu casa: «Pekín no sólo fabrica, orquesta» Alexia Columba Jerez El ‘botón nuclear’ con el que China podría destrozar la economía de EE.UU. Alexia Columba JerezQian llegó a Estados Unidos en 1935 con una beca y se integró en un grupo de jóvenes científicos conocido como el ‘Escuadrón Suicida’ , que trabajaba en Caltech en los primeros cohetes capaces de alcanzar altitudes superiores a los 1.600 kilómetros. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus investigaciones comenzaron a llamar la atención del gobierno estadounidense.Especializado en propulsión, Qian dirigió el laboratorio que más tarde daría origen a la NASA. Fue coronel de la Fuerza Aérea, participó en secreto en el Proyecto Manhattan y fue enviado a Alemania para interrogar a científicos nazis , incluido Wernher von Braun. Su carrera era meteórica. «El doctor Qian q uería que el primer hombre en el espacio fuera estadounidense y estaba diseñando un cohete para lograrlo …También reveló planes para utilizar cohetes en vuelos comerciales, capaces de llevar pasajeros de Nueva York a Los Ángeles en menos de una hora», señala NYT. El prestigioso físico húngaro Theodore von Kármán dijo de él: «A los 36 años, Qian era un genio sin igual, con un impulso creativo enorme ».La caza de brujas que cambió la historiaA pesar de sus logros, Qian fue uno de los muchos científicos perseguidos durante la caza de brujas del macartismo. En 1950, fue acusado de espionaje por el FBI. Aunque nunca se encontraron pruebas en su contra —y figuras como Robert Oppenheimer salieron en su defensa—, fue puesto bajo arresto domiciliario durante cinco años.En 1955, el presidente Dwight D. Eisenhower ordenó su deportación, junto a su esposa y sus dos hijos, nacidos en suelo estadounidense. Qian fue parte de un intercambio diplomático: documentos desclasificados del Departamento de Estado revelan que fue canjeado por pilotos estadounidenses capturados durante la Guerra de Corea. El primer ministro chino Zhou Enlai celebró la operación con orgullo: «Recuperamos a Qian Xuesen. Solo por eso valieron la pena las negociaciones».El arquitecto del poder tecnológico chinoDe vuelta en China, Qian pasó un severo control para demostrar que seguía los nuevos valores de la China de Mao Zedong. Solo entonces, pudo pedir a los altos mandos invertir en tecnología de defensa moderna. A finales de esa década, Pekín probó su primer misil. En 1964, realizó su primer ensayo nuclear, y con su dirección, China se convirtió en una amenaza capaz de lanzar misiles balísticos intercontinentales tanto California como Moscú. Qian siguió la orden que le dio EE.UU. cuando lo expulsaron y nunca volvió a porner un pie en Estados Unidos. Fue el cerebro detrás del desarrollo del cohete Dongfeng, que colocó en órbita el primer satélite chino, y s entó las bases del actual programa espacial chino. Gracias a su impulso, China se convirtió en una potencia científica y militar autónoma , capaz de competir —y en algunos casos superar— a Estados Unidos en tecnología aeroespacial, armamentística o en cultivo de talento científico.La historia de Qian Xuesen es un duro recordatorio del coste de expulsar a mentes prodigiosas. Mientras EE. UU. cometía el error de ver en él a un enemigo, China aprovechó su retorno como una inversión en conocimiento estratégico. Hoy, cuando gobiernos como el de Donald Trump han revocado visas a miles de estudiantes extranjeros en universidades de élite, el caso de Qian cobra nueva relevancia. A largo plazo, apostar por el intercambio científico y el emprendimiento internacional es más rentable que dejarse llevar por el prejuicio hacia el otro.MÁS INFORMACIÓN La sombra nuclear de China: «Pekín está expandiendo su arsenal nuclear más rápido que cualquier otro país» China pone en su punto de mira estratégico a Canarias: «No es una elección casual» Los sorpendentes resultados de un hipotético enfrentamiento entre EE.UU. y ChinaEstados Unidos perdió a un científico que podría haber cambiado su historia tecnológica, y China ganó una figura que redefiniría su futuro como superpotencia. El legado de Qian Xuesen es, al mismo tiempo, una advertencia y una oportunidad. Su nombre era Qian Xuesen, y su figura fue crucial para transformar a China en la superpotencia científica y tecnológica que es hoy. Considerado un héroe nacional, es reconocido como el padre del programa espacial y de misiles chino. Sin embargo, originalmente fue Estados Unidos quien tuvo la oportunidad de aprovechar el talento de este brillante científico, formado en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y en el MIT durante los años treinta y cuarenta.Lo que parecía un caso exitoso de atracción de talento internacional dio un giro inesperado —uno del que Estados Unidos siempre se arrepentiría. Un país célebre por nutrirse del conocimiento global terminó cerrándole la puerta a uno de los cerebros más prometedores del siglo XX, en una decisión que alteró para siempre el equilibrio de poder mundial. Como reconocería años después el exsecretario de la Marina, Dan Kimball:«Fue la cosa más estúpida que este país haya hecho jamás«.Un visionario en el ‘Escuadrón suicida»The New York Times’ escribe que su conocimiento pudo haber sido clave para que EE. UU. ganara la Guerra Fría . Nacido en 1911 en Hangzhou, provincia de Zhejiang, Qian provenía de una familia de intelectuales: su padre fue responsable de establecer el sistema educativo nacional en China.Noticias relacionadas ¿Podríamos sobrevivir en España sin los productos ‘made in China’? Mira en tu kit de supervivencia o en tu casa: «Pekín no sólo fabrica, orquesta» Alexia Columba Jerez El ‘botón nuclear’ con el que China podría destrozar la economía de EE.UU. Alexia Columba JerezQian llegó a Estados Unidos en 1935 con una beca y se integró en un grupo de jóvenes científicos conocido como el ‘Escuadrón Suicida’ , que trabajaba en Caltech en los primeros cohetes capaces de alcanzar altitudes superiores a los 1.600 kilómetros. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus investigaciones comenzaron a llamar la atención del gobierno estadounidense.Especializado en propulsión, Qian dirigió el laboratorio que más tarde daría origen a la NASA. Fue coronel de la Fuerza Aérea, participó en secreto en el Proyecto Manhattan y fue enviado a Alemania para interrogar a científicos nazis , incluido Wernher von Braun. Su carrera era meteórica. «El doctor Qian q uería que el primer hombre en el espacio fuera estadounidense y estaba diseñando un cohete para lograrlo …También reveló planes para utilizar cohetes en vuelos comerciales, capaces de llevar pasajeros de Nueva York a Los Ángeles en menos de una hora», señala NYT. El prestigioso físico húngaro Theodore von Kármán dijo de él: «A los 36 años, Qian era un genio sin igual, con un impulso creativo enorme ».La caza de brujas que cambió la historiaA pesar de sus logros, Qian fue uno de los muchos científicos perseguidos durante la caza de brujas del macartismo. En 1950, fue acusado de espionaje por el FBI. Aunque nunca se encontraron pruebas en su contra —y figuras como Robert Oppenheimer salieron en su defensa—, fue puesto bajo arresto domiciliario durante cinco años.En 1955, el presidente Dwight D. Eisenhower ordenó su deportación, junto a su esposa y sus dos hijos, nacidos en suelo estadounidense. Qian fue parte de un intercambio diplomático: documentos desclasificados del Departamento de Estado revelan que fue canjeado por pilotos estadounidenses capturados durante la Guerra de Corea. El primer ministro chino Zhou Enlai celebró la operación con orgullo: «Recuperamos a Qian Xuesen. Solo por eso valieron la pena las negociaciones».El arquitecto del poder tecnológico chinoDe vuelta en China, Qian pasó un severo control para demostrar que seguía los nuevos valores de la China de Mao Zedong. Solo entonces, pudo pedir a los altos mandos invertir en tecnología de defensa moderna. A finales de esa década, Pekín probó su primer misil. En 1964, realizó su primer ensayo nuclear, y con su dirección, China se convirtió en una amenaza capaz de lanzar misiles balísticos intercontinentales tanto California como Moscú. Qian siguió la orden que le dio EE.UU. cuando lo expulsaron y nunca volvió a porner un pie en Estados Unidos. Fue el cerebro detrás del desarrollo del cohete Dongfeng, que colocó en órbita el primer satélite chino, y s entó las bases del actual programa espacial chino. Gracias a su impulso, China se convirtió en una potencia científica y militar autónoma , capaz de competir —y en algunos casos superar— a Estados Unidos en tecnología aeroespacial, armamentística o en cultivo de talento científico.La historia de Qian Xuesen es un duro recordatorio del coste de expulsar a mentes prodigiosas. Mientras EE. UU. cometía el error de ver en él a un enemigo, China aprovechó su retorno como una inversión en conocimiento estratégico. Hoy, cuando gobiernos como el de Donald Trump han revocado visas a miles de estudiantes extranjeros en universidades de élite, el caso de Qian cobra nueva relevancia. A largo plazo, apostar por el intercambio científico y el emprendimiento internacional es más rentable que dejarse llevar por el prejuicio hacia el otro.MÁS INFORMACIÓN La sombra nuclear de China: «Pekín está expandiendo su arsenal nuclear más rápido que cualquier otro país» China pone en su punto de mira estratégico a Canarias: «No es una elección casual» Los sorpendentes resultados de un hipotético enfrentamiento entre EE.UU. y ChinaEstados Unidos perdió a un científico que podría haber cambiado su historia tecnológica, y China ganó una figura que redefiniría su futuro como superpotencia. El legado de Qian Xuesen es, al mismo tiempo, una advertencia y una oportunidad.  

Su nombre era Qian Xuesen, un genio y un visionario y el error estratégico que costó el siglo a dos superpotencias

Qian Xuesen, ysu figura fue crucial para transformar la historia del mundo facebook

Su nombre era Qian Xuesen, y su figura fue crucial para transformar a China en la superpotencia científica y tecnológica que es hoy. Considerado un héroe nacional, es reconocido como el padre del programa espacial y de misiles chino. Sin embargo, originalmente fue Estados Unidos quien tuvo la oportunidad de aprovechar el talento de este brillante científico, formado en el Instituto Tecnológico de California (Caltech) y en el MIT durante los años treinta y cuarenta.

Lo que parecía un caso exitoso de atracción de talento internacional dio un giro inesperado —uno del que Estados Unidos siempre se arrepentiría. Un país célebre por nutrirse del conocimiento global terminó cerrándole la puerta a uno de los cerebros más prometedores del siglo XX, en una decisión que alteró para siempre el equilibrio de poder mundial. Como reconocería años después el exsecretario de la Marina, Dan Kimball:«Fue la cosa más estúpida que este país haya hecho jamás«.

Un visionario en el ‘Escuadrón suicida’

‘The New York Times’ escribe que su conocimiento pudo haber sido clave para que EE. UU. ganara la Guerra Fría. Nacido en 1911 en Hangzhou, provincia de Zhejiang, Qian provenía de una familia de intelectuales: su padre fue responsable de establecer el sistema educativo nacional en China.

Qian llegó a Estados Unidos en 1935 con una beca y se integró en un grupo de jóvenes científicos conocido como el ‘Escuadrón Suicida’, que trabajaba en Caltech en los primeros cohetes capaces de alcanzar altitudes superiores a los 1.600 kilómetros. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus investigaciones comenzaron a llamar la atención del gobierno estadounidense.

Especializado en propulsión, Qian dirigió el laboratorio que más tarde daría origen a la NASA. Fue coronel de la Fuerza Aérea, participó en secreto en el Proyecto Manhattan y fue enviado a Alemania para interrogar a científicos nazis, incluido Wernher von Braun. Su carrera era meteórica. «El doctor Qian quería que el primer hombre en el espacio fuera estadounidense y estaba diseñando un cohete para lograrlo…También reveló planes para utilizar cohetes en vuelos comerciales, capaces de llevar pasajeros de Nueva York a Los Ángeles en menos de una hora», señala NYT. El prestigioso físico húngaro Theodore von Kármán dijo de él: «A los 36 años, Qian era un genio sin igual, con un impulso creativo enorme».

La caza de brujas que cambió la historia

A pesar de sus logros, Qian fue uno de los muchos científicos perseguidos durante la caza de brujas del macartismo. En 1950, fue acusado de espionaje por el FBI. Aunque nunca se encontraron pruebas en su contra —y figuras como Robert Oppenheimer salieron en su defensa—, fue puesto bajo arresto domiciliario durante cinco años.

En 1955, el presidente Dwight D. Eisenhower ordenó su deportación, junto a su esposa y sus dos hijos, nacidos en suelo estadounidense. Qian fue parte de un intercambio diplomático: documentos desclasificados del Departamento de Estado revelan que fue canjeado por pilotos estadounidenses capturados durante la Guerra de Corea. El primer ministro chino Zhou Enlai celebró la operación con orgullo: «Recuperamos a Qian Xuesen. Solo por eso valieron la pena las negociaciones».

El arquitecto del poder tecnológico chino

De vuelta en China, Qianpasó un severo control para demostrar que seguía los nuevos valores de la China de Mao Zedong. Solo entonces, pudo pedir a los altos mandos invertir en tecnología de defensa moderna. A finales de esa década, Pekín probó su primer misil. En 1964, realizó su primer ensayo nuclear, y con su dirección, China se convirtió en una amenaza capaz de lanzar misiles balísticos intercontinentales tanto California como Moscú. Qian siguió la orden que le dio EE.UU. cuando lo expulsaron y nunca volvió a porner un pie en Estados Unidos.

Fue el cerebro detrás del desarrollo del cohete Dongfeng, que colocó en órbita el primer satélite chino, y sentó las bases del actual programa espacial chino. Gracias a su impulso, China se convirtió en una potencia científica y militar autónoma, capaz de competir —y en algunos casos superar— a Estados Unidos en tecnología aeroespacial, armamentística o en cultivo de talento científico.

La historia de Qian Xuesen es un duro recordatorio del coste de expulsar a mentes prodigiosas. Mientras EE. UU. cometía el error de ver en él a un enemigo, China aprovechó su retorno como una inversión en conocimiento estratégico. Hoy, cuando gobiernos como el de Donald Trump han revocado visas a miles de estudiantes extranjeros en universidades de élite, el caso de Qian cobra nueva relevancia. A largo plazo, apostar por el intercambio científico y el emprendimiento internacional es más rentable que dejarse llevar por el prejuicio hacia el otro.

Estados Unidos perdió a un científico que podría haber cambiado su historia tecnológica, y China ganó una figura que redefiniría su futuro como superpotencia. El legado de Qian Xuesen es, al mismo tiempo, una advertencia y una oportunidad.

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