El hijo del sah pone la Transición española como modelo para Irán

El hijo del último sah de Irán ha puesto a España como modelo de lo que podría ser el futuro de su país. Reza Pahlavi , exiliado en Estados Unidos desde 1979 y figura clave de la oposición al fundamentalismo iraní, ha citado expresamente la Transición española como ejemplo de transformación democrática ordenada. «La Transición española a la democracia sigue siendo uno de los casos más exitosos de cambio pacífico en la historia , y ofrece valiosas lecciones para el futuro de Irán», declaró esta semana a ABC.En un mensaje dirigido al pueblo iraní desde Washington, Pahlavi sostuvo que «el final de la República Islámica es irreversible» y que el régimen de los ayatolás «está en proceso de colapso». Aseguró que ya existe un plan de transición de cien días para instaurar un nuevo gobierno democrático tras la caída del sistema actual. «Ahora es el momento de levantarse y recuperar Irán», afirmó.Según explicó Pahlavi, su referencia a España no es casual, sino profundamente simbólica. «Al igual que Juan Carlos, que eligió ser una figura de unidad y no de división, yo veo mi papel como facilitador de una transición que reúna a todos los iraníes». Subrayó que no se trata de restaurar una forma concreta de Estado, sino de permitir que sean los propios ciudadanos quienes decidan , en libertad, el modelo institucional que desean para el futuro. «Mi visión para Irán es clara: un sistema secular y democrático donde la soberanía pertenezca al pueblo». Noticia Relacionada estandar Si Israel pone a Jamenei en la diana tras el ataque iraní a un hospital Mikel ayestaran Las autoridades de Tel Aviv aseguran que al Líder Supremo «no se le puede permitir seguir existiendo»Un referéndum libreAñadió que, sea bajo una monarquía constitucional o una república, esa decisión deberá tomarse mediante un referéndum libre, que él quiere ayudar a facilitar, sin más compromisos ni ataduras. Hay casos de figuras monárquicas que han sabido adaptarse a la política en contextos republicanos. El ejemplo más claro es el de Simeón II de Bulgaria , depuesto como Rey en 1946 y exiliado durante décadas. Regresó al país tras la caída del comunismo, fundó un partido político y ganó las elecciones en 2001. Fue primer ministro entre 2001 y 2005 sin reclamar la corona, respetando el sistema republicano.La Revolución Islámica de 1979 dotó a Irán de un sistema político en el que la soberanía emana de Dios, no del pueblo, consolidando una auténtica teocracia represora. Bajo ese régimen, se ha institucionalizado la represión de las mujeres, la persecución de homosexuales y minorías religiosas, y el silenciamiento de cualquier forma de disidencia. El aparato de seguridad del Estado, en coordinación con el poder religioso, ha recurrido a la tortura, las ejecuciones sumarias y la eliminación física o social de los opositores.Pahlavi insistió en que el caso español demuestra que las transiciones democráticas son posibles cuando hay voluntad de diálogo, espíritu de reconciliación y una apuesta decidida por mirar hacia adelante. «La transición iraní será, por supuesto, única, pero la experiencia española demuestra que una transformación democrática es posible cuando existe un compromiso compartido con los valores democráticos y con la reconciliación nacional».La revolución liderada por el ayatolá Rujolá Jomeini derrocó en 1979 al sah Mohamed Reza Pahlavi , padre de Reza, y dio paso a un régimen teocrático que rompió con décadas de alineamiento con Occidente. Aunque Pahlavi hijo no ejerce ningún cargo oficial, conserva influencia entre amplios sectores de la oposición en el exilio y ha ganado peso entre los jóvenes iraníes que rechazan tanto el legado monárquico como la República Islámica. Su figura representa una alternativa nacional, secular y democrática, cuyos llamamientos a la unidad han cobrado fuerza en medio del creciente malestar social.No se presenta como aspirante al trono, sino como facilitador de un proceso de transición. En entrevista con ABC, afirmó: «Mi objetivo no es centrarme en individuos, sino en instituciones». Y añadió: «No tengo problema si mañana la gente considera necesario un líder simbólico por encima de la contienda política, como suele ocurrir con las monarquías constitucionales».Además de su papel político, Pahlavi ha cultivado vínculos discretos con gobiernos occidentales y mantiene relaciones abiertas con Israel, país que visitó en 2023 en un gesto de ruptura con la retórica oficial del régimen iraní. Durante esa visita oró en el Muro de las Lamentaciones y se reunió con altos funcionarios israelíes, convirtiéndose en el primer miembro de la antigua familia real iraní en hacerlo desde la revolución.Ese viaje fue interpretado como una declaración de intenciones: un Irán reconciliado con Occidente y alejado del eje antiisraelí que ha definido la política exterior de Teherán desde 1979. Con ello, Pahlavi quiso enviar un doble mensaje: al exterior, su disposición a restablecer alianzas estratégicas; al interior, la imagen de una figura pragmática capaz de representar un cambio sin rupturas traumáticas.En enero de este año, tras el regreso de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU., Pahlavi le envió una carta en la que le felicitaba por su investidura y le animaba a renovar su respaldo al pueblo iraní. Recordó que, durante su primer mandato, Trump «se posicionó con valentía junto al pueblo iraní frente a un régimen ilegítimo y criminal», y aseguró que su retorno ofrecía «una esperanza renovada» para quienes desean un cambio político en Irán.«Ningún presidente estadounidense ha tenido aún el coraje de acabar con esta tiranía. Usted puede hacerlo. No mediante la guerra, sino manteniendo la presión máxima sobre el régimen y brindando un apoyo máximo al valiente pueblo iraní», escribió Pahlavi. En esa misma carta propuso los llamados Acuerdos de Ciro, como prolongación de los Acuerdos de Abraham, para forjar una alianza entre Israel, los países árabes y una futura Irán democrática. «Usted puede transformar el mundo» , concluyó.La caída del sah en 1979 marcó un giro radical en la historia de Irán. Tras una ola de protestas, el monarca –que durante décadas había sido respaldado por Estados Unidos y el Reino Unido– abandonó el país. El presidente Jimmy Carter , que inicialmente apoyó al sah, fue criticado por no actuar con más firmeza en su defensa. Jomeini regresó del exilio y se proclamó la República Islámica.La crisis de los rehenesTras su salida de Irán, el sah fue diagnosticado con cáncer y buscó tratamiento médico en el extranjero. En octubre de 1979, el gobierno de Carter le permitió entrar temporalmente en EE.UU. por razones humanitarias, lo que provocó la furia del nuevo régimen. Días después, estudiantes islamistas tomaron la embajada estadounidense en Teherán y retuvieron a 52 diplomáticos como rehenes durante 444 días. La crisis deterioró aún más las relaciones bilaterales y afectó gravemente la presidencia de Carter.Aunque impulsó reformas sociales y económicas a través de la ‘Revolución Blanca’, el sah fue acusado de autoritarismo, corrupción y represión. Tras el golpe de Estado de 1953 contra el primer ministro Mohamed Mosaddeq , apoyado por EE.UU., instauró un sistema cada vez más centralizado, con un partido único y una policía secreta, la Savak, que se hizo célebre por sus métodos represivos. Ese modelo terminó minando su legitimidad política y allanando el camino para su caída. El hijo del último sah de Irán ha puesto a España como modelo de lo que podría ser el futuro de su país. Reza Pahlavi , exiliado en Estados Unidos desde 1979 y figura clave de la oposición al fundamentalismo iraní, ha citado expresamente la Transición española como ejemplo de transformación democrática ordenada. «La Transición española a la democracia sigue siendo uno de los casos más exitosos de cambio pacífico en la historia , y ofrece valiosas lecciones para el futuro de Irán», declaró esta semana a ABC.En un mensaje dirigido al pueblo iraní desde Washington, Pahlavi sostuvo que «el final de la República Islámica es irreversible» y que el régimen de los ayatolás «está en proceso de colapso». Aseguró que ya existe un plan de transición de cien días para instaurar un nuevo gobierno democrático tras la caída del sistema actual. «Ahora es el momento de levantarse y recuperar Irán», afirmó.Según explicó Pahlavi, su referencia a España no es casual, sino profundamente simbólica. «Al igual que Juan Carlos, que eligió ser una figura de unidad y no de división, yo veo mi papel como facilitador de una transición que reúna a todos los iraníes». Subrayó que no se trata de restaurar una forma concreta de Estado, sino de permitir que sean los propios ciudadanos quienes decidan , en libertad, el modelo institucional que desean para el futuro. «Mi visión para Irán es clara: un sistema secular y democrático donde la soberanía pertenezca al pueblo». Noticia Relacionada estandar Si Israel pone a Jamenei en la diana tras el ataque iraní a un hospital Mikel ayestaran Las autoridades de Tel Aviv aseguran que al Líder Supremo «no se le puede permitir seguir existiendo»Un referéndum libreAñadió que, sea bajo una monarquía constitucional o una república, esa decisión deberá tomarse mediante un referéndum libre, que él quiere ayudar a facilitar, sin más compromisos ni ataduras. Hay casos de figuras monárquicas que han sabido adaptarse a la política en contextos republicanos. El ejemplo más claro es el de Simeón II de Bulgaria , depuesto como Rey en 1946 y exiliado durante décadas. Regresó al país tras la caída del comunismo, fundó un partido político y ganó las elecciones en 2001. Fue primer ministro entre 2001 y 2005 sin reclamar la corona, respetando el sistema republicano.La Revolución Islámica de 1979 dotó a Irán de un sistema político en el que la soberanía emana de Dios, no del pueblo, consolidando una auténtica teocracia represora. Bajo ese régimen, se ha institucionalizado la represión de las mujeres, la persecución de homosexuales y minorías religiosas, y el silenciamiento de cualquier forma de disidencia. El aparato de seguridad del Estado, en coordinación con el poder religioso, ha recurrido a la tortura, las ejecuciones sumarias y la eliminación física o social de los opositores.Pahlavi insistió en que el caso español demuestra que las transiciones democráticas son posibles cuando hay voluntad de diálogo, espíritu de reconciliación y una apuesta decidida por mirar hacia adelante. «La transición iraní será, por supuesto, única, pero la experiencia española demuestra que una transformación democrática es posible cuando existe un compromiso compartido con los valores democráticos y con la reconciliación nacional».La revolución liderada por el ayatolá Rujolá Jomeini derrocó en 1979 al sah Mohamed Reza Pahlavi , padre de Reza, y dio paso a un régimen teocrático que rompió con décadas de alineamiento con Occidente. Aunque Pahlavi hijo no ejerce ningún cargo oficial, conserva influencia entre amplios sectores de la oposición en el exilio y ha ganado peso entre los jóvenes iraníes que rechazan tanto el legado monárquico como la República Islámica. Su figura representa una alternativa nacional, secular y democrática, cuyos llamamientos a la unidad han cobrado fuerza en medio del creciente malestar social.No se presenta como aspirante al trono, sino como facilitador de un proceso de transición. En entrevista con ABC, afirmó: «Mi objetivo no es centrarme en individuos, sino en instituciones». Y añadió: «No tengo problema si mañana la gente considera necesario un líder simbólico por encima de la contienda política, como suele ocurrir con las monarquías constitucionales».Además de su papel político, Pahlavi ha cultivado vínculos discretos con gobiernos occidentales y mantiene relaciones abiertas con Israel, país que visitó en 2023 en un gesto de ruptura con la retórica oficial del régimen iraní. Durante esa visita oró en el Muro de las Lamentaciones y se reunió con altos funcionarios israelíes, convirtiéndose en el primer miembro de la antigua familia real iraní en hacerlo desde la revolución.Ese viaje fue interpretado como una declaración de intenciones: un Irán reconciliado con Occidente y alejado del eje antiisraelí que ha definido la política exterior de Teherán desde 1979. Con ello, Pahlavi quiso enviar un doble mensaje: al exterior, su disposición a restablecer alianzas estratégicas; al interior, la imagen de una figura pragmática capaz de representar un cambio sin rupturas traumáticas.En enero de este año, tras el regreso de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU., Pahlavi le envió una carta en la que le felicitaba por su investidura y le animaba a renovar su respaldo al pueblo iraní. Recordó que, durante su primer mandato, Trump «se posicionó con valentía junto al pueblo iraní frente a un régimen ilegítimo y criminal», y aseguró que su retorno ofrecía «una esperanza renovada» para quienes desean un cambio político en Irán.«Ningún presidente estadounidense ha tenido aún el coraje de acabar con esta tiranía. Usted puede hacerlo. No mediante la guerra, sino manteniendo la presión máxima sobre el régimen y brindando un apoyo máximo al valiente pueblo iraní», escribió Pahlavi. En esa misma carta propuso los llamados Acuerdos de Ciro, como prolongación de los Acuerdos de Abraham, para forjar una alianza entre Israel, los países árabes y una futura Irán democrática. «Usted puede transformar el mundo» , concluyó.La caída del sah en 1979 marcó un giro radical en la historia de Irán. Tras una ola de protestas, el monarca –que durante décadas había sido respaldado por Estados Unidos y el Reino Unido– abandonó el país. El presidente Jimmy Carter , que inicialmente apoyó al sah, fue criticado por no actuar con más firmeza en su defensa. Jomeini regresó del exilio y se proclamó la República Islámica.La crisis de los rehenesTras su salida de Irán, el sah fue diagnosticado con cáncer y buscó tratamiento médico en el extranjero. En octubre de 1979, el gobierno de Carter le permitió entrar temporalmente en EE.UU. por razones humanitarias, lo que provocó la furia del nuevo régimen. Días después, estudiantes islamistas tomaron la embajada estadounidense en Teherán y retuvieron a 52 diplomáticos como rehenes durante 444 días. La crisis deterioró aún más las relaciones bilaterales y afectó gravemente la presidencia de Carter.Aunque impulsó reformas sociales y económicas a través de la ‘Revolución Blanca’, el sah fue acusado de autoritarismo, corrupción y represión. Tras el golpe de Estado de 1953 contra el primer ministro Mohamed Mosaddeq , apoyado por EE.UU., instauró un sistema cada vez más centralizado, con un partido único y una policía secreta, la Savak, que se hizo célebre por sus métodos represivos. Ese modelo terminó minando su legitimidad política y allanando el camino para su caída.  

El hijo del último sah de Irán ha puesto a España como modelo de lo que podría ser el futuro de su país. Reza Pahlavi, exiliado en Estados Unidos desde 1979 y figura clave de la oposición al fundamentalismo iraní, ha citado expresamente la … Transición española como ejemplo de transformación democrática ordenada. «La Transición española a la democracia sigue siendo uno de los casos más exitosos de cambio pacífico en la historia, y ofrece valiosas lecciones para el futuro de Irán», declaró esta semana a ABC.

En un mensaje dirigido al pueblo iraní desde Washington, Pahlavi sostuvo que «el final de la República Islámica es irreversible» y que el régimen de los ayatolás «está en proceso de colapso». Aseguró que ya existe un plan de transición de cien días para instaurar un nuevo gobierno democrático tras la caída del sistema actual. «Ahora es el momento de levantarse y recuperar Irán», afirmó.

Según explicó Pahlavi, su referencia a España no es casual, sino profundamente simbólica. «Al igual que Juan Carlos, que eligió ser una figura de unidad y no de división, yo veo mi papel como facilitador de una transición que reúna a todos los iraníes». Subrayó que no se trata de restaurar una forma concreta de Estado, sino de permitir que sean los propios ciudadanos quienes decidan, en libertad, el modelo institucional que desean para el futuro. «Mi visión para Irán es clara: un sistema secular y democrático donde la soberanía pertenezca al pueblo».

Un referéndum libre

Añadió que, sea bajo una monarquía constitucional o una república, esa decisión deberá tomarse mediante un referéndum libre, que él quiere ayudar a facilitar, sin más compromisos ni ataduras. Hay casos de figuras monárquicas que han sabido adaptarse a la política en contextos republicanos. El ejemplo más claro es el de Simeón II de Bulgaria, depuesto como Rey en 1946 y exiliado durante décadas. Regresó al país tras la caída del comunismo, fundó un partido político y ganó las elecciones en 2001. Fue primer ministro entre 2001 y 2005 sin reclamar la corona, respetando el sistema republicano.

La Revolución Islámica de 1979 dotó a Irán de un sistema político en el que la soberanía emana de Dios, no del pueblo, consolidando una auténtica teocracia represora. Bajo ese régimen, se ha institucionalizado la represión de las mujeres, la persecución de homosexuales y minorías religiosas, y el silenciamiento de cualquier forma de disidencia. El aparato de seguridad del Estado, en coordinación con el poder religioso, ha recurrido a la tortura, las ejecuciones sumarias y la eliminación física o social de los opositores.

Pahlavi insistió en que el caso español demuestra que las transiciones democráticas son posibles cuando hay voluntad de diálogo, espíritu de reconciliación y una apuesta decidida por mirar hacia adelante. «La transición iraní será, por supuesto, única, pero la experiencia española demuestra que una transformación democrática es posible cuando existe un compromiso compartido con los valores democráticos y con la reconciliación nacional».

La revolución liderada por el ayatolá Rujolá Jomeini derrocó en 1979 al sah Mohamed Reza Pahlavi, padre de Reza, y dio paso a un régimen teocrático que rompió con décadas de alineamiento con Occidente. Aunque Pahlavi hijo no ejerce ningún cargo oficial, conserva influencia entre amplios sectores de la oposición en el exilio y ha ganado peso entre los jóvenes iraníes que rechazan tanto el legado monárquico como la República Islámica. Su figura representa una alternativa nacional, secular y democrática, cuyos llamamientos a la unidad han cobrado fuerza en medio del creciente malestar social.

No se presenta como aspirante al trono, sino como facilitador de un proceso de transición. En entrevista con ABC, afirmó: «Mi objetivo no es centrarme en individuos, sino en instituciones». Y añadió: «No tengo problema si mañana la gente considera necesario un líder simbólico por encima de la contienda política, como suele ocurrir con las monarquías constitucionales».

Además de su papel político, Pahlavi ha cultivado vínculos discretos con gobiernos occidentales y mantiene relaciones abiertas con Israel, país que visitó en 2023 en un gesto de ruptura con la retórica oficial del régimen iraní. Durante esa visita oró en el Muro de las Lamentaciones y se reunió con altos funcionarios israelíes, convirtiéndose en el primer miembro de la antigua familia real iraní en hacerlo desde la revolución.

Ese viaje fue interpretado como una declaración de intenciones: un Irán reconciliado con Occidente y alejado del eje antiisraelí que ha definido la política exterior de Teherán desde 1979. Con ello, Pahlavi quiso enviar un doble mensaje: al exterior, su disposición a restablecer alianzas estratégicas; al interior, la imagen de una figura pragmática capaz de representar un cambio sin rupturas traumáticas.

En enero de este año, tras el regreso de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU., Pahlavi le envió una carta en la que le felicitaba por su investidura y le animaba a renovar su respaldo al pueblo iraní. Recordó que, durante su primer mandato, Trump «se posicionó con valentía junto al pueblo iraní frente a un régimen ilegítimo y criminal», y aseguró que su retorno ofrecía «una esperanza renovada» para quienes desean un cambio político en Irán.

«Ningún presidente estadounidense ha tenido aún el coraje de acabar con esta tiranía. Usted puede hacerlo. No mediante la guerra, sino manteniendo la presión máxima sobre el régimen y brindando un apoyo máximo al valiente pueblo iraní», escribió Pahlavi. En esa misma carta propuso los llamados Acuerdos de Ciro, como prolongación de los Acuerdos de Abraham, para forjar una alianza entre Israel, los países árabes y una futura Irán democrática. «Usted puede transformar el mundo», concluyó.

La caída del sah en 1979 marcó un giro radical en la historia de Irán. Tras una ola de protestas, el monarca –que durante décadas había sido respaldado por Estados Unidos y el Reino Unido– abandonó el país. El presidente Jimmy Carter, que inicialmente apoyó al sah, fue criticado por no actuar con más firmeza en su defensa. Jomeini regresó del exilio y se proclamó la República Islámica.

La crisis de los rehenes

Tras su salida de Irán, el sah fue diagnosticado con cáncer y buscó tratamiento médico en el extranjero. En octubre de 1979, el gobierno de Carter le permitió entrar temporalmente en EE.UU. por razones humanitarias, lo que provocó la furia del nuevo régimen. Días después, estudiantes islamistas tomaron la embajada estadounidense en Teherán y retuvieron a 52 diplomáticos como rehenes durante 444 días. La crisis deterioró aún más las relaciones bilaterales y afectó gravemente la presidencia de Carter.

Aunque impulsó reformas sociales y económicas a través de la ‘Revolución Blanca’, el sah fue acusado de autoritarismo, corrupción y represión. Tras el golpe de Estado de 1953 contra el primer ministro Mohamed Mosaddeq, apoyado por EE.UU., instauró un sistema cada vez más centralizado, con un partido único y una policía secreta, la Savak, que se hizo célebre por sus métodos represivos. Ese modelo terminó minando su legitimidad política y allanando el camino para su caída.

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