En mi principio está mi fin

Donald Trump ha conseguido un gran éxito político, al aprobar el Congreso en tiempo récord su ley «grande y hermosa» , un compendio de medidas dispares con las que aspira a reformar la economía. Son más de mil páginas, apenas discutidas en las dos cámaras. Los legisladores de Washington una vez más han seguido la máxima de Nancy Pelosi , «primero las aprobamos y luego las debatimos». Su implementación tendrá una complejidad enorme, al estar plagada de excepciones y posibilidades de negociación sobre su contenido concreto entre la administración federal y los estados. El trumpismo era esto: impuestos más bajos a los que más ingresan, recortes a la sanidad pública que dejan sin cobertura a millones de personas de rentas bajas, aumento sustantivo del déficit público, más medios para el control de fronteras y freno al desarrollo de la energía solar y los vehículos eléctricos. En un único documento han quedado agrupadas todas las iniciativas que impulsa Trump para acompañar el unilateralismo agresivo de su política exterior , tanto en comercio como en seguridad. La victoria innegable de un presidente que culmina su primer semestre con una economía en positivo , pero por debajo de las expectativas de hace un año, puede convertirse también en la causa de la resurrección de unos demócratas sin estrategia alguna. Es muy posible que la ley trumpista tenga un impacto negativo en la América profunda, al frenar las aspiraciones de ascenso social de la clase trabajadora, los MAGA que han aupado al presidente al poder. Pondrá también mucha presión sobre los gobernadores de los estados, obligados a financiar la sanidad pública en proporción mucho mayor. Sin pretenderlo, tal vez Trump ha escrito el guion de una rebelión contra Washington, una onda expansiva que puede ayudar a los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2026. Es importante que los europeos entiendan esta hipótesis de la debilidad republicana a medio plazo, para no hipotecarse innecesariamente en las negociaciones en curso contra reloj sobre comercio y desregulación de sectores estratégicos. T. S. Eliot siempre recordaba la fugacidad de cualquier éxito, «en mi principio está mi fin». Donald Trump ha conseguido un gran éxito político, al aprobar el Congreso en tiempo récord su ley «grande y hermosa» , un compendio de medidas dispares con las que aspira a reformar la economía. Son más de mil páginas, apenas discutidas en las dos cámaras. Los legisladores de Washington una vez más han seguido la máxima de Nancy Pelosi , «primero las aprobamos y luego las debatimos». Su implementación tendrá una complejidad enorme, al estar plagada de excepciones y posibilidades de negociación sobre su contenido concreto entre la administración federal y los estados. El trumpismo era esto: impuestos más bajos a los que más ingresan, recortes a la sanidad pública que dejan sin cobertura a millones de personas de rentas bajas, aumento sustantivo del déficit público, más medios para el control de fronteras y freno al desarrollo de la energía solar y los vehículos eléctricos. En un único documento han quedado agrupadas todas las iniciativas que impulsa Trump para acompañar el unilateralismo agresivo de su política exterior , tanto en comercio como en seguridad. La victoria innegable de un presidente que culmina su primer semestre con una economía en positivo , pero por debajo de las expectativas de hace un año, puede convertirse también en la causa de la resurrección de unos demócratas sin estrategia alguna. Es muy posible que la ley trumpista tenga un impacto negativo en la América profunda, al frenar las aspiraciones de ascenso social de la clase trabajadora, los MAGA que han aupado al presidente al poder. Pondrá también mucha presión sobre los gobernadores de los estados, obligados a financiar la sanidad pública en proporción mucho mayor. Sin pretenderlo, tal vez Trump ha escrito el guion de una rebelión contra Washington, una onda expansiva que puede ayudar a los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2026. Es importante que los europeos entiendan esta hipótesis de la debilidad republicana a medio plazo, para no hipotecarse innecesariamente en las negociaciones en curso contra reloj sobre comercio y desregulación de sectores estratégicos. T. S. Eliot siempre recordaba la fugacidad de cualquier éxito, «en mi principio está mi fin».  

MONNET & CO.

Sin pretenderlo, tal vez Trump ha escrito el guion de una rebelión contra Washington, una onda expansiva que puede ayudar a los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2026

Trump firma su ley «grande y hermosa» EFE

Donald Trump ha conseguido un gran éxito político, al aprobar el Congreso en tiempo récord su ley «grande y hermosa», un compendio de medidas dispares con las que aspira a reformar la economía. Son más de mil páginas, apenas discutidas en las dos … cámaras. Los legisladores de Washington una vez más han seguido la máxima de Nancy Pelosi, «primero las aprobamos y luego las debatimos».

Su implementación tendrá una complejidad enorme, al estar plagada de excepciones y posibilidades de negociación sobre su contenido concreto entre la administración federal y los estados.

El trumpismo era esto: impuestos más bajos a los que más ingresan, recortes a la sanidad pública que dejan sin cobertura a millones de personas de rentas bajas, aumento sustantivo del déficit público, más medios para el control de fronteras y freno al desarrollo de la energía solar y los vehículos eléctricos. En un único documento han quedado agrupadas todas las iniciativas que impulsa Trump para acompañar el unilateralismo agresivo de su política exterior, tanto en comercio como en seguridad.

La victoria innegable de un presidente que culmina su primer semestre con una economía en positivo, pero por debajo de las expectativas de hace un año, puede convertirse también en la causa de la resurrección de unos demócratas sin estrategia alguna. Es muy posible que la ley trumpista tenga un impacto negativo en la América profunda, al frenar las aspiraciones de ascenso social de la clase trabajadora, los MAGA que han aupado al presidente al poder. Pondrá también mucha presión sobre los gobernadores de los estados, obligados a financiar la sanidad pública en proporción mucho mayor.

Sin pretenderlo, tal vez Trump ha escrito el guion de una rebelión contra Washington, una onda expansiva que puede ayudar a los demócratas en las elecciones legislativas de noviembre de 2026. Es importante que los europeos entiendan esta hipótesis de la debilidad republicana a medio plazo, para no hipotecarse innecesariamente en las negociaciones en curso contra reloj sobre comercio y desregulación de sectores estratégicos. T. S. Eliot siempre recordaba la fugacidad de cualquier éxito, «en mi principio está mi fin».

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