España tarda más de tres años en reducir de manera drástica el consumo de gas ruso

El 24 de febrero de 2022 Rusia inició una invasión militar sobre Ucrania . Ese día, el futuro del sistema energético europeo empezó a cambiar. Ya no había marcha atrás. Aunque, de por medio, los países del Viejo Continente se han tenido que comer una crisis de precios de carácter histórica en materia de energía. Así, pese a que un puñado de días después ya se empezó a trabajar en un bloqueo sobre productos y servicios energéticos, algunos países como España no han logrado frenar la dependencia rusa hasta pasados más de tres años.Es un proceso muy complejo. La importación de gas llega a España a través de las empresas que, posteriormente, la utilizan en diferentes segmentos de negocio . La entrada en nuestro país se produce a través de un gasoducto, una circunstancia que se da principalmente desde Argelia, uno de los grandes aliados en materia energética, y también desde Francia. El otro modelo de importación es el gas natural licuado (GNL) —con media docena de proveedores—, que se gestiona a través de barcos que condensan esta materia prima para después devolverla al estado gaseoso en las gasificadoras que tiene España. Más tarde, ese gas pasa a ser inyectado a la red.Noticia Relacionada estandar Si La presión de las energéticas para mantener las nucleares choca contra la indiferencia del Gobierno Raúl Masa Cada vez queda menos tiempo para poder negociar la vida de AlmarazDichas compras se suelen realizar con contratos a largo plazo, y precios indexados a los índices internacionales. Y ese era uno de los problemas con Rusia, que las compras ya estaban realizadas a terceros que, a su vez, tenían acuerdos con empresas de origen ruso. Además se dio una circunstancia anómala: cuanto más había que «independizarse» de Rusia, más se necesitaba su gas por la crisis que se estaba dando en Europa. Y, lo peor de todo, era que los precios se habían disparado —hasta límites desconocidos— por las tensiones geopolíticas.Así, en julio de 2022, según consta en el Boletín Energético de Enagás, Rusia suponía el 14,5% en la cobertura de demanda de gas en España. Entraba el equivalente a más de 5.300 GWh de energía. La situación fue a peor, y en julio de 2023 la cuota de mercado era del 27,6%, mientras que el equivalente en energía era de más de 8.700 GWh.La Comisión Europea, en todo ese tiempo, intentó de manera obstinada conseguir desenganchar a los Estados miembros del gas ruso. Sanciones, regulación, leyes… las armas han sido múltiples. El resultado por fin empieza a verse.Más de tres años después, en el caso Español, el gas ruso empieza a considerarse residual. Según el mencionado documento de Enagás, el pasado mes de julio la cobertura de demanda procedente de Rusia era de apenas el 6% . El equivalente energético se situaba por encima de los 2.000 GWh, menos de la mitad que el año del estallido de la crisis.Es simbólico que países como Nigeria y Angola hayan superado la cuota rusa, mientras que el gas argelino sigue siendo la referencia. En este contexto hay que añadir que se ha pasado de la dependencia de Rusia a la de EE.UU., en este caso por cuestiones geopolíticas, no se sabe bien si voluntarias u obligadas, que ha hecho que muchos países europeos miran al otro lado del Atlántico. No obstante, cabe recordar que estas compras las hacen las empresas privadas. De hecho, las compañías llevan años haciendo equilibrios sobre las sanciones al gas ruso. El parapeto ha sido argumentar que, realmente, eran contratos con terceros, aunque estos tuvieran vínculos con la extracción en el país de origen.Europa, a lo suyoAnte este contexto, desde la Comisión Europea tienen clara su hoja de ruta . Todo ello pese a las negociaciones que se están dando entre EE.UU. y Rusia para acabar con la guerra de Ucrania. O, al menos, intentarlo.Así, el pasado mes de junio trascendió que la UE eliminará de forma gradual y efectiva la importación de gas y petróleo rusos para finales de 2027, en el marco de una propuesta legislativa presentada por la Comisión. Así se pondrá fin, esperan, a la exposición de la UE a los riesgos de seguridad económica y de mercado causados por la dependencia de los combustibles fósiles rusos, aseguraban desde Bruselas, y, en última instancia, se impulsará la independencia energética y la competitividad de la Unión.La propuesta legislativa es la continuación de la hoja de ruta de REPowerEU, que la Comisión ya había adoptado. Establece un plan a escala de la UE para eliminar las importaciones de gas ruso de manera gradual y bien coordinada, en un espíritu de solidaridad, al tiempo que persigue la transición limpia. Los volúmenes restantes de gas ruso pueden eliminarse gradualmente sin generar un impacto económico significativo ni riesgos para la seguridad del suministro, debido a la disponibilidad de suficientes proveedores alternativos en el mercado mundial del gas, a un mercado del gas de la Unión bien interconectado y un número suficiente de infraestructuras de importación disponibles en la UE Además, la propuesta de hoy cuenta con salvaguardias integradas para responder a la realidad de los mercados del gas, y proporciona al mismo tiempo un marco jurídico sólido para las empresas.También se prohibirán los contratos a largo plazo de servicios de terminales de GNL para clientes procedentes de Rusia o controlados por empresas rusas. De esta forma, la capacidad de las terminales podrá reorientarse hacia proveedores alternativos, mejorando en última instancia la resiliencia de los mercados de la energía. El 24 de febrero de 2022 Rusia inició una invasión militar sobre Ucrania . Ese día, el futuro del sistema energético europeo empezó a cambiar. Ya no había marcha atrás. Aunque, de por medio, los países del Viejo Continente se han tenido que comer una crisis de precios de carácter histórica en materia de energía. Así, pese a que un puñado de días después ya se empezó a trabajar en un bloqueo sobre productos y servicios energéticos, algunos países como España no han logrado frenar la dependencia rusa hasta pasados más de tres años.Es un proceso muy complejo. La importación de gas llega a España a través de las empresas que, posteriormente, la utilizan en diferentes segmentos de negocio . La entrada en nuestro país se produce a través de un gasoducto, una circunstancia que se da principalmente desde Argelia, uno de los grandes aliados en materia energética, y también desde Francia. El otro modelo de importación es el gas natural licuado (GNL) —con media docena de proveedores—, que se gestiona a través de barcos que condensan esta materia prima para después devolverla al estado gaseoso en las gasificadoras que tiene España. Más tarde, ese gas pasa a ser inyectado a la red.Noticia Relacionada estandar Si La presión de las energéticas para mantener las nucleares choca contra la indiferencia del Gobierno Raúl Masa Cada vez queda menos tiempo para poder negociar la vida de AlmarazDichas compras se suelen realizar con contratos a largo plazo, y precios indexados a los índices internacionales. Y ese era uno de los problemas con Rusia, que las compras ya estaban realizadas a terceros que, a su vez, tenían acuerdos con empresas de origen ruso. Además se dio una circunstancia anómala: cuanto más había que «independizarse» de Rusia, más se necesitaba su gas por la crisis que se estaba dando en Europa. Y, lo peor de todo, era que los precios se habían disparado —hasta límites desconocidos— por las tensiones geopolíticas.Así, en julio de 2022, según consta en el Boletín Energético de Enagás, Rusia suponía el 14,5% en la cobertura de demanda de gas en España. Entraba el equivalente a más de 5.300 GWh de energía. La situación fue a peor, y en julio de 2023 la cuota de mercado era del 27,6%, mientras que el equivalente en energía era de más de 8.700 GWh.La Comisión Europea, en todo ese tiempo, intentó de manera obstinada conseguir desenganchar a los Estados miembros del gas ruso. Sanciones, regulación, leyes… las armas han sido múltiples. El resultado por fin empieza a verse.Más de tres años después, en el caso Español, el gas ruso empieza a considerarse residual. Según el mencionado documento de Enagás, el pasado mes de julio la cobertura de demanda procedente de Rusia era de apenas el 6% . El equivalente energético se situaba por encima de los 2.000 GWh, menos de la mitad que el año del estallido de la crisis.Es simbólico que países como Nigeria y Angola hayan superado la cuota rusa, mientras que el gas argelino sigue siendo la referencia. En este contexto hay que añadir que se ha pasado de la dependencia de Rusia a la de EE.UU., en este caso por cuestiones geopolíticas, no se sabe bien si voluntarias u obligadas, que ha hecho que muchos países europeos miran al otro lado del Atlántico. No obstante, cabe recordar que estas compras las hacen las empresas privadas. De hecho, las compañías llevan años haciendo equilibrios sobre las sanciones al gas ruso. El parapeto ha sido argumentar que, realmente, eran contratos con terceros, aunque estos tuvieran vínculos con la extracción en el país de origen.Europa, a lo suyoAnte este contexto, desde la Comisión Europea tienen clara su hoja de ruta . Todo ello pese a las negociaciones que se están dando entre EE.UU. y Rusia para acabar con la guerra de Ucrania. O, al menos, intentarlo.Así, el pasado mes de junio trascendió que la UE eliminará de forma gradual y efectiva la importación de gas y petróleo rusos para finales de 2027, en el marco de una propuesta legislativa presentada por la Comisión. Así se pondrá fin, esperan, a la exposición de la UE a los riesgos de seguridad económica y de mercado causados por la dependencia de los combustibles fósiles rusos, aseguraban desde Bruselas, y, en última instancia, se impulsará la independencia energética y la competitividad de la Unión.La propuesta legislativa es la continuación de la hoja de ruta de REPowerEU, que la Comisión ya había adoptado. Establece un plan a escala de la UE para eliminar las importaciones de gas ruso de manera gradual y bien coordinada, en un espíritu de solidaridad, al tiempo que persigue la transición limpia. Los volúmenes restantes de gas ruso pueden eliminarse gradualmente sin generar un impacto económico significativo ni riesgos para la seguridad del suministro, debido a la disponibilidad de suficientes proveedores alternativos en el mercado mundial del gas, a un mercado del gas de la Unión bien interconectado y un número suficiente de infraestructuras de importación disponibles en la UE Además, la propuesta de hoy cuenta con salvaguardias integradas para responder a la realidad de los mercados del gas, y proporciona al mismo tiempo un marco jurídico sólido para las empresas.También se prohibirán los contratos a largo plazo de servicios de terminales de GNL para clientes procedentes de Rusia o controlados por empresas rusas. De esta forma, la capacidad de las terminales podrá reorientarse hacia proveedores alternativos, mejorando en última instancia la resiliencia de los mercados de la energía.  

El 24 de febrero de 2022 Rusia inició una invasión militar sobre Ucrania. Ese día, el futuro del sistema energético europeo empezó a cambiar. Ya no había marcha atrás. Aunque, de por medio, los países del Viejo Continente se han tenido que … comer una crisis de precios de carácter histórica en materia de energía. Así, pese a que un puñado de días después ya se empezó a trabajar en un bloqueo sobre productos y servicios energéticos, algunos países como España no han logrado frenar la dependencia rusa hasta pasados más de tres años.

Es un proceso muy complejo. La importación de gas llega a España a través de las empresas que, posteriormente, la utilizan en diferentes segmentos de negocio. La entrada en nuestro país se produce a través de un gasoducto, una circunstancia que se da principalmente desde Argelia, uno de los grandes aliados en materia energética, y también desde Francia. El otro modelo de importación es el gas natural licuado (GNL) —con media docena de proveedores—, que se gestiona a través de barcos que condensan esta materia prima para después devolverla al estado gaseoso en las gasificadoras que tiene España. Más tarde, ese gas pasa a ser inyectado a la red.

Dichas compras se suelen realizar con contratos a largo plazo, y precios indexados a los índices internacionales. Y ese era uno de los problemas con Rusia, que las compras ya estaban realizadas a terceros que, a su vez, tenían acuerdos con empresas de origen ruso. Además se dio una circunstancia anómala: cuanto más había que «independizarse» de Rusia, más se necesitaba su gas por la crisis que se estaba dando en Europa. Y, lo peor de todo, era que los precios se habían disparado —hasta límites desconocidos— por las tensiones geopolíticas.

Así, en julio de 2022, según consta en el Boletín Energético de Enagás, Rusia suponía el 14,5% en la cobertura de demanda de gas en España. Entraba el equivalente a más de 5.300 GWh de energía. La situación fue a peor, y en julio de 2023 la cuota de mercado era del 27,6%, mientras que el equivalente en energía era de más de 8.700 GWh.

La Comisión Europea, en todo ese tiempo, intentó de manera obstinada conseguir desenganchar a los Estados miembros del gas ruso. Sanciones, regulación, leyes… las armas han sido múltiples. El resultado por fin empieza a verse.

Más de tres años después, en el caso Español, el gas ruso empieza a considerarse residual. Según el mencionado documento de Enagás, el pasado mes de julio la cobertura de demanda procedente de Rusia era de apenas el 6%. El equivalente energético se situaba por encima de los 2.000 GWh, menos de la mitad que el año del estallido de la crisis.

Es simbólico que países como Nigeria y Angola hayan superado la cuota rusa, mientras que el gas argelino sigue siendo la referencia. En este contexto hay que añadir que se ha pasado de la dependencia de Rusia a la de EE.UU., en este caso por cuestiones geopolíticas, no se sabe bien si voluntarias u obligadas, que ha hecho que muchos países europeos miran al otro lado del Atlántico. No obstante, cabe recordar que estas compras las hacen las empresas privadas. De hecho, las compañías llevan años haciendo equilibrios sobre las sanciones al gas ruso. El parapeto ha sido argumentar que, realmente, eran contratos con terceros, aunque estos tuvieran vínculos con la extracción en el país de origen.

Europa, a lo suyo

Ante este contexto, desde la Comisión Europea tienen clara su hoja de ruta. Todo ello pese a las negociaciones que se están dando entre EE.UU. y Rusia para acabar con la guerra de Ucrania. O, al menos, intentarlo.

Así, el pasado mes de junio trascendió que la UE eliminará de forma gradual y efectiva la importación de gas y petróleo rusos para finales de 2027, en el marco de una propuesta legislativa presentada por la Comisión. Así se pondrá fin, esperan, a la exposición de la UE a los riesgos de seguridad económica y de mercado causados por la dependencia de los combustibles fósiles rusos, aseguraban desde Bruselas, y, en última instancia, se impulsará la independencia energética y la competitividad de la Unión.

La propuesta legislativa es la continuación de la hoja de ruta de REPowerEU, que la Comisión ya había adoptado. Establece un plan a escala de la UE para eliminar las importaciones de gas ruso de manera gradual y bien coordinada, en un espíritu de solidaridad, al tiempo que persigue la transición limpia.

Los volúmenes restantes de gas ruso pueden eliminarse gradualmente sin generar un impacto económico significativo ni riesgos para la seguridad del suministro, debido a la disponibilidad de suficientes proveedores alternativos en el mercado mundial del gas, a un mercado del gas de la Unión bien interconectado y un número suficiente de infraestructuras de importación disponibles en la UE Además, la propuesta de hoy cuenta con salvaguardias integradas para responder a la realidad de los mercados del gas, y proporciona al mismo tiempo un marco jurídico sólido para las empresas.

También se prohibirán los contratos a largo plazo de servicios de terminales de GNL para clientes procedentes de Rusia o controlados por empresas rusas. De esta forma, la capacidad de las terminales podrá reorientarse hacia proveedores alternativos, mejorando en última instancia la resiliencia de los mercados de la energía.

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