«No perdamos tiempo y energía en Jeffrey Epstein , alguien que no le importa a nadie», escribió Donald Trump el pasado fin de semana en su red social. Como en tantas otras cosas, el presidente de EE.UU. vestía sus deseos -que sus bases más fanáticas pasen de página con sus teorías conspiranoicas sobre los escándalos sexuales del inversor fallecido en 2019- como realidad. Pero la realidad es muchas veces tozuda y el caso Epstein importa mucho, y a muchos: está provocando una grieta con una facción ‘trumpista’ muy afín. Hasta el punto de que Trump estalló este miércoles: abroncó e insultó a esos grupos de leales en un intento de mantener prietas las filas. Les llamó «estúpidos», «ingenuos» y «antiguos seguidores» y les acusó de caer en el juego de los demócratas.En esencia, esto es lo ocurrido: Trump y muchos de sus aliados alimentaron durante años teorías conspiradoras sobre Epstein y sus tramas sórdidas y ahora, en el Gobierno, ese monstruo se les ha vuelto en contra.Noticia Relacionada Informe del FBI estandar Si El carpetazo a la «lista de clientes» de Epstein desata una ola de críticas a la Casa Blanca Javier Ansorena Grandes aliados de Trump exigen el despido de la fiscal general, Pam Bondi, que dijo tener la lista «en mi escritorio»Epstein , un inversor que se codeó con las altas esferas financieras y políticas, murió en el verano de 2019 en la celda de Manhattan en la que esperaba su juicio por décadas de abusos sexuales, trata de menores y pedofilia. Las autoridades dictaminaron que se suicidó, pero su fallecimiento desató infinidad de teorías conspiradoras: a Epstein le mataron porque revelaría la implicación de decenas de miembros de esas elites en sus delitos sexuales.En campaña, Trump y los suyos prometieron que lo destaparían todo, dentro de esa retórica de acabar con el ‘deep state’, el estado profundo, las tramas de pederastia que denuncia el movimiento conspirador y sin fundamento QAnon. Trump sería quien abriría los archivos y publicaría, por fin, todo, para gloria de todas esas teorías. « Las revelaciones van a sacudir al mundo de la política», aventuraba Dan Bongino , entonces una de las personalidades mediáticas con más ascendencia en el ‘trumpismo’, hoy el número dos del FBI.Pero, una vez en el Gobierno, Trump quiere mirar para otro lado. Porque no hay nada que revelar o porque no quiere hacerlo. Los problemas empezaron en febrero, con la muy cacareada desclasificación de los ‘documentos de Epstein’, que se adelantó a algunos ‘influencers’ próximos a Trump. ¿Se va a publicar la lista de clientes de Epstein? Le preguntaron aquel día en la cadena Fox New a la fiscal general, Pam Bondi , ahora en el centro de todas las críticas. «La tengo aquí delante en mi escritorio», respondió Bondi, mientras crecía la expectación sobre el contenido de los documentos. Después resultó que no había nada nuevo en ellos, todo se había conocido en los muchos procesos judiciales alrededor de las correrías de Epstein.Ese jarro de agua fría no fue nada comparado con lo que ocurrió la semana pasada. Un informe del FBI -una agencia que depende de Bondi- determinaba que no había ‘ lista de clientes de Epstein ‘ y que no había ninguna evidencia que invalide la determinación de que su muerte fue por suicidio.Mirar para otro ladoBuena parte del movimiento MAGA (‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’) estalló en críticas furibundas. Se decían engañados, estaban incrédulos con Trump, exigían el despido de Bondi. En la conferencia de Turning Point USA, una organización de jóvenes ‘trumpistas’, mucho de lo que se habló es de Epstein. Allí, Jack Posobiec , un ‘influencer’ de extrema derecha de peso, defendió que no parará «hasta que tengamos un comité del 6 de enero sobre los documentos de Epstein», en referencia al comité de investigación que los demócratas organizaron en la Cámara de Representantes sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Otros aliados de Trump, como Laura Loomer , un altavoz de teorías conspiranoicas, han exigido la salida de Bondi.Trump ha tratado de mirar para otro lado y que los suyos hagan lo mismo. Pero las preguntas al respecto -muchas veces de reporteros afines, lo que le duele más-, no dejan de llegar. En la misma conferencia de Turning Point USA, Steve Bannon , el ideólogo de su ascenso al poder en 2016, advirtió al presidente de que tratar de que la gente se olvide de Epstein va a suponer «la pérdida del 10% del movimiento MAGA», lo que podría tener consecuencias desastrosas en las elecciones legislativas del año que viene.Desde el Congreso, donde la mayoría de legisladores se jugarán su escaño el año que viene , también hay voces que exigen mayor claridad con los documentos de Epstein. El presidente de la Cámara Baja, el republicano Mike Johnson, ha exigido «transparencia» y que se saque todo. Y Thomas Massie, uno de los pocos republicanos que se atreve a enfrentarse a Trump, está promoviendo que se vote en el Congreso sobre la desclasificación de todos los documentos de Epstein.La Casa Blanca trata de contener a los desairados seguidores de Trump por varios frentes. El propio presidente ha contactado a figuras mediáticas cercanas para que no se dé tanta importancia al asunto. También se plantea el nombramiento de un investigador especial, al menos para dar un puntapié al asunto. O contentar a parte del público con órdenes ejecutivas centradas en la lucha contra la pedofilia.Pero este miércoles, Trump ha estallado, furioso por el protagonismo que ocupa el caso Epstein, que invisibiliza en parte sus logros. Después de prometer destapar todo, defendió en un mensaje en su red social que lo de Epstein es un nuevo «engaño» de los demócratas. «Y mis ANTIGUOS seguidores lo están comprando», criticó.«Dejad que esos debiluchos sigan haciendo el trabajo a los demócratas, que ni siquiera piensen en hablar de nuestro éxodo increíble y sin precedentes, ¡porque ya no quiero su apoyo!», dijo de los seguidores que muestran su descontento por el caso Epstein.Poco después, desde el Despacho Oval, durante la visita del príncipe heredero de Baréin, Salman bin Hamad Al Khalifa , insistió en que es todo un «gran engaño perpetrado por los demócratas en el que algunos republicanos estúpidos e ingenuos están cayendo en la red».«He perdido la fe en algunos», dijo sobre seguidores que le han sido hasta ahora muy leales. Pero el verdadero problema para él es que esos seguidores, que le han creído todo y le han perdonado todo, empiecen a perder la fe en él. «No perdamos tiempo y energía en Jeffrey Epstein , alguien que no le importa a nadie», escribió Donald Trump el pasado fin de semana en su red social. Como en tantas otras cosas, el presidente de EE.UU. vestía sus deseos -que sus bases más fanáticas pasen de página con sus teorías conspiranoicas sobre los escándalos sexuales del inversor fallecido en 2019- como realidad. Pero la realidad es muchas veces tozuda y el caso Epstein importa mucho, y a muchos: está provocando una grieta con una facción ‘trumpista’ muy afín. Hasta el punto de que Trump estalló este miércoles: abroncó e insultó a esos grupos de leales en un intento de mantener prietas las filas. Les llamó «estúpidos», «ingenuos» y «antiguos seguidores» y les acusó de caer en el juego de los demócratas.En esencia, esto es lo ocurrido: Trump y muchos de sus aliados alimentaron durante años teorías conspiradoras sobre Epstein y sus tramas sórdidas y ahora, en el Gobierno, ese monstruo se les ha vuelto en contra.Noticia Relacionada Informe del FBI estandar Si El carpetazo a la «lista de clientes» de Epstein desata una ola de críticas a la Casa Blanca Javier Ansorena Grandes aliados de Trump exigen el despido de la fiscal general, Pam Bondi, que dijo tener la lista «en mi escritorio»Epstein , un inversor que se codeó con las altas esferas financieras y políticas, murió en el verano de 2019 en la celda de Manhattan en la que esperaba su juicio por décadas de abusos sexuales, trata de menores y pedofilia. Las autoridades dictaminaron que se suicidó, pero su fallecimiento desató infinidad de teorías conspiradoras: a Epstein le mataron porque revelaría la implicación de decenas de miembros de esas elites en sus delitos sexuales.En campaña, Trump y los suyos prometieron que lo destaparían todo, dentro de esa retórica de acabar con el ‘deep state’, el estado profundo, las tramas de pederastia que denuncia el movimiento conspirador y sin fundamento QAnon. Trump sería quien abriría los archivos y publicaría, por fin, todo, para gloria de todas esas teorías. « Las revelaciones van a sacudir al mundo de la política», aventuraba Dan Bongino , entonces una de las personalidades mediáticas con más ascendencia en el ‘trumpismo’, hoy el número dos del FBI.Pero, una vez en el Gobierno, Trump quiere mirar para otro lado. Porque no hay nada que revelar o porque no quiere hacerlo. Los problemas empezaron en febrero, con la muy cacareada desclasificación de los ‘documentos de Epstein’, que se adelantó a algunos ‘influencers’ próximos a Trump. ¿Se va a publicar la lista de clientes de Epstein? Le preguntaron aquel día en la cadena Fox New a la fiscal general, Pam Bondi , ahora en el centro de todas las críticas. «La tengo aquí delante en mi escritorio», respondió Bondi, mientras crecía la expectación sobre el contenido de los documentos. Después resultó que no había nada nuevo en ellos, todo se había conocido en los muchos procesos judiciales alrededor de las correrías de Epstein.Ese jarro de agua fría no fue nada comparado con lo que ocurrió la semana pasada. Un informe del FBI -una agencia que depende de Bondi- determinaba que no había ‘ lista de clientes de Epstein ‘ y que no había ninguna evidencia que invalide la determinación de que su muerte fue por suicidio.Mirar para otro ladoBuena parte del movimiento MAGA (‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’) estalló en críticas furibundas. Se decían engañados, estaban incrédulos con Trump, exigían el despido de Bondi. En la conferencia de Turning Point USA, una organización de jóvenes ‘trumpistas’, mucho de lo que se habló es de Epstein. Allí, Jack Posobiec , un ‘influencer’ de extrema derecha de peso, defendió que no parará «hasta que tengamos un comité del 6 de enero sobre los documentos de Epstein», en referencia al comité de investigación que los demócratas organizaron en la Cámara de Representantes sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Otros aliados de Trump, como Laura Loomer , un altavoz de teorías conspiranoicas, han exigido la salida de Bondi.Trump ha tratado de mirar para otro lado y que los suyos hagan lo mismo. Pero las preguntas al respecto -muchas veces de reporteros afines, lo que le duele más-, no dejan de llegar. En la misma conferencia de Turning Point USA, Steve Bannon , el ideólogo de su ascenso al poder en 2016, advirtió al presidente de que tratar de que la gente se olvide de Epstein va a suponer «la pérdida del 10% del movimiento MAGA», lo que podría tener consecuencias desastrosas en las elecciones legislativas del año que viene.Desde el Congreso, donde la mayoría de legisladores se jugarán su escaño el año que viene , también hay voces que exigen mayor claridad con los documentos de Epstein. El presidente de la Cámara Baja, el republicano Mike Johnson, ha exigido «transparencia» y que se saque todo. Y Thomas Massie, uno de los pocos republicanos que se atreve a enfrentarse a Trump, está promoviendo que se vote en el Congreso sobre la desclasificación de todos los documentos de Epstein.La Casa Blanca trata de contener a los desairados seguidores de Trump por varios frentes. El propio presidente ha contactado a figuras mediáticas cercanas para que no se dé tanta importancia al asunto. También se plantea el nombramiento de un investigador especial, al menos para dar un puntapié al asunto. O contentar a parte del público con órdenes ejecutivas centradas en la lucha contra la pedofilia.Pero este miércoles, Trump ha estallado, furioso por el protagonismo que ocupa el caso Epstein, que invisibiliza en parte sus logros. Después de prometer destapar todo, defendió en un mensaje en su red social que lo de Epstein es un nuevo «engaño» de los demócratas. «Y mis ANTIGUOS seguidores lo están comprando», criticó.«Dejad que esos debiluchos sigan haciendo el trabajo a los demócratas, que ni siquiera piensen en hablar de nuestro éxodo increíble y sin precedentes, ¡porque ya no quiero su apoyo!», dijo de los seguidores que muestran su descontento por el caso Epstein.Poco después, desde el Despacho Oval, durante la visita del príncipe heredero de Baréin, Salman bin Hamad Al Khalifa , insistió en que es todo un «gran engaño perpetrado por los demócratas en el que algunos republicanos estúpidos e ingenuos están cayendo en la red».«He perdido la fe en algunos», dijo sobre seguidores que le han sido hasta ahora muy leales. Pero el verdadero problema para él es que esos seguidores, que le han creído todo y le han perdonado todo, empiecen a perder la fe en él.
«No perdamos tiempo y energía en Jeffrey Epstein, alguien que no le importa a nadie», escribió Donald Trump el pasado fin de semana en su red social. Como en tantas otras cosas, el presidente de EE.UU. vestía sus deseos -que sus … bases más fanáticas pasen de página con sus teorías conspiranoicas sobre los escándalos sexuales del inversor fallecido en 2019- como realidad.
Pero la realidad es muchas veces tozuda y el caso Epstein importa mucho, y a muchos: está provocando una grieta con una facción ‘trumpista’ muy afín. Hasta el punto de que Trump estalló este miércoles: abroncó e insultó a esos grupos de leales en un intento de mantener prietas las filas. Les llamó «estúpidos», «ingenuos» y «antiguos seguidores» y les acusó de caer en el juego de los demócratas.
En esencia, esto es lo ocurrido: Trump y muchos de sus aliados alimentaron durante años teorías conspiradoras sobre Epstein y sus tramas sórdidas y ahora, en el Gobierno, ese monstruo se les ha vuelto en contra.
Epstein, un inversor que se codeó con las altas esferas financieras y políticas, murió en el verano de 2019 en la celda de Manhattan en la que esperaba su juicio por décadas de abusos sexuales, trata de menores y pedofilia. Las autoridades dictaminaron que se suicidó, pero su fallecimiento desató infinidad de teorías conspiradoras: a Epstein le mataron porque revelaría la implicación de decenas de miembros de esas elites en sus delitos sexuales.
En campaña, Trump y los suyos prometieron que lo destaparían todo, dentro de esa retórica de acabar con el ‘deep state’, el estado profundo, las tramas de pederastia que denuncia el movimiento conspirador y sin fundamento QAnon. Trump sería quien abriría los archivos y publicaría, por fin, todo, para gloria de todas esas teorías. «Las revelaciones van a sacudir al mundo de la política», aventuraba Dan Bongino, entonces una de las personalidades mediáticas con más ascendencia en el ‘trumpismo’, hoy el número dos del FBI.
Pero, una vez en el Gobierno, Trump quiere mirar para otro lado. Porque no hay nada que revelar o porque no quiere hacerlo. Los problemas empezaron en febrero, con la muy cacareada desclasificación de los ‘documentos de Epstein’, que se adelantó a algunos ‘influencers’ próximos a Trump. ¿Se va a publicar la lista de clientes de Epstein? Le preguntaron aquel día en la cadena Fox New a la fiscal general, Pam Bondi, ahora en el centro de todas las críticas. «La tengo aquí delante en mi escritorio», respondió Bondi, mientras crecía la expectación sobre el contenido de los documentos.
Después resultó que no había nada nuevo en ellos, todo se había conocido en los muchos procesos judiciales alrededor de las correrías de Epstein.
Ese jarro de agua fría no fue nada comparado con lo que ocurrió la semana pasada. Un informe del FBI -una agencia que depende de Bondi- determinaba que no había ‘lista de clientes de Epstein‘ y que no había ninguna evidencia que invalide la determinación de que su muerte fue por suicidio.
Mirar para otro lado
Buena parte del movimiento MAGA (‘Make America Great Again’, ‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’) estalló en críticas furibundas. Se decían engañados, estaban incrédulos con Trump, exigían el despido de Bondi. En la conferencia de Turning Point USA, una organización de jóvenes ‘trumpistas’, mucho de lo que se habló es de Epstein.
Allí, Jack Posobiec, un ‘influencer’ de extrema derecha de peso, defendió que no parará «hasta que tengamos un comité del 6 de enero sobre los documentos de Epstein», en referencia al comité de investigación que los demócratas organizaron en la Cámara de Representantes sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021. Otros aliados de Trump, como Laura Loomer, un altavoz de teorías conspiranoicas, han exigido la salida de Bondi.
Trump ha tratado de mirar para otro lado y que los suyos hagan lo mismo. Pero las preguntas al respecto -muchas veces de reporteros afines, lo que le duele más-, no dejan de llegar. En la misma conferencia de Turning Point USA, Steve Bannon, el ideólogo de su ascenso al poder en 2016, advirtió al presidente de que tratar de que la gente se olvide de Epstein va a suponer «la pérdida del 10% del movimiento MAGA», lo que podría tener consecuencias desastrosas en las elecciones legislativas del año que viene.
Desde el Congreso, donde la mayoría de legisladores se jugarán su escaño el año que viene, también hay voces que exigen mayor claridad con los documentos de Epstein. El presidente de la Cámara Baja, el republicano Mike Johnson, ha exigido «transparencia» y que se saque todo. Y Thomas Massie, uno de los pocos republicanos que se atreve a enfrentarse a Trump, está promoviendo que se vote en el Congreso sobre la desclasificación de todos los documentos de Epstein.
La Casa Blanca trata de contener a los desairados seguidores de Trump por varios frentes. El propio presidente ha contactado a figuras mediáticas cercanas para que no se dé tanta importancia al asunto. También se plantea el nombramiento de un investigador especial, al menos para dar un puntapié al asunto. O contentar a parte del público con órdenes ejecutivas centradas en la lucha contra la pedofilia.
Pero este miércoles, Trump ha estallado, furioso por el protagonismo que ocupa el caso Epstein, que invisibiliza en parte sus logros. Después de prometer destapar todo, defendió en un mensaje en su red social que lo de Epstein es un nuevo «engaño» de los demócratas. «Y mis ANTIGUOS seguidores lo están comprando», criticó.
«Dejad que esos debiluchos sigan haciendo el trabajo a los demócratas, que ni siquiera piensen en hablar de nuestro éxodo increíble y sin precedentes, ¡porque ya no quiero su apoyo!», dijo de los seguidores que muestran su descontento por el caso Epstein.
Poco después, desde el Despacho Oval, durante la visita del príncipe heredero de Baréin, Salman bin Hamad Al Khalifa, insistió en que es todo un «gran engaño perpetrado por los demócratas en el que algunos republicanos estúpidos e ingenuos están cayendo en la red».
«He perdido la fe en algunos», dijo sobre seguidores que le han sido hasta ahora muy leales. Pero el verdadero problema para él es que esos seguidores, que le han creído todo y le han perdonado todo, empiecen a perder la fe en él.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de internacional