Cuatro avisos , cuatro, le ha dado en apenas unos días Bruselas al presidente Pedro Sánchez. Cuatro avisos que suenan a pañuelo verde y retirada de la plaza. En eso están ya los ‘Floritos’ –para los no entendidos, en recuerdo a Florito, figura emblemática en el mundo del toro en las Ventas de Madrid– y su parada de bueyes de la política. Y es que la familia europea está alarmada por la corrupción en España y teme un efecto contagio sobre la reputación de una burocracia comunitaria, que no atraviesa su mejor momento. Solo hay que ver el resultado de la moción de censura a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, donde 166 eurodiputados se ausentaron de la votación y con menos apoyos (360) que los comisarios que obtuvo a finales del año pasado (370). Consecuencia de esa alarma, decía –o no, lo mismo casualidad, aunque no creo en las casualidades, sí en las causalidades–, el rechazo al ministro de Economía , Carlos Cuerpo, al frente del Eurogrupo, que además fue precedido de un severo informe sobre la salud democrática en nuestro país. Dos mazazos a España que, a más, llegaban secundados por la congelación de 1.000 millones de euros de los fondos Next Generation y por la apertura de un expediente sancionador por las injerencias monclovitas en la opa del BBVA sobre el Sabadell. ¿Les parecen pocos avisos?Pues… la fina capa de hielo que venía sujetando a Sánchez en el plano europeo se ha derretido súbitamente tras su tocomocho a la OTAN –que echa a perder, por cierto, el sueño del Gobierno de incorporar a nuestras grandes compañías estratégicas a operaciones corporativas transnacionales en defensa, telecomunicaciones, energía..– mientras el discurso de la solidaridad comunitaria va aguas abajo junto a la cantinela de algunas compañías de la órbita sanchista –pónganles ustedes nombre, seguro que les viene a la mente más de una, y de dos– en torno a Europa y su autonomía estratégica y otras letanías, que en realidad solo eran un trampantojo para ocultar la ausencia total de ideas y el único objetivo táctico de acaparar fondos europeos. Se ha puesto de moda. El mejor termómetro de esta pérdida de confianza transfronteriza es la celeridad con la que algunas compañías se han apresurado a ejecutar operaciones caseras, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Total, pagan todos los accionistas. Sobre todo, los de siempre, los minoritarios. Mientras, el afán de consolidación del BBVA, siguiendo las recomendaciones del FMI, se ve lastrado; las posibilidades de Indra de matrimoniar con la alemana Rheinmetall se desvanecen; Acerinox tantea las fórmulas para hacerse un Ferrovial e Iberdrola lleva a los tribunales al mismísimo Gobierno por endosarle el marrón del gran apagón y forzarle a ser el ‘pagafantas’ de la incompetencia de otros. Así está la cosa. Esta misma semana también hemos conocido la solución de Indra a la controvertida compra de la compañía de su presidente, EM&E, que se salda con la creación de una comisión independiente ‘ad hoc’ para su análisis. Pero, ¿no estaban para eso precisamente los consejeros independientes? Serán los mismos, digo yo. Todo ello después de la dimisión del consejero ejecutivo y responsable de Minsait, Luis Abril; del independiente y exvicepresidente mundial de Volkswagen Francisco José García Sanz, y de recientemente la también independiente Mª Ángeles Santamaría, aduciendo «motivos personales» para su «irrevocable» decisión. Y me pregunto, ¿la CNMV no tendría que decir o hacer algo al respecto? Será que no. El caso es que ahora la decisión sobre la polémica adquisición –por el conflicto de interés que suscita que EM&E sea propiedad al 50% del presi Ángel Escribano, y de su hermano, Javier, a su vez presidente de la empresa a comprar– va a recaer en una comisión de independientes, pero parece que sin los independientes críticos hasta ayer como quien dice. Porque ya se desliza que otras dos con dicha categoría en el consejo de la tecnológica que siguen sin ver adecuada la compra se van a ir. Lo mismo cuando les toque, a la vuelta de vacaciones. Pero se irán. No sé, muy elocuente todo. Algunos dicen que les recuerda a esa nueva comisión que anunciaba el miércoles Sánchez para analizar la corrupción, acompañada de una encuesta del CIS.Como idea, pueden completar la comisión ‘ad hoc’ con una encuesta pública como la lanzada por el Gobierno para zancadillear al BBVA en su opa sobre Sabadell. Total, no cuesta nada y pueden opinar los mismos. Tanto da defensa que banca, Juana que su hermana… La sensación ya es que España sigue dándose de bruces contra un muro que ya es muralla y rodea a la decencia. Sánchez ha metido los planes contra la Europa civilizada en el Peugeot y ha puesto rumbo a La Mareta. No conduce nadie. Cuatro avisos , cuatro, le ha dado en apenas unos días Bruselas al presidente Pedro Sánchez. Cuatro avisos que suenan a pañuelo verde y retirada de la plaza. En eso están ya los ‘Floritos’ –para los no entendidos, en recuerdo a Florito, figura emblemática en el mundo del toro en las Ventas de Madrid– y su parada de bueyes de la política. Y es que la familia europea está alarmada por la corrupción en España y teme un efecto contagio sobre la reputación de una burocracia comunitaria, que no atraviesa su mejor momento. Solo hay que ver el resultado de la moción de censura a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, donde 166 eurodiputados se ausentaron de la votación y con menos apoyos (360) que los comisarios que obtuvo a finales del año pasado (370). Consecuencia de esa alarma, decía –o no, lo mismo casualidad, aunque no creo en las casualidades, sí en las causalidades–, el rechazo al ministro de Economía , Carlos Cuerpo, al frente del Eurogrupo, que además fue precedido de un severo informe sobre la salud democrática en nuestro país. Dos mazazos a España que, a más, llegaban secundados por la congelación de 1.000 millones de euros de los fondos Next Generation y por la apertura de un expediente sancionador por las injerencias monclovitas en la opa del BBVA sobre el Sabadell. ¿Les parecen pocos avisos?Pues… la fina capa de hielo que venía sujetando a Sánchez en el plano europeo se ha derretido súbitamente tras su tocomocho a la OTAN –que echa a perder, por cierto, el sueño del Gobierno de incorporar a nuestras grandes compañías estratégicas a operaciones corporativas transnacionales en defensa, telecomunicaciones, energía..– mientras el discurso de la solidaridad comunitaria va aguas abajo junto a la cantinela de algunas compañías de la órbita sanchista –pónganles ustedes nombre, seguro que les viene a la mente más de una, y de dos– en torno a Europa y su autonomía estratégica y otras letanías, que en realidad solo eran un trampantojo para ocultar la ausencia total de ideas y el único objetivo táctico de acaparar fondos europeos. Se ha puesto de moda. El mejor termómetro de esta pérdida de confianza transfronteriza es la celeridad con la que algunas compañías se han apresurado a ejecutar operaciones caseras, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Total, pagan todos los accionistas. Sobre todo, los de siempre, los minoritarios. Mientras, el afán de consolidación del BBVA, siguiendo las recomendaciones del FMI, se ve lastrado; las posibilidades de Indra de matrimoniar con la alemana Rheinmetall se desvanecen; Acerinox tantea las fórmulas para hacerse un Ferrovial e Iberdrola lleva a los tribunales al mismísimo Gobierno por endosarle el marrón del gran apagón y forzarle a ser el ‘pagafantas’ de la incompetencia de otros. Así está la cosa. Esta misma semana también hemos conocido la solución de Indra a la controvertida compra de la compañía de su presidente, EM&E, que se salda con la creación de una comisión independiente ‘ad hoc’ para su análisis. Pero, ¿no estaban para eso precisamente los consejeros independientes? Serán los mismos, digo yo. Todo ello después de la dimisión del consejero ejecutivo y responsable de Minsait, Luis Abril; del independiente y exvicepresidente mundial de Volkswagen Francisco José García Sanz, y de recientemente la también independiente Mª Ángeles Santamaría, aduciendo «motivos personales» para su «irrevocable» decisión. Y me pregunto, ¿la CNMV no tendría que decir o hacer algo al respecto? Será que no. El caso es que ahora la decisión sobre la polémica adquisición –por el conflicto de interés que suscita que EM&E sea propiedad al 50% del presi Ángel Escribano, y de su hermano, Javier, a su vez presidente de la empresa a comprar– va a recaer en una comisión de independientes, pero parece que sin los independientes críticos hasta ayer como quien dice. Porque ya se desliza que otras dos con dicha categoría en el consejo de la tecnológica que siguen sin ver adecuada la compra se van a ir. Lo mismo cuando les toque, a la vuelta de vacaciones. Pero se irán. No sé, muy elocuente todo. Algunos dicen que les recuerda a esa nueva comisión que anunciaba el miércoles Sánchez para analizar la corrupción, acompañada de una encuesta del CIS.Como idea, pueden completar la comisión ‘ad hoc’ con una encuesta pública como la lanzada por el Gobierno para zancadillear al BBVA en su opa sobre Sabadell. Total, no cuesta nada y pueden opinar los mismos. Tanto da defensa que banca, Juana que su hermana… La sensación ya es que España sigue dándose de bruces contra un muro que ya es muralla y rodea a la decencia. Sánchez ha metido los planes contra la Europa civilizada en el Peugeot y ha puesto rumbo a La Mareta. No conduce nadie.
con permiso
El desplante de Sánchez a la OTAN acaba con el sueño del Gobierno de incorporar a nuestras grandes compañías estratégicas a operaciones corporativas transnacionales en defensa, telecomunicaciones, energía… Mientras, las empresas españolas se apresuran a mover ficha en el tablero doméstico, a base de retocar la gobernanza y de ningunear al minoritario
Cuatro avisos, cuatro, le ha dado en apenas unos días Bruselas al presidente Pedro Sánchez. Cuatro avisos que suenan a pañuelo verde y retirada de la plaza. En eso están ya los ‘Floritos’ –para los no entendidos, en recuerdo a Florito, figura emblemática en … el mundo del toro en las Ventas de Madrid– y su parada de bueyes de la política. Y es que la familia europea está alarmada por la corrupción en España y teme un efecto contagio sobre la reputación de una burocracia comunitaria, que no atraviesa su mejor momento. Solo hay que ver el resultado de la moción de censura a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, donde 166 eurodiputados se ausentaron de la votación y con menos apoyos (360) que los comisarios que obtuvo a finales del año pasado (370).
Consecuencia de esa alarma, decía –o no, lo mismo casualidad, aunque no creo en las casualidades, sí en las causalidades–, el rechazo al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, al frente del Eurogrupo, que además fue precedido de un severo informe sobre la salud democrática en nuestro país. Dos mazazos a España que, a más, llegaban secundados por la congelación de 1.000 millones de euros de los fondos Next Generation y por la apertura de un expediente sancionador por las injerencias monclovitas en la opa del BBVA sobre el Sabadell. ¿Les parecen pocos avisos?
Pues… la fina capa de hielo que venía sujetando a Sánchez en el plano europeo se ha derretido súbitamente tras su tocomocho a la OTAN –que echa a perder, por cierto, el sueño del Gobierno de incorporar a nuestras grandes compañías estratégicas a operaciones corporativas transnacionales en defensa, telecomunicaciones, energía..– mientras el discurso de la solidaridad comunitaria va aguas abajo junto a la cantinela de algunas compañías de la órbita sanchista –pónganles ustedes nombre, seguro que les viene a la mente más de una, y de dos– en torno a Europa y su autonomía estratégica y otras letanías, que en realidad solo eran un trampantojo para ocultar la ausencia total de ideas y el único objetivo táctico de acaparar fondos europeos. Se ha puesto de moda.
El mejor termómetro de esta pérdida de confianza transfronteriza es la celeridad con la que algunas compañías se han apresurado a ejecutar operaciones caseras, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. Total, pagan todos los accionistas. Sobre todo, los de siempre, los minoritarios. Mientras, el afán de consolidación del BBVA, siguiendo las recomendaciones del FMI, se ve lastrado; las posibilidades de Indra de matrimoniar con la alemana Rheinmetall se desvanecen; Acerinox tantea las fórmulas para hacerse un Ferrovial e Iberdrola lleva a los tribunales al mismísimo Gobierno por endosarle el marrón del gran apagón y forzarle a ser el ‘pagafantas’ de la incompetencia de otros. Así está la cosa.
Esta misma semana también hemos conocido la solución de Indra a la controvertida compra de la compañía de su presidente, EM&E, que se salda con la creación de una comisión independiente ‘ad hoc’ para su análisis. Pero, ¿no estaban para eso precisamente los consejeros independientes? Serán los mismos, digo yo. Todo ello después de la dimisión del consejero ejecutivo y responsable de Minsait, Luis Abril; del independiente y exvicepresidente mundial de Volkswagen Francisco José García Sanz, y de recientemente la también independiente Mª Ángeles Santamaría, aduciendo «motivos personales» para su «irrevocable» decisión. Y me pregunto, ¿la CNMV no tendría que decir o hacer algo al respecto? Será que no.
El caso es que ahora la decisión sobre la polémica adquisición –por el conflicto de interés que suscita que EM&E sea propiedad al 50% del presi Ángel Escribano, y de su hermano, Javier, a su vez presidente de la empresa a comprar– va a recaer en una comisión de independientes, pero parece que sin los independientes críticos hasta ayer como quien dice. Porque ya se desliza que otras dos con dicha categoría en el consejo de la tecnológica que siguen sin ver adecuada la compra se van a ir. Lo mismo cuando les toque, a la vuelta de vacaciones. Pero se irán. No sé, muy elocuente todo. Algunos dicen que les recuerda a esa nueva comisión que anunciaba el miércoles Sánchez para analizar la corrupción, acompañada de una encuesta del CIS.
Como idea, pueden completar la comisión ‘ad hoc’ con una encuesta pública como la lanzada por el Gobierno para zancadillear al BBVA en su opa sobre Sabadell. Total, no cuesta nada y pueden opinar los mismos. Tanto da defensa que banca, Juana que su hermana…
La sensación ya es que España sigue dándose de bruces contra un muro que ya es muralla y rodea a la decencia. Sánchez ha metido los planes contra la Europa civilizada en el Peugeot y ha puesto rumbo a La Mareta. No conduce nadie.
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