«La victoria de Nawrocki es necesaria para llevar a cabo un plan patriótico de transformación de la Unión Europea», decía a finales del mes pasado el primer ministro de Hungría, Vikton Orbán, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) celebrada en Budapest bajo el lema ‘Se acerca la era de los patriotas’. A la reunión asistían el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico; el de la República Checa, Andrej Babiš; Yair Netanyahu, hijo del primer ministro de Israel, y Santiago Abascal, líder de Vox. Tras ganar Nawrocki la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas celebradas el 1 de junio, Orbán llamó en las redes sociales a «tomar Bruselas».El presidente de Polonia tiene competencias en política exterior, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y cuenta con gran margen de maniobra para frenar e incluso bloquear medidas del Ejecutivo. Tanto que puede dar al traste con el equilibrio de poder en Europa que el nuevo canciller germano, Friedrich Merz, había articulado en torno al Triángulo de Weimar, que integra a Alemania, Francia y Polonia.Dado que el eje franco-alemán ha demostrado dolorosas debilidades en las anteriores legislaturas, sumar a Polonia, una potencia indudablemente emergente, parecía una buena idea. Pero la victoria de Karol Nawrocki, con posiciones hostiles hacia Bruselas y Ucrania, hace más difícil el consenso y la complicidad que Merz esperaba de esta alianza regional creada en 1991. Noticia Relacionada estandar Si Polonia no acepta a los inmigrantes rechazados por Alemania en la frontera Rosalía Sánchez Varsovia establecerá este verano sus propios controles fronterizosAunque el primer ministro polaco, Donald Tusk, superó el pasado 11 de junio la moción de confianza a la que se había sometido en el Parlamento, las peticiones de dimisión que han caído sobre él demuestran la creciente división en Polonia.La política de izquierda Joanna Senyszyn ha creado un nuevo partido que puede robarle apoyos y el también nacionalista Slawomir Mentzen incluso ofreció a Jaroslaw Kaczynski, líder de Ley y Justicia (PiS), acordar el nombramiento de un posible gobierno técnico alternativo.En estas condiciones de inestabilidad, una de las patas del Triángulo de Weimar falla y Alemania se queda sin bazas para liderar el incierto momento europeo.Por suerte para él, las primeras palabras de Nawrocki han sido alentadoras. «Creo firmemente que Europa puede hacer frente a estos desafíos y construir prosperidad si actúa como un equipo de jugadores que recuerdan la historia, valoran el patrimonio y respetan la integridad de los demás. Vale la pena construir una Europa así», respondió a la felicitación de Merz. Previamente, este le había dirigido el siguiente mensaje: «Nos enfrentamos a grandes desafíos debido a profundos cambios geopolíticos. Juntos, queremos trabajar por la paz, la libertad y la prosperidad en una Europa unida. El pueblo polaco puede contar con ello, y tú también».Más dureza con Bruselas«Tras la derrota de su candidato, el primer ministro Tusk debe centrarse ahora más en el terreno interno y adoptará una postura más dura con Bruselas y también con Alemania», señala Peter Oliver Loew, historiador y director del Instituto Polaco Alemán. Considera muy probable que Nawrocki, al igual que hizo su predecesor Andrzej Duda, bloquee las reformas judiciales de Tusk y, como consecuencia, vuelva a tensar las relaciones con Bruselas. «Nawrocki ve a la UE solamente como un mal necesario y ha amenazado durante la campaña electoral con bloqueos en la implementación de las políticas energética o migratoria», analiza el experto. A su juicio, Nawrocki es «marcadamente transatlántico en política exterior y de seguridad, de manera que, flanqueado por Donald Trump, rechaza una política de defensa más independiente de Europa».Sobre Ucrania, Peter Oliver Loew cree que «Nawrock está más orientado hacia la línea crítica de Trump que hacia sus socios de la UE», terminando de componer una posición polaca bastante incompatible con la alemana. Por eso, concluye que la victoria electoral de Nawrocki no facilita la cooperación en el formato del Triángulo de Weimar.Los conservadores polacos son muy escépticos sobre las pretensiones de liderazgo de Alemania y Francia y preferirían el fin de la Europa liberal. Cabe la posibilidad de que Tusk huya hacia adelante e inyecte energía política en el Triángulo de Weimar, si cree que no tiene mucho que perder, pero la situación se ha podrido lo suficiente como para probar estructuras de nueva creación.«El sistema construido después de la Segunda Guerra Mundial se ha agotado y es necesario un debate sobre con qué reemplazarlo», sugiere Lech Walesa, líder de la oposición laboral cristiana al régimen soviético, premio Nobel de la Paz en 1983 y presidente de la República de Polonia entre 1990 y 1995. «Se necesita un nuevo arreglo. Pero la mitad de Europa y del mundo quiere construir sobre los cimientos de la libertad y la verdad, y la otra mitad dice: primero establezcamos valores, incluidos los valores religiosos», observa, y lamenta que «ambos se han atrincherado». «La victoria de Nawrocki es necesaria para llevar a cabo un plan patriótico de transformación de la Unión Europea», decía a finales del mes pasado el primer ministro de Hungría, Vikton Orbán, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) celebrada en Budapest bajo el lema ‘Se acerca la era de los patriotas’. A la reunión asistían el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico; el de la República Checa, Andrej Babiš; Yair Netanyahu, hijo del primer ministro de Israel, y Santiago Abascal, líder de Vox. Tras ganar Nawrocki la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas celebradas el 1 de junio, Orbán llamó en las redes sociales a «tomar Bruselas».El presidente de Polonia tiene competencias en política exterior, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y cuenta con gran margen de maniobra para frenar e incluso bloquear medidas del Ejecutivo. Tanto que puede dar al traste con el equilibrio de poder en Europa que el nuevo canciller germano, Friedrich Merz, había articulado en torno al Triángulo de Weimar, que integra a Alemania, Francia y Polonia.Dado que el eje franco-alemán ha demostrado dolorosas debilidades en las anteriores legislaturas, sumar a Polonia, una potencia indudablemente emergente, parecía una buena idea. Pero la victoria de Karol Nawrocki, con posiciones hostiles hacia Bruselas y Ucrania, hace más difícil el consenso y la complicidad que Merz esperaba de esta alianza regional creada en 1991. Noticia Relacionada estandar Si Polonia no acepta a los inmigrantes rechazados por Alemania en la frontera Rosalía Sánchez Varsovia establecerá este verano sus propios controles fronterizosAunque el primer ministro polaco, Donald Tusk, superó el pasado 11 de junio la moción de confianza a la que se había sometido en el Parlamento, las peticiones de dimisión que han caído sobre él demuestran la creciente división en Polonia.La política de izquierda Joanna Senyszyn ha creado un nuevo partido que puede robarle apoyos y el también nacionalista Slawomir Mentzen incluso ofreció a Jaroslaw Kaczynski, líder de Ley y Justicia (PiS), acordar el nombramiento de un posible gobierno técnico alternativo.En estas condiciones de inestabilidad, una de las patas del Triángulo de Weimar falla y Alemania se queda sin bazas para liderar el incierto momento europeo.Por suerte para él, las primeras palabras de Nawrocki han sido alentadoras. «Creo firmemente que Europa puede hacer frente a estos desafíos y construir prosperidad si actúa como un equipo de jugadores que recuerdan la historia, valoran el patrimonio y respetan la integridad de los demás. Vale la pena construir una Europa así», respondió a la felicitación de Merz. Previamente, este le había dirigido el siguiente mensaje: «Nos enfrentamos a grandes desafíos debido a profundos cambios geopolíticos. Juntos, queremos trabajar por la paz, la libertad y la prosperidad en una Europa unida. El pueblo polaco puede contar con ello, y tú también».Más dureza con Bruselas«Tras la derrota de su candidato, el primer ministro Tusk debe centrarse ahora más en el terreno interno y adoptará una postura más dura con Bruselas y también con Alemania», señala Peter Oliver Loew, historiador y director del Instituto Polaco Alemán. Considera muy probable que Nawrocki, al igual que hizo su predecesor Andrzej Duda, bloquee las reformas judiciales de Tusk y, como consecuencia, vuelva a tensar las relaciones con Bruselas. «Nawrocki ve a la UE solamente como un mal necesario y ha amenazado durante la campaña electoral con bloqueos en la implementación de las políticas energética o migratoria», analiza el experto. A su juicio, Nawrocki es «marcadamente transatlántico en política exterior y de seguridad, de manera que, flanqueado por Donald Trump, rechaza una política de defensa más independiente de Europa».Sobre Ucrania, Peter Oliver Loew cree que «Nawrock está más orientado hacia la línea crítica de Trump que hacia sus socios de la UE», terminando de componer una posición polaca bastante incompatible con la alemana. Por eso, concluye que la victoria electoral de Nawrocki no facilita la cooperación en el formato del Triángulo de Weimar.Los conservadores polacos son muy escépticos sobre las pretensiones de liderazgo de Alemania y Francia y preferirían el fin de la Europa liberal. Cabe la posibilidad de que Tusk huya hacia adelante e inyecte energía política en el Triángulo de Weimar, si cree que no tiene mucho que perder, pero la situación se ha podrido lo suficiente como para probar estructuras de nueva creación.«El sistema construido después de la Segunda Guerra Mundial se ha agotado y es necesario un debate sobre con qué reemplazarlo», sugiere Lech Walesa, líder de la oposición laboral cristiana al régimen soviético, premio Nobel de la Paz en 1983 y presidente de la República de Polonia entre 1990 y 1995. «Se necesita un nuevo arreglo. Pero la mitad de Europa y del mundo quiere construir sobre los cimientos de la libertad y la verdad, y la otra mitad dice: primero establezcamos valores, incluidos los valores religiosos», observa, y lamenta que «ambos se han atrincherado».
«La victoria de Nawrocki es necesaria para llevar a cabo un plan patriótico de transformación de la Unión Europea», decía a finales del mes pasado el primer ministro de Hungría, Vikton Orbán, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) celebrada en Budapest … bajo el lema ‘Se acerca la era de los patriotas’. A la reunión asistían el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico; el de la República Checa, Andrej Babiš; Yair Netanyahu, hijo del primer ministro de Israel, y Santiago Abascal, líder de Vox. Tras ganar Nawrocki la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas celebradas el 1 de junio, Orbán llamó en las redes sociales a «tomar Bruselas».
El presidente de Polonia tiene competencias en política exterior, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y cuenta con gran margen de maniobra para frenar e incluso bloquear medidas del Ejecutivo. Tanto que puede dar al traste con el equilibrio de poder en Europa que el nuevo canciller germano, Friedrich Merz, había articulado en torno al Triángulo de Weimar, que integra a Alemania, Francia y Polonia.
Dado que el eje franco-alemán ha demostrado dolorosas debilidades en las anteriores legislaturas, sumar a Polonia, una potencia indudablemente emergente, parecía una buena idea. Pero la victoria de Karol Nawrocki, con posiciones hostiles hacia Bruselas y Ucrania, hace más difícil el consenso y la complicidad que Merz esperaba de esta alianza regional creada en 1991.
Aunque el primer ministro polaco, Donald Tusk, superó el pasado 11 de junio la moción de confianza a la que se había sometido en el Parlamento, las peticiones de dimisión que han caído sobre él demuestran la creciente división en Polonia.
La política de izquierda Joanna Senyszyn ha creado un nuevo partido que puede robarle apoyos y el también nacionalista Slawomir Mentzen incluso ofreció a Jaroslaw Kaczynski, líder de Ley y Justicia (PiS), acordar el nombramiento de un posible gobierno técnico alternativo.
En estas condiciones de inestabilidad, una de las patas del Triángulo de Weimar falla y Alemania se queda sin bazas para liderar el incierto momento europeo.
Por suerte para él, las primeras palabras de Nawrocki han sido alentadoras. «Creo firmemente que Europa puede hacer frente a estos desafíos y construir prosperidad si actúa como un equipo de jugadores que recuerdan la historia, valoran el patrimonio y respetan la integridad de los demás. Vale la pena construir una Europa así», respondió a la felicitación de Merz. Previamente, este le había dirigido el siguiente mensaje: «Nos enfrentamos a grandes desafíos debido a profundos cambios geopolíticos. Juntos, queremos trabajar por la paz, la libertad y la prosperidad en una Europa unida. El pueblo polaco puede contar con ello, y tú también».
Más dureza con Bruselas
«Tras la derrota de su candidato, el primer ministro Tusk debe centrarse ahora más en el terreno interno y adoptará una postura más dura con Bruselas y también con Alemania», señala Peter Oliver Loew, historiador y director del Instituto Polaco Alemán. Considera muy probable que Nawrocki, al igual que hizo su predecesor Andrzej Duda, bloquee las reformas judiciales de Tusk y, como consecuencia, vuelva a tensar las relaciones con Bruselas. «Nawrocki ve a la UE solamente como un mal necesario y ha amenazado durante la campaña electoral con bloqueos en la implementación de las políticas energética o migratoria», analiza el experto. A su juicio, Nawrocki es «marcadamente transatlántico en política exterior y de seguridad, de manera que, flanqueado por Donald Trump, rechaza una política de defensa más independiente de Europa».
Sobre Ucrania, Peter Oliver Loew cree que «Nawrock está más orientado hacia la línea crítica de Trump que hacia sus socios de la UE», terminando de componer una posición polaca bastante incompatible con la alemana. Por eso, concluye que la victoria electoral de Nawrocki no facilita la cooperación en el formato del Triángulo de Weimar.
Los conservadores polacos son muy escépticos sobre las pretensiones de liderazgo de Alemania y Francia y preferirían el fin de la Europa liberal. Cabe la posibilidad de que Tusk huya hacia adelante e inyecte energía política en el Triángulo de Weimar, si cree que no tiene mucho que perder, pero la situación se ha podrido lo suficiente como para probar estructuras de nueva creación.
«El sistema construido después de la Segunda Guerra Mundial se ha agotado y es necesario un debate sobre con qué reemplazarlo», sugiere Lech Walesa, líder de la oposición laboral cristiana al régimen soviético, premio Nobel de la Paz en 1983 y presidente de la República de Polonia entre 1990 y 1995. «Se necesita un nuevo arreglo. Pero la mitad de Europa y del mundo quiere construir sobre los cimientos de la libertad y la verdad, y la otra mitad dice: primero establezcamos valores, incluidos los valores religiosos», observa, y lamenta que «ambos se han atrincherado».
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