La economía se desacelera por el sector exterior, en su peor registro desde el Covid

Estancamiento de la productividad, elevada tasa de paro, final de los fondos Next Generation o ralentización del turismo. A la lista de factores que hacen tambalear los cimientos de los buenos datos macroeconómicos que luce España desde hace tres años, desde ayer hay que sumar el comercio exterior, que en el segundo trimestre del año le restó 6 décimas al PIB y lo arrastró a un avance del 0,6% intertrimestral , dos décimas menos que en abril-junio, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) . El dato es positivo y en principio no se espera que impida que nuestro país crezca un 3% este año, que es la estimación de organismos oficiales y firmas de análisis, pero ilustra que España no se librará de sufrir los efectos nocivos de la parálisis económica que atenaza a la Unión Europea y la guerra comercial impuesta por la nueva Casa Blanca . Si la situación se agrava, incluso, la ralentización económica podría llegar antes de lo esperado. La mayor parte de los análisis descontaban que el comercio exterior iba a perder la capacidad tractora sobre la economía que mostró después de la pandemia, y así lo refleja el INE . De hecho, desde el segundo trimestre de 2020 el sector exterior no tenía un efecto tan lesivo sobre las cifras macro, tanto en términos intertrimestrales como interanuales. En la comparativa con 2024, la demanda externa le quitó 8 décimas al crecimiento, de nuevo, el peor dato desde 2020, cuando el comercio mundial estaba paralizado por el Covid-19.Noticia Relacionada estandar Si Fedea corrige el optimismo del Gobierno: el IMV llega a menos de la mitad de las personas en pobreza severa Susana Alcelay La rigidez administrativa, la lentitud en la tramitación y la escasa coordinación entre la Seguridad Social y los servicios sociales están detrás la menor eficacia de la prestaciónComo ya se ha avanzado, esto se debe principalmente al estancamiento económico de la Unión Europea , que es nuestro primer socio comercial con una cuota de más del 61%. Según cifras del Ministerio de Economía, entre enero y agosto las exportaciones españolas a la UE cayeron un 0,6% interanual, y en mercados clave como Francia (con una cuota del 14%) o Alemania (10%) el descenso fue más acusado, de un 6,3% y un 2,5% respectivamente. Y a esto hay que añadir el ‘efecto Trump’, que en los primeros compases de la guerra comercial algunos minusvaloraron por la escasa relación comercial entre España y los EE.UU. pero que se ha revelado como más perjudicial de lo esperado. En agosto, primer mes de aplicación del arancel del 15% a los productos europeos al otro lado del Atlántico , las ventas españolas a la UE cayeron un sensacional 11% interanual; en Francia lo hicieron un 14%; y en Alemania, un 0,8%. Esto se explica, claro está, por el efecto que tiene el gravamen sobre las economías de nuestros principales socios europeos, que están en cuidados intensivos en algunos casos. Por ejemplo, Francia. La previsión más optimista es que el PIB galo avanzará apenas un 0,8% este año, en medio de una crisis de deuda que se cuenta entre las razones de que hayan caído tres gobiernos en un año. Como ya avanzó ABC, el efecto del arancel del 15% en EE.UU. fue inmediato, pues en agosto las exportaciones de la UE a ese país se desplomaron un 22%, hecho que provocó que el superávit comercial -todavía favorable a los Veintisiete- se redujera a la mitad con respecto a un año antes. De hecho, la UE firmó un mal agosto en todos sus mercados clave. Así las cosas, el crecimiento en el tercer trimestre con respecto a abril-junio dependió enteramente de la demanda interna, que aportó 1,2 puntos al dato final -frente a 0,8% en el trimestre anterior- y consolidó su papel como principal motor de la economía. Sin embargo, la verdadera buena noticia la dio la inversión privada, que vuelve a dar margen para el optimismo por segundo trimestre consecutivo al mostrar un avance del 1,7% intertrimestral, compensando el mal comportamiento del sector exterior. Desde la CEOE, ayer celebraron este buen comportamiento de la inversión, que de hecho encadena un crecimiento interanual del 7,6% este año. El gasto en consumo final de los hogares, a su vez, avanzó cuatro décimas más que en el trimestre precedente para situarse en el 1,2% intertrimestral, algo que en todo caso era esperable dado el mayor dispendio que llevan a cabo las familias en los meses veraniegos. Con todo, por noveno trimestre consecutivo el PIB encadena alzas iguales o superiores al 0,6%, hecho que allana el camino para que a finales de 2025 la economía española encadene ya tres años en el liderazgo europeo. En términos interanuales, el PIB creció un 2,8%, dos décimas menos que en el trimestre anterior. Ayer el Ministerio de Economía celebró estos datos, que según el departamento que dirige Carlos Cuerpo «corroboran» el dinamismo del PIB, aunque habría que señalar que los institutos de análisis tienen una visión crítica en cuanto a los fundamentos de ese dinamismo. Entre los motivos de preocupación destaca el excesivo peso del gasto público, un temor refrendado por los últimos datos del INE. En verano, el gasto de las administraciones públicas volvió a situarse en una tasa claramente positiva (+1,1% intertrimestral), arrojando incertidumbre sobre la capacidad de nuestra economía de mantener el impulso una vez los fondos Next Generation dejen de llegar en 2026. Estancamiento de la productividad, elevada tasa de paro, final de los fondos Next Generation o ralentización del turismo. A la lista de factores que hacen tambalear los cimientos de los buenos datos macroeconómicos que luce España desde hace tres años, desde ayer hay que sumar el comercio exterior, que en el segundo trimestre del año le restó 6 décimas al PIB y lo arrastró a un avance del 0,6% intertrimestral , dos décimas menos que en abril-junio, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) . El dato es positivo y en principio no se espera que impida que nuestro país crezca un 3% este año, que es la estimación de organismos oficiales y firmas de análisis, pero ilustra que España no se librará de sufrir los efectos nocivos de la parálisis económica que atenaza a la Unión Europea y la guerra comercial impuesta por la nueva Casa Blanca . Si la situación se agrava, incluso, la ralentización económica podría llegar antes de lo esperado. La mayor parte de los análisis descontaban que el comercio exterior iba a perder la capacidad tractora sobre la economía que mostró después de la pandemia, y así lo refleja el INE . De hecho, desde el segundo trimestre de 2020 el sector exterior no tenía un efecto tan lesivo sobre las cifras macro, tanto en términos intertrimestrales como interanuales. En la comparativa con 2024, la demanda externa le quitó 8 décimas al crecimiento, de nuevo, el peor dato desde 2020, cuando el comercio mundial estaba paralizado por el Covid-19.Noticia Relacionada estandar Si Fedea corrige el optimismo del Gobierno: el IMV llega a menos de la mitad de las personas en pobreza severa Susana Alcelay La rigidez administrativa, la lentitud en la tramitación y la escasa coordinación entre la Seguridad Social y los servicios sociales están detrás la menor eficacia de la prestaciónComo ya se ha avanzado, esto se debe principalmente al estancamiento económico de la Unión Europea , que es nuestro primer socio comercial con una cuota de más del 61%. Según cifras del Ministerio de Economía, entre enero y agosto las exportaciones españolas a la UE cayeron un 0,6% interanual, y en mercados clave como Francia (con una cuota del 14%) o Alemania (10%) el descenso fue más acusado, de un 6,3% y un 2,5% respectivamente. Y a esto hay que añadir el ‘efecto Trump’, que en los primeros compases de la guerra comercial algunos minusvaloraron por la escasa relación comercial entre España y los EE.UU. pero que se ha revelado como más perjudicial de lo esperado. En agosto, primer mes de aplicación del arancel del 15% a los productos europeos al otro lado del Atlántico , las ventas españolas a la UE cayeron un sensacional 11% interanual; en Francia lo hicieron un 14%; y en Alemania, un 0,8%. Esto se explica, claro está, por el efecto que tiene el gravamen sobre las economías de nuestros principales socios europeos, que están en cuidados intensivos en algunos casos. Por ejemplo, Francia. La previsión más optimista es que el PIB galo avanzará apenas un 0,8% este año, en medio de una crisis de deuda que se cuenta entre las razones de que hayan caído tres gobiernos en un año. Como ya avanzó ABC, el efecto del arancel del 15% en EE.UU. fue inmediato, pues en agosto las exportaciones de la UE a ese país se desplomaron un 22%, hecho que provocó que el superávit comercial -todavía favorable a los Veintisiete- se redujera a la mitad con respecto a un año antes. De hecho, la UE firmó un mal agosto en todos sus mercados clave. Así las cosas, el crecimiento en el tercer trimestre con respecto a abril-junio dependió enteramente de la demanda interna, que aportó 1,2 puntos al dato final -frente a 0,8% en el trimestre anterior- y consolidó su papel como principal motor de la economía. Sin embargo, la verdadera buena noticia la dio la inversión privada, que vuelve a dar margen para el optimismo por segundo trimestre consecutivo al mostrar un avance del 1,7% intertrimestral, compensando el mal comportamiento del sector exterior. Desde la CEOE, ayer celebraron este buen comportamiento de la inversión, que de hecho encadena un crecimiento interanual del 7,6% este año. El gasto en consumo final de los hogares, a su vez, avanzó cuatro décimas más que en el trimestre precedente para situarse en el 1,2% intertrimestral, algo que en todo caso era esperable dado el mayor dispendio que llevan a cabo las familias en los meses veraniegos. Con todo, por noveno trimestre consecutivo el PIB encadena alzas iguales o superiores al 0,6%, hecho que allana el camino para que a finales de 2025 la economía española encadene ya tres años en el liderazgo europeo. En términos interanuales, el PIB creció un 2,8%, dos décimas menos que en el trimestre anterior. Ayer el Ministerio de Economía celebró estos datos, que según el departamento que dirige Carlos Cuerpo «corroboran» el dinamismo del PIB, aunque habría que señalar que los institutos de análisis tienen una visión crítica en cuanto a los fundamentos de ese dinamismo. Entre los motivos de preocupación destaca el excesivo peso del gasto público, un temor refrendado por los últimos datos del INE. En verano, el gasto de las administraciones públicas volvió a situarse en una tasa claramente positiva (+1,1% intertrimestral), arrojando incertidumbre sobre la capacidad de nuestra economía de mantener el impulso una vez los fondos Next Generation dejen de llegar en 2026.  

Estancamiento de la productividad, elevada tasa de paro, final de los fondos Next Generation o ralentización del turismo. A la lista de factores que hacen tambalear los cimientos de los buenos datos macroeconómicos que luce España desde hace tres años, desde ayer hay que … sumar el comercio exterior, que en el segundo trimestre del año le restó 6 décimas al PIB y lo arrastró a un avance del 0,6%intertrimestral, dos décimas menos que en abril-junio, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El dato es positivo y en principio no se espera que impida que nuestro país crezca un 3% este año, que es la estimación de organismos oficiales y firmas de análisis, pero ilustra que España no se librará de sufrir los efectos nocivos de la parálisis económica que atenaza a la Unión Europea y la guerra comercial impuesta por la nueva Casa Blanca. Si la situación se agrava, incluso, la ralentización económica podría llegar antes de lo esperado.

La mayor parte de los análisis descontaban que el comercio exterior iba a perder la capacidad tractora sobre la economía que mostró después de la pandemia, y así lo refleja el INE. De hecho, desde el segundo trimestre de 2020 el sector exterior no tenía un efecto tan lesivo sobre las cifras macro, tanto en términos intertrimestrales como interanuales. En la comparativa con 2024, la demanda externa le quitó 8 décimas al crecimiento, de nuevo, el peor dato desde 2020, cuando el comercio mundial estaba paralizado por el Covid-19.

Como ya se ha avanzado, esto se debe principalmente al estancamiento económico de la Unión Europea, que es nuestro primer socio comercial con una cuota de más del 61%. Según cifras del Ministerio de Economía, entre enero y agosto las exportaciones españolas a la UE cayeron un 0,6% interanual, y en mercados clave como Francia (con una cuota del 14%) o Alemania (10%) el descenso fue más acusado, de un 6,3% y un 2,5% respectivamente. Y a esto hay que añadir el ‘efecto Trump’, que en los primeros compases de la guerra comercial algunos minusvaloraron por la escasa relación comercial entre España y los EE.UU. pero que se ha revelado como más perjudicial de lo esperado.

En agosto, primer mes de aplicación del arancel del 15% a los productos europeos al otro lado del Atlántico, las ventas españolas a la UE cayeron un sensacional 11% interanual; en Francia lo hicieron un 14%; y en Alemania, un 0,8%. Esto se explica, claro está, por el efecto que tiene el gravamen sobre las economías de nuestros principales socios europeos, que están en cuidados intensivos en algunos casos. Por ejemplo, Francia. La previsión más optimista es que el PIB galo avanzará apenas un 0,8% este año, en medio de una crisis de deuda que se cuenta entre las razones de que hayan caído tres gobiernos en un año. Como ya avanzó ABC, el efecto del arancel del 15% en EE.UU. fue inmediato, pues en agosto las exportaciones de la UE a ese país se desplomaron un 22%, hecho que provocó que el superávit comercial -todavía favorable a los Veintisiete- se redujera a la mitad con respecto a un año antes. De hecho, la UE firmó un mal agosto en todos sus mercados clave.

Así las cosas, el crecimiento en el tercer trimestre con respecto a abril-junio dependió enteramente de la demanda interna, que aportó 1,2 puntos al dato final -frente a 0,8% en el trimestre anterior- y consolidó su papel como principal motor de la economía. Sin embargo, la verdadera buena noticia la dio la inversión privada, que vuelve a dar margen para el optimismo por segundo trimestre consecutivo al mostrar un avance del 1,7% intertrimestral, compensando el mal comportamiento del sector exterior. Desde la CEOE, ayer celebraron este buen comportamiento de la inversión, que de hecho encadena un crecimiento interanual del 7,6% este año. El gasto en consumo final de los hogares, a su vez, avanzó cuatro décimas más que en el trimestre precedente para situarse en el 1,2% intertrimestral, algo que en todo caso era esperable dado el mayor dispendio que llevan a cabo las familias en los meses veraniegos.

Con todo, por noveno trimestre consecutivo el PIB encadena alzas iguales o superiores al 0,6%, hecho que allana el camino para que a finales de 2025 la economía española encadene ya tres años en el liderazgo europeo. En términos interanuales, el PIB creció un 2,8%, dos décimas menos que en el trimestre anterior.

Ayer el Ministerio de Economía celebró estos datos, que según el departamento que dirige Carlos Cuerpo «corroboran» el dinamismo del PIB, aunque habría que señalar que los institutos de análisis tienen una visión crítica en cuanto a los fundamentos de ese dinamismo. Entre los motivos de preocupación destaca el excesivo peso del gasto público, un temor refrendado por los últimos datos del INE. En verano, el gasto de las administraciones públicas volvió a situarse en una tasa claramente positiva (+1,1% intertrimestral), arrojando incertidumbre sobre la capacidad de nuestra economía de mantener el impulso una vez los fondos Next Generation dejen de llegar en 2026.

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