En una semana en la que los medios de comunicación hemos llenado nuestras páginas e informativos con la corrupción en el PSOE , los informes sobre el apagón, y las veleidades de Trump y Netanyahu que están provocando una escalada del conflicto en Oriente Medio, el Consejo General de Economistas y Fedea presentaban un estudio que, en mi opinión, profundiza en uno de los principales problemas que tiene España en estos momentos y que, sin duda, marcará nuestro futuro: la situación económica de nuestros jóvenes.Hay veces que la actualidad es tan intensa que nos cuesta poner las luces largas para analizar situaciones actuales que, de no ponerse remedio, pueden condicionar, y no precisamente para bien, el futuro. Nos pasa a los periodistas, que apenas dedicamos espacios de información y análisis a temas que no sean de rabiosa actualidad, y les pasa a los políticos, que solo abordan aquellos problemas que no tienen más remedio porque les estallan en la cara, o aquellos que les dan votos.El problema que tiene la juventud es que con la caída de la natalidad, cada vez son menos para presionar a los gobiernos de turno. Todo lo contrario de lo que ocurre con los jubilados, un colectivo cada vez mayor al que miman los políticos de todos los colores. La consecuencia es que la brecha generacional es cada vez mayor . Y solo hay que echar un vistazo a las cifras.Según explica el economista Ignacio Conde-Ruiz, de Fedea, mientras desde 2008 la renta de los jóvenes ha caído un 10%, la del conjunto de la población lo ha hecho un 3%, pero la de los mayores de 65 años ha aumentado un 8%. ¿Y eso por qué? Nos podemos preguntar. Pues simplemente porque son más de nueve millones de votos que todos los partidos quieren captar. Y es por eso que son el único colectivo al que el Gobierno le ha garantizado una subida de sus prestaciones conforme el IPC. ¿Y eso tiene sentido? Desde mi punto de vista ninguno. No puede ser que las pensiones de los jubilados crezcan más que las rentas de los jóvenes que las financian, pero claro estos son muchos menos y su voto no es tan importante. En este escenario el principal problema al que se enfrentan nuestros jóvenes es la precariedad laboral. Una precariedad que provoca que tengan un difícil acceso a una vivienda cuyos precios están cada vez más disparados , tanto en propiedad como en alquiler. Consecuencia de ello, la edad de emancipación es cada vez más tardía, los proyectos de vida se retrasan y la natalidad cae.Es cierto que la baja natalidad no solo es consecuencia de la precaria situación económica de los jóvenes, sino también de un profundo cambio cultural que hace que formar una familia y tener hijos haya dejado de ser en España y en mucho países occidentales la principal prioridad de nuestros jóvenes. Prefieren viajar, desarrollar sus carreras profesionales, y luego ya, y solo algunos, formar una familia. Eso explicaría que los inmigrantes, pese a tener ingresos más bajos, tengan más hijos. Abordar este problema, y poner soluciones encima de la mesa es, sin duda, una responsabilidad que nuestros políticos no deberían posponer. De momento los economistas nos dan algunas pistas sobre las reformas estructurales a aplicar: mejorar la vinculación entre la formación y el tejido productivo; reducir el déficit estructural para no trasladar cargas fiscales a las generaciones futuras; reforzar la inversión pública en ámbitos como la educación, la innovación y el empleo, hacer políticas públicas para facilitarles el acceso a la vivienda, y darles voz institucional para asegurar la equidad intergeneracional. Bastaría con que tomaran nota y, por una vez, pusieran las luces largas. Peso de los jóvenes en el conjunto de la poblaciónEn los años 80, los jóvenes de entre 18 y 34 años representaban más del 35% del electorado, frente al 16% de los mayores de 64 años. Cuarenta años depués, los mayores superan el 25% de la población y los jóvenes apenas son el 21%, y bajando. Eso explica que las políticas públicas estén virando hacia la población mayor. En una semana en la que los medios de comunicación hemos llenado nuestras páginas e informativos con la corrupción en el PSOE , los informes sobre el apagón, y las veleidades de Trump y Netanyahu que están provocando una escalada del conflicto en Oriente Medio, el Consejo General de Economistas y Fedea presentaban un estudio que, en mi opinión, profundiza en uno de los principales problemas que tiene España en estos momentos y que, sin duda, marcará nuestro futuro: la situación económica de nuestros jóvenes.Hay veces que la actualidad es tan intensa que nos cuesta poner las luces largas para analizar situaciones actuales que, de no ponerse remedio, pueden condicionar, y no precisamente para bien, el futuro. Nos pasa a los periodistas, que apenas dedicamos espacios de información y análisis a temas que no sean de rabiosa actualidad, y les pasa a los políticos, que solo abordan aquellos problemas que no tienen más remedio porque les estallan en la cara, o aquellos que les dan votos.El problema que tiene la juventud es que con la caída de la natalidad, cada vez son menos para presionar a los gobiernos de turno. Todo lo contrario de lo que ocurre con los jubilados, un colectivo cada vez mayor al que miman los políticos de todos los colores. La consecuencia es que la brecha generacional es cada vez mayor . Y solo hay que echar un vistazo a las cifras.Según explica el economista Ignacio Conde-Ruiz, de Fedea, mientras desde 2008 la renta de los jóvenes ha caído un 10%, la del conjunto de la población lo ha hecho un 3%, pero la de los mayores de 65 años ha aumentado un 8%. ¿Y eso por qué? Nos podemos preguntar. Pues simplemente porque son más de nueve millones de votos que todos los partidos quieren captar. Y es por eso que son el único colectivo al que el Gobierno le ha garantizado una subida de sus prestaciones conforme el IPC. ¿Y eso tiene sentido? Desde mi punto de vista ninguno. No puede ser que las pensiones de los jubilados crezcan más que las rentas de los jóvenes que las financian, pero claro estos son muchos menos y su voto no es tan importante. En este escenario el principal problema al que se enfrentan nuestros jóvenes es la precariedad laboral. Una precariedad que provoca que tengan un difícil acceso a una vivienda cuyos precios están cada vez más disparados , tanto en propiedad como en alquiler. Consecuencia de ello, la edad de emancipación es cada vez más tardía, los proyectos de vida se retrasan y la natalidad cae.Es cierto que la baja natalidad no solo es consecuencia de la precaria situación económica de los jóvenes, sino también de un profundo cambio cultural que hace que formar una familia y tener hijos haya dejado de ser en España y en mucho países occidentales la principal prioridad de nuestros jóvenes. Prefieren viajar, desarrollar sus carreras profesionales, y luego ya, y solo algunos, formar una familia. Eso explicaría que los inmigrantes, pese a tener ingresos más bajos, tengan más hijos. Abordar este problema, y poner soluciones encima de la mesa es, sin duda, una responsabilidad que nuestros políticos no deberían posponer. De momento los economistas nos dan algunas pistas sobre las reformas estructurales a aplicar: mejorar la vinculación entre la formación y el tejido productivo; reducir el déficit estructural para no trasladar cargas fiscales a las generaciones futuras; reforzar la inversión pública en ámbitos como la educación, la innovación y el empleo, hacer políticas públicas para facilitarles el acceso a la vivienda, y darles voz institucional para asegurar la equidad intergeneracional. Bastaría con que tomaran nota y, por una vez, pusieran las luces largas. Peso de los jóvenes en el conjunto de la poblaciónEn los años 80, los jóvenes de entre 18 y 34 años representaban más del 35% del electorado, frente al 16% de los mayores de 64 años. Cuarenta años depués, los mayores superan el 25% de la población y los jóvenes apenas son el 21%, y bajando. Eso explica que las políticas públicas estén virando hacia la población mayor.
CUENTAS SIN CUENTOS
La precariedad laboral y la dificultad de acceder a una vivienda son el principal problema de un colectivo cuyas rentas han caído un 10% desde la gran recesión
En una semana en la que los medios de comunicación hemos llenado nuestras páginas e informativos con la corrupción en el PSOE, los informes sobre el apagón, y las veleidades de Trump y Netanyahu que están provocando una escalada del conflicto en Oriente Medio, … el Consejo General de Economistas y Fedea presentaban un estudio que, en mi opinión, profundiza en uno de los principales problemas que tiene España en estos momentos y que, sin duda, marcará nuestro futuro: la situación económica de nuestros jóvenes.
Hay veces que la actualidad es tan intensa que nos cuesta poner las luces largas para analizar situaciones actuales que, de no ponerse remedio, pueden condicionar, y no precisamente para bien, el futuro. Nos pasa a los periodistas, que apenas dedicamos espacios de información y análisis a temas que no sean de rabiosa actualidad, y les pasa a los políticos, que solo abordan aquellos problemas que no tienen más remedio porque les estallan en la cara, o aquellos que les dan votos.
El problema que tiene la juventud es que con la caída de la natalidad, cada vez son menos para presionar a los gobiernos de turno. Todo lo contrario de lo que ocurre con los jubilados, un colectivo cada vez mayor al que miman los políticos de todos los colores. La consecuencia es que la brecha generacional es cada vez mayor. Y solo hay que echar un vistazo a las cifras.
Según explica el economista Ignacio Conde-Ruiz, de Fedea, mientras desde 2008 la renta de los jóvenes ha caído un 10%, la del conjunto de la población lo ha hecho un 3%, pero la de los mayores de 65 años ha aumentado un 8%. ¿Y eso por qué? Nos podemos preguntar. Pues simplemente porque son más de nueve millones de votos que todos los partidos quieren captar. Y es por eso que son el único colectivo al que el Gobierno le ha garantizado una subida de sus prestaciones conforme el IPC. ¿Y eso tiene sentido? Desde mi punto de vista ninguno. No puede ser que las pensiones de los jubilados crezcan más que las rentas de los jóvenes que las financian, pero claro estos son muchos menos y su voto no es tan importante.
En este escenario el principal problema al que se enfrentan nuestros jóvenes es la precariedad laboral. Una precariedad que provoca que tengan un difícil acceso a una vivienda cuyos precios están cada vez más disparados, tanto en propiedad como en alquiler. Consecuencia de ello, la edad de emancipación es cada vez más tardía, los proyectos de vida se retrasan y la natalidad cae.
Es cierto que la baja natalidad no solo es consecuencia de la precaria situación económica de los jóvenes, sino también de un profundo cambio cultural que hace que formar una familia y tener hijos haya dejado de ser en España y en mucho países occidentales la principal prioridad de nuestros jóvenes. Prefieren viajar, desarrollar sus carreras profesionales, y luego ya, y solo algunos, formar una familia. Eso explicaría que los inmigrantes, pese a tener ingresos más bajos, tengan más hijos.
Abordar este problema, y poner soluciones encima de la mesa es, sin duda, una responsabilidad que nuestros políticos no deberían posponer. De momento los economistas nos dan algunas pistas sobre las reformas estructurales a aplicar: mejorar la vinculación entre la formación y el tejido productivo; reducir el déficit estructural para no trasladar cargas fiscales a las generaciones futuras; reforzar la inversión pública en ámbitos como la educación, la innovación y el empleo, hacer políticas públicas para facilitarles el acceso a la vivienda, y darles voz institucional para asegurar la equidad intergeneracional. Bastaría con que tomaran nota y, por una vez, pusieran las luces largas.
Peso de los jóvenes en el conjunto de la población
En los años 80, los jóvenes de entre 18 y 34 años representaban más del 35% del electorado, frente al 16% de los mayores de 64 años. Cuarenta años depués, los mayores superan el 25% de la población y los jóvenes apenas son el 21%, y bajando. Eso explica que las políticas públicas estén virando hacia la población mayor.
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