El presidente estadounidense más aislacionista de los últimos tiempos ha decidido confrontar abiertamente a Irán para frenar en seco su programa nuclear. Esta guerra puede ser la prueba definitiva sobre la capacidad de Estados Unidos de seguir siendo una superpotencia y también amenaza la cohesión del Partido Republicano. Asimismo, pone de relieve la irrelevancia de los europeos en Oriente Próximo, que ven destrozados sus intentos esta semana en Ginebra de volver a la vía diplomática. Donald Trump no solo es un firme aliado de Israel, sino un partidario acérrimo del primer ministro Bibi Netanyahu . El líder israelí había detectado que por primera vez la presidencia estadounidense le permitía atacar sobre Irán para acabar con su intento de convertirse en una potencia nuclear. Hasta ahora, sucesivos ocupantes de la Casa Blanca habían frenado en este empeño al gobierno de Tel Aviv, porque sabían que Israel no podría conseguir este objetivo sin su involucración. Trump ha actuado de modo distinto, siguiendo su instinto y tomando un gran riesgo. Nadie sabe cómo reaccionará el régimen de Teherán. Puede plegarse y volver a negociar, después de una reacción airada más bien simbólica. Pero también es posible que inicie acciones de represalia contra bases de Estados Unidos en la región, promueva acciones terroristas, incluso con armas biológicas o químicas, y que intente bloquear el estrecho de Ormuz, por el que transitan a diario veinte millones de barriles de petróleo. Irán está aislado en Oriente Próximo, pero tiene las simpatías de China, Rusia y Corea del Norte, una coalición de dictaduras cada vez más perfectas.Noticia Relacionada estandar Si La gran maniobra de Trump: cómo prometió paz y preparó la guerra David Alandete El presidente activó en secreto un bombardeo masivo contra Irán del que sí avisó a NetanyahuDentro de Estados Unidos, el movimiento MAGA (Make America Great Again) aglutina a los partidarios de que su país se centre en los asuntos domésticos y deje de proveer de estabilidad al mundo. Su principal líder es el vicepresidente J. D. Vance, escéptico sobre las alianzas y la proyección exterior del poder estadounidense. Tras Irak y Afganistán, dos guerras muy impopulares y costosas en vidas y dinero, muchos ciudadanos respaldan la idea de ‘América primero’. Las medidas de Trump sobre el comercio y la inmigración son ya negativas para la inflación y el crecimiento y la nueva guerra aumentará los precios de la energía. Pero, si el conflicto se cierra pronto y frena definitivamente el intento de Irán de formar parte del club de potencias nucleares, nadie en el Partido Republicano, recorrido por un fuerte sentimiento patriótico, criticará a Trump. Además, el conflicto podría servir para fortalecer a los llamados halcones del Gobierno, partidarios de que la política exterior tenga como prioridad frenar con todos los medios el ascenso global de China.La Unión Europa y sus Estados miembros vuelven a ser espectadores y no actores en esta crisis internacional. Sufrirán las consecuencias económicas y geopolíticas, pero siguen sin dotarse de medios. Bruselas mantiene una política exterior lastrada por el requisito de unanimidad a veintisiete y la política de seguridad y defensa es casi inexistente. Las mayores carencias europeas son la falta de voluntad para actuar como un bloque, pero también no entender que su ventaja competitiva consiste en ser los mejores aliados de Estados Unidos, gobierne quien gobierne en Washington. El presidente estadounidense más aislacionista de los últimos tiempos ha decidido confrontar abiertamente a Irán para frenar en seco su programa nuclear. Esta guerra puede ser la prueba definitiva sobre la capacidad de Estados Unidos de seguir siendo una superpotencia y también amenaza la cohesión del Partido Republicano. Asimismo, pone de relieve la irrelevancia de los europeos en Oriente Próximo, que ven destrozados sus intentos esta semana en Ginebra de volver a la vía diplomática. Donald Trump no solo es un firme aliado de Israel, sino un partidario acérrimo del primer ministro Bibi Netanyahu . El líder israelí había detectado que por primera vez la presidencia estadounidense le permitía atacar sobre Irán para acabar con su intento de convertirse en una potencia nuclear. Hasta ahora, sucesivos ocupantes de la Casa Blanca habían frenado en este empeño al gobierno de Tel Aviv, porque sabían que Israel no podría conseguir este objetivo sin su involucración. Trump ha actuado de modo distinto, siguiendo su instinto y tomando un gran riesgo. Nadie sabe cómo reaccionará el régimen de Teherán. Puede plegarse y volver a negociar, después de una reacción airada más bien simbólica. Pero también es posible que inicie acciones de represalia contra bases de Estados Unidos en la región, promueva acciones terroristas, incluso con armas biológicas o químicas, y que intente bloquear el estrecho de Ormuz, por el que transitan a diario veinte millones de barriles de petróleo. Irán está aislado en Oriente Próximo, pero tiene las simpatías de China, Rusia y Corea del Norte, una coalición de dictaduras cada vez más perfectas.Noticia Relacionada estandar Si La gran maniobra de Trump: cómo prometió paz y preparó la guerra David Alandete El presidente activó en secreto un bombardeo masivo contra Irán del que sí avisó a NetanyahuDentro de Estados Unidos, el movimiento MAGA (Make America Great Again) aglutina a los partidarios de que su país se centre en los asuntos domésticos y deje de proveer de estabilidad al mundo. Su principal líder es el vicepresidente J. D. Vance, escéptico sobre las alianzas y la proyección exterior del poder estadounidense. Tras Irak y Afganistán, dos guerras muy impopulares y costosas en vidas y dinero, muchos ciudadanos respaldan la idea de ‘América primero’. Las medidas de Trump sobre el comercio y la inmigración son ya negativas para la inflación y el crecimiento y la nueva guerra aumentará los precios de la energía. Pero, si el conflicto se cierra pronto y frena definitivamente el intento de Irán de formar parte del club de potencias nucleares, nadie en el Partido Republicano, recorrido por un fuerte sentimiento patriótico, criticará a Trump. Además, el conflicto podría servir para fortalecer a los llamados halcones del Gobierno, partidarios de que la política exterior tenga como prioridad frenar con todos los medios el ascenso global de China.La Unión Europa y sus Estados miembros vuelven a ser espectadores y no actores en esta crisis internacional. Sufrirán las consecuencias económicas y geopolíticas, pero siguen sin dotarse de medios. Bruselas mantiene una política exterior lastrada por el requisito de unanimidad a veintisiete y la política de seguridad y defensa es casi inexistente. Las mayores carencias europeas son la falta de voluntad para actuar como un bloque, pero también no entender que su ventaja competitiva consiste en ser los mejores aliados de Estados Unidos, gobierne quien gobierne en Washington.
«Esta guerra puede ser la prueba definitiva sobre la capacidad de Estados Unidos de seguir siendo una superpotencia y también amenaza la cohesión del Partido Republicano»
El presidente estadounidense más aislacionista de los últimos tiempos ha decidido confrontar abiertamente a Irán para frenar en seco su programa nuclear. Esta guerra puede ser la prueba definitiva sobre la capacidad de Estados Unidos de seguir siendo una superpotencia y también amenaza la … cohesión del Partido Republicano. Asimismo, pone de relieve la irrelevancia de los europeos en Oriente Próximo, que ven destrozados sus intentos esta semana en Ginebra de volver a la vía diplomática.
Donald Trump no solo es un firme aliado de Israel, sino un partidario acérrimo del primer ministro Bibi Netanyahu. El líder israelí había detectado que por primera vez la presidencia estadounidense le permitía atacar sobre Irán para acabar con su intento de convertirse en una potencia nuclear. Hasta ahora, sucesivos ocupantes de la Casa Blanca habían frenado en este empeño al gobierno de Tel Aviv, porque sabían que Israel no podría conseguir este objetivo sin su involucración. Trump ha actuado de modo distinto, siguiendo su instinto y tomando un gran riesgo. Nadie sabe cómo reaccionará el régimen de Teherán. Puede plegarse y volver a negociar, después de una reacción airada más bien simbólica. Pero también es posible que inicie acciones de represalia contra bases de Estados Unidos en la región, promueva acciones terroristas, incluso con armas biológicas o químicas, y que intente bloquear el estrecho de Ormuz, por el que transitan a diario veinte millones de barriles de petróleo. Irán está aislado en Oriente Próximo, pero tiene las simpatías de China, Rusia y Corea del Norte, una coalición de dictaduras cada vez más perfectas.
Dentro de Estados Unidos, el movimiento MAGA (Make America Great Again) aglutina a los partidarios de que su país se centre en los asuntos domésticos y deje de proveer de estabilidad al mundo. Su principal líder es el vicepresidente J. D. Vance, escéptico sobre las alianzas y la proyección exterior del poder estadounidense. Tras Irak y Afganistán, dos guerras muy impopulares y costosas en vidas y dinero, muchos ciudadanos respaldan la idea de ‘América primero’. Las medidas de Trump sobre el comercio y la inmigración son ya negativas para la inflación y el crecimiento y la nueva guerra aumentará los precios de la energía. Pero, si el conflicto se cierra pronto y frena definitivamente el intento de Irán de formar parte del club de potencias nucleares, nadie en el Partido Republicano, recorrido por un fuerte sentimiento patriótico, criticará a Trump. Además, el conflicto podría servir para fortalecer a los llamados halcones del Gobierno, partidarios de que la política exterior tenga como prioridad frenar con todos los medios el ascenso global de China.
La Unión Europa y sus Estados miembros vuelven a ser espectadores y no actores en esta crisis internacional. Sufrirán las consecuencias económicas y geopolíticas, pero siguen sin dotarse de medios. Bruselas mantiene una política exterior lastrada por el requisito de unanimidad a veintisiete y la política de seguridad y defensa es casi inexistente. Las mayores carencias europeas son la falta de voluntad para actuar como un bloque, pero también no entender que su ventaja competitiva consiste en ser los mejores aliados de Estados Unidos, gobierne quien gobierne en Washington.
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