Nacer en el infierno de Gaza

Pensar en el día de mañana en Gaza es un ejercicio demasiado ambicioso y mucho más pensar en el futuro que pueden tener tus hijos. Que se lo pregunten a Wisam, que dio a luz a su hija durante los primeros bombardeos de Israel contra la Franja de Gaza. O a Aya, que tuvo a Shahad cuando se cumplían seis meses del conflicto entre Hamás y el Ejército de Benjamin Netanyahu o a Nareman que dio a luz a Sila a finales de diciembre de 2024, con la esperanza de un alto el fuego que nunca llegó. Lo que tienen en común estas madres es que dieron a luz a sus hijos en mitad de la guerra en Gaza , entre bombardeos y ataques indiscriminados por parte del Ejército israelí. Como estas, muchas son las historias de miles de niños que han nacido en un lugar al que no saben si podrán volver, aunque no quede nada, y en un tiempo en el que la muerte parece estar más cerca que la vida.A pesar de que en Gaza, según las autoridades sanitarias palestinas gobernadas por Hamás, ya han muerto más de 60.000 personas –el 70% de ellas, mujeres y niños–, el número de nacimientos podría elevarse a los 50.000, aunque no hay cifras oficiales. La única estimación pública es la que ha aportado en los últimos meses la ONU, cifrando en 55.000 las mujeres embarazadas que hay en Gaza. La ONG Save the Children cuantificaba en abril en 130 niños los que nacen al día en la Franja. Los últimos datos que este periódico ha sabido proceden de Médicos Sin Fronteras (MSF): en el mes de mayo, en el hospital Nasser de Gaza donde trabajan, ha habido 442 alumbramientos. Y aunque «muchos de estos recién nacidos están sanos, cada vez hay más niños prematuros», explica desde la Franja el doctor Homero León con voz cansada pero serena, a pesar del horror. 1 Unicef Nur: nació a los ocho días de guerra Wisam dio a luz a su hija durante la guerra en la Franja. «Tuve una cesárea y di a luz a una niña. Al despertar de la cirugía, me dijeron que debía evacuar el hospital». «Viví una noche de terror»Este doctor mexicano trabaja con MSF y lo que está viendo, escuchando y viviendo en Gaza les está llevando a él y a su equipo a tomar decisiones que jamás podrían imaginar: priorizar entre pacientes a la hora de tratarlos. «La situación en los hospitales es grave, compleja y muy difícil y cada vez se está agravando más. Hay mucha escasez de comida, lo que lleva al aumento de la malnutrición. Hacen falta productos de higiene, suero, analgésicos… Esto nos ha llevado a tomar decisiones difíciles como priorizar entre pacientes», explica el doctor León.2 Unicef Shahad, cinco años de espera Shahad, nacido en abril de 2024. Su madre, Aya cuenta que durante cinco años estuvo intentando quedarse embarazada y ahora está muerta de miedo «al pensar que un ataque israelí puede matar a su hijo».Si antes de la guerra estar embarazada en la Franja conllevaba ciertos riesgos –alrededor del 45% de las mujeres antes de la guerra padecían anemia–, ahora ese peligro se ha duplicado. Debido a la grave escasez de alimentos, arreciada por el bloqueo que mantiene Israel a la ayuda humanitaria, la ONU afirma que uno de cada diez bebés recién nacido tiene bajo peso o es prematuro. También se ha registrado un aumento de abortos espontáneos, mortinatos y anomalías congénitas que aún no se han podido detectar.Cada historia de cada bebé nacido en Gaza es única. Esta es una pequeña recopilación, trazada con la ayuda de Save The Children, Médicos Sin Fronteras y Unicef, de diez historias de vida entre tanta muerte. Algunas dan cierta esperanza entre la tristeza, otras son tan terribles que ejemplifican demasiado bien la dureza de una guerra que ya pasa los 20 meses.Historias de vidaWisam Al Masri estaba embarazada a punto de cumplir los nueve meses cuando comenzó la guerra. Iba a tener su primer bebé, Nur, y ella y su marido estaban felices, pero ese 7 de octubre de 2023 lo cambió todo. Tras el terrible ataque terrorista de Hamás contra la población judía en los kibutz israelíes, con más de 1.200 muertos y 250 secuestrados, la respuesta del Gobierno de Netanyahu fue letal contra la Franja. Los siguientes días y noches para Wisam fueron de terror: tuvieron que huir de su casa por miedo a que les cayera una bomba encima. En el octavo día de guerra, Wisam rompió aguas y dio a luz a la pequeña Nur.«Viví una noche de terror. Noté signos de parto y tuve una cesárea. Cuando desperté de la cirugía, me dijeron que tenía que evacuar el hospital inmediatamente», recuerda esta madre. Días después de dar a luz, Wisam aún no había sido capaz de bañar a su pequeño, tampoco sabía si iba a ser capaz de amamantarlo. 3 save the children Morad, tres kilos con diez meses Morad tiene ahora un año y sonríe, pero no fue sencillo llegar hasta aquí. Nació enfermo de malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. A los diez meses solo pesaba tres kilos, pero salió adelante.Este es uno de los principales problemas para las madres en Gaza: no saben cómo alimentar a sus hijos. «Cada vez hay más casos de mujeres embarazadas con malnutrición, lo que dificulta la posterior lactancia, explica Ruth Conde, enfermera pediátrica de Médicos Sin Fronteras. Ruth ha estado en dos ocasiones en Gaza y conoce de primera mano los obstáculos a los que se enfrentan estas mujeres y sus hijos.Las consecuencias de esta malnutrición se ven en Morad, ahora de un año. Nació durante los primeros meses de guerra y como consecuencia de la falta de comida, lo hizo con malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. «Su madre, Hala, estaba desesperada: mi hijo se estaba muriendo y no sabía adónde ir», cuenta. Visitó todos los hospitales disponibles en la zona, todos daban por muerto al pequeño Morad. Después de casi tres meses, dieron con el hospital de Save the Children en Gaza, donde pudo ser tratado y mejoró considerablemente.4 Sahar, poder jugar a pesar de todo Sahar tiene once meses. Ahora se ve un bebé sano, pero durante sus primeros meses tuvo que recibir tratamiento por malnutrición en el hospital de Save The Children en Deri Al Balah. Un tratamiento similar por malnutrición recibió Sahar, de once meses. Zainab, su madre, estaba embarazada de cuatro cuando estalló el conflicto. Durante el parto, no recibió asistencia adecuada y tuvo muchos problemas para conseguir comida y ropa para su hija. «La guerra se llevó todo. Tuve que empezar a pedir en la calle. No había comida ni pañales, son muy caros», dice. «Usaba trapos, pero eran tan ásperos que llegaron a provocarle infecciones en la piel y sarpullidos». Zainab estaba totalmente desnutrida y no podía amamantar a su hija.5 msf Mohamed: la sonrisa de una madre Mariam Asalia sostiene a su bebé, Mohamed, que nació en enero de 2024 en el hospital de maternidad de Rafah. Ella fue capaz de llegar; otras muchas madres tienen que dar a luz en tiendas de campaña.Lo que significa ahora mismo, y durante estos 20 meses, dar a luz en Gaza lo explica perfectamente una matrona gazatí: «Parir en Gaza es arriesgar la vida tanto de la mujer como del bebé». Ella lo sabe bien porque también ha tenido un hijo durante estos meses. Por motivos de seguridad no quiere que se publique su nombre y no dice exactamente dónde trabaja, ya que es la única matrona que queda en ese centro de salud.6 msf Ibrahim, los ojos de la esperanza Ibrahim tiene siete meses. Nació durante una noche de bombardeos sobre la Franja de Gaza. Esas bombas, junto al intenso humo, le provocaron varios problemas respiratorios.Algunas mujeres están dando a luz en automóviles, en la calle y en refugios abarrotados en un momento en que aumentan las enfermedades infecciosas, las respiratorias, la hepatitis A y la meningitis. Pero es que en la gran mayoría de los casos es imposible alumbrar en el lugar apropiado. Sin embargo, dar a luz en un centro médico tampoco significa estar a salvo: son los casos de Suad, Tima, Khadra o Mariam. Las cuatro dieron a luz en hospitales al sur de Gaza y las dificultades para las tres vinieron después. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado. Nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces, ¿cómo podemos reconstruir nuestras vidas? Hemos perdido toda la esperanza», cuenta Suad que parió en junio de 2024. «Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo, con piedras y arena, sin una cama o cuna», dice Khadra. Todas tienen los mismos sentimientos: de alegría por un lado al traer al mundo a otro niño y de culpa por traerlo a este que está viviendo la Franja.7 MSF Suad: el esfuerzo de una madre Suad nació en junio de 2024 en el hospital Nasser en el sur de Gaza. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado y nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces», cuenta su madre.Actividad de riesgoEl trauma de la guerra también puede afectar directamente a los recién nacidos: durante el conflicto de 2014 en Gaza, las madres con alta exposición a dicho impacto bélico dieron a luz a bebés que sufrieron un desarrollo sensorial, cognitivo y emocional muy negativo. Ahora, la historia se repite. «Estamos en una situación donde dar a luz se ha convertido en una actividad de riesgo: no solo por el parto o el embarazo, sino por todo el contacto que agrava la situación. Desde el momento del embarazo, por la dificultad de acceso para los controles prenatales. Estamos viendo que son muchos partos prematuros ocasionados por la situación de estrés. Mujeres que viven en campos de desplazados bajo explosiones y moviéndose continuamente», explica la enfermera Ruth. 8 msf Lila y su madre Khadra: seguir vivas Para Khadra, tener a Lila (junio de 2024) fue la alegría de su vida, pero las dificultades se multiplican: «No hay leche, no hay pañales, ropa. Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo», dice. Las condiciones de vida son de extrema dureza, lo que también dificulta el desarrollo de los bebés. Ibrahim, de siete meses, nació durante una noche de bombardeos. La falta de aire limpio, a causa de las continuas deflagraciones y el limitado acceso a cuidados médicos hicieron que este pequeño desarrollara varios problemas respiratorios, que pudo tratarse.Por suerte, en todos estos casos recogidos los bebés están sobreviviendo a pesar de las dificultades de la guerra: sin alimentos, sin higiene, sin casa, sin vacunación… pero viven.9 Unicef Sila, el drama de la hipotermia Sila nació a finales de diciembre de 2024. Durante un fría noche de enero, murió congelada en la tienda de campaña donde vivía con su familia. Su madre llora cada vez que toca su ropita y recuerda a su pequeña.No puede decir lo mismo Nareman sobre su hija Sila. Solo puede hablar diez segundos seguidos de su pequeña. Después, las lágrimas brotan de sus ojos, mientras muestra la ropita que tenía para Sila. Nareman dio a luz en diciembre de 2024, en lo más duro del invierno y cuando las temperaturas eran bajo cero. Junto a sus otros dos hijos y su marido, vivían en una tienda de campaña. Después de dar a luz a un bebé sano, fue enviada a la tienda. Ocho días después, el horror llegó a esta familia. «Me desperté esa noche y le dije a mi marido que nuestra hija había estado durmiendo mucho tiempo. Cuando la destapó, vimos que su cuerpo estaba azul, le sangraba la nariz y se había mordido la lengua. Estaba congelada».xEl drama de la hipotermiaEl caso de Sila no fue el único durante el invierno en Gaza y aunque los médicos estaban preparados para todo, esto no lo vieron venir. «Nos impactó sobremanera el número de muertes de bebés por hipotermia. Ser conscientes de que los bebés se nos estaban muriendo de frío», recuerda Ruth Conde. «Lo más sencillo, que es mantener a un bebé calentito, se convirtió en una misión imposible». Existe otro miedo: «Tengo miedo de perder a mi hijo después de intentarlo durante tanto tiempo. Todo lo que necesitamos ahora es seguridad, pero simplemente no hay ningún lugar en Gaza seguro», cuenta Aya, madre de Shahad que nació en abril del año pasado.Si al final de esta guerra, estas madres y sus hijos logran sobrevivir, sufrirán consecuencias por los restos. Así lo atestiguan diversas investigaciones: el trauma no quedará solo en guerra; acompañará a estas madres e hijos toda su vida. Pensar en el día de mañana en Gaza es un ejercicio demasiado ambicioso y mucho más pensar en el futuro que pueden tener tus hijos. Que se lo pregunten a Wisam, que dio a luz a su hija durante los primeros bombardeos de Israel contra la Franja de Gaza. O a Aya, que tuvo a Shahad cuando se cumplían seis meses del conflicto entre Hamás y el Ejército de Benjamin Netanyahu o a Nareman que dio a luz a Sila a finales de diciembre de 2024, con la esperanza de un alto el fuego que nunca llegó. Lo que tienen en común estas madres es que dieron a luz a sus hijos en mitad de la guerra en Gaza , entre bombardeos y ataques indiscriminados por parte del Ejército israelí. Como estas, muchas son las historias de miles de niños que han nacido en un lugar al que no saben si podrán volver, aunque no quede nada, y en un tiempo en el que la muerte parece estar más cerca que la vida.A pesar de que en Gaza, según las autoridades sanitarias palestinas gobernadas por Hamás, ya han muerto más de 60.000 personas –el 70% de ellas, mujeres y niños–, el número de nacimientos podría elevarse a los 50.000, aunque no hay cifras oficiales. La única estimación pública es la que ha aportado en los últimos meses la ONU, cifrando en 55.000 las mujeres embarazadas que hay en Gaza. La ONG Save the Children cuantificaba en abril en 130 niños los que nacen al día en la Franja. Los últimos datos que este periódico ha sabido proceden de Médicos Sin Fronteras (MSF): en el mes de mayo, en el hospital Nasser de Gaza donde trabajan, ha habido 442 alumbramientos. Y aunque «muchos de estos recién nacidos están sanos, cada vez hay más niños prematuros», explica desde la Franja el doctor Homero León con voz cansada pero serena, a pesar del horror. 1 Unicef Nur: nació a los ocho días de guerra Wisam dio a luz a su hija durante la guerra en la Franja. «Tuve una cesárea y di a luz a una niña. Al despertar de la cirugía, me dijeron que debía evacuar el hospital». «Viví una noche de terror»Este doctor mexicano trabaja con MSF y lo que está viendo, escuchando y viviendo en Gaza les está llevando a él y a su equipo a tomar decisiones que jamás podrían imaginar: priorizar entre pacientes a la hora de tratarlos. «La situación en los hospitales es grave, compleja y muy difícil y cada vez se está agravando más. Hay mucha escasez de comida, lo que lleva al aumento de la malnutrición. Hacen falta productos de higiene, suero, analgésicos… Esto nos ha llevado a tomar decisiones difíciles como priorizar entre pacientes», explica el doctor León.2 Unicef Shahad, cinco años de espera Shahad, nacido en abril de 2024. Su madre, Aya cuenta que durante cinco años estuvo intentando quedarse embarazada y ahora está muerta de miedo «al pensar que un ataque israelí puede matar a su hijo».Si antes de la guerra estar embarazada en la Franja conllevaba ciertos riesgos –alrededor del 45% de las mujeres antes de la guerra padecían anemia–, ahora ese peligro se ha duplicado. Debido a la grave escasez de alimentos, arreciada por el bloqueo que mantiene Israel a la ayuda humanitaria, la ONU afirma que uno de cada diez bebés recién nacido tiene bajo peso o es prematuro. También se ha registrado un aumento de abortos espontáneos, mortinatos y anomalías congénitas que aún no se han podido detectar.Cada historia de cada bebé nacido en Gaza es única. Esta es una pequeña recopilación, trazada con la ayuda de Save The Children, Médicos Sin Fronteras y Unicef, de diez historias de vida entre tanta muerte. Algunas dan cierta esperanza entre la tristeza, otras son tan terribles que ejemplifican demasiado bien la dureza de una guerra que ya pasa los 20 meses.Historias de vidaWisam Al Masri estaba embarazada a punto de cumplir los nueve meses cuando comenzó la guerra. Iba a tener su primer bebé, Nur, y ella y su marido estaban felices, pero ese 7 de octubre de 2023 lo cambió todo. Tras el terrible ataque terrorista de Hamás contra la población judía en los kibutz israelíes, con más de 1.200 muertos y 250 secuestrados, la respuesta del Gobierno de Netanyahu fue letal contra la Franja. Los siguientes días y noches para Wisam fueron de terror: tuvieron que huir de su casa por miedo a que les cayera una bomba encima. En el octavo día de guerra, Wisam rompió aguas y dio a luz a la pequeña Nur.«Viví una noche de terror. Noté signos de parto y tuve una cesárea. Cuando desperté de la cirugía, me dijeron que tenía que evacuar el hospital inmediatamente», recuerda esta madre. Días después de dar a luz, Wisam aún no había sido capaz de bañar a su pequeño, tampoco sabía si iba a ser capaz de amamantarlo. 3 save the children Morad, tres kilos con diez meses Morad tiene ahora un año y sonríe, pero no fue sencillo llegar hasta aquí. Nació enfermo de malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. A los diez meses solo pesaba tres kilos, pero salió adelante.Este es uno de los principales problemas para las madres en Gaza: no saben cómo alimentar a sus hijos. «Cada vez hay más casos de mujeres embarazadas con malnutrición, lo que dificulta la posterior lactancia, explica Ruth Conde, enfermera pediátrica de Médicos Sin Fronteras. Ruth ha estado en dos ocasiones en Gaza y conoce de primera mano los obstáculos a los que se enfrentan estas mujeres y sus hijos.Las consecuencias de esta malnutrición se ven en Morad, ahora de un año. Nació durante los primeros meses de guerra y como consecuencia de la falta de comida, lo hizo con malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. «Su madre, Hala, estaba desesperada: mi hijo se estaba muriendo y no sabía adónde ir», cuenta. Visitó todos los hospitales disponibles en la zona, todos daban por muerto al pequeño Morad. Después de casi tres meses, dieron con el hospital de Save the Children en Gaza, donde pudo ser tratado y mejoró considerablemente.4 Sahar, poder jugar a pesar de todo Sahar tiene once meses. Ahora se ve un bebé sano, pero durante sus primeros meses tuvo que recibir tratamiento por malnutrición en el hospital de Save The Children en Deri Al Balah. Un tratamiento similar por malnutrición recibió Sahar, de once meses. Zainab, su madre, estaba embarazada de cuatro cuando estalló el conflicto. Durante el parto, no recibió asistencia adecuada y tuvo muchos problemas para conseguir comida y ropa para su hija. «La guerra se llevó todo. Tuve que empezar a pedir en la calle. No había comida ni pañales, son muy caros», dice. «Usaba trapos, pero eran tan ásperos que llegaron a provocarle infecciones en la piel y sarpullidos». Zainab estaba totalmente desnutrida y no podía amamantar a su hija.5 msf Mohamed: la sonrisa de una madre Mariam Asalia sostiene a su bebé, Mohamed, que nació en enero de 2024 en el hospital de maternidad de Rafah. Ella fue capaz de llegar; otras muchas madres tienen que dar a luz en tiendas de campaña.Lo que significa ahora mismo, y durante estos 20 meses, dar a luz en Gaza lo explica perfectamente una matrona gazatí: «Parir en Gaza es arriesgar la vida tanto de la mujer como del bebé». Ella lo sabe bien porque también ha tenido un hijo durante estos meses. Por motivos de seguridad no quiere que se publique su nombre y no dice exactamente dónde trabaja, ya que es la única matrona que queda en ese centro de salud.6 msf Ibrahim, los ojos de la esperanza Ibrahim tiene siete meses. Nació durante una noche de bombardeos sobre la Franja de Gaza. Esas bombas, junto al intenso humo, le provocaron varios problemas respiratorios.Algunas mujeres están dando a luz en automóviles, en la calle y en refugios abarrotados en un momento en que aumentan las enfermedades infecciosas, las respiratorias, la hepatitis A y la meningitis. Pero es que en la gran mayoría de los casos es imposible alumbrar en el lugar apropiado. Sin embargo, dar a luz en un centro médico tampoco significa estar a salvo: son los casos de Suad, Tima, Khadra o Mariam. Las cuatro dieron a luz en hospitales al sur de Gaza y las dificultades para las tres vinieron después. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado. Nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces, ¿cómo podemos reconstruir nuestras vidas? Hemos perdido toda la esperanza», cuenta Suad que parió en junio de 2024. «Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo, con piedras y arena, sin una cama o cuna», dice Khadra. Todas tienen los mismos sentimientos: de alegría por un lado al traer al mundo a otro niño y de culpa por traerlo a este que está viviendo la Franja.7 MSF Suad: el esfuerzo de una madre Suad nació en junio de 2024 en el hospital Nasser en el sur de Gaza. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado y nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces», cuenta su madre.Actividad de riesgoEl trauma de la guerra también puede afectar directamente a los recién nacidos: durante el conflicto de 2014 en Gaza, las madres con alta exposición a dicho impacto bélico dieron a luz a bebés que sufrieron un desarrollo sensorial, cognitivo y emocional muy negativo. Ahora, la historia se repite. «Estamos en una situación donde dar a luz se ha convertido en una actividad de riesgo: no solo por el parto o el embarazo, sino por todo el contacto que agrava la situación. Desde el momento del embarazo, por la dificultad de acceso para los controles prenatales. Estamos viendo que son muchos partos prematuros ocasionados por la situación de estrés. Mujeres que viven en campos de desplazados bajo explosiones y moviéndose continuamente», explica la enfermera Ruth. 8 msf Lila y su madre Khadra: seguir vivas Para Khadra, tener a Lila (junio de 2024) fue la alegría de su vida, pero las dificultades se multiplican: «No hay leche, no hay pañales, ropa. Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo», dice. Las condiciones de vida son de extrema dureza, lo que también dificulta el desarrollo de los bebés. Ibrahim, de siete meses, nació durante una noche de bombardeos. La falta de aire limpio, a causa de las continuas deflagraciones y el limitado acceso a cuidados médicos hicieron que este pequeño desarrollara varios problemas respiratorios, que pudo tratarse.Por suerte, en todos estos casos recogidos los bebés están sobreviviendo a pesar de las dificultades de la guerra: sin alimentos, sin higiene, sin casa, sin vacunación… pero viven.9 Unicef Sila, el drama de la hipotermia Sila nació a finales de diciembre de 2024. Durante un fría noche de enero, murió congelada en la tienda de campaña donde vivía con su familia. Su madre llora cada vez que toca su ropita y recuerda a su pequeña.No puede decir lo mismo Nareman sobre su hija Sila. Solo puede hablar diez segundos seguidos de su pequeña. Después, las lágrimas brotan de sus ojos, mientras muestra la ropita que tenía para Sila. Nareman dio a luz en diciembre de 2024, en lo más duro del invierno y cuando las temperaturas eran bajo cero. Junto a sus otros dos hijos y su marido, vivían en una tienda de campaña. Después de dar a luz a un bebé sano, fue enviada a la tienda. Ocho días después, el horror llegó a esta familia. «Me desperté esa noche y le dije a mi marido que nuestra hija había estado durmiendo mucho tiempo. Cuando la destapó, vimos que su cuerpo estaba azul, le sangraba la nariz y se había mordido la lengua. Estaba congelada».xEl drama de la hipotermiaEl caso de Sila no fue el único durante el invierno en Gaza y aunque los médicos estaban preparados para todo, esto no lo vieron venir. «Nos impactó sobremanera el número de muertes de bebés por hipotermia. Ser conscientes de que los bebés se nos estaban muriendo de frío», recuerda Ruth Conde. «Lo más sencillo, que es mantener a un bebé calentito, se convirtió en una misión imposible». Existe otro miedo: «Tengo miedo de perder a mi hijo después de intentarlo durante tanto tiempo. Todo lo que necesitamos ahora es seguridad, pero simplemente no hay ningún lugar en Gaza seguro», cuenta Aya, madre de Shahad que nació en abril del año pasado.Si al final de esta guerra, estas madres y sus hijos logran sobrevivir, sufrirán consecuencias por los restos. Así lo atestiguan diversas investigaciones: el trauma no quedará solo en guerra; acompañará a estas madres e hijos toda su vida.  

Pensar en el día de mañana en Gaza es un ejercicio demasiado ambicioso y mucho más pensar en el futuro que pueden tener tus hijos. Que se lo pregunten a Wisam, que dio a luz a su hija durante los primeros bombardeos de Israel contra … la Franja de Gaza. O a Aya, que tuvo a Shahad cuando se cumplían seis meses del conflicto entre Hamás y el Ejército de Benjamin Netanyahu o a Nareman que dio a luz a Sila a finales de diciembre de 2024, con la esperanza de un alto el fuego que nunca llegó. Lo que tienen en común estas madres es que dieron a luz a sus hijos en mitad de la guerra en Gaza, entre bombardeos y ataques indiscriminados por parte del Ejército israelí. Como estas, muchas son las historias de miles de niños que han nacido en un lugar al que no saben si podrán volver, aunque no quede nada, y en un tiempo en el que la muerte parece estar más cerca que la vida.

A pesar de que en Gaza, según las autoridades sanitarias palestinas gobernadas por Hamás, ya han muerto más de 60.000 personas –el 70% de ellas, mujeres y niños–, el número de nacimientos podría elevarse a los 50.000, aunque no hay cifras oficiales. La única estimación pública es la que ha aportado en los últimos meses la ONU, cifrando en 55.000 las mujeres embarazadas que hay en Gaza. La ONG Save the Children cuantificaba en abril en 130 niños los que nacen al día en la Franja. Los últimos datos que este periódico ha sabido proceden de Médicos Sin Fronteras (MSF): en el mes de mayo, en el hospital Nasser de Gaza donde trabajan, ha habido 442 alumbramientos. Y aunque «muchos de estos recién nacidos están sanos, cada vez hay más niños prematuros», explica desde la Franja el doctor Homero León con voz cansada pero serena, a pesar del horror.

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Unicef

Nur: nació a los ocho días de guerra

Wisam dio a luz a su hija durante la guerra en la Franja. «Tuve una cesárea y di a luz a una niña. Al despertar de la cirugía, me dijeron que debía evacuar el hospital». «Viví una noche de terror»

Este doctor mexicano trabaja con MSF y lo que está viendo, escuchando y viviendo en Gaza les está llevando a él y a su equipo a tomar decisiones que jamás podrían imaginar: priorizar entre pacientes a la hora de tratarlos. «La situación en los hospitales es grave, compleja y muy difícil y cada vez se está agravando más. Hay mucha escasez de comida, lo que lleva al aumento de la malnutrición. Hacen falta productos de higiene, suero, analgésicos… Esto nos ha llevado a tomar decisiones difíciles como priorizar entre pacientes», explica el doctor León.

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Unicef

Shahad, cinco años de espera

Shahad, nacido en abril de 2024. Su madre, Aya cuenta que durante cinco años estuvo intentando quedarse embarazada y ahora está muerta de miedo «al pensar que un ataque israelí puede matar a su hijo».

Si antes de la guerra estar embarazada en la Franja conllevaba ciertos riesgos –alrededor del 45% de las mujeres antes de la guerra padecían anemia–, ahora ese peligro se ha duplicado. Debido a la grave escasez de alimentos, arreciada por el bloqueo que mantiene Israel a la ayuda humanitaria, la ONU afirma que uno de cada diez bebés recién nacido tiene bajo peso o es prematuro. También se ha registrado un aumento de abortos espontáneos, mortinatos y anomalías congénitas que aún no se han podido detectar.

Cada historia de cada bebé nacido en Gaza es única. Esta es una pequeña recopilación, trazada con la ayuda de Save The Children, Médicos Sin Fronteras y Unicef, de diez historias de vida entre tanta muerte. Algunas dan cierta esperanza entre la tristeza, otras son tan terribles que ejemplifican demasiado bien la dureza de una guerra que ya pasa los 20 meses.

Historias de vida

Wisam Al Masri estaba embarazada a punto de cumplir los nueve meses cuando comenzó la guerra. Iba a tener su primer bebé, Nur, y ella y su marido estaban felices, pero ese 7 de octubre de 2023 lo cambió todo. Tras el terrible ataque terrorista de Hamás contra la población judía en los kibutz israelíes, con más de 1.200 muertos y 250 secuestrados, la respuesta del Gobierno de Netanyahu fue letal contra la Franja. Los siguientes días y noches para Wisam fueron de terror: tuvieron que huir de su casa por miedo a que les cayera una bomba encima. En el octavo día de guerra, Wisam rompió aguas y dio a luz a la pequeña Nur.

«Viví una noche de terror. Noté signos de parto y tuve una cesárea. Cuando desperté de la cirugía, me dijeron que tenía que evacuar el hospital inmediatamente», recuerda esta madre. Días después de dar a luz, Wisam aún no había sido capaz de bañar a su pequeño, tampoco sabía si iba a ser capaz de amamantarlo.

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save the children

Morad, tres kilos con diez meses

Morad tiene ahora un año y sonríe, pero no fue sencillo llegar hasta aquí. Nació enfermo de malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. A los diez meses solo pesaba tres kilos, pero salió adelante.

Este es uno de los principales problemas para las madres en Gaza: no saben cómo alimentar a sus hijos. «Cada vez hay más casos de mujeres embarazadas con malnutrición, lo que dificulta la posterior lactancia, explica Ruth Conde, enfermera pediátrica de Médicos Sin Fronteras. Ruth ha estado en dos ocasiones en Gaza y conoce de primera mano los obstáculos a los que se enfrentan estas mujeres y sus hijos.

Las consecuencias de esta malnutrición se ven en Morad, ahora de un año. Nació durante los primeros meses de guerra y como consecuencia de la falta de comida, lo hizo con malnutrición, parálisis cerebral y laringomalacia. «Su madre, Hala, estaba desesperada: mi hijo se estaba muriendo y no sabía adónde ir», cuenta. Visitó todos los hospitales disponibles en la zona, todos daban por muerto al pequeño Morad. Después de casi tres meses, dieron con el hospital de Save the Children en Gaza, donde pudo ser tratado y mejoró considerablemente.

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Sahar, poder jugar a pesar de todo

Sahar tiene once meses. Ahora se ve un bebé sano, pero durante sus primeros meses tuvo que recibir tratamiento por malnutrición en el hospital de Save The Children en Deri Al Balah.

Un tratamiento similar por malnutrición recibió Sahar, de once meses. Zainab, su madre, estaba embarazada de cuatro cuando estalló el conflicto. Durante el parto, no recibió asistencia adecuada y tuvo muchos problemas para conseguir comida y ropa para su hija. «La guerra se llevó todo. Tuve que empezar a pedir en la calle. No había comida ni pañales, son muy caros», dice. «Usaba trapos, pero eran tan ásperos que llegaron a provocarle infecciones en la piel y sarpullidos». Zainab estaba totalmente desnutrida y no podía amamantar a su hija.

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Mohamed: la sonrisa de una madre

Mariam Asalia sostiene a su bebé, Mohamed, que nació en enero de 2024 en el hospital de maternidad de Rafah. Ella fue capaz de llegar; otras muchas madres tienen que dar a luz en tiendas de campaña.

Lo que significa ahora mismo, y durante estos 20 meses, dar a luz en Gaza lo explica perfectamente una matrona gazatí: «Parir en Gaza es arriesgar la vida tanto de la mujer como del bebé». Ella lo sabe bien porque también ha tenido un hijo durante estos meses. Por motivos de seguridad no quiere que se publique su nombre y no dice exactamente dónde trabaja, ya que es la única matrona que queda en ese centro de salud.

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Ibrahim, los ojos de la esperanza

Ibrahim tiene siete meses. Nació durante una noche de bombardeos sobre la Franja de Gaza. Esas bombas, junto al intenso humo, le provocaron varios problemas respiratorios.

Algunas mujeres están dando a luz en automóviles, en la calle y en refugios abarrotados en un momento en que aumentan las enfermedades infecciosas, las respiratorias, la hepatitis A y la meningitis. Pero es que en la gran mayoría de los casos es imposible alumbrar en el lugar apropiado.

Sin embargo, dar a luz en un centro médico tampoco significa estar a salvo: son los casos de Suad, Tima, Khadra o Mariam. Las cuatro dieron a luz en hospitales al sur de Gaza y las dificultades para las tres vinieron después. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado. Nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces, ¿cómo podemos reconstruir nuestras vidas? Hemos perdido toda la esperanza», cuenta Suad que parió en junio de 2024. «Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo, con piedras y arena, sin una cama o cuna», dice Khadra. Todas tienen los mismos sentimientos: de alegría por un lado al traer al mundo a otro niño y de culpa por traerlo a este que está viviendo la Franja.

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Suad: el esfuerzo de una madre

Suad nació en junio de 2024 en el hospital Nasser en el sur de Gaza. «Desde el inicio de mi embarazo, la guerra nos ha agotado y nos hemos tenido que desplazar hasta cinco veces», cuenta su madre.

Actividad de riesgo

El trauma de la guerra también puede afectar directamente a los recién nacidos: durante el conflicto de 2014 en Gaza, las madres con alta exposición a dicho impacto bélico dieron a luz a bebés que sufrieron un desarrollo sensorial, cognitivo y emocional muy negativo. Ahora, la historia se repite. «Estamos en una situación donde dar a luz se ha convertido en una actividad de riesgo: no solo por el parto o el embarazo, sino por todo el contacto que agrava la situación. Desde el momento del embarazo, por la dificultad de acceso para los controles prenatales. Estamos viendo que son muchos partos prematuros ocasionados por la situación de estrés. Mujeres que viven en campos de desplazados bajo explosiones y moviéndose continuamente», explica la enfermera Ruth.

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Lila y su madre Khadra: seguir vivas

Para Khadra, tener a Lila (junio de 2024) fue la alegría de su vida, pero las dificultades se multiplican: «No hay leche, no hay pañales, ropa. Es muy duro para un bebé vivir en una tienda en el suelo», dice.

Las condiciones de vida son de extrema dureza, lo que también dificulta el desarrollo de los bebés. Ibrahim, de siete meses, nació durante una noche de bombardeos. La falta de aire limpio, a causa de las continuas deflagraciones y el limitado acceso a cuidados médicos hicieron que este pequeño desarrollara varios problemas respiratorios, que pudo tratarse.

Por suerte, en todos estos casos recogidos los bebés están sobreviviendo a pesar de las dificultades de la guerra: sin alimentos, sin higiene, sin casa, sin vacunación… pero viven.

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Unicef

Sila, el drama de la hipotermia

Sila nació a finales de diciembre de 2024. Durante un fría noche de enero, murió congelada en la tienda de campaña donde vivía con su familia. Su madre llora cada vez que toca su ropita y recuerda a su pequeña.

No puede decir lo mismo Nareman sobre su hija Sila. Solo puede hablar diez segundos seguidos de su pequeña. Después, las lágrimas brotan de sus ojos, mientras muestra la ropita que tenía para Sila. Nareman dio a luz en diciembre de 2024, en lo más duro del invierno y cuando las temperaturas eran bajo cero. Junto a sus otros dos hijos y su marido, vivían en una tienda de campaña. Después de dar a luz a un bebé sano, fue enviada a la tienda. Ocho días después, el horror llegó a esta familia. «Me desperté esa noche y le dije a mi marido que nuestra hija había estado durmiendo mucho tiempo. Cuando la destapó, vimos que su cuerpo estaba azul, le sangraba la nariz y se había mordido la lengua. Estaba congelada».

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El drama de la hipotermia

El caso de Sila no fue el único durante el invierno en Gaza y aunque los médicos estaban preparados para todo, esto no lo vieron venir. «Nos impactó sobremanera el número de muertes de bebés por hipotermia. Ser conscientes de que los bebés se nos estaban muriendo de frío», recuerda Ruth Conde. «Lo más sencillo, que es mantener a un bebé calentito, se convirtió en una misión imposible». Existe otro miedo: «Tengo miedo de perder a mi hijo después de intentarlo durante tanto tiempo. Todo lo que necesitamos ahora es seguridad, pero simplemente no hay ningún lugar en Gaza seguro», cuenta Aya, madre de Shahad que nació en abril del año pasado.

Si al final de esta guerra, estas madres y sus hijos logran sobrevivir, sufrirán consecuencias por los restos. Así lo atestiguan diversas investigaciones: el trauma no quedará solo en guerra; acompañará a estas madres e hijos toda su vida.

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