«No pude tomar nada porque la camarera no entendía valenciano»: la excusa de un cliente de bar que no convence

Los rifirrafes por tensiones lingüísticas resultan más usuales en servicios públicos como el sanitario o el ámbito educativo, pero también ocurren en la hostelería, como ha revelado el influencer Jesús Soriano en un post con un mensaje elocuente para el cliente de un bar contrariado por tener que comunicarse en castellano : «No pudiste o no quisiste».La respuesta así de irónica ha sido para una reseña poco lógica en un país con dos idiomas oficiales y uno común a toda la población. «No pude tomar nada porque la persona atendiendo no podía entender en valenciano ‘un café solo y un croissant’», ha relatado este consumidor. «Cuando le pregunto ‘¿no entiendes una sola palabra?’, hacía que no con la cabeza», ha añadido, para enfatizar la falta de empatía de quien le atendía.A continuación, deja también una crítica también relacionada con la lengua y la denominación del establecimiento ‘Que Més Cafefetería’ de Burjassot (Valencia): «Por cierto, tiene dos faltas de ortografía en el nombre. ‘¿Qué Más? sería correcto».En la réplica del hostelero, rebate ambos argumentos. «Realmente, creo que la reseña está totalmente fuera de lugar, cuando debe ver que la persona que trabaja no es de origen español . Además, para su información, los dueños y varias empleadas sí hablan valenciano, que en muy pocas cafeterías de hoy en día lo puede encontrar», asegura este hostelero.En cuanto a la denominación del bar, puntualiza: «A su corrección, no hay ninguna falta de ortografía, puesto que llevaría acento si el nombre fuese en forma de pregunta y no es así, por lo que está correctamente escrito , dado que el nombre es ‘Que més cafetería’. Muchas gracias por su colaboración».MÁS INFORMACIÓN noticia No Dónde ver las hogueras más espectaculares de San Juan en Alicante y quiénes son sus creadores este 2025En el hilo de reacciones, todos se ponen de parte del profesional y contra la actitud del cliente. «A ver, que me entere: se queja de que le atendió una persona que no sabía valenciano, pero la reseña bien que la escribe en castellano, ¿no podría haber hecho el pedido en castellano?», argumenta uno, corroborado por otros más que aprecian esta contradicción.«A mí si no me hablan en español no les sirvo, bastante tengo con tratar de entender a los guiris como para complicar la vida con otro que sí que habla mi mismo idioma », comenta un camarero.Y no faltan las ocurrencias en plan humorístico. «Café en español, 1,60; en valenciano, 3,80: es el plus del curso de valenciano del camarero», se mofa otro lector, mientras que hay quien mete el conflicto en la actualidad política, al ironizar con que «la culpa es del camarero, ¡eso le pasa por no tener un pinganillo puesto!», y un tercero inventa el término «croissant nacionalista». Los rifirrafes por tensiones lingüísticas resultan más usuales en servicios públicos como el sanitario o el ámbito educativo, pero también ocurren en la hostelería, como ha revelado el influencer Jesús Soriano en un post con un mensaje elocuente para el cliente de un bar contrariado por tener que comunicarse en castellano : «No pudiste o no quisiste».La respuesta así de irónica ha sido para una reseña poco lógica en un país con dos idiomas oficiales y uno común a toda la población. «No pude tomar nada porque la persona atendiendo no podía entender en valenciano ‘un café solo y un croissant’», ha relatado este consumidor. «Cuando le pregunto ‘¿no entiendes una sola palabra?’, hacía que no con la cabeza», ha añadido, para enfatizar la falta de empatía de quien le atendía.A continuación, deja también una crítica también relacionada con la lengua y la denominación del establecimiento ‘Que Més Cafefetería’ de Burjassot (Valencia): «Por cierto, tiene dos faltas de ortografía en el nombre. ‘¿Qué Más? sería correcto».En la réplica del hostelero, rebate ambos argumentos. «Realmente, creo que la reseña está totalmente fuera de lugar, cuando debe ver que la persona que trabaja no es de origen español . Además, para su información, los dueños y varias empleadas sí hablan valenciano, que en muy pocas cafeterías de hoy en día lo puede encontrar», asegura este hostelero.En cuanto a la denominación del bar, puntualiza: «A su corrección, no hay ninguna falta de ortografía, puesto que llevaría acento si el nombre fuese en forma de pregunta y no es así, por lo que está correctamente escrito , dado que el nombre es ‘Que més cafetería’. Muchas gracias por su colaboración».MÁS INFORMACIÓN noticia No Dónde ver las hogueras más espectaculares de San Juan en Alicante y quiénes son sus creadores este 2025En el hilo de reacciones, todos se ponen de parte del profesional y contra la actitud del cliente. «A ver, que me entere: se queja de que le atendió una persona que no sabía valenciano, pero la reseña bien que la escribe en castellano, ¿no podría haber hecho el pedido en castellano?», argumenta uno, corroborado por otros más que aprecian esta contradicción.«A mí si no me hablan en español no les sirvo, bastante tengo con tratar de entender a los guiris como para complicar la vida con otro que sí que habla mi mismo idioma », comenta un camarero.Y no faltan las ocurrencias en plan humorístico. «Café en español, 1,60; en valenciano, 3,80: es el plus del curso de valenciano del camarero», se mofa otro lector, mientras que hay quien mete el conflicto en la actualidad política, al ironizar con que «la culpa es del camarero, ¡eso le pasa por no tener un pinganillo puesto!», y un tercero inventa el término «croissant nacionalista».  Los rifirrafes por tensiones lingüísticas resultan más usuales en servicios públicos como el sanitario o el ámbito educativo, pero también ocurren en la hostelería, como ha revelado el influencer Jesús Soriano en un post con un mensaje elocuente para el cliente de un bar contrariado por tener que comunicarse en castellano : «No pudiste o no quisiste».La respuesta así de irónica ha sido para una reseña poco lógica en un país con dos idiomas oficiales y uno común a toda la población. «No pude tomar nada porque la persona atendiendo no podía entender en valenciano ‘un café solo y un croissant’», ha relatado este consumidor. «Cuando le pregunto ‘¿no entiendes una sola palabra?’, hacía que no con la cabeza», ha añadido, para enfatizar la falta de empatía de quien le atendía.A continuación, deja también una crítica también relacionada con la lengua y la denominación del establecimiento ‘Que Més Cafefetería’ de Burjassot (Valencia): «Por cierto, tiene dos faltas de ortografía en el nombre. ‘¿Qué Más? sería correcto».En la réplica del hostelero, rebate ambos argumentos. «Realmente, creo que la reseña está totalmente fuera de lugar, cuando debe ver que la persona que trabaja no es de origen español . Además, para su información, los dueños y varias empleadas sí hablan valenciano, que en muy pocas cafeterías de hoy en día lo puede encontrar», asegura este hostelero.En cuanto a la denominación del bar, puntualiza: «A su corrección, no hay ninguna falta de ortografía, puesto que llevaría acento si el nombre fuese en forma de pregunta y no es así, por lo que está correctamente escrito , dado que el nombre es ‘Que més cafetería’. Muchas gracias por su colaboración».MÁS INFORMACIÓN noticia No Dónde ver las hogueras más espectaculares de San Juan en Alicante y quiénes son sus creadores este 2025En el hilo de reacciones, todos se ponen de parte del profesional y contra la actitud del cliente. «A ver, que me entere: se queja de que le atendió una persona que no sabía valenciano, pero la reseña bien que la escribe en castellano, ¿no podría haber hecho el pedido en castellano?», argumenta uno, corroborado por otros más que aprecian esta contradicción.«A mí si no me hablan en español no les sirvo, bastante tengo con tratar de entender a los guiris como para complicar la vida con otro que sí que habla mi mismo idioma », comenta un camarero.Y no faltan las ocurrencias en plan humorístico. «Café en español, 1,60; en valenciano, 3,80: es el plus del curso de valenciano del camarero», se mofa otro lector, mientras que hay quien mete el conflicto en la actualidad política, al ironizar con que «la culpa es del camarero, ¡eso le pasa por no tener un pinganillo puesto!», y un tercero inventa el término «croissant nacionalista». RSS de noticias de espana

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