Muchos pacientes desarrollan neuropatía periférica duradera, lo que les dificulta el equilibrio y llevar a cabo actividades de la vida diaria.
Más información: Así ha cambiado la España con cáncer en el siglo XXI: más casos en mujeres pero mayor supervivencia Muchos pacientes desarrollan neuropatía periférica duradera, lo que les dificulta el equilibrio y llevar a cabo actividades de la vida diaria.
Más información: Así ha cambiado la España con cáncer en el siglo XXI: más casos en mujeres pero mayor supervivencia
Aunque fueron solo dos sesiones de quimioterapia, estas dejaron a Fernando muy debilitado. Perdió el pelo y notaba tanto cansancio que apenas se podía mover de la cama, pero en unas semanas logró recuperarse.
Pero ha pasado ya año y medio desde que acabó la quimioterapia y sigue usando bastón.
«Es como si estuviera pisando un calcetín arrugado todo el tiempo«, intenta explicar. «Aunque no me note cansado, tengo la sensación de que puedo perder el equilibrio».
Fernando, de 75 años, lleva dos tratándose de un cáncer de pulmón. Empezó con una combinación de quimioterapia e inmunoterapia, y al poco siguió solamente con la inmunoterapia.
Desde entonces se siente con más energía pero esa sensación persistente en los pies no le ha abandonado. A pesar de que el bastón le ayuda, se siente inseguro a la hora de caminar y nunca baja a la calle por su cuenta.
Como muchos pacientes que cáncer que han sido tratados con quimioterapia, Fernando tiene lo que se conoce como neuropatía periférica, una alteración de los nervios que llevan la información desde el cerebro hasta las extremidades.
Se trata de uno de los efectos secundarios más comunes del tratamiento pero, mientras que la pérdida de pelo, los vómitos y la fatiga son bien conocidos y suelen desaparecer tras el fin de la terapia, la neuropatía se mantiene durante meses o incluso años.
«No suele ser inmediato, como los vómitos o las náuseas, sino que es más a largo plazo», afirma Marta Rubianes, psico-oncóloga del Grupo Español de Pacientes con Cáncer, Gepac.
El problema es que «no se conoce mucho ni se informa al paciente con antelación», cuando «a nivel de calidad de vida afecta muchísimo, es muy incapacitante».
Primero, porque el hormigueo —a veces, doloroso, a veces no— en las extremidades dificulta muchas de las tareas de la vida diaria, como caminar o bajar escaleras, ya que compromete el equilibrio y aumenta el riesgo de caídas.
Además, al afectar también a las manos, complica acciones como abotonarse una camisa, sujetar un vaso, tomar notas a mano o escribir en el móvil.
Segundo, porque, al prolongarse en el tiempo, «existe una sensación de incertidumbre sobre cuándo se va a solucionar. Con el tiempo se va solventando en algunos casos, pero puede quedar un resto: incluso hay pacientes que están igual que cuando empezaron».
Síntomas tras dos años de tratamiento
Rebeca Lozano, oncóloga del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca y secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), explica por qué se produce esta sensación de hormigueo.
«Lo que ocurre es que algunos fármacos afectan a los nervios periféricos, sobre todo los encargados de la sensibilidad en zonas distales, como manos y pies. Se trata de una toxicidad dosis-dependiente y acumulativa».
Los fármacos más implicados son las quimioterapias, desde el oxaliplatino y cisplatino hasta el paclitaxel y docetaxel, pero también otros fármacos como el bortezomib o los anticuerpos conjugados, una de las armas más novedosas contra el cáncer.
Lozano explica que el efecto en cada paciente es distinto. Aunque en muchos casos los síntomas remiten en los meses siguientes, «en otros persisten o incluso son irreversibles».
Un 80% de los pacientes que reciben paclitaxel pueden seguir teniendo síntomas tras dos daños desde que finalizó el tratamiento «y, hasta en un 25% de los casos, los síntomas impactan en la calidad de vida de lo pacientes».
En otros fármacos como oxaliplatino o cisplatino, «los síntomas pueden empeorar durante los primeros meses tras la última dosis, antes de empezar a mejorar».
La oncóloga apunta que, en personas mayores, las dificultades de este hormigueo pueden traducirse «en pérdida de autonomía o aislamiento social».
La psicooncóloga Marta Rubianes profundiza en esa sensación incapacitante. «A nivel de calidad de vida afecta muchísimo, porque la persona puede intentar retomar sus actividades cuando le espacian el tratamiento o se va recuperando, pero no puede hacerlo«.
Incluso, cuando ese hormigueo se da durante el tratamiento y los médicos deciden bajar la dosis «surge la sensación de culpa, de no ser capaz de afrontar la terapia».
Rubianes señala, además, que el relativo desconocimiento de este efecto genera incomprensión en los familiares, que ven al paciente recuperarse pero seguir manteniendo miedos, como en el caso de Fernando y el bastón.
«Las cosas que no se ven son más difíciles de detectar por parte de los demás, o incluso de hablar por parte del paciente. Perder pelo, las náuseas… Son evidentes, pero la neuropatía no lo es».
Por eso recomienda comunicar a sus médicos todas las sensaciones que no sean familiares, para poder abordarlas. «Les tenemos que dar el contexto para que se sientan seguros y no juzgados».
Porque, además, no hay un tratamiento claramente eficaz para prevenir los efectos de la neuropatía. «La mayoría de guías clínicas desaconsejan suplementos o fármacos específicos para evitarla«, afirma la oncóloga Rebeca Lozano.
«Para aliviarla, el único fármaco con evidencia moderada de beneficio es la duloxetina. Otros, como la pregabalina o gabapentina se emplean, pero con resultados menos consistentes».
Por otro lado, el ejercicio físico y la fisioterapia pueden mejorar el equilibrio. Hay otras opciones, como aplicar frío durante la administración de la quimioterapia «como medida de prevención, pero aún no es una práctica estándar».
Fernando se ha acabado acostumbrando a su nuevo compañero. No le molesta usar el bastón, pero la sensación persistente en las plantas de los pies sí le desanima. «Sé que no es algo grave, pero solo espero que, finalmente, un día desaparezca». Aunque siga con el bastón.
elespanol – Salud