Pedro x Javis: el férreo arte de la devoción

<p class=»ue-c-article__paragraph»>Yo llegué a <strong>Almodóvar </strong>por Chavela. Me encantaría decir que llegué por mi madre, pero mi madre se lo guardó para ella en un ejercicio intimísimo que solo he entendido años después. El caso es que, aunque Almodóvar siempre había rodeado mi vida (¿y la de quién no?), <strong>no entré en su universo hasta que no vi el documental de Chavela</strong>.</p>

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 Ojalá conociéramos a los artistas que amamos por el lugar de sus pasiones. Luego ya vendrán las obras, claro  

Yo llegué a Almodóvar por Chavela. Me encantaría decir que llegué por mi madre, pero mi madre se lo guardó para ella en un ejercicio intimísimo que solo he entendido años después. El caso es que, aunque Almodóvar siempre había rodeado mi vida (¿y la de quién no?), no entré en su universo hasta que no vi el documental de Chavela.

Eso significa que llegué antes al gesto que a la obra. Al acompañante que al creador. Al devoto que al genio. Porque Almodóvar, en Chavela, aparecía como un fan y un amigo más, contando cómo había acompañado a la artista mexicana en esa segunda vida que tuvo de vuelta a los escenarios. Una especie de La habitación de al lado, solo que con rancheras y boleros de fondo.

No es la primera vez que me pasa. Llegué a Patti Smith por el homenaje precioso que le hizo al fotógrafo Robert Mapplethorpe en Éramos unos niños y a Tilda Swinton por el documental exquisito sobre John Berger The Seasons in Quincey, donde los dos se sentaban a pelar manzanas mientras hablaban de la vida. Yo, que practico el férreo arte de la devoción, pienso que ojalá conociéramos a los artistas que amamos por el lugar de sus pasiones. Luego ya vendrán las obras, claro. Luego ya podremos devorar las películas en sesiones maratonianas y entender los gestos íntimos de nuestras madres. Pero antes, que venga siempre la devoción.

Pensé todo esto viendo Pedro x Javis, la miniserie documental que acaba de estrenarse en Movistar +, con guion de Brais Efe y Paloma Rando, a medio camino entre el homenaje, el making off, la entrevista, el musical y, por supuesto, la absoluta devoción. Una cosa preciosa, tiernísima, súper emocional, íntima, hecha por fans y para fans, como una conversación entre amigos que deseas que no se acabe nunca. Ahora sé que a Los Javis me hubiera encantado descubrirlos así. Lo pensaba mientras veía sus caras emocionadas cada vez que Pedro (imposible no tutearlo tras la serie) abría la boca y recordaba a ese chico de provincias que compró con su primer sueldo en la Telefónica una Super-8 y revolucionó el cine con su bata de guatiné.

Pensaba también en lo increíble que es cuando un director deja de mirarse a sí mismo y enfoca la cámara hacia los otros. Porque si hay algo magnífico de Pedro x Javis es que es un documental ultrageneroso. En medio del homenaje a Almodóvar, se cuela también un homenaje a Marisa Paredes, a Chus Lampreave, a Carmen Maura, a Julieta Serrano, a Rossy de Palma, a Carmen Machi, a Penélope Cruz, a Antonio Banderas, a Agustín Almodóvar, a José Luis Alcaine, a Alberto Iglesias. Que se encuentran, además, sin ningún miedo del pasado que vuelve a enfrentarse con sus vidas.

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