<p>En los años 80, <strong>Robert Redford </strong>compró un terreno cerca de Salt Lake City al que nombró como uno de sus personajes más icónicos, con la idea de crear un refugio para creadores fuera del sistema de los grandes estudios. Así nació el Instituto Sundance y, con él, un festival que con el tiempo se convirtió en la plataforma más importante para el cine independiente a nivel mundial. Durante dos semanas, <strong>Park City </strong>se transforma en un hervidero de cineastas, críticos y público, en un ambiente donde la industria y la cultura se mezclan entre fiestas, reuniones y carreras por no perder proyecciones, con calles repletas de nieve y gente. Todos hablan de Redford, aunque él solía mantenerse distante y casi mítico, como un Mago en el Oz de su creación.</p>
En Sundance, todos hablan de Redford, aunque él solía mantenerse distante y casi mítico, como un Mago en el Oz de su creación.
En los años 80, Robert Redford compró un terreno cerca de Salt Lake City al que nombró como uno de sus personajes más icónicos, con la idea de crear un refugio para creadores fuera del sistema de los grandes estudios. Así nació el Instituto Sundance y, con él, un festival que con el tiempo se convirtió en la plataforma más importante para el cine independiente a nivel mundial. Durante dos semanas, Park City se transforma en un hervidero de cineastas, críticos y público, en un ambiente donde la industria y la cultura se mezclan entre fiestas, reuniones y carreras por no perder proyecciones, con calles repletas de nieve y gente. Todos hablan de Redford, aunque él solía mantenerse distante y casi mítico, como un Mago en el Oz de su creación.
No puedo imaginar mi carrera sin estar ligada a Park City. Desde mi cortometraje Cerdita hasta mi primera película, Sundance ha sido clave. Robert Redford, Michelle Satter y el festival cambiaron mi vida de la noche a la mañana. Y si bien es indudable su repercusión a nivel mundial, no fue hasta este verano, rodando mi siguiente película en Salt Lake City, cuando comprendí la magnitud de su influencia. Más que un festival, es una red global de cineastas, programadores y activistas comprometidos con historias diversas y auténticas.
Su impacto local es enorme: la industria cinematográfica de Utah gira en torno a este evento anual, y de él han surgido iniciativas como la Salt Lake Film Society, que promueve la formación de comunidad, y el festival Slamdance, el más transgresor de EEUU, que se celebra en paralelo como hermano rebelde de Sundance. La huella de Redford es visible en una ciudad que se ha convertido en un oasis progresista en uno de los estados más conservadores del país.
Tensiones con el Gobierno estatal, intereses económicos y un éxito desmedido para unas instalaciones precarias hacen que este año sea el último que se celebre en Park City. Aunque el instituto se mantenga, será inevitable sentirlo como una doble despedida.
Carlota Pereda ha dirigido las películas Cerdita y La ermita.
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