El muro ha llegado al Parlamento Europeo. La semana pasada, la Eurocámara se fracturó entre izquierda y derecha al votar la creación de un grupo de trabajo que investigue la financiación que la UE otorga a ciertas Organizaciones No Gubernamentales (ONG). La chispa: una investigación de ‘Welt am Sonntag’ que revela cómo Bruselas financió con dinero público campañas de presión, protestas y litigios contra decisiones empresariales y políticas, especialmente en Alemania..El caso más llamativo es el de ClientEarth, que recibió 350.000 euros para demandar a centrales de carbón en Alemania con el objetivo explícito -según el contrato filtrado- de aumentar su riesgo financiero y legal. También Friends of the Earth obtuvo 700.000 euros para movilizarse contra el acuerdo de libre comercio con Mercosur, a pesar de que Bruselas defiende ese tratado como estratégico. Y hay más: Bankwatch, European Environmental Bureau (EEB) o HEAL figuran entre las organizaciones que recibieron fondos públicos para influir en decisiones del Parlamento Europeo sobre pesticidas o emisiones.Noticia Relacionada Ajuste de cuentas opinion Si Un fallo del Estado John Müller El intento de repartir culpas del Gobierno es una engañifa: en el sector eléctrico todo depende de lo públicoLa izquierda, lejos de exigir explicaciones, optó por negar el problema. La socialista Iratxe García calificó la iniciativa como un «ataque injustificado» a la sociedad civil y protestó porque el Partido Popular Europeo (PPE) votó junto con Conservadores y Reformistas y Patriotas por Europa. En la misma línea, ONG como Transparencia Internacional acusaron al PPE de aliarse con la extrema derecha en una «caza de brujas».Pero los hechos son testarudos. Cada vez más ONG se comportan como consultoras y lobistas. Lo hacen a sueldo del propio poder político que, de forma paradójica, se ampara en ellas para reforzar su legitimidad. En este caso, la Comisión financió campañas que ayudaran a empujar su Green Deal, de la misma forma que una gran empresa paga a un consultor para validar decisiones previamente tomadas.La gran mayoría de las ONG hoy han traicionado su denominación porque la mayor parte de su financiación procede del erario o de programas que el Estado les subcontrata. Y el que paga manda. Este fenómeno no es nuevo. La explosión de las ONG que se produjo en las décadas de 1980 de la mano del fenómeno Greenpeace, fue vista inicialmente como una manifestación de la fortaleza de la sociedad civil. Pero los partidos políticos no tardaron en descubrir su utilidad para alcanzar sus objetivos y las convirtieron en caballos de Troya. La captura de la sociedad civil con el dinero del contribuyente empezó en la década de 1990 y no ha parado. A comienzos del siglo XXI, un trabajo periodístico sobre la financiación demostró que la única ONG cuya financiación pública estaba por debajo del 50% de sus ingresos era la Cruz Roja. Otras no hacen más que comercializar su capacidad de agitación y su ascendiente social. El sector debería plantearse firmemente la reforma de su financiación y la sociedad, estimular que lo hagan con ingresos privados. jmuller@abc.es El muro ha llegado al Parlamento Europeo. La semana pasada, la Eurocámara se fracturó entre izquierda y derecha al votar la creación de un grupo de trabajo que investigue la financiación que la UE otorga a ciertas Organizaciones No Gubernamentales (ONG). La chispa: una investigación de ‘Welt am Sonntag’ que revela cómo Bruselas financió con dinero público campañas de presión, protestas y litigios contra decisiones empresariales y políticas, especialmente en Alemania..El caso más llamativo es el de ClientEarth, que recibió 350.000 euros para demandar a centrales de carbón en Alemania con el objetivo explícito -según el contrato filtrado- de aumentar su riesgo financiero y legal. También Friends of the Earth obtuvo 700.000 euros para movilizarse contra el acuerdo de libre comercio con Mercosur, a pesar de que Bruselas defiende ese tratado como estratégico. Y hay más: Bankwatch, European Environmental Bureau (EEB) o HEAL figuran entre las organizaciones que recibieron fondos públicos para influir en decisiones del Parlamento Europeo sobre pesticidas o emisiones.Noticia Relacionada Ajuste de cuentas opinion Si Un fallo del Estado John Müller El intento de repartir culpas del Gobierno es una engañifa: en el sector eléctrico todo depende de lo públicoLa izquierda, lejos de exigir explicaciones, optó por negar el problema. La socialista Iratxe García calificó la iniciativa como un «ataque injustificado» a la sociedad civil y protestó porque el Partido Popular Europeo (PPE) votó junto con Conservadores y Reformistas y Patriotas por Europa. En la misma línea, ONG como Transparencia Internacional acusaron al PPE de aliarse con la extrema derecha en una «caza de brujas».Pero los hechos son testarudos. Cada vez más ONG se comportan como consultoras y lobistas. Lo hacen a sueldo del propio poder político que, de forma paradójica, se ampara en ellas para reforzar su legitimidad. En este caso, la Comisión financió campañas que ayudaran a empujar su Green Deal, de la misma forma que una gran empresa paga a un consultor para validar decisiones previamente tomadas.La gran mayoría de las ONG hoy han traicionado su denominación porque la mayor parte de su financiación procede del erario o de programas que el Estado les subcontrata. Y el que paga manda. Este fenómeno no es nuevo. La explosión de las ONG que se produjo en las décadas de 1980 de la mano del fenómeno Greenpeace, fue vista inicialmente como una manifestación de la fortaleza de la sociedad civil. Pero los partidos políticos no tardaron en descubrir su utilidad para alcanzar sus objetivos y las convirtieron en caballos de Troya. La captura de la sociedad civil con el dinero del contribuyente empezó en la década de 1990 y no ha parado. A comienzos del siglo XXI, un trabajo periodístico sobre la financiación demostró que la única ONG cuya financiación pública estaba por debajo del 50% de sus ingresos era la Cruz Roja. Otras no hacen más que comercializar su capacidad de agitación y su ascendiente social. El sector debería plantearse firmemente la reforma de su financiación y la sociedad, estimular que lo hagan con ingresos privados. jmuller@abc.es
Ajuste de cuentas
La gran mayoría de las ONG se financian con dinero público y esto las ha convertido en un brazo del Ejecutivo
El muro ha llegado al Parlamento Europeo. La semana pasada, la Eurocámara se fracturó entre izquierda y derecha al votar la creación de un grupo de trabajo que investigue la financiación que la UE otorga a ciertas Organizaciones No Gubernamentales (ONG). La chispa: una investigación … de ‘Welt am Sonntag’ que revela cómo Bruselas financió con dinero público campañas de presión, protestas y litigios contra decisiones empresariales y políticas, especialmente en Alemania..
El caso más llamativo es el de ClientEarth, que recibió 350.000 euros para demandar a centrales de carbón en Alemania con el objetivo explícito -según el contrato filtrado- de aumentar su riesgo financiero y legal. También Friends of the Earth obtuvo 700.000 euros para movilizarse contra el acuerdo de libre comercio con Mercosur, a pesar de que Bruselas defiende ese tratado como estratégico. Y hay más: Bankwatch, European Environmental Bureau (EEB) o HEAL figuran entre las organizaciones que recibieron fondos públicos para influir en decisiones del Parlamento Europeo sobre pesticidas o emisiones.
La izquierda, lejos de exigir explicaciones, optó por negar el problema. La socialista Iratxe García calificó la iniciativa como un «ataque injustificado» a la sociedad civil y protestó porque el Partido Popular Europeo (PPE) votó junto con Conservadores y Reformistas y Patriotas por Europa. En la misma línea, ONG como Transparencia Internacional acusaron al PPE de aliarse con la extrema derecha en una «caza de brujas».
Pero los hechos son testarudos. Cada vez más ONG se comportan como consultoras y lobistas. Lo hacen a sueldo del propio poder político que, de forma paradójica, se ampara en ellas para reforzar su legitimidad. En este caso, la Comisión financió campañas que ayudaran a empujar su Green Deal, de la misma forma que una gran empresa paga a un consultor para validar decisiones previamente tomadas.
La gran mayoría de las ONG hoy han traicionado su denominación porque la mayor parte de su financiación procede del erario o de programas que el Estado les subcontrata. Y el que paga manda. Este fenómeno no es nuevo. La explosión de las ONG que se produjo en las décadas de 1980 de la mano del fenómeno Greenpeace, fue vista inicialmente como una manifestación de la fortaleza de la sociedad civil. Pero los partidos políticos no tardaron en descubrir su utilidad para alcanzar sus objetivos y las convirtieron en caballos de Troya. La captura de la sociedad civil con el dinero del contribuyente empezó en la década de 1990 y no ha parado. A comienzos del siglo XXI, un trabajo periodístico sobre la financiación demostró que la única ONG cuya financiación pública estaba por debajo del 50% de sus ingresos era la Cruz Roja. Otras no hacen más que comercializar su capacidad de agitación y su ascendiente social. El sector debería plantearse firmemente la reforma de su financiación y la sociedad, estimular que lo hagan con ingresos privados. jmuller@abc.es
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