Un terremoto sacude la moda de lujo en Italia: chaquetas de 100 euros vendidas a 3.000

El brillo de las pasarelas y el glamour de las boutiques de lujo contrastan dramáticamente con una realidad sombría en la moda de lujo italiana. Una nueva investigación en la industria de la moda en Milán descubre su lado oscuro por culpa del llamado ‘caporalato’ , un sistema de explotación laboral en el que los trabajadores son contratados de forma ilegal, generalmente en condiciones muy precarias, y a menudo bajo la intermediación de un «caporale» que controla a los trabajadores, los somete a abusos y les paga salarios muy bajos. El ‘caporalato’ se ha convertido en un problema sistémico en Italia . El último escándalo envuelve a Loro Piana , la principal marca del mundo de elaboración del cashemir, cuyo 80% fue adquirido en 2013 por 2.000 millones de euros por la multinacional parisina LVMH-Moet Hennessy Louis Vuitton, propiedad de la familia Arnault, la cuarta más rica del mundo. El Tribunal de Milán ha puesto bajo administración judicial durante un año a la empresa de alta costura dirigida por Antoine, hijo del magnate francés Bernard Arnault. Los jueces acusan a Loro Piana de «carencia generalizada de modelos organizativos y un sistema de auditoría interna fallido» , lo que se traducía en una grave explotación laboral» de trabajadores chinos, mediante la intermediación de contratistas y subcontratistas. En otras palabras, la empresa fue negligente al no controlar a sus proveedores. Esta decisión judicial es un golpe contundente que resuena en toda la industria del lujo, ya que sigue los pasos de casos similares que han afectado a otros gigantes como Armani Operations, Dior y Valentino.Noticia Relacionada Si fracasan las negociaciones estandar Si Italia desvela que la UE prepara aranceles de 21.000 millones a EE.UU. Ángel Gómez Fuentes El Gobierno de Meloni busca evitar una guerra comercial contra Trump siguiendo el plan del Reino Unido El escándalo descubierto en Loro Piana comenzó con la denuncia de un sastre chino que relató un auténtico infierno laboral: jornadas de 13 horas , de 9 de la mañana a 10 de la noche, con solo media hora de descanso para el almuerzo y la cena, sin días libres y un salario mensual de apenas 1.500 euros , pagado en negro. Se le abonaba el sueldo en efectivo o mediante transferencias de terceros . Este trabajador vivía en un dormitorio anexo a la fábrica desde 2015 y fue agredido por su empleador cuando reclamó salarios atrasados. Loro Piana , en su afán por reducir costes y maximizar beneficios, externalizaba la producción de prendas de cachemir a empresas como Evergreen Fashion Group. Esta, a su vez, subcontrataba el trabajo a Sor-Man snc, que, incapaz de satisfacer la demanda, recurría a talleres chinos como Clover Moda, en Baranzate; y Dai Meiying, en Senago, ambos municipios en la provincia de Milán. En estos talleres se empleaba mano de obra irregular y clandestina , en condiciones insalubres y peligrosas. Los trabajadores, muchos de ellos indocumentados, se veían obligados a vivir en dormitorios ilegales dentro de los propios talleres, utilizando maquinaria sin dispositivos de seguridad (como los «carter» en las máquinas de coser, eliminados para aumentar la velocidad de producción), sin seguridad social ni formación. Cuando se producían redadas, se les ordenaba esconderse en el tercer piso del edificio o incluso en los montacargas y tejados. La desproporción en los costes y precios es escandalosa , según relatan los medios italianos. Una chaqueta de cachemir que Loro Piana pagaba entre 118 y 128 euros a sus proveedores, y que éstos a su vez compraban a los talleres chinos por apenas 80-86 euros, se vendía en las tiendas de lujo por cifras que oscilaban entre los 1.000 y los 3.000 euros. Este margen de beneficio astronómico se construía sobre la espalda de trabajadores invisibles, sometidos a turnos de día y noche. Los fiscales han señalado que se trata de «situaciones tóxicas» y una «práctica ilícita tan arraigada y probada que puede considerarse parte de una política empresarial más amplia dirigida a aumentar las ganancias del negocio». La defensa de Loro Piana, al igual que la de otras firmas implicadas, se basa en el desconocimiento . Alegan que el proveedor no informó de la existencia de subproveedores no declarados ni autorizados. Sin embargo, la Fiscalía de Milán sostiene que una empresa de la envergadura y relevancia de Loro Piana tiene la responsabilidad de establecer mecanismos de control exhaustivos a lo largo de toda su cadena de producción, no solo con sus interlocutores directos. Las inspecciones que realizaban eran, según los jueces, «más formales que sustanciales» , meras operaciones de fachada que no profundizaban en las verdaderas condiciones laborales. El hecho de que Loro Piana solo rescindiera su contrato con Evergreen tras el arresto del titular de Clover (uno de los talleres implicados) demuestra, para la fiscalía, la superficialidad de sus controles. La administración de Sor-Man, una de las empresas subcontratadas, admitió haber «externalizado» la producción a «ciudadanos chinos» a medida que los volúmenes de producción aumentaban. Loro Piana no es un caso aislado, sino un reflejo de un patrón recurrente en la industria del lujo italiana . Firmas como G.A. Operations (Armani), Manufactures Dior, Alviero Martini y Valentino Bag’s Lab también han sido objeto de investigaciones y administraciones judiciales por prácticas similares. El enfoque del fiscal milanés Paolo Storari ha sido innovador y polémico: considera responsables no solo a las empresas contratistas, sino también a las marcas principales por la falta de supervisión en sus cadenas de suministro. Este nuevo enfoque está obligando a las grandes casas de moda a confrontar una realidad que durante mucho tiempo prefirieron ignorar. Los jueces destacan que Loro Piana «no podía no saber» que sus pedidos eran externalizados . La fragmentación de las cadenas de suministro es un factor clave en esta explotación laboral. Las empresas intermedias, a menudo pequeñas y gestionadas por personas extranjeras que explotan a otros inmigrantes irregulares, actúan como «cajas chinas», haciendo que el rastreo de las condiciones laborales sea extremadamente difícil. El proceso es perverso: se contrata a una empresa formalmente en regla, sin preocuparse de qué sucede más allá de esa primera capa de subcontratación, todo «en la lógica del máximo beneficio al menor coste de producción».Este escándalo supone un duro golpe para la reputación del ‘Made in Italy’ en la alta moda. La imagen de excelencia y ética que Italia ha cultivado en la moda de lujo se ve gravemente comprometida. Ahora, la industria del lujo se enfrenta a la imperiosa necesidad de una reforma profunda. El brillo de las pasarelas y el glamour de las boutiques de lujo contrastan dramáticamente con una realidad sombría en la moda de lujo italiana. Una nueva investigación en la industria de la moda en Milán descubre su lado oscuro por culpa del llamado ‘caporalato’ , un sistema de explotación laboral en el que los trabajadores son contratados de forma ilegal, generalmente en condiciones muy precarias, y a menudo bajo la intermediación de un «caporale» que controla a los trabajadores, los somete a abusos y les paga salarios muy bajos. El ‘caporalato’ se ha convertido en un problema sistémico en Italia . El último escándalo envuelve a Loro Piana , la principal marca del mundo de elaboración del cashemir, cuyo 80% fue adquirido en 2013 por 2.000 millones de euros por la multinacional parisina LVMH-Moet Hennessy Louis Vuitton, propiedad de la familia Arnault, la cuarta más rica del mundo. El Tribunal de Milán ha puesto bajo administración judicial durante un año a la empresa de alta costura dirigida por Antoine, hijo del magnate francés Bernard Arnault. Los jueces acusan a Loro Piana de «carencia generalizada de modelos organizativos y un sistema de auditoría interna fallido» , lo que se traducía en una grave explotación laboral» de trabajadores chinos, mediante la intermediación de contratistas y subcontratistas. En otras palabras, la empresa fue negligente al no controlar a sus proveedores. Esta decisión judicial es un golpe contundente que resuena en toda la industria del lujo, ya que sigue los pasos de casos similares que han afectado a otros gigantes como Armani Operations, Dior y Valentino.Noticia Relacionada Si fracasan las negociaciones estandar Si Italia desvela que la UE prepara aranceles de 21.000 millones a EE.UU. Ángel Gómez Fuentes El Gobierno de Meloni busca evitar una guerra comercial contra Trump siguiendo el plan del Reino Unido El escándalo descubierto en Loro Piana comenzó con la denuncia de un sastre chino que relató un auténtico infierno laboral: jornadas de 13 horas , de 9 de la mañana a 10 de la noche, con solo media hora de descanso para el almuerzo y la cena, sin días libres y un salario mensual de apenas 1.500 euros , pagado en negro. Se le abonaba el sueldo en efectivo o mediante transferencias de terceros . Este trabajador vivía en un dormitorio anexo a la fábrica desde 2015 y fue agredido por su empleador cuando reclamó salarios atrasados. Loro Piana , en su afán por reducir costes y maximizar beneficios, externalizaba la producción de prendas de cachemir a empresas como Evergreen Fashion Group. Esta, a su vez, subcontrataba el trabajo a Sor-Man snc, que, incapaz de satisfacer la demanda, recurría a talleres chinos como Clover Moda, en Baranzate; y Dai Meiying, en Senago, ambos municipios en la provincia de Milán. En estos talleres se empleaba mano de obra irregular y clandestina , en condiciones insalubres y peligrosas. Los trabajadores, muchos de ellos indocumentados, se veían obligados a vivir en dormitorios ilegales dentro de los propios talleres, utilizando maquinaria sin dispositivos de seguridad (como los «carter» en las máquinas de coser, eliminados para aumentar la velocidad de producción), sin seguridad social ni formación. Cuando se producían redadas, se les ordenaba esconderse en el tercer piso del edificio o incluso en los montacargas y tejados. La desproporción en los costes y precios es escandalosa , según relatan los medios italianos. Una chaqueta de cachemir que Loro Piana pagaba entre 118 y 128 euros a sus proveedores, y que éstos a su vez compraban a los talleres chinos por apenas 80-86 euros, se vendía en las tiendas de lujo por cifras que oscilaban entre los 1.000 y los 3.000 euros. Este margen de beneficio astronómico se construía sobre la espalda de trabajadores invisibles, sometidos a turnos de día y noche. Los fiscales han señalado que se trata de «situaciones tóxicas» y una «práctica ilícita tan arraigada y probada que puede considerarse parte de una política empresarial más amplia dirigida a aumentar las ganancias del negocio». La defensa de Loro Piana, al igual que la de otras firmas implicadas, se basa en el desconocimiento . Alegan que el proveedor no informó de la existencia de subproveedores no declarados ni autorizados. Sin embargo, la Fiscalía de Milán sostiene que una empresa de la envergadura y relevancia de Loro Piana tiene la responsabilidad de establecer mecanismos de control exhaustivos a lo largo de toda su cadena de producción, no solo con sus interlocutores directos. Las inspecciones que realizaban eran, según los jueces, «más formales que sustanciales» , meras operaciones de fachada que no profundizaban en las verdaderas condiciones laborales. El hecho de que Loro Piana solo rescindiera su contrato con Evergreen tras el arresto del titular de Clover (uno de los talleres implicados) demuestra, para la fiscalía, la superficialidad de sus controles. La administración de Sor-Man, una de las empresas subcontratadas, admitió haber «externalizado» la producción a «ciudadanos chinos» a medida que los volúmenes de producción aumentaban. Loro Piana no es un caso aislado, sino un reflejo de un patrón recurrente en la industria del lujo italiana . Firmas como G.A. Operations (Armani), Manufactures Dior, Alviero Martini y Valentino Bag’s Lab también han sido objeto de investigaciones y administraciones judiciales por prácticas similares. El enfoque del fiscal milanés Paolo Storari ha sido innovador y polémico: considera responsables no solo a las empresas contratistas, sino también a las marcas principales por la falta de supervisión en sus cadenas de suministro. Este nuevo enfoque está obligando a las grandes casas de moda a confrontar una realidad que durante mucho tiempo prefirieron ignorar. Los jueces destacan que Loro Piana «no podía no saber» que sus pedidos eran externalizados . La fragmentación de las cadenas de suministro es un factor clave en esta explotación laboral. Las empresas intermedias, a menudo pequeñas y gestionadas por personas extranjeras que explotan a otros inmigrantes irregulares, actúan como «cajas chinas», haciendo que el rastreo de las condiciones laborales sea extremadamente difícil. El proceso es perverso: se contrata a una empresa formalmente en regla, sin preocuparse de qué sucede más allá de esa primera capa de subcontratación, todo «en la lógica del máximo beneficio al menor coste de producción».Este escándalo supone un duro golpe para la reputación del ‘Made in Italy’ en la alta moda. La imagen de excelencia y ética que Italia ha cultivado en la moda de lujo se ve gravemente comprometida. Ahora, la industria del lujo se enfrenta a la imperiosa necesidad de una reforma profunda.  

El brillo de las pasarelas y el glamour de las boutiques de lujo contrastan dramáticamente con una realidad sombría en la moda de lujo italiana. Una nueva investigación en la industria de la moda en Milán descubre su lado oscuro por culpa del llamado … ‘caporalato’, un sistema de explotación laboral en el que los trabajadores son contratados de forma ilegal, generalmente en condiciones muy precarias, y a menudo bajo la intermediación de un «caporale» que controla a los trabajadores, los somete a abusos y les paga salarios muy bajos.

El ‘caporalato’ se ha convertido en un problema sistémico en Italia. El último escándalo envuelve a Loro Piana, la principal marca del mundo de elaboración del cashemir, cuyo 80% fue adquirido en 2013 por 2.000 millones de euros por la multinacional parisina LVMH-Moet Hennessy Louis Vuitton, propiedad de la familia Arnault, la cuarta más rica del mundo.

El Tribunal de Milán ha puesto bajo administración judicial durante un año a la empresa de alta costura dirigida por Antoine, hijo del magnate francés Bernard Arnault. Los jueces acusan a Loro Piana de «carencia generalizada de modelos organizativos y un sistema de auditoría interna fallido», lo que se traducía en una grave explotación laboral» de trabajadores chinos, mediante la intermediación de contratistas y subcontratistas. En otras palabras, la empresa fue negligente al no controlar a sus proveedores. Esta decisión judicial es un golpe contundente que resuena en toda la industria del lujo, ya que sigue los pasos de casos similares que han afectado a otros gigantes como Armani Operations, Dior y Valentino.

El escándalo descubierto en Loro Piana comenzó con la denuncia de un sastre chino que relató un auténtico infierno laboral: jornadas de 13 horas, de 9 de la mañana a 10 de la noche, con solo media hora de descanso para el almuerzo y la cena, sin días libres y un salario mensual de apenas 1.500 euros, pagado en negro. Se le abonaba el sueldo en efectivo o mediante transferencias de terceros. Este trabajador vivía en un dormitorio anexo a la fábrica desde 2015 y fue agredido por su empleador cuando reclamó salarios atrasados.

Loro Piana, en su afán por reducir costes y maximizar beneficios, externalizaba la producción de prendas de cachemir a empresas como Evergreen Fashion Group. Esta, a su vez, subcontrataba el trabajo a Sor-Man snc, que, incapaz de satisfacer la demanda, recurría a talleres chinos como Clover Moda, en Baranzate; y Dai Meiying, en Senago, ambos municipios en la provincia de Milán. En estos talleres se empleaba mano de obra irregular y clandestina, en condiciones insalubres y peligrosas. Los trabajadores, muchos de ellos indocumentados, se veían obligados a vivir en dormitorios ilegales dentro de los propios talleres, utilizando maquinaria sin dispositivos de seguridad (como los «carter» en las máquinas de coser, eliminados para aumentar la velocidad de producción), sin seguridad social ni formación. Cuando se producían redadas, se les ordenaba esconderse en el tercer piso del edificio o incluso en los montacargas y tejados.

La desproporción en los costes y precios es escandalosa, según relatan los medios italianos. Una chaqueta de cachemir que Loro Piana pagaba entre 118 y 128 euros a sus proveedores, y que éstos a su vez compraban a los talleres chinos por apenas 80-86 euros, se vendía en las tiendas de lujo por cifras que oscilaban entre los 1.000 y los 3.000 euros. Este margen de beneficio astronómico se construía sobre la espalda de trabajadores invisibles, sometidos a turnos de día y noche. Los fiscales han señalado que se trata de «situaciones tóxicas» y una «práctica ilícita tan arraigada y probada que puede considerarse parte de una política empresarial más amplia dirigida a aumentar las ganancias del negocio».

La defensa de Loro Piana, al igual que la de otras firmas implicadas, se basa en el desconocimiento. Alegan que el proveedor no informó de la existencia de subproveedores no declarados ni autorizados. Sin embargo, la Fiscalía de Milán sostiene que una empresa de la envergadura y relevancia de Loro Piana tiene la responsabilidad de establecer mecanismos de control exhaustivos a lo largo de toda su cadena de producción, no solo con sus interlocutores directos.

Las inspecciones que realizaban eran, según los jueces, «más formales que sustanciales», meras operaciones de fachada que no profundizaban en las verdaderas condiciones laborales. El hecho de que Loro Piana solo rescindiera su contrato con Evergreen tras el arresto del titular de Clover (uno de los talleres implicados) demuestra, para la fiscalía, la superficialidad de sus controles. La administración de Sor-Man, una de las empresas subcontratadas, admitió haber «externalizado» la producción a «ciudadanos chinos» a medida que los volúmenes de producción aumentaban.

Loro Piana no es un caso aislado, sino un reflejo de un patrón recurrente en la industria del lujo italiana. Firmas como G.A. Operations (Armani), Manufactures Dior, Alviero Martini y Valentino Bag’s Lab también han sido objeto de investigaciones y administraciones judiciales por prácticas similares. El enfoque del fiscal milanés Paolo Storari ha sido innovador y polémico: considera responsables no solo a las empresas contratistas, sino también a las marcas principales por la falta de supervisión en sus cadenas de suministro. Este nuevo enfoque está obligando a las grandes casas de moda a confrontar una realidad que durante mucho tiempo prefirieron ignorar.

Los jueces destacan que Loro Piana «no podía no saber» que sus pedidos eran externalizados. La fragmentación de las cadenas de suministro es un factor clave en esta explotación laboral. Las empresas intermedias, a menudo pequeñas y gestionadas por personas extranjeras que explotan a otros inmigrantes irregulares, actúan como «cajas chinas», haciendo que el rastreo de las condiciones laborales sea extremadamente difícil. El proceso es perverso: se contrata a una empresa formalmente en regla, sin preocuparse de qué sucede más allá de esa primera capa de subcontratación, todo «en la lógica del máximo beneficio al menor coste de producción».

Este escándalo supone un duro golpe para la reputación del ‘Made in Italy’ en la alta moda. La imagen de excelencia y ética que Italia ha cultivado en la moda de lujo se ve gravemente comprometida. Ahora, la industria del lujo se enfrenta a la imperiosa necesidad de una reforma profunda.

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