Opinión de María Calleja. Opinión de María Calleja.
Está feo generalizar y sentenciar a nuestra clase política con la frase hecha «todos son iguales». Igual de mal que decir que todos los socialistas son puteros por Ábalos o que todos los de derechas son racistas abanderados por Abascal. Los hay, claro que los hay. De un lado y del otro y, cada vez más, se cambian los papeles.
Conozco a políticos con valores y vocación por mejorar la sociedad. Conozco a políticos formados, con una carrera laboral curtida que, sin necesidad económica, se involucran en política a disposición del servicio público y la ciudadanía. La verdad es que no son muchos, ojalá hubiese más.
Vuelve a salir la herencia corrupta de Aznar y Rajoy. Un ministro de Hacienda fundando un despacho con tintes de lobby para blanqueo de capitales, corrupción, cohecho, fraude, chantaje a periodistas y empresarios, tráfico de influencias… Nada nuevo, pero demasiado repetitivo. Es una lástima que no nos sorprendan ya estas cosas. Es una pena que lo tengamos tan normalizado.
Da igual el partido, los corruptos deberían ir a la cárcel y devolver lo que han robado independientemente del color que sean. Entrar en la banalidad de medir quién ha robado más, es un argumentario deficiente en el que cae quien no tiene criterio propio.
Estamos a falta de políticos que no necesiten un escaño, un cargo a dedo o un Ministerio para ser alguien. Que no sean unos muertos de hambre que a la mínima que ven la oportunidad quieren un cacho del pastel. Políticos que no hayan desarrollado su trayectoria laboral pidiendo votos desde las juventudes que sea; que luego toman como Biblia, adoctrinados en definitiva. Gente formada, con trayectoria profesional sólida y demostrable, que hayan encajado un despido porque eso significa que han aprendido. Ambiciosos y con ganas de crecer.
Los políticos que no han hecho otra cosa que política son como los profesores de universidad que nunca han ejercido. No se les puede tomar en serio. Trabajan de forma egoísta para mantener el sitio, porque no sé dónde van a trabajar si no, claro.
El caso es que el legado del antiguo Partido Popular nos hace flaco favor a todos los españoles. Sánchez ya tiene la excusa perfecta para escurrir el bulto (los bultos, más bien) y continuar la partida. Cualquier excusa es buena para no hacerse cargo de toda la basura que tiene a la espalda.
Ahora volvemos a los «y tú más», el juego que entretiene a los ciudadanos mientras los políticos se reparten desde comisiones hasta favores autonómicos para seguir gobernando. Que la justicia haga lo que tenga que hacer, pero necesitamos una regeneración política urgente.
elespanol – Castilla y León