Eduardo Palomera, farmacéutico, advierte a España: «Nunca uses agua si te cuesta tragar las pastillas, mejor esto»

El farmacéutico popular en redes sociales ha compartido trucos para tragar mejor las pastillas y los comprimidos.
Más información: Este es el genial truco de un farmacéutico para tragarte las pastillas sin enterarte de nada El farmacéutico popular en redes sociales ha compartido trucos para tragar mejor las pastillas y los comprimidos.
Más información: Este es el genial truco de un farmacéutico para tragarte las pastillas sin enterarte de nada  

Aunque pueda parecer un gesto rutinario, tragar una pastilla puede convertirse en una auténtica pesadilla para muchas personas.

Lo que en principio se resuelve en apenas segundos, en determinados pacientes se transforma en una barrera psicológica y física que condiciona la adherencia al tratamiento y, por tanto, su eficacia.

No hablamos de casos aislados: un estudio publicado en Therapeutic Advances in Drug Safety estimó que hasta el 40% de los adultos reconocen haber tenido alguna vez dificultades para tragar comprimidos o cápsulas.

Frente a este fenómeno común y a menudo silenciado, el farmacéutico Eduardo Palomera propone soluciones tan simples como eficaces, según recoge La Vanguardia: «No utilices nunca agua para tragarte una pastilla si eres de los que tienen dificultades para hacerlo; en su lugar, usa yogur líquido o puré de frutas».

Lejos de ser una excentricidad, esta recomendación conecta con una serie de investigaciones que han analizado el impacto de distintos vehículos alimentarios en la administración oral de fármacos.

En su intervención, insiste en que esta elección no solo facilita el proceso físico de deglución, sino que mejora notablemente la experiencia de quienes arrastran ansiedad o angustia cuando llega el momento de tomarse una medicación.

«La textura más densa del yogur o de un puré de frutas acompaña mejor al comprimido durante el trayecto hacia el esófago. No lo deja suelto en la boca, como sí ocurre con el agua, que puede generar esa sensación de que la pastilla se queda pegada al paladar o, peor aún, que se va por el camino equivocado», explica.

Y tiene razón: un trabajo publicado en Scientific Reports en 2023 evaluó la disolución de comprimidos tomados junto con yogur fermentado y concluyó que, incluso con su viscosidad aumentada, el vehículo no interfiere significativamente en la liberación del principio activo, al menos en el caso de fármacos como la famotidina.

Esta misma publicación señalaba además un hallazgo interesante: el yogur no solo mejora la tolerabilidad del fármaco, sino que puede proteger ligeramente la mucosa gástrica frente a compuestos irritantes.

No es de extrañar que su uso esté tan extendido en pacientes con disfagia, es decir, dificultad para tragar, una condición frecuente entre ancianos, personas con enfermedades neuromusculares y, también, pacientes pediátricos.

En todos estos grupos, los fármacos orales presentan un desafío añadido, no tanto por su efecto terapéutico como por la complejidad que implica su administración.

Pero la solución no se limita únicamente al contenido. También importa —y mucho— la postura. Según Palomera, una técnica eficaz y respaldada por la evidencia consiste en inclinar la cabeza hacia adelante mientras se traga.

«Introduce la pastilla con un poco de agua, apóyala en la lengua e inclina tu barbilla hasta que toque tu pecho», sugiere. Este truco, conocido como el método lean-forward, ha sido objeto de estudio por parte de la Universidad de Heidelberg, los resultados de una investigación con más de un centenar de voluntarios.

La técnica, aplicada correctamente, mejoró la capacidad de tragar cápsulas en un 88% de los participantes y fue especialmente útil para aquellos con antecedentes de problemas al tragar.

La biomecánica detrás de esta postura es sencilla: al inclinar la cabeza hacia adelante, se optimiza la apertura del esfínter esofágico superior y se reduce el riesgo de que el comprimido quede atrapado en la faringe o cause irritación.

Además, disminuye la posibilidad de una falsa ruta —el paso accidental a la tráquea—, algo especialmente preocupante en personas mayores o con patologías neurológicas.

Estas pequeñas adaptaciones, que apenas cuestan esfuerzo, pueden suponer una diferencia enorme en la vida diaria de quienes sufren en silencio este problema.

Fraccionar los comprimidos

No obstante, hay casos en los que ni el yogur ni la postura logran resolver la dificultad. En esos escenarios, Palomera recomienda verificar el prospecto del medicamento y consultar con un profesional antes de partir o triturar una pastilla.

El motivo es claro: no todos los comprimidos están diseñados para ser fraccionados, y hacerlo puede alterar la farmacocinética del principio activo, comprometer su eficacia o incluso aumentar el riesgo de efectos adversos.

«Si lo hacemos sin que el prospecto indique que puede realizarse, probablemente esa pastilla perderá todo su efecto», advierte. En especial, esto es relevante en medicamentos de liberación prolongada, con recubrimientos entéricos o preparados con tecnologías específicas que controlan su absorción.

El impacto de triturar o disolver indebidamente una pastilla no es trivial. De hecho, la industria farmacéutica lleva años desarrollando soluciones adaptadas a este problema.

Desde formulaciones en sobres y jarabes hasta comprimidos dispersables, bucodispersables o masticables, que se desintegran en la boca sin necesidad de tragar.

Pero muchas veces, por coste, disponibilidad o desconocimiento, los pacientes siguen recurriendo a las formas tradicionales y se enfrentan solos a una tarea que puede llegar a generar un verdadero rechazo psicológico.

No es raro escuchar testimonios de personas que desarrollan aversión a la toma de pastillas tras experiencias traumáticas previas.

En este sentido, la educación sanitaria juega un papel fundamental. Normalizar el problema y ofrecer estrategias prácticas, como las que propone Palomera, permite mejorar la adherencia al tratamiento y prevenir complicaciones derivadas de una mala administración.

«La clave está en individualizar y humanizar el tratamiento. No basta con recetar un medicamento: hay que asegurarse de que la persona va a poder tomarlo sin sufrir», insiste el farmacéutico, con una sensibilidad que suele faltar en los circuitos asistenciales más saturados.

 elespanol – Salud

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